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sábado, 11 de diciembre de 2021

REVOLUTIONARY ROAD (SAM MENDES, 2008): DEL CAMINO REVOLUCIONARIO AL CAMINO DE LA PERDICIÓN.

Revolutionary road (Sam Mendes, 2008), que podemos traducir como "Camino revolucionario", muy bien podría llevar el título de otra película del mismo director, la conocida Road to perdition (2002, Camino a la perdición), porque, efectivamente, el intento de revolución que va a intentar llevar a cabo la familia Wheeler acabará en su perdición. Película magníficamente interpretada por dos grandes actores, una siempre soberbia Kate Winslet (interpretando a April), y un no menos soberbio Leonardo di Caprio (interpretando a Frank), con ellos asistiremos al derrumbe de su relación a partir del hecho de intentar reflotarla.

La película empieza con una imagen ya clásica. La bella pareja que se enamora en una fiesta donde se conocen e, inmediatamente, el salto a unos años después donde sus rostros ya no son los mismos. El enamoramiento inicial ha dado paso a una pareja en plena crisis como nos plasman los primeros minutos de la película, en la que ya nos encontramos con una escena en la que ambos se tratan con desprecio y de forma violenta. A pesar de que, aparentemente, son una familia perfecta, pronto apreciamos que ambos están frustrados con su vida profesional, o más sencillamente con su vida: April no ha logrado convertirse en la actriz que deseaba ser, acabando por ser madre de dos hijos, ama de casa y por interpretar papeles en el teatro de un pueblo donde están instalados y no quieren estar, mientras que Frank, que no sabe hacia donde dirigir su vida, acaba haciendo lo que nunca dijo que haría: el mismo trabajo de comercial que su padre hacía en la misma empresa. También dada la relación con April mantiene una aventura con una chica del trabajo. Como April dice en un momento de la película:

Toda nuestra existencia se basa en la premisa de que somos especiales, superiores al resto, pero no es cierto. Somos como todos los demás. Míranos, nos hemos creído la misma mentira absurda, esta idea de que hay que renunciar a la vida y sentar la cabeza desde el momento en que se tienen hijos, y por eso nos estamos castigando.
 
Y será desde este punto de partida que April pretenderá "revolucionar" sus vidas individuales y como pareja con una propuesta con que, en un primer momento, seducirá a Frank. Dejarlo todo e ir a Paris, empezar allí una nueva vida que les permita recuperarse de la vida "irremediablemente vacía" (palabras de Frank en una escena posterior) que llevan.

Si bien es verdad que es imprescindible comprender la situación de April desde la perspectiva de género de una mujer norteamericana de los años 50 del siglo pasado, desde el plano psicológico también nos permite hacer algunas observaciones interesantes.



I. PROYECCIÓN DE LA REPRESIÓN.

En la escena en la que April le plantea la "revolución" de dejarlo todo e irse a Paris, hay momentos en los que parece que más que por ella lo haga por Frank. De hecho April le plantea que mientras ella trabajará, el tendrá tiempo para descubrir lo que quiere hacer, y lo dice de la siguiente manera: 

harás lo que deberías haber podido hacer hace justamente siete años: Tendrás tiempo, tendrás tiempo para averiguar qué es lo que realmente quieres hacer, y cuando lo averigües tendrás el tiempo y la libertad para empezar a hacerlo.

Pero, ¿acaso ella está excluida de esa cuestión? ¿Se trata simplemente de que ella encuentre un trabajo bien pagado como secretaria en una agencia gubernamental europea, mientras Frank tiene el tiempo para encontrar lo que desea? ¿Es ese su deseo? No, claro que no, April quiere dejar un mundo de mediocridad y vaciedad a la que la sociedad de los años cincuenta lanzaba a sus jóvenes, y aun más a la mujer. El sueño de April tiene algo de mágico, no por imposible de realizar, que evidentemente lo es, sino porque ella adjudica al cambio de lugar la posibilidad de que sus vidas cambien, pero en realidad lo que April plantea es una inversión de roles para que Frank tenga la oportunidad que ella no ha tenido ni tiene. Cuando le plantea esta idea, la situación es justamente la inversa, Frank es el que trabaja, pero la diferencia es que eso no le permite a ella tener tiempo para averiguar que es lo que realmente quiere. Su rol social ya está adjudicado: ama de casa y madre. En su sueño April parece obviar a los dos hijos que tienen. Si ella trabaja, ¿significa que una parte del tiempo de Frank tendrá también que centrarse en ocuparse de los niños y la casa? Es por eso que veo en este deseo sobre Frank la proyección de su propio deseo reprimido, y que más tarde aun verbalizará con más énfasis cuando le dice:

Lo que tú eres está siendo reprimido. Lo que tú eres está siendo anulado y anulado en este tipo de vida.

Obviamente estas palabras reapropiadas sobre ella misma aun adquieren más fuerza, pero April parece querer obviarse de la ecuación. Es ella, en realidad, quien esta siendo reprimida (por ella misma y por el entorno social que, en ocasiones, adquiere la dimensión de un destino trágico, como será su caso), ella es quien está siendo anulada y anulada, no tanto Frank, como revelará posteriormente su naturaleza más conservadora.



II. INTERMEDIO MÁGICO.

Y, efectivamente, la magia funcionará mientras la pareja acaricia la idea de marcharse a Paris. La idea coge inicialmente fuerza, y así se lo comunican a sus amigos, Frank a sus compañeros de trabajo, aunque no a su jefe, y también lo comunican a sus hijos. Así ambos reviven su ilusión y pasión experimentando un re-enamoramiento. Momentáneamente, el sueño de Paris les libera, y el sentimiento de "camino revolucionario olucionario", de romper con lo establecido, les vuelve a llevar a mirarse con admiración.

Justamente, ese momento contrasta con una visión de la familia de sus amigos, Milly i Shep Campbell (interpretados por Kathryn Hahn y David Harbour), en los que observamos los rasgos típicos de la pareja cuya relación ha caída en una gris rutina, más allá de que Shep está enamorado de April. La imagen de Shep dirigiéndose a sus cuatro hijos, y estos ignorándole con la mirada fija en la televisión lo dice todo. Posiblemente para Shep, April también sería su sueño para cambiar de vida.




Sin embargo, la magia tan prometedora de los comienzos pronto se romperá ante dos hecho cruciales: una tentadora oferta de trabajo que Frank recibirá, y que April queda embarazada de su tercer hijo.

III. DEL CAMINO A LA REVOLUCIÓN AL CAMINO DE LA PERDICIÓN.

Efectivamente, la conjunción de ambos factores llevará a Frank a renunciar al sueño de Paris, y con esta renuncia el infierno volverá en la pareja, e irá descubriendo poco a poco la frustración que April arrastra y que el abandono del proyecto confirma, iniciándose así el camino hacia la tragedia. El clímax de la situación llega cuando Frank descubre escondido un succionador para realizar un aborto por aspiración. Llegados a este punto del deseo de abortar de April, se descubren, más allá de las inquietudes personales, el carácter conservador de Frank, y el desesperado deseo de cambio de April que, finalmente, no es un cambio para Frank sino para ella misma. Veamos el fragmento siguiente del diálogo subido de tono que mantienen:

April: ... sería por ti Frank, no lo ves, para que tengas tiempo tal y como hablamos.
Frank: ¿¡Cómo va ser por mi cuando sólo de pensarlo se me revuelve el estómago!? ¡Por el amor de Dios!
April: ¡Entonces es por mi. Dime que podemos tener el Miño en Paris. Dime que podemos tener una vida diferente, pero no me hagas quedar aquí, por favor!
Frank: No podemos tenerlo en París.
April: ¿¡Por qué no!? ¡No necesito todo lo que tenemos aquí! ¡Me da igual dónde vivamos! ¡Quién ha inventado estas normas!

Se hace manifiesta la desesperación de April que, insisto, no sólo es con Frank, sino con una sociedad de la que Frank es un resultado, que no da fácil salida a quien pretende romper con ella e, insisto, menos a una mujer de los años 1950. April sigue poniéndolo todo en un cambio de lugar, como dice: ¡Me da igual dónde vivamos! Pero lo que no es nada evidente es que el cambio de lugar solucione ni su problema, ni del suyo como pareja, más allá del espejismo del intermedio mágico. La discusión nos va clarificando las cosas y por qué el lugar donde viven es tan repudiado por ella, por que que no es más que el símbolo de una inercia no deseada que la ha llevado a vivir una vida que no quiere, siendo aquí donde aparece el tema de los hijos. Dice April:

¡La única razón por la que vinimos aquí fue porque me quedé embarazada, y luego tuvimos otro hijo para demostrar que el primero no había sido un error! ¿¡Hasta cuándo va durar esto!? Frank ¿de verdad quieres tener otro hijo? ¿¡Quieres tenerlo!? ¡Venga, dime, dime la verdad Frank! ¿Sabes lo qué es eso? Antes regía nuestras vidas. Y sabes que tiene de bueno la verdad, que todos sabemos reconocerla por mucho que hayamos vivido sin ella. Nadie olvida qué es la verdad Frank, sólo nos volvemos más diestros mintiendo.

En todo caso demasiada verdad para un Frank más inmaduro que parece muy lejos de estas reflexiones, sobre todo porque esta es la verdad de April, no tanto la suya, y porque al sentirse cuestionado en su papel como hombre saca lo peor de él, una irascibilidad incontrolable. Por otro lado es incapaz, como hijo de sus tiempos, de comprender más profundamente el verdadero malestar que aqueja a April y la acusa de estar trastornada prometiéndole que si hace falta le pagará un "loquero", llegando a confundir que la percepción de error que haber tenido hijos tiene para April nada tiene que ver con cuestionar el amor que tiene por ellos.




IV. DE LA PERDICIÓN A LA TRAGEDIA.

A partir de esto el camino a la perdición toma su pendiente más destructiva, y su relación se deteriora cada vez más. El enamoramiento del intermedio mágico se transforma en odio de April hacia Frank, quien, por su parte, no hace más que comportarse con más inmadurez buscando que April le diga que le quiere confesándole que durante un tiempo ha mantenido relaciones con una chica del trabajo, mientras que, por otro lado, una noche April flirtea y acaba manteniendo una relación con Shep, el amigo de la familia. Los despropósitos se multiplican. La verdad de Frank, que no es la de April, se la revela un curioso personaje salido de un ingreso en el manicomio, Jhon Givings (Michael Shannon, que fue candidato al Oscar al mejor actor de reparto) y que, con la lucidez del aparentemente loco, le desvela su realidad:

¿Qué ha pasado Frank? ¿Te has acobardado? ¿Has decidido que estás mejor aquí después de todo? ¿Has pensado que se está más cómodo aquí, en esta "vida irremediablemente vacía" después de todo? ¡Oh, vaya! Eso ha sido. ¿Qué pasa Wheeler, cliente caliente? ¿Sabéis qué, no me hubiera extrañado que la hubiera preñado expresamente para pasarse la vida escondido detrás de un biberón y no tener que descubrir jamás de que pasta estaba hecho.

Una vez más demasiada verdad para Frank, que estalla en ira y reduce la opinión de John a la locura y al manicomio. Desgraciadamente, y durante mucho tiempo, ir contra el sistema (fuera en Estados Unidos, en la Unión Soviética, o en la misma Europa) se saldaba con el psiquiatra y el manicomio, hoy en día, más suavemente, pero no menos efectivo, con el ansiolítico y el antidepresivo y, especialmente, con una sociedad de la distracción que invita a vivir realidades virtuales como falso escape pero que, en realidad, es el mejor sostén del sistema capitalista que domina nuestras vidas.




No obstante el estallido de ira, John continúa desvelando la verdad de Frank, diciéndole a April:

Tienes ahí a un gran hombre April, un gran padre de familia. Me das mucha pena, pero a lo mejor sois tal para cual. Bueno, tal y como te veo, me está empezando a dar pena él también. Debes darle muy mala vida si solo puede hacerte una barriga para demostrar que los tiene bien puestos.

Nuevo estallido de ira de Frank, y para rematar John le dice a April:

Sabes, hay una cosa de la que me alegro. ¿Quieres saber de qué me alegro? Me alegro de no ser yo ese crío.



A partir de aquí, se estrecha el camino que va de la perdición a la tragedia. Tras un nuevo enfrentamiento entre April y Frank, y tras una aparente reconciliación en la que ella se muestra como se espera que sea , es decir, una mujer como una perfecta esposa, se sucede el trágico final: April intenta practicarse el aborto y en el intento muere.

Acabamos la película viendo a un Frank desesperado corriendo por las calles y, paradójicamente, y tras el shock de la muerte de su esposa, es Frank quien deja la empresa en la que trabaja, se traslada a otra ciudad y como, dice Milly "vive para esos niños. Cada momento libre que tiene los pasa con ellos".




El final elegido por Sam Mendes es un final que se puede observar no sólo desde un perspectiva trágica, sino también que pone de relieve algo que estaba muy presente en la época, y es la dificultad real de encontrar una salida existencial para una mujer dentro de las coordenadas que la sociedad tenía en aquellos momentos. En cierta medida, la muerte aparece como una liberación de lo que April percibe como una condena en vida.

V. UNA REFLEXIÓN FINAL.

Es inevitable establecer un paralelo entre el personaje de April y el de Laura (interpretada por Julianne Moore) de la película Las horas (Stephen Daldry, 2002; ver enlace al pie de esta entrada), que transcurre prácticamente en la misma época que la historia de April y Frank. Laura decide un día abandonar su familia (marido y dos hijos, uno pequeño y otro recién nacido) y dejar todo su mundo atrás, y dice:

Tenía mis dos hijos. Les abandoné… Es lo peor que puede hacer una madre […] Hay momentos en que estás perdida y crees que lo mejor es suicidarte… Una vez fui a un hotel. Esa misma noche tracé un plan. Planeé dejar mi familia cuando naciera mi segundo hijo. Y eso hice. Me levanté una mañana, hice el desayuno, fui a la parada del autobús y subí a él. Había dejado una nota. Conseguí un empleo en una biblioteca en Canadá. Quizá sería maravilloso decir que te arrepientes, sería fácil. ¿Pero tendría sentido? ¿Acaso puedes arrepentirte cuando no hay alternativa? No pude soportarlo y ya está. Nadie va a perdonarme. Era la muerte, yo elegí la vida.

También podemos establecer otra comparación con el personaje de Virginia Woolf (interpretada por Nicole Kidman) en la misma película, cuando le dice a su marido, Leonard, refiriéndose a una frase que escribió en su novela La Señora Daloway: Alguien tiene que morir para que los demás valoremos la vida. Establece un contraste. En el caso que nos ocupa, esta frase parece tomar también forma: la muerte de April parece funcionar como revulsivo de Frank quien, ante el peso de los recuerdos, si decide cambiar su vida.

Suicidio, muerte o abandono. Parecería no haber otra alternativa para las inquietudes existenciales de una mujer en aquellos años y, en cierta manera, aunque desde diferentes perspectivas e intensidades, dificultades aun persistentes nuestro mundo occidental, por no hablar de la dramática situación que la mujer sigue viviendo en muchos lugares y países del mundo.

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