AVISO. Por la naturaleza de los trabajos de este blog, el argumento e incluso el final de las peliculas son generalmente revelados.

lunes, 25 de enero de 2021

BABADOOK (Jennifer Kent, 2014): LA MADRE Y SU SOMBRA: LA MADRE TERRIBLE.


Babadook (Jennifer Kent, 2014), es una producción australiana que ha devenido en una de las mejores películas de terror de los últimos años. Basada en el corto "El monstruo" [1], de la misma directora, la película es un desarrollo de esta idea básica que, como leí en una crítica: "al mismo tiempo toca temas tan serios como la pérdida, el dolor y otros demonios que no pueden ser vencidos tan fácilmente." (Scott Foundas, Variety, 5/02/2014). Interpretada brillantemente por Essie Davis como Amelia, la madre de un niño llamado Samuel, una sorprendente interpretación de Noah Wiseman, la película nos plantea una historia basada en su difícil relación. 

El inicio de la historia ya nos muestra las características de sus dos personajes. Amelia, una madre desbordada, y aun bajo los efectos traumáticos de un duelo congelado por la muerte de Oskar (Benjamin Winspear), su pareja, fallecido en accidente de tráfico el mismo día que la llevaba al hospital para parir a Samuel. se nos muestra como una mujer desenergetizada, desmotivada, un poco como muerta en vida. En términos técnicos podríamos decir que se trata de una mujer en estado subdepresivo o dístimico. Por otro lado Samuel, su hijo, se nos muestra como un niño hiperactivo: verborreico, impulsivo, agresivo, inadaptado, etcétera. y con una fuerte demanda de atención hacia su madre.

Por otro lado, observamos desde el inicio también algunas imágenes que nos muestran que algo ocurre entre madre e hijo. Lo vemos ante la presión e incomodidad que experimenta ella antes las muestras de afecto que le muestra Samuel, o ante sus demandas de cariño que se manifiestan a través del contacto físico (abrazos, caricias, besos).




 APARICIÓN DE LA SOMBRA.

Babadook hace referencia al título de nuestra entrada, es decir, a la Sombra de la madre como madre terrible que se esfuerza por amar a su hijo cuando, en realidad, inconscientemente le odia y le culpa por la muerte de su pareja y padre del niño. Recordemos que la Sombra es un concepto junguiano que hace referencia a aquellas partes reprimidas de nuestra personalidad, y que nuestra consciencia ordinaria se niega a aceptar como propias. Recordemos la aproximación que hace de ella Jung:

La sombra representa un problema ético, que desafía a la entera personalidad del yo, pues nadie puede realizar (hacer consciente) la sombra sin considerable dispendio de decisión moral. En efecto, en tal realización se trata de reconocer como efectivamente presentes los aspectos oscuros de la personalidad. Este acto es el fundamento indispensable de todo acto de conocimiento de sí y, consiguientemente, encuentra, por reglas general, resistencia considerable… [2]

Esta tensión entre la Amelia que se esfuerza por amar a su hijo (cuando, por ejemplo,  le defiende ante la actitud del director de la escuela hacia la conflictividad de Samuel) y la Amelia que le odia, y que se manifiesta con estos pequeños detalles que observamos en el inicio de la película y en la propia personalidad hiperactiva de Samuel, toma su primera aparición a través de un misterioso cuento de color rojo titulado "Babadook". Cuento terrorífico en el que, metafóricamente, se manifiesta la presencia de la sombra de Amelia, bajo la forma de un personaje monstruoso, que se cierne sobre Samuel.



Como si de un sueño se tratara, Babadook es una proyección de ese dimensión sombría materna, donde el monstruo representa esa dimensión resentida y culpabilizadora de Amelia hacia Samuel. Como ya hemos visto en otras entradas (ver Dr. Jeckyll y Mr. Hide: El arquetipo de la sombra en el cine) la psicodinámica de la Sombra, en caso de no identificarse e integrarse, tiene dos salidas: la proyección y la posesión por identificación. La primera es la más habitual, y es que aquello que no queremos ver de nosotros mismos lo vemos en otros fuera. James Hollis, citado en la entrada antes indicada, dice al respecto:

Cada proyección de la sombra aumenta nuestra alienación de la realidad y, cuanta más porquería vertemos sobre los demás, más distorsionada resulta nuestra visión de la realidad. [3]

La otra posibilidad, la posesión por identificación, se trata de  la identificación momentánea con la sombra que lleva a la manifestación de sus aspectos inconscientes – por reprimidos - de una manera más destructiva y maligna.

Después de este encuentro con el aparente cuento de Babadook, observamos en otra escena, otro aspecto de la tensión entre madre e hijo. En el sótano de la casa (el sótano es un gran representante del mundo inconsciente), están las pertenencias de Oskar, que esta guarda como si fueran reliquias intocables. Amelia encuentra a Samuel, quien ha encontrado la llave de la puerta, jugando allí a magos y haciendo una representación ante una foto de su padre y su madre. Amelia se enfada con él por estar allí, y Samuel le responde desvelándonos una parte del problema: ¡¡También es mi padre, no es tuyo solo ¡Sabes?!! Vemos aquí una de las respuestas agresivas de Amelia a Samuel, prohibirle el acceso a su padre, cuyas pertenencias y recuerdo parece "guardar" para ella sola. Justo en ese momento recibe la visita de un compañero de trabajo a quien Amelia parece gustarle. En pleno enfado Samuel le dice gritando, y mirando al amigo: "¡¡Te odio"" No me deja celebrar mi cumpleaños y no me deja tener un padre!!" Poco a poco se va configurando que el padre muerto, e idealizado, es la Sombra que levanta la madre sobre su hijo.



II. IDENTIFICACIÓN CON LA SOMBRA.

Poco a poco, la presencia de Babadook se hace más densa, es decir, que como metáfora de la posesión de la Sombra de Amelia sobre ella, esta se hace cada vez más presente como acción sobre Samuel. Es impactante una escena en la que el niño, presa del pánico, le grita repetidamente a su madre: ¡No le dejes entrar, no le dejes entrar, no le dejes entrar...! Es decir, no dejes poseerte por la sombra. El libro se convierte entonces en protagonista, pues después de haberlo escondido, vuelve a aparecer en la habitación de Samuel, tras lo cual decide romper sus páginas y tirarlo a la basura. Esta es otra metáfora interesante en relación con la sombra. O se identifica y se integra, o se proyecta o nos posee. Que no la queramos ver no quiere decir que no esté y que no actúe. Sin 
embargo, el libro insiste y vuelve a "llamar a la puerta", insistiendo en querer entrar... Llega de nuevo con las página pegadas y con más páginas. En ellas lee Amellia: "Jugaré contigo. Una apuesta te haré. Y cuanto más lo niegues más fuerte seré". Es decir, cuanto más se la niega, más fuerte se hace la Sombra, con el riesgo que ello implica de "posesión". Las páginas siguientes no hacen más que anunciar lo que seguirá: la posesión de Amelia por la Sombra y la destructividad maligna. El odio que la consume internamente "pasará al acto".



Quema el libro, pero a partir de este momento Amelia empezará a cambiar progresivamente, como si de un proceso psicótico se tratara. Primero la veremos en estado de perplejidad, como no sabiendo exactamente lo que ocurre, desmoronándose poco a poco hasta que surgen lo que podríamos considerar las primeras alucinaciones auditivas y visuales, que no es más que una manera metafórica de dar lugar a la presencia cada vez más cercana de la sombra, hasta que finalmente, en una escena en la que parece despertar de un sueño, la sombra "entra" su interior, es decir la deja entrar, la posee.

A partir de ese momento aparece, cada vez con más fuerza, la Sombra de la madre como "Madre Terrible." Recordemos que esta es una de las dimensiones del arquetipo materno, es decir, aquella dimensión materna relacionada con el caos, el conflicto, el dolor y el sufrimiento. Un exceso materno tanto por sobreprotección como por abandono, una madre devoradora tanto por el exceso posesivo, como por el exceso rechazador, ambos, en su sentido, destructores para la identidad del niño. En su identificación con el monstruo, la madre es representada de una manera clásica, con una gran boca abierta de grandes dientes, una vagina dentada.



III. RELACIÓN DE LA IDENTIFICACIÓN CON LA SOMBRA Y EL DUELO.

Hay dos escenas de la película donde podemos ver la relación de la Sombra de Amelia con el duelo congelado por Oskar. En la primera la vemos, cansada por falta de sueño, como se acuesta con el violín suyo, y como al intentar tocarlo Samuel le grita brutalmente que no lo toque. La segunda escena es al bajar al sótano, cuando se encuentra con la imagen Oskar y abrazándose le dice que creía que estaba muerto. Es entonces cuando la imagen de Oskar le dice: "Podemos estar juntos, sólo tienes que traerme al chico." Es decir, si esto fuera un sueño detectaríamos, a través de la imagen de Oskar como proyección suya, que en el mundo interno de Amelia hay una fuerte pulsión de muerte, a la que sólo la parte de ella que ama a Samuel evita que la posea definitivamente.

Recordemos que un duelo congelado es el dolor del duelo como el dolor producido al no encontrar la imagen interiorizada del amado (una imagen idealizada) al amante externo, físico, lo cual favorece un mayor encadenamiento o apego a la imagen interna que a su vez nos revela aun con más fuerza la ausencia externa:

el dolor del duelo no es dolor de separación, sino dolor de lazo [...] lo que duele no es separarse sino aferrarse más intensamente que nunca al objeto perdido. [4]

La imposibilidad de realizar este proceso de desinvestidura y asimilación de la rotura del lazo en el duelo implica que el amor no puede volver a fluir porque ha quedado coagulado alrededor de la propia imagen interna. En Amelia compiten precisamente ese apego por Oskar, ese aferramiento a él, con el amor que siente por Samuel. Dadas las circunstancias traumáticas de su muerte, el aferramiento a su pareja se transforma en amor-odio a Samuel, a quien, en cierta manera, culpabiliza de su muerte. Como imagen es devastadora: el día que nació su hijo es el día que murió su pareja, y lo que une ambos sucesos es que él la llevaba al hospital para el parto.



IV. LA RESOLUCIÓN: EL AMOR DE SAMUEL Y EL CIERRE DEL DUELO.

Conforme avanza el último tercio de la película se hace cada vez más marcada la tensión entre la Sombra de Amelia y Amelia, siendo cada vez más imponente la presencia de la primera. Con gran acierto, la directora hace que ciertas expresiones y posturas de la madre coincidan con las del monstruo. Mientras su presencia avanza más aparece ese resentimiento materno que se formula con una definitiva agresividad: "No sabes cuantas veces he imaginado que hubieras sido tú y no él el que murió." Finalmente, será el amor de Samuel el que ayudará a Amelia a echar a la Sombra. En una de las escenas finales Samuel le dice: "Se que tú no me quieres, Babadook no te deja, pero yo te quiero mamá, y siempre lo haré [...] No quiero que te vayas." Es decir: "Se que tu no me quieres porque estás aun apegada a la imagen de papá". Cuando finalmente parece que la Sombra va a imponerse matando a Samuel, este acaricia la mejilla de su madre, como en un intento de que Amelia pueda surgir de nuevo y expulse de sí la Sombra, lo cual sucederá. Amelia puede expulsar a Babadoolk, la Sombra.


Finalmente asistiremos a como Amelia defiende a Samuel del monstruo, de su Sombra apegada a Oskar. Y sólo entonces, cuando el amor por Samuel se impone al dolor del lazo, al sufrimiento del aferramiento a su amor perdido, es cuando Amelia puede derrumbarse y aceptar la muerte traumática de Oskar y liberar su amor para amar a su hijo y seguir adelante con su vida: ¡No eres nada! - le grita a Babadook - ¡Esta es mi casa! ¡Estas invadiendo mi casa! ¡Si vuelves a tocar a mi hijo, te juro que te mataré! Babadook, ante la firmeza y fuerza de Amelia, huye refugiándose en el sótano.

Es muy interesante el final de la película, cuando vemos a Amelia dar de comer un tazón lleno de gusanos a Babadook, pues hay dimensiones de la Sombra que integrarlos implica manejarlos. Sobre esas dimensiones no se trata de una integración en el sentido que se le supone, se trata de manejar una tendencia, en ese caso una pulsión de muerte, que nos habita. La consciencia nos ayuda a contenerla (que no reprimirla) y mantenerla en su lugar (el sótano, sin invadir la casa, es decir, sin invadir el yo), lo cual se manifiesta con el hecho de darle de comer, de calmarla.



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[1] Podéis ver el corto en el siguiente enlace: https://vimeo.com/39042148
[2] Jung, C. G. Aión. Contribuciones a los simbolismos del sí mismo. Editorial Paidós. Pág. 23
[3] Hollis, James. Las zonas oscuras. La Sombra en el individuo, las organizaciones y la sociedad. Kairós. Págs. 27-42
[4] Nasio, Juan David. Nasio, Juan D. El libro del dolor y del amor. Gedisa editorial, págs. 48 y 49