AVISO. Por la naturaleza de los trabajos de este blog, el argumento e incluso el final de las peliculas son generalmente revelados.

domingo, 27 de octubre de 2013

HANNAH ARENDT (II): SOBRE LA VIGENCIA DE SU DISCURSO FINAL.

 REFLEXIONES EN TORNO A LA INTROYECCIÓN CIUDADANA.


Discurso de Hannah Arendt (Bárbara Sukova)
en la Universidad de Chicago.
Hace poco que ha salido el DVD de la película Hannah Arendt (Margarethe von Trotta, 2012) que ya comenté en este blog el pasado més de agosto (pulsar aquí para verlo). He revisto de nuevo una película que no deja de sorprenderme por su profundidad dado el tema que trata y la dimensión filosófica de su personaje. Deseaba la aparición del DVD porque quería incluir en el post que escribí su discurso final como un elemento de primera magnitud de la película. Sin embargo, tan sólo oirlo me parecía pobre simplemente incluirlo en el post a "vuelo pasado". Escuchándolo de nuevo se me confirmaba la pobreza de esta solución y no sólo eso, sino también la importancia que tiene en sí mismo y la vigencia de sus palabras en la actualidad. Es por ello que finalmente me he decidido a dedicarle un post a ese discurso final que Hannah Arendt dedica a sus alumos de la Universidad de Chicago. Vayan por ello dos largos fragmentos de él:

Cuando el New Yorker me encargó que cubriera me encargó que cubriera la información del juicio a Adolf Eichmann yo supuse que el tribunal tenía un sólo objetivo: cumplir las exigencias de la justicia. No era una tarea sencilla porque el gran tribunal se enfrentaba a un crimen que no había sido tipificado en los códigos de sus leyes y con un criminal de un tipo que la sociedad no había visto desde los procesos de Nuremberg. Aun así, el tribunal quiso definir a Eichmann como a una persona enjuiciada por sus actividades. No tenían la intención de juzgar el sistema, ni la historia ni ningún "ismo", ni siquiera el antisemitismo, tan sólo a la persona. El problema vino cuando el nazi Adolf Eichmann rechazó insistentemente cualquiera posición que tuviera que ver con lo personal, como si no tuviera nada por lo que ser castigado o perdonado. El protestaba, una y otra vez, ante las acusaciones del fiscal diciendo que él nunca había llegado a hacer nada por iniciativa propia, que jamás había tenido intenciones de ningún tipo, buenas o malas, que él solo había cumplido órdenes. Este argumento, habitual de los nazis, demuestra claramente que el mal más grande del mundo puede ser cometido por cualquiera y que para hacerlo no es necesario tener ningún motivo o fuertes convicciones o corazones crueles o intenciones malévolas... basta simplemente CON NEGARSE A SER PERSONA. Y por esto a este fenómeno le he llamado la BANALIDAD DEL MAL.

[...]

Como ustedes ya saben yo soy judía. Muchos me han atacado por odiar a los míos o defender a los Nazis, o simplemente despreciarles...  Y ese no es ningún argumento. Asesinato moral es su nombre... tan sólo he querido reconciliar la increíble mediocridad del hombre con las terribles consecuencias. Intentar comprender no significa perdonar. Así que toda mi responsabilidad es comprender y será también la responsabilidad de cualquiera que desee escribir o estudiar sobre éste o cualquier otro tema. Desde Sócretes y Platón entendemos que EL PENSAMIENTO ES ALGO ASÍ COMO EL DIÁLOGO SILENCIOSO QUE EL ALMA TIENE CONSIGO MISMA. Al negarse a ser una persona Eichmann pasó a ser su propia víctima renunciando sin saberlo a una de sus grandes facultades: la capacidad de pensar. Y COMO CONSECUENCIA CUANDO DEJÓ DE PENSAR DEJÓ DE DISCERNIR. Fué la incapacidad de pensar la que  hizo posible que muchos hombres, digamos normales y corrientes, cometiesen actos de barbarie a una escala enorme, actos que antes nunca se habían visto jamás. Es cierto, he tratado estos temas desde una perspectiva esencialmente filosófica. La esencia del pensamiento, del pensamiento al que me refiero no es el conocimiento, si no el que distingue entre el mal y el bien, entre lo bello y lo feo, y lo que yo busco es que el pensar de fuerza a las personas para que puedan evitar los desastres en aquellos momentos en los que todo parece perdido.

I. PENSAMIENTO Y REFLEXIÓN: Manipulación, normatización y libertad.

Creo que la dimensión que tenemos que entender acerca del concepto de pensamiento que Hannah Arendt nos lanza en su discurso, tan bella y poéticamente expresado como "el diálogo silencioso que el alma tiene consigo misma" se corresponde con el concepto de reflexión. Y, en ese sentido, me parece muy interesante la definición que hace Jung de la reflexión:

Reflexio significa "doblar hacia atrás", y psicológicamente, indicaría que el reflejo que lleva al estímulo hacia su descarga instintiva es interferido por la psiquización... Así, en vez del acto compulsivo aparece cierto grado de libertad, y en lugar de la predicción surge algo relativamente imposible de predecir en cuanto el efecto del impulso. [1]

Este "doblar hacia atrás" es lo que devuelve el espejo (la consciencia) sobre aquello que le es lanzado para ser reflejado. Y, evidentemente, lo que Jung nos dice es que lo que se devuelve no es exactamente el reflejo exacto de aquello que se proyecta sobre ella precisamente por el efecto de su paso y sostenimiento en la conciencia y para la evaluación de sus efectos sobre ella (sosteniendo así el pensamiento, el sentimiento y el instinto). Tenemos aquí un buen ejemplo de la diferencia entre el hombre normatizado, el hombre que no reflexiona y devuelve simplemente lo que se le refleja y el hombre que reflexiona y que, en consecuencia, o bien pueda reflejar su libertad de pensamiento devolviendo la apreciación de la evaluación de su experiencia o, y esto es lo más problemático, también devolviendo un reflejo distinto cuyo efecto está basado en su capacidad para la manipulación. La reflexión nos ofrece estas dos posibilidades por igual: libertad de pensamiento y capacidad para la manipulación. Lo cual también se transforma en libertad para dialogar o manipulación para engañar. La primera se basa en el fortalecimiento de la libertad de los seres humanos, la segunda se fundamenta en su capacidad para normatizarles o manipularles. En el artículo dedicado anteriomente a esta película tenemos un ejemplo del hombre que reflexiona y manipula precisamente en el caso de Ernst Janning, el juez alemán protagonista de "El juicio de Nuremberg" (Stanley Kramer, 1961) quién reflexionando y dándose cuenta perfectamente de los peligros de la ideología nazi no sólo no actua contra ella sino que contemporiza con y participa de sus engaños. Siguiendo con el ejemplo de la misma película hallamos en el juez Haywood (Spencer Tracy) el hombre que reflexiona (y que, en consecuencia, está por encima de los intereses políticos norteamericanos que en la película intentan evitar una sentencia desfavorable a Janning) y que ejerce su función de juez privilegiando también su libertad. lo que finalmente le lleva a decir: Ante los pueblos del mundo permítanme ustedes que proclame nuestro fallo a aquello que defendemos: JUSTICIA, VERDAD Y EL RESPETO QUE MERECE EL SER HUMANO.

De la misma manera que en el anterior post dedicado a esta película puse la interpretación de Burt Lancaster como Janning en su declaración ante el tribunal, voy ahora a poneros la no menos impactante de Spencer Tracy como el juez Haywood en su veredicto:

Veredicto del juez Haywood (Spencer Tracy)
- El Juicio de Nurember (Stanley Kramer 1961) -

En el discurso de Hannah Arendt encontramos la siguiente declaración:  el pensamiento al que me refiero no es el conocimiento, si no el que distingue entre el mal y el bien, entre lo bello y lo feo, y lo que yo busco es que el pensar de fuerza a las personas para que puedan evitar los desastres en aquellos momentos en los que todo parece perdido.  Creo que su comentario también podemos contemplarlo bajo la concepción que Jung hace de la reflexión cuando la define como "un instinto cultural" que, en sus palabras incluiría la búsqueda de significado. No es mera acumulación de conocimiento sino la transformación de éste en significado, es decir, y como dice Hanna Atendt, en discernimiento.

Hoy en día vivimos tiempos en donde la dualidad político-económica nos enfrenta, o nos debería enfrentar como ciudadanos, al continuo ejercicio del discernimiento. Sin incluir ni mucho menos a todos los políticos ni a todo el pensamiento político-económico, hay que tener claro que una parte importante de la política que hoy se nos ofrece es un teatro anunciado tras un telón de supuesta democracia que lo vela, y cuya representación nos requiere el continuo ejercicio del discernimiento, el continuo ejercicio de la "reflexión" sobre los mensajes que nos mandan los representantes del mundo político y económico, sobre aquello que nos dicen y sus verdaderas motivaciones, es decir, sobre un significado que el propio mensaje vela o disimula. Hoy en día estamos bajo un contínuo ejercicio de normatización por parte de la política y, sobretodo, por parte del etéreo poder económico del que la primera es, en ocasiones, un simple títere, y que hoy en día se despersonaliza bajo el difuso nombre de "los mercados" o "el sistema financiero". Y es por ello que, en un claro ejercicio de verdadera democracia, los ciudadanos debemos querer ser más personas que nunca y resistir contra ese ejercicio contínuo de normatización y engaño, de descarada manipulación que nos implica una cierta actividad política y el poder económico con el que anda en ocasiones estrechamente vinculada. El ejercicio de la democracia ciudadana se instala en las palabras del juez Haywood cuando dice aquello que defiende: justicia, verdad y el respeto que merece el ser humano.

II. SOBRE EL PROCESO DE INTROYECCIÓN CIUDADANA.

Todo aquel que haya seguido un proceso psicoterapéutico sabe que una parte de este proceso tiene que ver con el cuestionamiento de ciertas creencias de origen externo cuya rigidez y carga emocional (esencialmente vinculadas al sentimiento culpa, el miedo y el dolor) limitan de distintas maneras algunos comportamiento o actitudes fundamentales para el desarrollo de la propia vida. El mecanismo por el cual estas creencias de origen externo se establecen en nuestra psique como propias es conocido como introyección.

Hoy en día podemos observar este mismo proceso en la gestión de los intereses políticos y económicos y en muchos de los mensajes, más o menos grotescos, más o menos sutiles,  lanzados por los gobiernos y partidos políticos de nuestras flamantes democracias parlamentarias en lo que llamo el proceso de introyección (léase también intoxicación) ciudadana. Obviamente el proceso de introyección (intoxicación) ciudadana (en el que los mass media y su propia perversión tienen mucho que ver) tiene un simple y llano objetivo: su manipulación interesada. En un claro ejercicio de que el fin justifica los medios, la captación del voto, la implementación ideológica, desviar la atención de temas espinosos o crear un estado de miedo o de falsa euforia con objetivos de diferente tipo estarían entre algunas de las motivaciones que se ocultan tras los mensajes que caracterizan a dicho proceso. Por ello, y de la misma manera que ocurre en el proceso psíquico, estas introyecciones cabe considerarlas como verdaderas intoxicaciones. Quisiera recordar aquí unas palabras de Ernst Janning (El juicio de Nuremberg) que ya vimos en el anterior post dedicado a esta película:  Teníamos una democracia, si, pero corrompida por elementos que la componían. Por encima de todo existía miedo. Miedo al presente, miedo al futuro, miedo de nuestros vecinos... Miedo de nosotros mismos. Cuando leo estas palabras no puedo evitar ver cuanto me resuenan en la situación actual del Estado español. Una democracia corrompida, el miedo como ingrediente esencial y la creación del "enemigo" como el elemento de distracción necesaria. Hoy la política española es el caldo de cultivo ideal, la gran oportunidad para todos los ávidos de poder, para todos los tiburones de la política y la economía. Es el gran momento para la introyección (intoxicación) ciudadana y para que cada cual sirva a sus propios y reales intereses que, evidentemente, no son los de esos ciudadanos.

- El voto: logro y límite del ciudadano en la democracia representativa.

El voto: logro y límite de la  ciudadanía.
Si bien, y durante mucho tiempo, se nos ha argumentado el mantra de que la democracia representativa es el menos malos de los sistemas, nos encontramos aquí con uno de las primeras y fundamentales introyecciones que los ciudadanos debemos reconsiderar: que como hoy estamos mejor que en el pasado se nos pide que no mareemos más la perdiz. A la realidad objetiva del logro fundamental que ha sido el ejercicio del voto en la democracia se une la tergiversación política que se hace de ello. El gran ejercicio de normatización y anestesia ciudadana al que hoy asistimos es que la democracia comienza y acaba con el voto, de tal manera que el gran logro de la participación ciudadana se convierte a su vez en el límite de su participación en lo político. El conflicto que Hannah Arendt ya destacó en sus estudios entre los partidos revolucionarios y los consejos populares (por ejemplo en la Revolución rusa), en el que los primeros no veían con entusiasmo sus funciones (hasta llegar a aplastarlos de manera despiadada y violenta) es el mismo problema que se sigue perpetuando en la democracia:

El conflicto entre estos dos sistemas, el de los partidos y el de los consejos, ocupó un lugar privilegiado en todas las revoluciones del siglo XX. Lo que se ponía en juego era el problema de la representación frente a la acción y la participación. Los consejos eran órganos de acción, los partidos revolucionarios eran órganos de representación y, aunque los partidos revolucionarios reconocieron sin mucho entusiasmo a los consejos como instrumentos de la "lucha revolucionaria", intentaron en plena revolución apoderarse de ellos desde dentro; sabían muy bien que ningún partido, por revolucionario que fuese, sería capaz de sobrevivir a la transformación del gobierno en une verdadera república soviética. Desde el punto de vista de los partidos, la necesidad de acción era transitoria y estaban seguros de que, tras la victoria de la revolución, toda acción ulterior sería innecesaria o subversiva. [2]

Hoy  hallamos, por ejemplo en nuestra democracia, el mismo fenómeno de hostilidad parlamentaria en relación a las iniciativas legislativas populares (ILP). Baste el dato de sobras conocido: desde 1983 el congreso ha tumbado todas las ILP (66 iniciativas) y, curiosamente, la única aprobada ha sido la de la declaración de interés cultural de las corridas de toros. No hace falta que añadamos mucho porque el congreso, con mayoría absoluta del PP, ha aceptado y aprobado esta iniciativa con sorprendente celeridad (os recomiendo, para ver el alcance de la banalización de este recurso, el programa 30' de TV3 que dedicó a las ILP - pulsar aquí para acceder el video -). No hace falta tampoco ver la reacción del gobierno hacia los movimientos y organizaciones ciudadanas que se manifiestan democraticamente como es, en nuestro Estado, la PAH (Plataforma por los afectado de la hipoteca) o la ANC (Asamblea Nacional de Catalunya) y el movimiento independentista catalán, o recientemente el movimiento de profesores, maestros, padres y alumnos en las Baleares contra la reforma educativa del presidente del PP José Ramón Bauzá.

El introyecto básico de la democracia representativa y de sus partidos requiere que a través del ejercicio del voto los ciudadanos se aletarguen y se mantengan en su silencio político. A través del sistema de partidos representativos y a través de la acción que, al paso que vamos, no pasará de la mera acción folclórica del voto, se perpetúa la distancia secular entre gobernantes y gobernados:

una vez más la función gubernamental se ha convertido en el privilegio de unos pocos, únicos que pueden "ejercer sus virtuosas disposiciones" (como Jefferson llamaba todavía al talento político del hombre). El resultado es que el pueblo debe sucumbir al "letargo, precursor de la muerte para la libertad pública" o preservar "el espíritu de resistencia" frente a cualquier tipo de gobierno que haya elegido, ya que el único poder que conserva es "el poder de reserva de la revolución" [3]

Es necesario despertar del letargo al que desde la política "profesional" se nos conmina a la ciudadanía. Es por ello que hoy es tan necesario el ejercicio del pensamiento (reflexión y discernimiento) que Hannah Arendt reclama. El hombre y la mujer normal y corriente que somos los ciudadanos como sujetos políticos no puede "despersonalizarse politicamente" en esa especie de abulia, de desidia política, de ese letargo que tan necesario le es a la política de los políticos. La banalidad del mal que Arendt nos propuso a través del caso de Adolf Eichmann se transforma también en la banalidad política del ciudadano: el dejar suceder por omisión. Solo retomar nuestra responsabilidad como ciudadanos en la política nos aleja de la mediocridad de la que la filósofa nos alerta:  tan sólo he querido reconciliar la increíble mediocridad del hombre con las terribles consecuencias. Es necesario resistir a la mediocridad ciudadana que gobiernos y algunos políticos, y todo un sistema financiero-económico que ha tenido la virtud de poner en marcha un poder deslocalizado, etéreo pero omnipresente, intenta imponernos.

III. LA INTROYECCIÓN CIUDADANA REQUIERE DE LA DESCONFIANZA Y EL MIEDO.

Paolo Flores d'Arcais
En una de las temáticas del programa de TV3 "Amb filosofía" (Con filosofía) se trató acerca del poder (Pulsar aquí para acceder al video). Uno de sus participantes fue Paolo Flores d'Arcais, el filósofo, periodista y editor de la revista italiana Micromega, y que cita un elemento clave en el estadio actual de las relaciones entre la ciudadanía, la política y ese oscuro poder que es el poder financiero:

para las democracias occidentales, la relación entre la soberanía de los ciudadanos y la soberanía de las finanzas no sólo es un problema de actualidad, sino un problema de mucho peso. Es evidente que allí donde mandan las finanzas, la soberanía de los ciudadanos declina, desaparece, queda entre paréntesis, ES UNA MENTIRA. Hoy estamos en un círculo vicioso, ya que los ciudadanos han sido expropiados de su verdadera soberanía. El aparato de los partidos, los partidos de los profesionales de la política, ya no son instrumentos en manos de los ciudadanos y se han convertido en un poder autónomo que se dirige a los ciudadanos sólo para pedir el voto y, en realidad, tienen sus propios intereses, que son los intereses del sistema. [4]

Valentí Puig
Otro de los participantes en este programa de TV3 fue Valentí Puig [5], escritor, articulista y analista político. Valentí Puig define el poder como la bestia... En términos psicológicos podríamos decir que el poder adquiere en el ser humano una forma pulsional que lo posee y que le lleva a que su ejercicio tienda entonces a no tener límite y a imponerse, de manera más o menos explícita, de forma tiránica. El ejemplo en las democracias lo tenemos en el ejercicio que hace un partido en el gobierno de la mayoría absoluta... No hace falta abundar mucho más sobre el tema. Y respecto al posicionamiento en relación al poder dice Valentí Puig:

El poder ha sido en cierta manera una bestia incentivada por determinadas ideologías, por ejemplo el totalitarismo, y una bestia perseguida y asediada por otras maneras de entender la vida política como [...] del sistema constitucional liberal. ¿Qué diferencia hay? El totalitarismo deja libre la gran bestia, prefiere la masa a la persona, y el sistema demoliberal prefiere las personas a la masa y se pregunta, aunque aun no exista la democracia o el sufragio universal de qué manera se puede controlar el poder. Y esta es la gran pregunta. [5]

Y esta pregunta incluye la cuestión fundamental. Y es que mientras haya la dicotomía entre gobernantes y gobernados el control del poder será necesario y que, como bien nos indicaba Hannah Arendt (ver nota 3), sólo esto es posible mediante "el espíritu de resistencia" ciudadana.

Sin embargo este espíritu de resistencia necesita, como hemos visto, del principio de la reflexión y el discernimiento por un lado y, sobre todo, sobreponerse a la desconfianza y al miedo - aliados fundamentales del ejercicio del poder -, y que constituyen los factores de dispersión que pretenden enajenar y dispersar dicho principio de resistencia ciudadano mediante la introyección de creencias que especulan con esa desconfianza y ese miedo.

La historia del nacionalsocialismo alemán y del stalinismo en la Unión soviética se caracteriza por el sentido de oportunidad que Hitler y Stalin tuvieron para aprovecharse del desconcierto, del miedo y la desconfianza en la que sus respectivos pueblos se hallaban para, postulándose como Padre-Dios-Lider introyectarlo, es decir, intoxicarlo de creencias cargadas de resentimiento y de odio, y dirigirlo contra el "enemigo" que se creó para la ocasión, el culpable de todos los males. Ambos fenómenos totalitarios han caracterizado una de las desgraciadas novedades del siglo XX. Es por eso que una característica de estos sistemas autocráticos se fundamenta en la psicología de masas que ya describimos en el post dedicado a la película de "La ola" (pulsar aquí para ver post) y, sobretodo, en la creación de una masa de acción que se orienta hacia la destrucción del "enemigo". En cuanto a la creación de éste, es muy fácil cuando el miedo y la desconfianza imperan, y la facilidad con la que se realiza dicha creación es mostrada espléndidamente por Sam Keen en su poesía La creación del enemigo:

Comienza con un lienzo en blanco
Esboza en él siluetas de hombres, mujeres y niños


Hunde la brocha en el pozo de tu propia oscuridad
Dibuja en la cara de tu enemigo la codicia, el odio y la crueldad
que no te atreves a reconocer como propias

Ensombrece todo asomo de simpatía en sus rostros
Borra cualquier resto de la miríada de amores, esperanzas y miedos
que residen en el calidoscopio de su corazón infinito

Deforma su sonrisa en una mueca cruel Arranca la carne de sus huesos
hasta que sólo quede el abstracto esqueleto de la muerte
Exagera cada rasgo humano hasta metamorfosearlo
en bestia, alimaña, insecto

Rellena el fondo de tu lienzo con los demonios y figuras malignas
que alimentan nuestras pesadillas ancestrales

Cuando tu cuadro esté completo podrás matarlos sin culpa y despedazarlos sin sentir vergüenza. Lo que has destruido, simplemente, es un enemigo de tu Dios [6] 


Hoy observamos  los efectos del miedo y la desconfianza en la articulación de dos acciones claras en las democracias representativas: el ascenso de la extrema derecha con sus clásicos discursos ultranacionalistas y populistas con el ingrediente esencial del "enemigo", y la creciente radicalización de la manipulación y criminalización de los movimientos democráticos ciudadanos por parte de los gobiernos y partidos de las democracias representativas, esos entes autónomos, como decía Paolo Flores d'Arcais, alejados del ciudadano y entregados tan sólo a sus intereses de voto y, consecuentemente a sus cuotas de poder. Y finalmente, y desgraciadamente, hoy tenemos que buscar, como diría Valentí Puig, la bestia del poder en ese sistema financiero y en sus "misteriosos mercados" que hoy por hoy son el nuevo totalitarismo maquillado de democracia, un totlitarismo que saliendo de la esfera política se ha hecho una bestia sin rostro que ejerce una nueva violencia refugiado en ese espeso magma de la globalización.

III. REFLEXIÓN Y RESISTENCIA COMO PRINCIPIOS DE LA ACCIÓN CIUDADANA.

Henry David Thoreau
Si  la  capacidad de  desobediencia  constituyó
 el  comienzo de la historia humana, la obediencia podría muy bien, como he dicho, provocar el fin de la humanidad. Erich Fromm (7)

Justamente cuando el desconcierto, el miedo y la desconfianza imperan es  cuanto más necesario se hace la reflexión y el discernimiento por un lado y el principio de resistencia por el otro... Estos dos recursos son los recursos del ciudadano que no sólo desea ser introyectado por el dúo político-económico sino que también desea poner límites al ejercicio del poder.

De la reflexión y el discernimiento ya hemos hablado como el mecanismo por el cual se procede al desvelamiento de las introyecciones de todo aparato político-económico y esencialmente de gobierno. Del principio de resistencia es importante hablar puesto que es el elemento fundamental de la participación y acción ciudadana. Para ello citaré una frase de Henry David Thoreau que se complementa con el pensamiento que Hannah Arendt reclama al ser humano:

¿Debe el ciudadano someter su conciencia al legislador por un solo instante, aunque sea en la mínima medida? Entonces, ¿para qué tiene el hombre su conciencia? Yo creo que debiéramos ser hombres primero y ciudadanos después. Lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que crea justo. [8]


Ese es el pensamiento que teme todo poder político, de hecho, todo poder en general: el de ciudadanos que sean primero hombres y mujeres con conciencia y que se preocupen más por la libertad y la justicia que por las instituciones y las leyes. Que asuman una posición de responsabilidad ante el poder que eligen que les gobierne en el ritual del voto y que la acción política no acabe en el simple ritual. Las instituciones y las leyes son administrativas, mientras que la libertad y la justicia como voluntad política de los ciudadanos se corresponde con la ética. El principio de resistencia (o desobediencia civil como también es conocido) unido al principio de asociación deviene así en la verdadera fuerza que  los ciudadanos tienen frente al poder político y económico. Es justamente ese poder el que desde la democracia representativa odia (Jacques Ranciére, 2006) el ejercicio de la democracia ciudadana:

El crimen democrático contra el orden de la filiación humana es, ante todo, un crimen político, es decir, simplemente la organización de una comunidad humana sin vínculos con Dios padre. [9]

Este comentario del filósofo político francés pone de relieve el disgusto del poder político cuando el ciudadano decide hacer política: el poder quiere que el ciudadano se mantenga como un niño dependiente y sobre todo obediente y tolera mal cuando de repente decide crecer y oponerse a su dominio. Es entonces cuando la democracia representativa se vuelve especialmente virulenta ante esos accesos de madurez ciudadana acusándola en muchas ocasiones de anti-democrática o como, por ejemplo, la acusación de anti-constitucional del estado español ante el "problema del independentismo catalán" y su voluntad de realizar una consulta que, por otro lado es plenamente democrática (y deseada por el 80% de los ciudadanos que viven en Catalunya). Veamos aquí los argumentos de otro lider de la desobediencia civil: el matemático y filósofo ingles Bertrand Rusell:


Bertrand Rusell
Quienes critican la forma particular de desobediencia civil que estoy intentando justificar mantienen que las violaciones de la ley, aun cuando puedan estar justificadas bajo un régimen despótico no pueden nunca estar justificadas en una democracia. No encuentro en absoluto válida esta aseveración. Hay muchos casos en los que gobiernos nominalmente democráticos dejan de hacer efectivos principios que los amigos de la democracia respetarían. Tomemos por ejemplo el caso de Irlanda antes de alcanzar la independencia. Formalmente los irlandeses tenían los mismos derechos democráticos que los británicos. Podían enviar sus representantes a Westminster y defender su postura mediante todos los procedimientos democráticos admitidos. Sin embargo, a pesar de ello, estaban en minoría, que habría sido permanente si se hubieran limitado a los métodos legales. Ganaron su independencia violando la ley. Si no la hubieran violado, no habrían podido ganar. 

Y sigue con el siguiente texto: 

 

Hay muchas otras formas por las que los gobiernos nominalmente democráticos dejan de serlo en la práctica. Una gran cantidad de cuestiones son tan complejas que sólo un pequeño número de expertos puede comprenderlas. Cuando se suben o se bajan los tipos de interés, ¿qué proporción del electorado puede juzgar si era correcto o no hacerlo? Y si alguien que no tenga una posición oficial critica la acción del Banco de Inglaterra, los únicos testigos con la suficiente autoridad serán las personas responsables de lo que se ha hecho o las estrechamente relacionadas con ellas. No sólo en cuestiones financieras: todavía más en cuestiones militares y diplomáticas, hay en todo estado civilizado una técnica de ocultamiento ampliamente desarrollada. Si el gobierno quiere que un hecho determinado no sea conocido, casi todos los medios de comunicación le ayudan en el ocultamiento. En tales casos, sucede frecuentemente que la verdad sólo llega a ser conocida, si es que llega a serlo, por medio de persistentes y sacrificados esfuerzos que acarrean vilipendio e incluso deshonra personal. En ocasiones, si el asunto suscita suficiente pasión, la verdad llega a ser conocida al final. Así ocurrió, por ejemplo, en el caso Dreyfus. Pero si el asunto es menos sensacional, el votante ordinario será probablemente dejado en la ignorancia. 

 

Por estas razones, la democracia, aun cuando mucho menos susceptible a los abusos que la dictadura, no es en absoluto inmune a los abusos de poder por parte de la autoridad o de intereses corruptos. Si se quiere preservar libertades valiosas es necesario que exista gente dispuesta a criticar a la autoridad e incluso, si se da el caso, a desobedecerla. [10]




Bertrand Rusell y la desobediencia civil


Dentro de este apartado que conlleva "persistentes y sacrificados esfuerzos que acarrean vilipendio e incluso deshonra personal"  tenemos los casos recientes de las revelaciones hechas por Julian Assange (Wikileaks) o de Bradley Meaning o Robert Snowden. 

Y así podríamos seguir nombrando los argumentos de la la reflexión y el discernimiento llevado a la resistencia ciudadana tanto como posición individual, pero sobretodo también como acción colectiva. La desobediencia civil ha sido argumentada y apoyada como necesaria por intelectuales como Jurgen Habermas, Noam Chomsky, Norberto Bobbio, Erich Fromm (quien argumenta con precisión el desarrollo de la humanidad y la civilización gracias a la desobediencia), Michael Randle (pionero de las acciones de desobediencia y protesta no violentas, junto a Bertrand Rusell, en Gran Bretaña), Andrew Arato, Jean l. Cohen o la misma Hannah Arendt, o su puesta en acción en reconocidos activistas como Mahatma Gandhi, Martin Luther King o Nelson Mandela. 

Hoy en día reside en la resistencia ciudadana ante la política y, especialmente, ante ese oscuro poder financiero de los mercados el mensaje del juez Haywood:  JUSTICIA, VERDAD Y EL RESPETO QUE MERECE EL SER HUMANO. 
 

BIBLIOGRAFÍA
________________

[1] Sharp, Daryl. Lexicon junguiano. Editorial cuatro vientos. Ver acepción sobre la reflexión
[2] Arendt, Hannah. Sobre la revolución. Alianza Editorial. Libro de bolsillo, págs. 452 y 453
[3] Ídem anterior, pág. 393
[4] D'Arçais, Paolo Flores. (Cervignano del Friuli, 1944) Filósofo y periodista y editor de la revista Micromega. Su pensamiento tiene como inspiradores a Albert Camus y, precisamente, a Hannah Arendt. Flores d'Arcais fue uno de los principales impulsores del movimiento cívico italiano llamado de los girotondi, que en 2002 intentó impulsar los valores de democracia y legalidad que, a su juicio, corrían peligro por el gobierno de Silvio Berlusconi.
[5] Puig, Valentí (Palma de Mallorca, 1949) es un periodista, narrador, poeta, crítico literario, novelista y ensayista que escribe en catalán y español. Licenciado en Filosofía y Letras.
[6] Keen, Sam. Encuentro con la Sombra, Ed. Kairós.
[7] Fromm, Erich. La desobediencia como problema moral (artículo)
[8] Thoreau, Henry David. Del deber de la desobediencia civil. Editorial Pi.
[9] Ranciére, Jacques. Odio a la democracia. Amorrortu editores.
[10] Rusell, Bertrand. Desobediencia civil y guerra nuclear (artículo)

__________________

ENTRADAS RELACIONADAS


HANNAH ARENDT: Adolf Eichmann o el sujeto normatizado.
Director: Maragarethe Von Trotta
Actores: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch

Pulsar aquí para acceder a entrada