AVISO. Por la naturaleza de los trabajos de este blog, el argumento e incluso el final de las peliculas son generalmente revelados.

sábado, 25 de septiembre de 2021

GERTRUD (Carl Theodor Dreyer, 1964): Sobre el amor absoluto.

Gertrud (1964) es la última película filmada por el gran director danés Carl Theodor Dreyer. Considerado por muchos como su obra maestra, yo la veo como una obra maestra en el conjunto de toda una obra que, en sí misma, es una obra maestra, y que incluye obras como La pasión de Juana de Arco (1928), Vampyr (1932), Dies Irae (1943), o La palabra (1955), también conocida por Ordet.

Gertrud, interpretada magistralmente por la actriz Nina Pens Rode, nos presenta la historia de una mujer que vive obsesionada por alcanzar un amor pleno a través de su relación con tres hombres: Gabriel Lidman (interpretado por Ebbe Rode), un amor del pasado; Gustav Kanning (interpretado por Bendt Rothe), su actual esposo; y Erland Janson (interpretado por Baard Owe), su nuevo amor. La película nos permitirá reflexionar sobre ese complejo sentimiento humano como es el amor.

El personaje de Gertrud es desarrollado por Dreyer de una manera excepcional: etérea, de mirada perdida, se desplaza como si flotara sobre la tierra, casi como si fuera un espectro. Su permanente tristeza hierática encarna la melancolía por excelencia, como si supiera que su deseo más profundo, ese deseo de amor pleno, a pesar de su insistencia fuera un imposible de alcanzar. No obstante, la cuestión es si el amor que tanto desea Gertrud es amor u otra cosa.

I. GERTRUD Y EL AMOR.

Ella le ofrecía sus labios.
Ambos se fundieron en un abrazo eterno.
Él creía que flotaba en medio de la niebla,
De pronto aparece una estrella roja y sin brillo.
Poco a poco se ilumina.
Se hace más y más luminosa
hasta transformarse en un brillante río de fuego,
Un fuego que arde sin pena ni dolor
en este éxtasis erótico.

Este poema, citado en la fiesta en honor a Gabriel Lidman, el amor del pasado de Gertrud, nos introduce a una dimensión del amor que es una dimensión erótico-fusional, en donde cada uno de los amantes se convierte en todo para el otro. Como bien indica el estudiante que recita esos versos "Ahí está la grandeza de su concepción del amor y del erotismo. Un amor que nunca ha conocido límite, obstáculo ni frontera. Ese es el tipo de amor que todos anhelamos. Esa es la clase de amor que ha creado al mundo y al hombre." Ese abrazo eterno del poema es una buena metáfora de ese todo que, más allá del amor, también nos puede recordar esa dimensión de no-límite, de no-obstáculo y de no-frontera que caracteriza al goce lacaniano y su relación con la pulsión de muerte, y que, por ejemplo, tan bien está representado en una obra como "el beso" de Edvar Munch.



Vemos en este cuadro dos cuerpos que se abrazan intensamente, tan intensamente que parecen emitir una temblorosa aura que se manifiesta como unas marcadas vibraciones a su alrededor. La intensidad de su abrazo casi funde sus cuerpos en una masa negruzca si no fuera porque aun se mantienen algunas líneas que dibujan difusas fronteras que amenazan con borrarse definitivamente, como así ocurre con sus rostros, que ya fusionados el uno con el otro quedan sin identidad, toda diferenciación ha desaparecido. La tensión de esos cuerpos en ese abrazo en ese beso sin límites nos muestran algo que ya se intuye que va más allá del amor y del deseo. Stanislaw Przybyswevski, primer biógrafo de Munch, lo describe bajo esa impresión:

Percibimos dos figuras humanas cuyos rostros se han fundido en uno solo. No es posible reconocer ninguna facción en particular. Todo lo que se ve es el lugar donde tiene lugar la fusión: tiene la forma de una oreja descomunal que quedó sorda con el pulsar de la sangre y se convirtió en un charco de carne líquida. [1]

Es ese mismo amor descrito tan meridianamente por Platon en su "Banquete", y quien por bloca de Aristófanes deja claramente que es un amor relacionado con el deseo de fusión:

esto es, el deseo de estar unido y confundido con el objeto amado hasta no formar más que un solo ser con él. La causa de esto, es que nuestra naturaleza primitiva era una, y se da el nombre de amor al deseo y prosecución de este antiguo estado. [2]

Este es el tipo de amor que Gertrud persigue inexorablemente, por eso Dreyer nos la muestra con esa imagen triste y melancólica, y esa mirada que parece estar siempre más allá de donde está y que Dreyer representa tan magistralmente en imágenes como la que sigue, en la que el rostro místico-melancólico de Gertrud se hace claramente figura sobre un fondo que oscurece la presencia de Erland.




En una conversación con su primer amor, Gabriel Lidman, se expresa en estos términos que podemos llamar de un "amor absoluto", entendido, como dice Aristófanes como un deseo de fusión (un deseo de estar unido y confundido con el objeto amado):

Tú me hiciste conocer el extraño milagro del amor. Hiciste de mí una mujer madura. Todo mi corazón y mi ser te pertenecieron por un largo período de tiempo. Eramos una unidad indisoluble y nunca nos avergonzamos de nada. El amor purificó todo lo malo y lo feo que había en mí, y me hizo descubrir todo todo lo bueno y bello.

Sin embargo, ese amor por Gabriel, como el que siente por Erland, se ve desplazado y ensombrecido por las metas y ambiciones que esos hombres, como también su actual marido Gustav, tienen, ya sea en el arte, en la política o por pertenecer a otra mujer. De hecho, y en el pasado, abandonó a Gabriel por encontrar un papel sobre el que, junto al dibujo de su perfil, había escrito: "el amor de la mujer y el trabajo del hombre son enemigos desde el principio". Una sentencia que tiene sentido cuando el amor o el trabajo, como sentido u orientación vital, se declaran absolutos. Lo absoluto no entiende de compartir ni de diversidad, requiere entrega y fidelidad totales, que nada le haga ningún tipo de sombra. Ese absolutismo no admite frustración, no se abre a la falta, y si eso ocurre ya nada es igual. Dreyer utiliza los espejos para sugerirnos, como Lacan nos introdujo con su función del espejo, esta falta de completud y la discordia esencial que genera en el ser humano: la pérdida de un estado (el mundo oceánico en el interior de la madre como unión) en su transición hacia otro (la individualidad como separación). La Discordia primordial es una manera de llamar a esa abertura irremediable [11] que, como una fractura o una grieta, se produce entre esos dos estados y que es percibida como una carencia o falta interna, como un sentimiento de incompletitud contra la que el yo lucha creando una fantasía de totalidad en el sentido en que Freud nos lo define en su artículo de  1916, Duelo y melancolía.




Decepcionada de su vida con Gustav y de su amor no correspondido por Erland, así como de su amor del pasado con Gabriel, Gertrud nos muestra ese lado oscuro (a partir de este momento Dreyer la viste de negro) del amor absoluto, un amor que no admite sombras ni grietas, un amor que no admite el perdón. Cuando Gabriel le declara que aun la ama y la propone que se vaya con él, Gertrud le dice: "cómo puedes creer que es posible resucitar algo que ya está muerto desde hace tanto tiempo". 



 
II. EL AMOR PERDIDO EN GERTRUD, GABRIEL Y GUSTAV.

Pero la relación del amor con la falta, la carencia, no sólo afecta a Gertrud. Gustav y Gabriel también la sienten en el momento en que pierden a Gertrud. Es especialmente significativo el caso de Gabriel, quien pasados tantos años vuelve a su país para intentar recuperarla. Él también se ha vuelto un espíritu melancólico, como se desprende de las siguientes palabras:

Gertrud, mi vida se reduce a los tres años que nos amamos [...] Lo único que recuerdo es el amor que sentía por ti, Tú me enseñaste que el amor lo es todo. No debemos estar solos. Yo he pasado mucho tiempo solo. No es necesario que seamos muchos, con dos es suficiente. Gertrud, estamos hechos el uno para el otro.

Sin embargo, vuelve a aparecer esta radicalidad del amor absoluto en Gertrud, ese no retorno de un amor que no admite imperfección, pues toda imperfección devuelve a la falta original: "Si, hacen falta dos. Bien, te has dado cuenta al fin, aunque sea demasiado tarde". Gertrud se nos muestra ahora descreída como resultado de contraponer ese amor absoluto, puro, total, al amor humano imperfecto, hecho de sombras, impuro y oscilante. Tras el rechazo de Erland, la esperanza de Gertrud en su amor desespera y se abandona a la soledad:

No es posible la felicidad en el amor. El amor es sufrimiento, el amor es infortunio. Gabriel, mi corazón hace tiempo que está muerto. No puedo hacer nada por ti, así que no me pidas nada.



De manera parecida reacciona Gustav quien, tras decirle Gertrud que se quiere separar, reflexiona también sobre la importancia que ella ha tenido para él:

La vida se nos escapa lenta e inexorablemente, independientemente de cómo la vivamos. Me preguntaba cómo es que estoy a punto de perder lo que más quiero en el mundo sin saber por qué. Eso me ha hecho recordar dos versos: "Guarda bien el tesoro que dios te ha entregado y no lo dejes escapar". Nunca cuidamos lo suficiente aquello que no querríamos perder. De repente deseaba ver a mi mujer, pasear con ella como lo hacíamos en nuestras noches felices.

Así se define algo que caracteriza una experiencia del amor que podríamos decir más masculino, un amor que, a diferencia del amor absoluto de Gertrud, es un amor menos entregado, más reservado, diluido entre otras dimensiones. En el tema del amor, los protagonistas de esta película representan dos extremos que, en mayor o menor medida, están presentes en las relaciones ente hombre y mujer, y me refiero a que en esta relación no hay complementariedad sino asimetría. Gustav y Gabriel pierden o diluyen el valor del objeto que aman, y sólo se dan cuenta del valor, y lo desean recuperar, una vez lo han perdido. Para Gertrud este retorno ya no es posible. Para ello que amó tanto su objeto de amor, una vez perdido ya no tiene valor, ya no puede volver a desearlo y quererlo.



III. AMOR OMNIA (EL AMOR LO ES TODO).

La película acaba mostrándonos a Gertrud ya mayor viviendo en soledad. Es interesante este final, en la que la visita de un gran amigo de más treinta años, Axel Nygen (Axel Strobye), nos presenta por primera vez que una Gertrud sonriente, mirando a los ojos del amigo, cercana y cariñosa:

Aquí es donde vivo, como una ermitaña, olvidada, discretamente. Es lo que necesitaba. Lo que necesito, soledad, soledad y libertad.

Gertrud reflexiona sobre su vida e insiste en la importancia del amor. Axel le recuerda sus palabras del pasado: "en la vida sólo hay una cosa importante: el amor, nada más, no hay nada más", y que ella matiza diciendo:  "en la vida solo hay dos únicas cosas: la juventud y el amor". Interesante inclusión de la juventud, ya perdida, junto al amor, un amor tampoco realizado. Gertrud le dice a su gran amigo que al llegar al final de su vida se dirá que ha amado, y que sobre su tumba pondrá una lápida sin su nombre y con la inscripción: "AMOR OMNIA". Sin embargo, esa soledad final nos dice algo de ese amor que lo es todo, de ese amor absoluto que se asienta en la herida narcisista y que, paradójicamente, nada dice de la relación del amor con la compasión, con la comprensión, con la aceptación de la imperfección y con el perdón. Quizá Gertrud se encuentra con la consecuencia de ese amor absoluto con el que ha amado y que no es más que su imposibilidad, quizá por eso sin él encuentra en la soledad el valor de la libertad, lo que constituye en sí mismo otra paradoja de ese amor que llamamos absoluto. Amar y ser libre no es una contrariedad. Quizá por eso Gertrud encuentra en el amor del amigo y del suyo hacia él, la respuesta que no encontró en el amor absoluto.

La película acaba con la despedida del amigo, con las manos alzadas diciéndose adiós. 




Luego la puerta se cierra...