AVISO. Por la naturaleza de los trabajos de este blog, el argumento e incluso el final de las peliculas son generalmente revelados.

domingo, 22 de julio de 2018

DERSU UZALA (AKIRA KUROSAWA, 1971): ALTERIDAD. CIVILIZACIÓN Y NATURALEZA.

Dersu Uzala (1975) fue la película que retornó a Akira Kurosawa a la dirección de cine después de la gran crisis personal y artística que le llevó a un intento de suicidio en 1971. De producción ruso-japonesa, y basada en el libro de Vladímir Arseniev (1923), explorador, naturalista, cartógrafo y escritor ruso y soviético que desarrolló gran parte de su trabajo en el Extremo Oriente Ruso, nos cuenta su encuentro, en aquel momento como capitán del ejército ruso encargado de cartografiar la zona, con Dersu Uzala, un Gold, un hombre de la etnia hezhen que le acompañó a él y a sus hombres en toda su expedición a la región de Sijote-Alín. Interpretada brillantemente por Yuri Solomin en el papel del capitán Artemiev y Maxim Munzuk, en el de Dersu - entrañable interpretación-, y filmada en su totalidad en la taiga siberiana, la película cosechó un notable éxito y distintos premios entre los que destacan el del Festival de Cine de Moscú y el Oscar a la mejor película extranjera.

Como ya vimos en la película "El Nuevo Mundo", de Terrence Malick (pulsa aquí para acceder a la entrada), Dersu Uzala nos permite volver al conflicto entre civilización y naturaleza o, para definirlo mejor, entre el hombre supuestamente civilizado y el hombre salvaje, por llamarlo a la manera H. D. Thoreau, quien hablando del indio norteamericano  dice:


Para mi, el encanto del indio reside en que se alza, libre y sin ataduras, en la naturaleza - es su habitante, no su invitado - y la lleva sobre sí con facilidad y gracia. Pero el hombre civilizado tiene las costumbres de la casa. Su casa es una prisión en la que se siente oprimido y confinado, en lugar de cobijado y protegido. Camina como si estuviera sosteniendo el tejado. Pone los brazos como si los muros fueran a caérsele encima y aplastarlo y sus pies recuerdan el sótano que tiene debajo. Sus músculos jamás se relajan. [1]

En los inicios de la película, cuando Artemiev y uno de sus hombres conocen a Dersu, este último (Soloviev) le pregunta donde vive, a lo que Dersu le responde: "Yo no tengo una casa. Vivo en el monte. Corto unas ramas y me hago una cabaña." Y hacia el final de la película, cuando Dersu pierde la vista, el profundo aprecio de Artemiev por él le hace llevarlo a su casa de Javárovsk, pero el alma de Dersu muere fuera de la Naturaleza: "En la calle no puedo disparar, no puedo hacer mi tienda. Aquí en la ciudad no puedo respirar." Y más adelante le dice: "Capitán, por favor, déjeme ir al bosque, Dersu no puede vivir en la ciudad. Me falta el aire [...] tengo que irme, si no, moriré tristeza." 




PARTE I. LA EXPEDICIÓN DE 1902.


I. DERSU Y LA PARTICIPACIÓN MÍSTICA.

Este concepto, creado por el sociólogo y antropólogo Lucien Levy-Bhrul, hace referencia a lo que se llama el pensamiento pre-lógico, caracteriza una manera de percibir el mundo por parte del ser humano llamado primitivo, en el que todos los objetos y seres de la Naturaleza participan de una misma esencia. Más allá de las diferencias entre animado e inanimado, entre orgánico e inorgánico, o entre plantas y animales, o entre tierra y cielo, todo, todo, participa de ella. Se trata de una especie de alma que siendo global está en cada cosa individual. Avatar (2014), de James Cameron, nos presenta buen ejemplo de ello a través de la relación que los na'vi, los habitantes del planeta Pandora, mantienen con la Naturaleza. Pronto empezamos a ver como Dersu se relaciona con las cosas de esta manera animista. Por ejemplo, cuando un soldado, tras pasar una fuerte lluvia y salir el Sol, le pregunta si sabe qué es, Dersu le responde: "Y quién no lo sabe, el Sol es nuestro padre, pero a veces nos portamos mal y llora"; y al anochecer, cuando el Sol se pone, le dice a Artemiev: "Capitán, el Sol es gente, gente importante. Si el Sol muere, todos mueren." 


El Sol es gente, gente importante.

Y así sigue: "El fuego es gente [...] Mira el agua, también es gente. El agua está viva [...] El fuego es gente fuerte, el fuego se enfada [...] y cuando se enfada el agua también da miedo, y el viento cuando se enfada. El viento, el agua y el fuego cuando se enfadan son gente muy fuerte..." 


Ese aspecto de la participación mística y del animismo da la sensación de vivir en un ensueño. donde realidad, fantasía y sueño conviven al mismo tiempo. No obstante, esto no obvia que también se pueden observar las cualidades y la sensibilidad de Dersu en la comprensión de las señales de la Naturaleza, y quizá su rasgo más importante, su bondad y compasión, aspectos que cada vez más van generando el aprecio de Artemiev hacia él, que es quien comprende la sabiduría de ese pequeño hombre de la taiga. En el libro, Artemiev habla de una especie de comunismo primitivo:

En todas sus acciones siempre se destacaba este comunismo primitivo. Las piezas de su caza las compartía por igual con todos sus vecinos, con independencia de su nacionalidad y dejando para sí exactamente lo que daba a los demás. [2]

Las imágenes de Kurosawa son en ese sentido potentes, y transmiten perfectamente esta sensación del hombre que mantiene esa relación de equilibrio y armonía con la Naturaleza, su relación de pertenencia basada en la admiración, el respeto y el temor. Las imágenes expansivas, casi inmóviles de la gran taiga siberiana, contrastan con los pequeños movimientos de los personajes que, ante tanta inmensidad, parecen insignificantes.

El agua es gente.

II. ALTERIDAD: LA RELACIÓN ENTRE ARTEMIEV Y DERSU.

C. G. Jung, ha sido uno de los psicólogos que más captó la problemática del hombre civilizado en relación con la Naturaleza, la doble dimensión que implica su desenraizamiento en relación a esta relación de participación con ella, así como la postura de dominación y superioridad que la supuesta civilización ha desarrollado hacia ella. Walter Boechat, analista junguiano, describe en este sentido el peligro de como la civilización se quiere imponer a la naturaleza:

Jung sugiere que, cuando la humanidad pasó de la naturaleza animada a la inanimada - el llamado desencatamiento de la naturaleza - , ese pasaje se dio de forma rígida, sin rito de paso: el animismo fue visto como superstición. El cristianismo substituyó a los dioses antiguos por un único dios. La propia ciencia, cuando desencantó a la Naturaleza, la subordinó sólo a la razón científica y no proveyó a la naturaleza de otra alma. Si la ciencia considerara el anima mundi digna de una mayor atención, habría sido más cuidadosa en esa transición de desencantamiento del mundo, procesando el pasaje para la era científica a través de un ritual de pasaje sin perder el contacto con los dioses naturales. [3]

Justo la relación de Artemiev con Dersu, nos ofrece un excelente ejemplo para contemplar el concepto de alteridad - o de otredad - en su sentido más respetuoso y humilde, es decir, la de una relación yo-tú en el que el punto de vista del otro es tomado en cuenta y considerado, por diferente o alejado que pueda ser del nuestro. Y no sólo sólo eso, la relación yo-tú de Artemiev y Dersu se convierte en un nosotros en el que, en varias ocasiones, Artemiev confiará en la sabiduría natural y la bondad de Dersu, y no tratará de imponerse como el arrogante occidental que tantas conquistas, con sus consabidos desprecios, destrucciones y abusos, ha comportado para tantas y tantas culturas ancestrales. El conocimiento de la taiga que Dersu posee salvará en varias ocasiones a Artemiev y sus hombres. El Capitán y Dersu irán trabando una hermosa amistad. Por otro lado, Dersu, quien ha perdido a su esposa e hijos por una epidemia de varicela, y quien vive de manera solitaria en la dura taiga siberiana, encontrará en Artemiev un buen hombre con quien entrar en intimidad y compartir su soledad.


Dersu Uzala y el capitán Vladimir Artemiev.
En ese sentido, el encuentro de Dersu con Artemiev lo podemos referir, si se quiere de manera simbólica, al encuentro con Li Tsung-Pei, el hombre chino que lleva cuarenta años en soledad, tras haberle robado su hermano a su mujer, y que nos puede aparecer como una proyección del propio dolor de la pérdida de Dersu, quien dice del hombre chino, cuando Artemiev quiere invitarle a que se acerque al fuego en la fría noche: "No capitán, no debemos molestarle. Él está pensando, le gusta pensar. Está pensando en su casa, en su jardín y las flores". Una nostalgia parecida a cuando Dersu canta en soledad una canción de una melodía triste en la noche, bajo el resplandor de la hoguera, perdido en sus propias ensoñaciones.


La soledad y el ensueño de Li Tsung-Pei.

- Una reflexión desde la polaridad hombre civilizado-hombre salvaje.

Uno de los momentos más interesantes de la película se produce cuando ambos se pierden en la región del Lago Janca, donde la Naturaleza se muestra en su dimensión más peligrosa en un crudo invierno y, donde al ponerse el Sol, se desata una fuerte tormenta de viento y nieve. Dice Artemiev: "En la helada extensión del lago reinaba un silencio sobrecogedor, que sólo presagiaba amenazas para dos seres indefensos." Y más adelante dice también, ante las extremas condiciones de su expedición: "un frío intenso, cansancio, hambre. Que insignificante es el hombre ante la Naturaleza"La Naturaleza es uno de esos lugares en los que el hombre comprende que no es tan importante como cree. Curiosamente, Artemiev, fascinado por el paisaje parece querer adentrarse en él, mientras que por otro, Dersu, aparece como la consciencia que advierte del peligro de la situación. Es como si, momentáneamente, se produjera una migración del polo que cada uno representa. Mientras que Artemiev parece retornar al mundo no consciente de la Naturaleza, sumergirse en ella, Dersu aparece como la consciencia que emerge de ella y advierte del peligro de la situación.


En el lago Janka.

Finalmente, y tras salvar su vida gracias a la inteligencia y pericia de Dersu, este despierta al capitán de una cabaña improvisada, en una mañana donde el Sol brilla y el buen tiempo ha retornado. Al oír los disparos de los soldados que les buscan, ambos estallan en una gran alegría y se abrazan juntos como niños, una bonita imagen de lo que podríamos considerar la unión de los opuestos, en donde Artemiev, representante del mundo culto, racional y reservado emocionalmente abraza la dimensión salvaje que Dersu representa de la unión con la Naturaleza, tanto por su belleza, como por su dureza, así como en su dimensión más mística en donde por doquier todo está animado, todo es significativo. Por otro lado, con su abrazo, Dersu acoge a los valores de la consciencia de sí mismo y de la intimidad, también del conocimiento y del aprecio y consideración que el capitán le ofrece.


El abrazo de Dersu y Artemiev.

- Una reflexión de orden general.

Sin embargo, y desde una perspectiva más social e histórica, el abrazo de Artemiev y Dersu no se ha dado. El desarrollo de las civilizaciones, determinadas por las religiones monoteístas como el cristianismo, junto al desarrollo de la filosofía y la ciencia, el crecimiento de las ciudades, los posteriores procesos de industrialización, la priorización de los factores productivos y económicos hasta llegar, como hoy en día, a las modernas tecnologías, unido a la implantación del capitalismo más salvaje, ha desarrollado un desgraciado antropocentrismo dirigido por un gran narcisismo egocéntrico que ha llevado al hombre a excluirse de la Naturaleza, a excluirse de su origen, de su raíz, a colocarse en un plano de superioridad, de inflación de especie que le ha convertido en un peligro para sí mismo y para el mundo (el Homo hominis lupus de Schopenhauer). El concepto de "participación mística" ha sido ridiculizado por las grandes religiones, la filosofía y la ciencia, y por los intereses egoístas del Capital. Pero el desenraizamiento que todo ello nos ha procurado de nuestros orígenes ha tenido notables y nefastas consecuencias. Dice de nuevo Walter Boechat:

El hombre triunfó solo aparentemente sobre el demonismo de la naturaleza; la verdad, él engulló los demonios en sí mismo y se convirtió en una marioneta de los dioses. Esto sucedió porque creyó que había abolido a los demonios sólo por declarar que ellos eran mera superstición. Después de que se hizo imposible para los espíritus de la Naturaleza habitar las rocas, los ríos, los bosques y montañas, ellos utilizaron a los seres humanos como lugares de habitación mucho más peligrosos... [4]

Así acaba la primera parte de la película, que corresponde a la expedición de 1902, separándose ambos amigos en lo que es el retorno de Dersú a sus montes y bosques, y de Artemiev a su ciudad, a Javárovsk. El intento de Artemiev de que vuelva con él a su casa es algo que no tiene camino. Ambos pertenecen a sus mundos. Sin embargo, ellos nos dan la pista de la necesidad de entendimiento y de reconocimiento de esos mundos, el mundo de la vía racional y el mundo de la vía perceptivo-intuitiva.

PARTE II. LA EXPEDICIÓN DE 1907.

La segunda parte de la película se sitúa en la expedición de Artemiev a la región de Ussuri, en el extremo más oriental de Rusia. Allí se dará de nuevo el encuentro entre los dos amigos, un encuentro que también se manifestará en un fuerte abrazo entre ambos. Un encuentro en el que se hallan de nuevo, no sólo los dos hombres, sino también lo que cada uno representa para el otro. La fuerza vital que la dimensión del hombre salvaje de Dersu le da a Artemiev, y la fuerza de la intimidad y el vínculo amistoso, amoroso que Artemiev le da a Dersu. Artemiev reconoce que en este período otoñal se dieron sus más entrañables recuerdos. Su amistad se consolida y Dersu se siente profundamente integrado en aquel grupo de hombres.


El reencuentro.

Sin embargo, y en esta parte de la película, vamos a asistir a dos aspectos que me parecen relevantes y que van a dar a la historia un dramático giro. En primer lugar, al conflicto que se desata debido a que, por error, Dersu mata a "Amba", que es como llama al tigre siberiano que habita en estos lugares, y que parece que le reporta la venganza por parte de Kangá, el espíritu de bosque, dado que, como le dice a Artemiev en una ocasión "el tigre tenía mucho alimento en el bosque y tenía vedado atacar al hombre." Al matarlo es como si hubiera roto un acuerdo tácito. Como si hubiera abandonado el mundo de la naturaleza y hubiera ingresado en el de la civilización, con lo que eso conlleva. Como si hubiera roto su equilibrio con el espíritu del bosque, con la armonía de la Naturaleza. Dice Thoreau:

Es innegable que el hombre blanco ha comenzado una nueva era. ¿Qué conmemoran nuestros aniversarios, sino los abusos del hombre blanco? [5]

A partir de este momento entramos en la fase de decadencia de Dersu. Sintiéndose perseguido por un tigre que Kangá mandará para matarlo, perdiendo la vista que le impide cazar, se sentirá fatalmente vulnerable - ¿cómo sobrevivir en estas condiciones en la taiga? - y recurrirá al ofrecimiento de Artemiev de recogerlo en su casa. Pero como ya hemos visto al principio, no logrará adaptarse a la ciudad, una especie de prisión para él, que ha vivido siempre en la taiga, en los bosques y los montes, con el paso de las estaciones, rodeado de un mundo con alma, a diferencia de la ciudad desalmada. Finalmente morirá asesinado por un desalmado - nunca mejor dicho - para arrebatarle el moderno rifle que Artemiev le obsequia para volver a sus montes y sus bosques. La película finaliza con una bonita canción que los soldados cantan tras el reencuentro de Artemiev y Dersu en 1907:

Solo: "Mi gris ala de águila... ¿Dónde te has ido? 
Coro: "Estoy volando..."
Solo: "Tú, mi águila de alas negras y azules. ¿Dónde has estado volando tanto tiempo?
Coro: "Estaba volando allí, sobre las montañas, donde todo era silencio".


El canto de los fusileros.

- Una reflexión final.

Dersu Uzala nos permite reflexionar sobre el difícil encuentro de lo salvaje y lo civilizado. Evidentemente, algo que podemos observar en la relación de Dersu con Artemiev, es que no se trata de quién arrastra a quién, sino del trato amistoso que incluye valores como el respeto, la consideración, el reconocimiento y la abertura al aprendizaje que ambas polaridades nos ofrecen. No la dominación, ni siquiera el ofrecimiento de un tránsito, se requiere la armonía, el equilibrio polar. Razón e intuición, empirismo y mística, medida y percepción subjetiva se necesitan. La imposición de las primeras sobre las segundas nos llevan al mundo desalmado de una razón seca y fría, carente de intuición sutil. La imposición de la segunda, nos encierra en un mundo donde, en términos junguianos, la individuación - que no el individualismo -, la consciencia de sí mismo no encuentra el camino para desarrollarse, quedándose en la inconsciencia de la participación mística. 


Dersu!


_____________

BIBLIOGRAFÍA.

[1] Thoreau, H. D. Todo lo bueno es libre y salvaje. Errata Naturae, pág. 114
[2] Arséniev, Vladímir. Dersu Uzala (Básica de Bolsillo) (Spanish Edition). Posición en Kindle 478-480. AKAL. Edición de Kindle.
[3] Boechat, Walter. El mito y la individuación. La mitopoiesis de la psique. WB, pág. 196
[4] Ídem anterior, pág. 195 y 196.
[5] Ver nota 1, pág. 113


martes, 17 de julio de 2018

INTERSTELLAR (Cristopher Nolan, 2014): El amor como fuerza cósmica.

El amor es la más universal, potente y mística de las fuerzas cósmicas. El amor es una reserva sagrada de la energía, es como la sangre de la evolución espiritual. (Teilhard de Chardin)

La película Interstellar (Cristopher Nolan, 2014) nos narra la odisea de un grupo de seres humanos que, ante la amenaza de la supervivencia de la vida humana en la Tierra debido a una plaga que afecta a las cosechas, debe emprender una árdua búsqueda de planetas que permitan albergar la especie humana. Todo ello gracias a un agujero de gusano que aparece misteriosamente cerca de Saturno, y que permite acceder a una galaxia en la que se ha identificado un sistema con una serie de siete planetas con potencial para la vida. También se halla cerca de él de agujero negro supermasivo llamado Gargantúa. Interpretada por Matthew McConaughey, Jessica Chastain, Anne Hattaway, Matt Damon, Michael Caine y McKenzie Foy entre otros, Interstellar nos permite reflexionar sobre distintos temas de diferente orden. No obstante, vamos a llevar esa reflexión a lo que podemos considerar el núcleo de la película: la fuerza del amor. 

En un momento de la película dice Amelia Brand (Anne Hattaway):

El amor no es algo que hayamos inventado. Es algo observable, poderoso [...] A lo mejor significa algo más, algo que no alcanzamos a comprender, a lo mejor se trata de una prueba, de un artefacto de una dimensión superior que no percibimos conscientemente. Estoy cruzando el uiverso atraída por alguien a quien no he visto en una década y que, probablemente esté muerto. El amor es lo único que somos capaces de percibir que trasciende las dimensiones del tiempo y del espacio. A lo mejor deberíamos creer en eso aunque no alcancemos a entenderlo aún.


Aunque planteado así el tema es de difícil consideración, como transmite el escepticismo del piloto Joseph Cooper (Matthew McConaughey), la idea no carece de un cierto soporte filosófico, aunque no sé si es el que inspiró a los hermanos Nolan en la elaboración de su guión. Dado el carácter de cápsula de estos comentarios, me centraré substancialmente en las ideas del sacerdote jesuíta, científico y místico francés Pierre Teilhard de Chardin, cuyas ideas trataron de conciliar el conocimiento científico con sus creencias religiosas.

Agujero de Gusano.
Lo que me lleva a pensar en ello es la conexión de la película en lo que va desde la aparición del agujero de gusano cerca de Saturno - "alguien lo puso allí para nosotros" - dice Doyle (Wes Bentley), uno de los astronautas protagonistas -, hasta la llegada, a través de él, a un sistema constituído por siete planetas, de los cuales hay noticias de tres (previamente explorados por los astronautas y científicos Miller, Mann y Edmund) y que se halla cerca de un agujero negro supermasivo de nombre Gargantua en cuyo interior, y después de todo lo acontecido en la película, se halla un teseracto, o sea, una figura geométrica llamada hipercubo cuya característica es que está desfasado en el tiempo, es decir, que abarca cada uno de los instantes de tiempo en los que está y, a la vez, todos ellos juntos, lo cual permitirá a Cooper conectar con Murph (Jessica Chastain) para enviarle - a través de ondas gravitacionales -, y mediante "señales morse", los datos necesarios del interior del agujero negro (recolectados por Trash, el robot) que permitan solucionar las ecuaciones del doctor Brand (Michael Caine) para el desarrollo de una teoría de propulsión gravitatoria fundamental para llevar a su nuevo destino a la humanidad, datos sin los cuales las ecuaciones son imposibles de resolver (y que implican la reconciliación de la gravedad con la mecánica cuántica). Y en cuanto al origen del hipercubo, le dice Cooper a Trash, su acompañante mecánico:

Aun no lo has pillado Trash, ellos no son seres, somos nosotros. Lo que he hecho yo por Murph, lo están haciendo ellos por mí, por todos nosotros [...] una civilización que habrá evolucionado más allá de las cuatro dimensiones que conocemos.


Cooper en el interior del Teseracto.

Más allá del entramado científico que justifica el argumento, es fundamental la "fuerza del amor" que Amelia Brand destaca en el comentario que ya citamos, y que veremos que será básico en el desarrollo de los acontecimientos, pues es el amor de Amelia por Edmun el que la llevará a su planeta que será, finalmente, el destino de la futura colonia humana. Es también el amor el que llevará a Cooper a separarse de la nave Endurance para que Amelia puede llegar al planeta de Edmun. Y es el amor de Cooper por su hija Murph, y viceversa, el vínculo al que los humanos del futuro, que viven en una dimensión paralela en cinco dimensiones, recurrirán para que éste pueda transmitir los datos fundamentales que permitan resolver las ecuaciones del doctor Brand. Es la fuerza del amor la que lleva a su destino a los protagonistas Amelia, Cooper y Murph, imponiéndose a las fuerzas del narcisismo egocéntrico que representa el doctor Mann (Matt Damon), quien falsea los datos de su planeta para ser rescatado y queriendo eliminar al resto de astronautas. Es, finalmente, la fuerza del amor la que permitirá a la humanidad persistir.

Gargantúa: Agujero negro supermasivo.

Teilhard de Chardin desarrolló en su obra, especialmente en "El fenómeno humano" (1955) y "El medio divino" (1957), una visión de la humanidad ligada al desarrollo de la consciencia, y a la relación de ésta con el amor. Así, en 1931, escribe en "El espíritu de la Tierra", unas palabras que nos recuerdan las de Amelia:

El amor es la más universal, potente y mística de las fuerzas cósmicas. El amor es una reserva sagrada de la energía, es como la sangre de la evolución espiritual.

Teilhard de Chardin.
Para Teilhard, materia y espíritu no eran opuestos, sino que ambos son dos direcciones evolutivas del mundo. Veía en el ser humano lo que llamaba la "corriente psíquica" del Universo, y con él una consciencia que veía evolucionar hacia una consciencia colectiva a la que llamó "Punto Omega", una especie de una consciencia suprema que sería el resultado de "una colectividad armonizada de conciencias, que equivale a una especie de superconciencia. La Tierra cubriéndose no sólo de granos de pensamiento, contándose por miríadas, sino envolviéndose de una sola envoltura pensante hasta no formar precisamente más que un solo y amplio grano de pensamiento, a escala sideral. La pluralidad de las reflexiones individuales agrupándose y reforzándose en el acto de una sola reflexión unánime" [1]. Es posible imaginar que una  evolución que desembocaría en esta superconsciencia se halle en la base de esos seres - que como dice Cooper son una evolución de nosotros mismos - capaces de crear un teseracto en el interior del agujero negro, o de crear un agujero de gusano para llevarnos hasta él, y también junto a un planeta colonizable para el ser humano. Esos seres podrían estar tambiénel orígen del agujero de gusano que ya en la película "Contact" (pulsa aquí para ver entrada), y que permitía unificar distintas civilizaciones del Universo. 

Y en el núcleo de esa consciencia suprema estaría el amor como fuerza centrífuga centralizadora, unificadora que se opondría a la fuerza centrípeta disgregadora y destructora del narcisismo egocéntrico. En Interstellar el amor es esa fuerza que atraviesa el tiempo y el espacio y que unifica presente, pasado y futuro. Ahora bien, y como indicaba Teilhar de Chardin, esa evolución es una opción que depende del ser humano, es una evolución que suponía dependiente de si somos capaces de asociarnos, de converger , de desarrollar valores fundamentados en el amor como fuerza cohesionadora que, y como ya hemos comentado se opone, a las digregadoras del narcisismo egocéntrico.

Dijo Jung en su día,en relación al sentido: "Es cuestión de temperamento creer qué es lo que predomina: el absurdo o el sentido. Si el absurdo predomina se desvanecería en gran medida el sentido de la vida en rápida evolución. Pero tal no es – o me parece ser – el caso. Probablemente, como en todas las cuestiones metafísicas, ambas cosas son ciertas: la vida es sentido y absurdo o tiene sentido y carece de él. Tengo las angustiosa esperanza de que el sentido prevalecerá y ganará la batalla." [2] Si vinculamos, a la manera de Teilhard de Chardin, el sentido con la consciencia y el amor y el absurdo con la inconsciencia y el narcisismo egocéntrico, la frase de Jung la podemos releer como: "Es cuestión de temperamento creer qué es lo que predomina: el narcisismo egocéntrico o el amor. Si el  narcisismo egocéntrico predomina se desvanecería en gran medida el sentido de la vida en rápida evolución. Pero tal no es - o  me parece ser - el caso [...] Tengo la angustiosa esperanza de que el amor prevalecerá y ganará la batalla".


Cooper y Murph antes de partir y en su reencuentro
como consecuencia de los efectos de la relatividad.

________________

[1] Chardin, Pierre Teilhard. El fenómeno humano. Taurus Ediciones, S.A. Ensayistas, 32. 383 págs. Madrid, 1986
[2] Jung, C. G. Recuerdos, sueños y pensamientos. Editorial Seix Barral. Biblioteca breve, pág. 375

martes, 3 de julio de 2018

CONTACT (Robert Zemeckis, 1997): La perspectiva cósmica y el "síndrome del astronauta".

CONTACT (Robert Zemeckis, 1995), es una película, basada en la novela del que fuera gran divulgador del mundo de la astronomía Carl Sagan, que está protagonizada por Jodie Foster como la astrónoma Ellie Arroway y Matthew McConaughey como Palmer Joss, nos plantea el clásico conflicto entre Ciencia y Religión a partir de la llegada de una señal de origen extraterrestre que incluye un mensaje que, una vez descifrado, resulta contener el diseño de lo que parece ser una nave para transportar a un viajero a la fuente del origen de esa señal. La elección de ese viajero, como un representante del planeta Tierra, establece el conflicto en cuestión. ¿Qué condiciones debe reunir para que el máximo de la humanidad se vea representado? 

Lo que me interesa destacar de esta película, más que el conflicto citado, hace referencia a la experiencia que Elli Arroway sufre durante su extraño viaje que, finalmente, realizará desde una plataforma construida en paralelo en el Japón, en la isla de Hokkaido, tras un atentado de un fundamentalista cristiano que destruye una primera nave y al tripulante elegido, David Drumlin – interpretado por Tom Skerrit -. Por ello me centraré esencialmente en las escenas finales de la película.

En primer lugar, y durante el viaje que, aparentemente, realiza a través de agujeros de gusano, la lleva a contemplar una galaxia, y ante la gran belleza de la imagen Ellie exclama: “Es un acontecimiento celestial. No hay palabras... no hay palabras... Es poesía. Debieron enviar un poeta." Esa invocación al poeta ya hace referencia a la descripción de algo a lo que el lenguaje científico no puede acceder, y que confronta al ser humano ante la inmensidad del Universo  y la belleza de sus manifestaciones. Algo que toca lo más profundo del alma humana y que muchos poetas y filósofos han definido como la perspectiva cósmica, una perspectiva que genera nuevas visiones y que hace percibir al ser humano su lugar en el cosmos.



La experiencia que sufre Ellie está descrita por los cambios que se han registrado en algunos de los astronautas, y que recibe el nombre del "síndrome del astronauta", y que ante la contemplación del planeta Tierra, con sus colores azules de los grandes océanos, del blanco de las grandes masas de nubes o los distintos tonos marronosos de los continentes, suspendida en el vacío, bajo el fondo oscuro roto por los millones de pequeños puntos blancos correspondientes a estrellas y lejanas galaxias, se caracteriza por las palabras que Ellie describe al final de la película, cuando comparece ante el congreso: "recibí un don maravilloso, algo que me cambió para siempre, una visión del Universo que nos dice, sin la menor duda, lo diminutos e insignificantes, y lo raros y preciosos que somos. Una visión que nos dice que pertenecemos a algo más grande que nosotros mismos..."

Vista de la Tierra desde la Luna. Foto tomada por el Apolo XI.

El "síndrome del astronauta" coincide con dos sentimientos que están relacionados y que fueron definidos por Rudol Otto en relación a la experiencia religiosa: el sentimiento de criatura y lo numinoso. Lo numinoso lo podemos percibir en la reacción de Ellie cuando contempla la galaxia que se le ofrece a su mirada. Observamos en ella el estremecimiento que produce en el ser humano el encuentro con algo que se percibe simultáneamente como misterioso, majestuoso, tremendo y fascinante, y que derivan en un sentimiento de sobrecogimiento y anonadamiento, de pequeñez, de infimidad, el sentimiento de criatura. Ambos sentimientos se relacionarían, en este caso, con la posición que coloca al ser humano la perspectiva cósmica antes citada, y que expresa tan claramente Ellie cuando dice haber adquirido "una visión del Universo que nos dice, sin la menor duda, lo diminutos e insignificantes, y lo raros y preciosos que somos." 



La película refuerza el sentimiento de lo numinoso con el extraño encuentro que mantiene Ellie con los supuestos alienígenas - del que no quedarán pruebas demostrables -, quienes eligen un escenario virtual basado en un dibujo que realizó de pequeña - las playas de Pensacola -, y en el encuentro con la imagen de su padre (David Morse), como una manera de facilitar el encuentro. Como en otras películas, el alien nos observa como "una especie interesante, una mezcla interesante, capaces de los sueños más hermosos y de las más horribles pesadillas. Os sentís tan perdidos, aislados, tan sólos..." Y la recomendación es sabida: "... pero no lo estáis. Verás, a lo largo de nuestra búsqueda el vacío se ha hecho soportable porque nos tenemos los unos a los otros". No es que el alien diga algo desconocido. Cognitivamente todos lo entendemos, pero el ser humano tiene una dimensión narcisista, una complejidad emocional y pulsional que, como bien advierte el alien, lo hace especialmente complejo ("mezcla interesante" lo llama amablemente). Esto que cognitivamente podemos entender, es lo que la perspectiva cósmica, como impacto en la consciencia, permite comprender más plenamente a nivel emocional y hace que nuestra mirada sea menos antropocéntrica y más cósmica.




Estos mismos sentimientos los encontramos en varios de los astronautas del proyecto Apolo y otros, como Wubbo Ockels, el primer astronauta holandés y tripulante del transbordador espacial, quien reconocía la dificultad de expresar en palabras el carácter de la experiencia que se vive allí arriba, en el espacio. En todo caso, en varios de ellos se despiertan los sentimientos de amor y de servicio, y también un sentimiento de protección hacia la Tierra-madre, como muchos de ellos la llaman, así como el ya descrito sentimiento de criatura. Vaya, como un ejemplo, la declaración de Edgar Michell, tripulante del Apolo 14, y el hombre que estuvo más horas en la Luna, quien dice: "Desarrollas una conciencia global instantánea, una orientación hacia la gente, una intensa insatisfacción con el estado del mundo y el impulso de hacer algo. Desde lo alto de la Luna, la política internacional parece insignificante. Te dan ganas de coger a un político del cuello y arrastrarlo a cuatrocientos mil kilómetros de la Tierra para decirle: ¡Mira-bien!" 

Para acabar quisiera citar las siguientes palabras del filósofo Pierre Hadot, quien dice: "Sin viaje cósmico interior, sin mirada desde lo alto vivida como ejercicio espiritual de desprendimiento, de liberación, de purificación, los viajeros del espacio seguiran llevando la tierra con ellos al espacio, no la Tierra parte del cosmos, si no la tierra símbolo de lo humano demasiado humano, la mezquindad humana" [1] y acaba diciendo que, en estas condiciones: "El espacio corre entonces el riesgo de no ser más que el teatro ampliado de estas absurdas guerras de religión - o económicas, añado yo - que continuan desgarrando a la humanidad  en los inicios del siglo XXI. La conquista del espacio corre el riesgo de proporcionar solamente un campo más vasto a la locura humana." [2]

_______________

[1] Hadot, Pierre. No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. Siruela, pág. 89.
[2] Ídem anterior, pág. 89.