AVISO. Por la naturaleza de los trabajos de este blog, el argumento e incluso el final de las peliculas son generalmente revelados.

viernes, 23 de agosto de 2013

HANNAH ARENDT (I) - Margarethe Von Trotta, 2012 -: ADOLF EICHMANN O EL SUJETO “NORMATIZADO”

Recientemente he visto la película Hanna Arendt - aún en cartelera -, de la directora alemana Margarethe Von Trotta (directora de otros interesantes biopics como los dedicados a la mistica medieval Hildegarda Von Bingen - Visión - y el dedicado a la activista y teórica marxista Rosa Luxemburgo) y que recrea el periodo de la vida de la filósofa judía (interpretación excepcional de Barbara Sukova) en la que se ofreció como periodista de la revista norteamericana "New Yorker" para comentar el famoso juicio al criminal nazi Adolf Eichmann realizado en Jerusalén en 1961, y que le reportó numerosos problemas con la comunidad judía norteamericana y la pérdida de amistades como la del filósofo Hans Jonas, la del filólogo e historiador Gershom Sholem o la del lider sionista Kurt Blumenfeld. Hannah Arendt publicó su profunda investigación en el conocido libro Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal.

Esta película nos permite reflexionar sobre un aspecto que representa la propia Hannah Arendt en relación a la comunidad judia como justamente la posición opuesta de Adolf Eichmann en relación a los nazis, y que Perls nos propuso sutilmente cuando diferencia el individuo "normal" del individuo "normatizado". Arendt nos indica en uno de sus pasajes en Eichmann en Jerusalén:

Los jueces prefirieron concluir, basándose en ocasionales falsedades del acusado, que se encontraban ante un embustero, y con ello no abordaron la mayor dificultad moral, e incluso jurídica, del caso. Presumieron que el acusado, como toda «persona normal», tuvo que tener conciencia de la naturaleza criminal de sus actos, y Eichmann era normal, tanto más cuanto que «no constituía una excepción en el régimen nazi». Sin embargo, en las circunstancias imperantes en el Tercer Reich, tan solo los seres «excepcionales» podían reaccionar «normalmente». Esta simplísima verdad planteó a los jueces un dilema que no podían resolver, ni tampoco soslayar.

I. INDIVIDUO NORMAL O INDIVIDUO NORMATIZADO: Sobre la banalidad del mal.

Hanna Arendt fue esa persona "excepcionalmente normal" para reaccionar en nombre de la integridad intelectual y la búsqueda de la verdad más allá de la fidelidad a su colectividad. A esa defensa de la integridad que es defensa del ser la prefirió, a pesar de las pérdidas y críticas que le ocasionó, al no-ser que podía haberse refugiado en la colectividad. Frente a esa integridad de un pensamiento libre podemos oponer las siguientes palabras de Eichmann quien tras la derrota final de Alemania dice:

Comprendí que tendría que vivir una difícil vida individualista, sin un jefe que me guiara, sin recibir instrucciones, órdenes ni representaciones, sin reglamentos que consultar, en pocas palabras ante mí se abría una vida desconocida que nunca había llevado. [2] 



Adolf Eichmann en el
juicio de Jerusalén, 1961
Adolf Eichmann, justo al contrario, se nos presenta como el hombre incapaz de pensar, de reflexionar por sí mismo, sin cuestionamiento... Un simple burócrata, un debeísta que sin jefe, sin instrucciones, sin ordenes ni reglamentos no existe, no es... Que sin la norma esta perdido. Es el claro ejemplo del hombre "normatizado" que, ya no sólo en la alemania nazi, sino en muchas de nuestras sociedades modernas, se pretende hacerlo pasar como el ·individuo normal", es decir, aquel que no piensa por sí mismo y acata lo que sus dirigentes le imponen. La evaluación sobre el estado mental de Eichmann fue la siguiente:

Seis psiquiatras habían certificado que Eichmann era un hombre «normal». «Más normal que yo, tras pasar por el trance de examinarle», se dijo que había exclamado uno de ellos. Y otro consideró que los rasgos psicológicos de Eichmann, su actitud hacia su esposa, hijos, padre y madre, hermanos, hermanas y amigos, era «no solo normal, sino ejemplar». Y, por último, el religioso que le visitó regularmente en la prisión, después de que el Tribunal Supremo hubiera denegado el último recurso, declaró que Eichmann era un hombre con «ideas muy positivas». Tras las palabras de los expertos en mente y alma, estaba el hecho indiscutible de que Eichmann no constituía un caso de enajenación en el sentido jurídico, ni tampoco de insania moral. [3]

Desde esta perspectiva socio-político-económica el "individuo normal" lo es en la medida en que "no es una excepción", y justamente en ese sentido Hannah Arendt con su reflexión y su búsqueda de la verdad devino la excepción. La perspectiva socio-politico-económica anhela individuos normatizados, es decir, individuos esencialmente sometidos al poder y a los que, llegado el momento, se les pueda manipular para que puedan devenir en buenos ejecutores, como fue el caso y el momento de Eichmann.


Hannah Arendt y Barbara Sukova, su intérprete.
Hannah Arendt al hablar de "la banalidad del mal" fue profundamente malentendida, yo diría que, dadas las circunstancias, voluntariamente malentendida, sencillamente se le pedía que renunciara a la verdad por la causa. Sin embargo, con ese concepto, puso de relieve que el horror que subyacía tras el personaje de Eichmann era precisamente que se trataba de un hombre "aparentemente normal", un hombre corriente y no un monstruo o un psicópata cuya sola presencia indujera al miedo: Eichmann no era más que uno entre los demás. Si bien los actos de Eichmann no eran disculpables, ni él inocente, el verdadero horror proviene no de que fueran perpetrados porque Eichmann fuera un monstruo o un fundamentalista convencido, sino simplemente por ser un burócrata, un ejecutor obediente dentro de un sistema que perpetró el exterminio del pueblo judío como "solución final" deviniendo un ser incapaz de reflexionar por sí mismo sobre la naturaleza de sus actos, es decir, un no-ser.

II. SOBRE EL SUJETO NORMATIZADO: Ser el objeto de una voluntad ajena.


¿Cómo un individuo como Eichmann llega a perpetrar los crímenes que se le imputaron? En primer lugar, Eichmann era lo que podríamos llamar un "idealista debeista":


Según Eichmann, un «idealista» no era simplemente un hombre que creyera en una idea, o alguien que no aceptara el soborno, o no se alzara con los fondos públicos, aun cuando estas cualidades debían forzosamente concurrir en los «idealistas». Para Eichmann, el «idealista» era el hombre que vivía para su idea —en consecuencia, un hombre de negocios no podía ser un «idealista»— y que estaba pronto a sacrificar cualquier cosa en aras de su idea, es decir, un hombre dispuesto a sacrificarlo todo, y a sacrificar a todos, por su idea. Cuando, en el curso del interrogatorio policial, dijo que habría enviado a la muerte a su propio padre, caso de que se lo hubieran ordenado, no pretendía solamente resaltar hasta qué punto estaba obligado a obedecer las órdenes que se le daban, y hasta qué punto las cumplía a gusto, sino que también quiso indicar el gran «idealista» que él era. Igual que el resto de los humanos, el perfecto idealista tenía también sus sentimientos personales y experimentaba sus propias emociones, pero, a diferencia de aquellos, jamás permitía que obstaculizaran su actuación, en el caso de que contradijeran la «idea». [4]

Es dentro de este contexto que también cabe interpretar las siguientes palabras:


Eichmann tenía la plena certeza de que él no era lo que se llama un innerer Schweinehund, es decir, un canalla en lo más profundo de su corazón; y en cuanto al problema de conciencia, Eichmann recordaba perfectamente que hubiera llevado un peso en ella en el caso de que no hubiese cumplido las órdenes recibidas, las órdenes de enviar a la muerte a millones de hombres, mujeres y niños, con la mayor diligencia y meticulosidad. Evidentemente, resulta difícil creerlo. [5]

El concepto de "banalidad del mal" propuesto por Hanna Arendt es sólo comprensible dentro del concepto que ya desarrollamos al tratar el tema de la psicología de masas en la película de La ola y en la que el individuo es-en-la-colectividad a costa de no-ser-como-individuo. A pesar de las críticas que algunos han objetado al concepto "banalidad del mal", experimentos como el que fundamentó la pelicula citada, conocido como el experimento de la tercera ola, o el experimento Milgram o el de la cárcel de Stanford (en la que se basó el director alemán Olivier Hirschbiegel para rodar la película El experimento) la parecen dar pleno soporte a esta tesis, así como lo que se deriva de la propia psicología de masas. 


Cabe preguntarse... ¿Qué serie de circunstancias llevan a un individuo corriente a cometer actos criminales de tamaña magnitud? Eichmann describe con precisión el origen de ese horror en relación precisamente a Hitler (el lider) y a la reacción de la sociedad alemana en relación a él:


Eichmann dijo que Hitler «quizá estuviera totalmente equivocado, pero una cosa hay que no se le puede negar: fue un hombre capaz de elevarse desde cabo del ejército alemán a Führer de un pueblo de ochenta millones de personas... Para mí, el éxito alcanzado por Hitler era razón suficiente para obedecerle». La conciencia de Eichmann quedó tranquilizada cuando vio el celo y el entusiasmo que la «buena sociedad» ponía en reaccionar tal como él reaccionaba. No tuvo Eichmann ninguna necesidad de «cerrar sus oídos a la voz de la conciencia», tal como se dijo en el juicio, no, no tuvo tal necesidad debido, no a que no tuviera conciencia, sino a que la conciencia hablaba con voz respetable, con la voz de la respetable sociedad que le rodeaba. [6]

La pasividad intelectual y ética de Eichmann desplaza constantemente en el Otro la decisión... El Otro es quien muestra el camino, él se limita a seguirlo, es un mero cumplidor. Un razonamiento similar de desplazamiento de la responsabilidad le sirvió en la conferencia de Wansee para  ser partícipe de la "solución final" del exterminio de los judíos:


«En el curso de la reunión, hablaron los hombres más prominentes, los papas del Tercer Reich.» Pudo ver con sus propios ojos y oír con sus propios oídos que no solo Hitler, no solo Heydrich o la «esfinge» de Müller, no solo las SS y el partido, sino la élite de la vieja y amada burocracia se desvivía, y sus miembros luchaban entre sí, por el honor de destacar en aquel «sangriento» asunto. «En aquel momento, sentí algo parecido a lo que debió de sentir Poncio Pilatos, ya que me sentí libre de toda culpa.» ¿Quién era él para juzgar? ¿Quién era él para poder tener sus propias opiniones en aquel asunto? [7]

Durante el proceso Eichmann repitió en inumerables ocasiones que "él cumplía con su deber; no solo obedecía órdenes, sino que también obedecía la ley". Pero la cosa va un poco más allá y, como indica Hannah Arendt, Eichmann había hecho una versión peculiar del imperativo kantiano (afirmaba haber leido La crítica de la razón práctica, y si era así probablemente no había entendido nada) que en su modalidad devaluada tomó la siguiente forma:

es la exigencia de que el hombre haga algo más que obedecer la ley, que vaya más allá del simple deber de obediencia, que identifique su propia voluntad con el principio que hay detrás de la ley, con la fuente de la que surge la ley. En la filosofía de Kant, esta fuente era la razón práctica; en el empleo casero que Eichmann le daba, este principio era la voluntad del Führer. [8]

Este texto es el que nos  interesa más desde un punto de vista psicológico, y es el que nos permite introducir el siguiente punto, la contemplación de cierto sujeto normatizado como un no-ser al asumir convertirse en el objeto de la voluntad de otro.

III. SER EL OBJETO DE LA VOLUNTAD DE OTRO..

Lacan nos puede ayudar a entrar más en el fondo psíquico y la lógica perversa que se oculta en una personalidad como Eichmann, aquello que explica que aceptar ser un cierto sujeto normatizado es aceptar no-ser, o dicho de otra manera ser objeto del Otro:

El sujeto se determina a sí mismo como objeto [...] lo que sirve de soporte a la realidad de la situación de lo que se llama la pulsión sado-masoquista. Y sólo está en único punto - en la propia posición masoquista. Justamente porque el sujeto se hace objeto de una voluntad ajena, ocurre que no sólo se cierra sino también se constituye la pulsión sadomasoquista [...] El sádico ocupa el mismo lugar del objeto, pero sin saberlo, para el goce de otro, y ejerce su acción de perverso sádico, en aras del goce de ese otro. [9]


Eichmann como oficial de la SS
Esto es lo que se halla tras la reflexión de Eichmann, o lo que podríamos llamar el imperativo categórico del IIIer Reich: "Comportate del tal manera, que si el Fuhrer te viera aprobara tus actos". Y justo en esa maniobra de postularse "objeto de la voluntad del Otro" se halla el argumento que esgrimieron Eichmann y otros (como ya se observó en los juicios de Nuremberg): ejerzo mi acción no yo, si no como un yo supeditado a la voluntad de un gran Otro (en este caso el Fuhrer) y de su causa. Y es en ese sentido que hay que entender que cuando el tribunal le imputaba los cargos de que era acusado él se declaró "inocente, en el sentido en que se formula la acusación". Y el sentido es que él no había ajecutado nada por voluntad propia, no había matado literalmente a  nadie, judío o no judío, y que sus acciones simplemente eran consecuencia de estar supeditado a una voluntad ajena que le ordenaba en nombre de la ley a ejecutarlas, lo cual, y como indica muy bien Zizek, constituye la lógica perversa que este argumento proporciona:

La violación de los instintos éticos espontáneos tales como la piedad y la compasión se transformó en la prueba de mi grandeza ética: para cumplir con mi deber estoy dispuesto a asumir la pesada carga de inflingirles dolor a los demás. [10]

Eichmann cumple ese característica de la psicología de masas descrita por Freud de la identificación con el lider y que Elías Canetti identifica con el hecho de que "la masa necesita una dirección". Es justamente ese tipo de identificación en la que el ideal del yo se exterioriza en el lider el que da lugar a que puedan perpetrarse tamaños horrores. Ese era un tema que no pasó desapercibido al tribunal que juzgó a Eichmann:

«Describiendo las actividades del acusado en los términos contenidos en la Sección 23 de nuestro Código Penal, debemos decir que aquellas eran, principalmente, las propias de la persona que instiga, mediante su consejo o asesoramiento, a otros a cometer el acto criminal, o que capacita o ayuda a otros a cometer el acto criminal». Pero, «en un delito tan enorme y complicado como el que nos ocupa, en el que participan muchos individuos, situados a distintos niveles, y en actividades de muy diversa naturaleza — planificadores, organizadores y ejecutores, cada cual según su rango—, de poco sirve emplear los conceptos comunes de instigación y consejo en la comisión de un delito. Estos delitos fueron cometidos en masa, no solo en cuanto se refiere a las víctimas, sino también en lo concerniente al número de quienes perpetraron el delito, y la situación más o menos remota de muchos criminales en relación al que materialmente da muerte a la víctima nada significa, en cuanto a medida de su responsabilidad. Por el contrario, en general, el grado de responsabilidad aumenta a medida que nos alejamos del hombre que sostiene en sus manos el instrumento fatal». [11]

Al mismo tiempo en Eichmann también cumple el encontrar en la masa un cierto sentido de pertenencia y un cierto sentido para sí mismo y para lo que era una vida insatisfactoria  y vacía como él mismo había confesado (ya Perls había dicho que el debeísmo se funda en el fenómeno de la insatisfacción [12]), así como para su ambición frustrada de tener un lugar en la sociedad, entendido éste como el que da una carrera profesional exitosa. Las palabras de Eichmann y el análisis de Arendt son reveladoras en este sentido:

según dijo durante el juicio: «Fue como si el partido me hubiera absorbido en su seno, sin que yo lo pretendiera, sin que tomara la oportuna decisión. Ocurrió súbita y rápidamente». Eichmann no tuvo tiempo, ni tampoco deseos, de informarse sobre el partido, cuyo programa ni siquiera conocía, y tampoco había leído Mein Kampf. Kaltenbrunner le había dicho: «¿Por qué no ingresas en las SS?». Y Eichmann contestó: «¿Por qué no?». Así ocurrió, y sería estéril intentar darle vueltas al asunto, según Eichmann [...] él había sido un joven ambicioso, que estaba harto de su profesión de viajante de comercio [...] Aquel viento de que antes hablamos le había transportado desde una tarea de ganapán sin trascendencia ni significado, al cauce por el que discurría la Historia, al parecer de Eichmann, es decir, el movimiento que estaba en constante avance, y en el que un hombre como él - un fracasado ante su iguales sociales, ante su familia y ante sí mismo - podía comenzar desde la nada, y alcanzar puestos respetables, si no llegar a la cumbre. [13]

Un perfil ideal para sucumbir a la tentación de pertenecer a algo, lo que fuera, que le pudiera dar sentido a una vida absolutamente insatisfactoria. La historia de un hombre que se siente fracasado y que encuentra en el partido y en las SS un lugar donde la norma, la ley y la orden le ubica y le ofrece una oportunidad y un espejo en el que reflejarse. Un lugar donde se da la ridícula paradoja de que el sentido se  une al no-ser.

IV. UN INTERMEDIO: Sobre la película El juicio de Nuremberg (1961).

En cierta manera Eichmann es el perfil opuesto a Ernst Janning, el juez aleman interpretado por Burt Lancaster en la magnífica y profunda película de Stanley Kramer El Juicio de Nuremberg (1961), inspirado en la figura del juez Franz Schlegelberger, que en la cinta aparece como un reconocido tratadista del Derecho, redactor de la Constitución de Weimar y Ministro de Justicia de la República de Weimar. Ernst Janning se rebela contra la actuación de su abogado (interpretación que le valió el oscar a Maximiliam Shell) en lo que considera "vamos a empezar otra vez"... A pesar de su extensión creo que vale la pena transcribir la declaración de Janning, un ejemplo del individuo que "sabiendo y reflexionando" deja que las cosas ocurran. Ernst Janning sabía, pensaba y reflexionada... pero no actuó. Para los que gustéis de asistir a la gran interpretación de Burt Lancaster, os paso el fragmento de video:

La declaración de Ernst Janning

Es importante que lo comprenda no solamente el tribunal sino también el pueblo alemán... Pero para llegar a comprenderlo primero es necesario comprender la época en la que ocurrió... Una fiebre se apoderó de la nación, una fiebre de desgracia, de indignidad, de hambre. Teníamos una democracia, si, pero corrompida por elementos que la componían. Por encima de todo existía miedo. Miedo al presente, miedo al futuro, miedo de nuestros vecinos... Miedo de nosotros mismos. Sólo cuando hayan comprendido esto comprenderán lo que significó Hitler para nosotros, porque entonces él nos dijo: "¡Alzad la cabeza! ¡Sentid el orgullo de ser alemanes! Entre nosotros hay diablos, comunistas, liberales, judíos, gitanos. Cuando consigamos acabar con ellos se acabará también vuestra miseria". Era la vieja, la viejísima historia del cordero propiciatorio. ¿Qué pasó con los que lo sabíamos perfectamente? Sabíamos que esas palabras eran mentira, peor que mentira. ¿Por qué nos callamos? ¿Por qué participamos? Porque amábamos nuestra patria. A fin de cuentas qué importa que pierdan sus derechos unos cuantos políticos extremistas, qué importa que unas minorías raciales pierdan sus derechos. Sólo es una fase pasajera, una etapa por la que tenemos que pasar. Tarde o temprano será superada. Incluso el propio Hitler caerá un día u otro. La patria está en peligro, salgamos de las tinieblas, marchemos hacia adelante, adelante es la palabra mágica. Y la historia nos dice hasta que punto triunfamos. Hasta más allá de nuestros más desenfrenados sueños. Los mismos principios de odio y de poder con que Hitler fascinó Alemania fascinaron al mundo. Nos encontramos de pronto con poderosos aliados. Cosas que se nos negaron cuando eramos democracia se nos ofrecían entonces. El mundo dijo... adelante, cogedlas, la región de los sudetes, las tierras del Rihn, remilitarizarlas, coged toda Austria, cogedla... Y un día miramos a nuestro alrededor y vimos que estábamos ante un peligro mayor todavía [...] Lo que solamente iba a ser una fase pasajera se convirtió en un modo de vivir [...] No resulta fácil decir la verdad, pero si tiene que haber alguna salvación para Alemania, los que sabemos que somos culpables debemos admitirlo, se cual fuere la pena y la humillación que nos cause [...] Mi abogado pretende que ustedes crean que no sabíamos nada de los campos de concentración. Ignorarlo... ¿Dónde estábamos? ¿Dónde estábamos cuando Hitler empezó a clavar su odio en el Reichstag? ¿Dónde estábamos cuando nuestros vecinos eran arrastrados a medianoche? ¿Dónde estábamos cuando en la terminal de tren de todos los pueblos de Alemania los vagones para el ganado eran utilizados para trasladar niños hacia el terrible destino de su exterminio? ¿Dónde estábamos cuando nos llamaban a gritos en la noche? ¿Estábamos sordos, mudos, ciegos? Mi abogado dice que no sabíamos nada del exterminio de millones. Nos justificaría diciendo que sólo conocíamos el exterminio de unos cientos... Es que por ventura esto nos hace menos culpables. Puede que no supiéramos los detalles, pero si no los sabíamos era porque no los queríamos saber... [Sigue la acusación que hace al resto de acusados y a sí mismo] Ernst Janning, el peor de todos ellos, porque sabía lo que eran y, no obstante siguió a su lado... Ernst Janning que convirtió su vida en podredumbre porque permaneció con ellos.



Los vagones del exterminio.
Este texto, en sí mismo, da mucho para reflexionar (la importancia del miedo, la justificación de actos injustificables, la utilización de la patria como justificación de actos injustificables, la ceguera de la ley a la justicia, algo que nos suena hoy en día, la corrupción de la democracia, etc.). Hay unas palabras finales (no deja de ser curioso que la película se rodó el mismo años que se realizó el juicio a Eichmann) que dice el juez Haywood (Spencer Tracy, quien junto a Maximilian Shell fue candidato al oscar al mejor actor) y que parece dar la razón a Hannah Arendt en relación al concepto de "banalidad del mal":


Spencer Tracy como el juez Haywood
La historia y el destino de Janning iluminan la más rotunda verdad que hemos conseguido poner de relieve en este juicio. Si él, y los demás acusados, hubieran sido seres perversos, y si los jefes que mandaban en el IIIer Reich hubieran sido monstruos sádicos y maníacos lo... lo ocurrido no habría tenido una mayor significación moral que un terremoto o cualquiera otra catástrofe. Pero este juicio ha demostrado que durante una crisis nacional, seres normales, incluso hombres capaces y excepcionales pueden engañarse a sí mismos hasta cometer crímenes tan espantosos e ingentes que rebasan cuanto puede imaginarse. El que haya asistido a este jucio no podrá olvidarlos nunca. Hombres esterilizados a causa de sus ideas políticas, la amistad y la confianza cruelmente escarnecidas, el asesinato de niños... con cuanta facilidad suceden. Reconozco que también en nuestro país hay quienes hablan de la protección de la patria, de supervivencia. Llega un momento en que todo país debe tomar una decisión, en el preciso momento en que el enemigo se aferra a su garganta, entonces parece que el único modo de sobrevivir es emplear los medios del enemigo, hay que sobrevivir como sea, por encima de todo, sin escrúpulos. En tal caso yo me pregunto sobrevivir como qué... Una nación no es una roca, tampoco es la prolongación de uno mismo, es la causa que defiende, aquello que defiende cuando defender algo es lo más difícil. Ante los pueblos del mundo permítanme ustedes que proclame nuestro fallo a aquello que defendemos: JUSTICIA, VERDAD Y EL RESPETO QUE MERECE EL SER HUMANO.

Me he extendido en el comentario y los discursos de la película El juicio de Nuremberg porque nos permite observar que fueron todos estos elementos los que llevaron a Hannah Arendt a cuestionarse si el juicio de Jerusalén era un juicio al Adolf Eichmann concreto, a un monstruo concreto que perpetró la solución final, o era un juicio al regimen nazi del que Eichmann no había sido más que un burócrata eficiente cumpliendo las ordenes que le fueron encomendadas. No sólo esto, sino que fue más lejos al cuestionar el papel que jugaron algunos representantes y organizaciones judías en sus relaciones con los nazis. Fue todo esto lo que la llevó a considerar que la posibilidad de otro holocausto era posible. De la misma manera que indicó que no era la primera vez que ese tipo de exterminio se había dado (históricamente se han dado variados y distintos tipos de genocidios), y de que no iba a ser la última... Basta que se den las circunstancias (La película La ola nos da la posibilidad de meditar sobre este hecho). De hecho durante el siglo XX se produjeron, a parte del holocausto, varios genocidios: la de los armenios a mano de los turcos, la de los ucranianos a manos del régimen stalinista,  el genocidio camboyano perpetrado por los kmer rojos, y son aun recientes la de los tutsie a manos del gobierno hutú en Ruanda, o la matanza de musulmanes en Srebrenika por parte de las fuerzas Serbio-bosnias... Como le indica el juez Haywood a Ernst Janning en una impresionante escena final, el problema de los grandes horrores empieza con los pequeños horrores que se dejan ocurrir:

Janning: ¡Aquella pobre gente! ¡Aquellos millones de personas! ¡Jamás supuse que se iba a llegar a esto! Debe creerme... ¡Debe usted creerme!
Haywood: Señor Janning... Se llegó a esto la primera vez que se condenó a un hombre sabiendo que era inocente.

Como dice el psicoanalista Phillipe Julien, en una extensión del análisis relacionado con Eichmann:

Allí esta el horror: en Eichmann no hay ninguna profundidad secreta del orden diabólico o maligno, sino una "pura asuencia de pensamiento", ausencia que concierne al mal mismo. Esa es sin duda la novedad del siglo XX, de modo que ese crimen carece de precedentes: burocracia, administración, cuerpo de funcionarios y tecnocracia alcanzaron la forclusión [el borramiento]  del sujeto.


Estamos ante una paradoja: si no hay invención de una nueva ciencia sin sujeto (como lo mostró Descartes), en cambio la tecnociencia, una vez constituida, tiene efectos sociales que  borran a cualquier sujeto. [14]

Comentario, éste, que nos ofrece la posibilidad de meditar sobre otra posible extensión sobre la banalidad del mal...

IV. LA BANALIDAD DEL MAL: Más allá del holocausto y los genocidios.


Sede del FMI en Washington
Y más allá del holocausto y los genocidios como el caso más extremo... ¿No hallamos la banalidad del mal en lugares menos evidentes, más borrosos? ¿No es acaso esto aplicable a ciertos ámbitos de nuestra crisis actual? ¿Cuando el FMI (Fondo Monetario Internacional), por poner un ejemplo claro de una institución que por desprestigiada no por ello deja de seguir siendo clave, da sus "recomendaciones", le han visto en alguna ocasión hacerlo basándose en la primacía de la justicia social o el  bienestar de los individuos? No, evidentemente que no, puesto que los tecnócratas que constituyen semejante institución no dejan de ser individuos que son un reflejo del canciller al que sirven: la política de los mercados. Naomí Klein, en su obra La doctrina del shock, ha dejado más que retratada la nefasta intervención de esta institución (que ha demostrado una total incapacidad para ruborizarse) en distintos países emergentes o del tercer mundo, o los errores de sus "recomendaciones" sobre Grecia (como el mismo FMI ha reconocido). Pero que se sepa, mientras que en Grecia los problemas se agravan, todos los tecnócratas que las toman siguen cobrando tranquilamente sus salarios. Todos, desgraciadamente, nos vemos obligados a entender que los bancos no pueden hundirse puesto que son la "pieza clave" de la arquitectura del sistema - un sistema en sí mismo injusto y corrupto -... Entendemos, a regañadientes, que se les ayude como piezas clave de ese sistema... Lo que ya no entendemos es por qué un banco merece esas ayudas y una familia deshauciada no. Lo que sigue sin entenderse son las indemnizaciones y pensiones vitalicias de gestores nefastos de la banca ayudada (que indecentemente las aceptan, cómo no...) mientras un deshauciado se suicida tirándose por el balcón de su casa porque no sólo pierde su casa sino que se queda endeudado de por vida... ¿Cuándo un juez o un policía ejecuta los deshaucios... piensa, reflexiona?  ¿O es uno un simple administrador y ejecutor el otro de leyes que bajo la imposibilidad de matizarlas adecuadamente devienen en imperativos absurdos carentes de todo sentido de justicia? ¿Cuándo el director de una oficina bancaria, o uno de sus empleados, ejecutó la venta de preferentes especulando con los ahorros de ancianos u otra gente humilde, aprovechándose de su ignorancia y su confianza... piensa, reflexiona, o es un simple ejecutor de las "órdenes" que llegan de su director de área de vender como sea, y que éste, a su vez, seguramente las ha recibido de algun director superior que a su vez las recibe de...? ¿Sobre qué piensan o reflexionan algunos de nuestros  parlamentarios en el parlamento sobre estos temas? ¿Cómo aun no se han planteado la dación en pago en un momento donde se exigen tantos esfuerzos a la gente y los ineptos que nos han llevado a la crisis siguen gozando orondos con total impunidad amparados por una ley que dice que nos hace a todos iguales?

IV. LA EXCEPCIONALIDAD DE HANNAH ARENDT.

La libertad no es ante todo la posibilidad de elegir entre dos alternativas, sino la capacidad de iniciar algo nuevo, la capacidad de romper la rutina de todos los días. El hombre puede dar comienzo a algo nuevo, a algo que de otro modo no existiría, el hombre libre evita que el mundo se covierta en algo homogéneo, en una mera repetición. Hanna Arendt [16]


Hanna Arendt con Heinrich Blücher,
quien fue su pareja de 1940 a 1970.
La película Hannah Arendt nos pone de relieve precisamente la excepcionalidad de la filósofa justamente por pensar, por atreverse a reflexionar por sí misma e ir más allá del simple deseo de la colectividad, en ese caso de la colectividad judía, en un caso tan delicado y complejo. Hannah Arendt fue mucho más allá y la visión que nos da de Eichmann como un individuo bastante simple, lleno de clichés y estereotipos, frustrado en sus ambiciones, no estúpido pero tampoco de grandes luces no gustó a la colectividad judía quien simplemente quería representar en Eichmann el monstruo que cometió la atrocidad de la que su pueblo fue objeto. Curiosamente y, en este sentido, Hannah fue brutalmente presionada para que abandonara sus ideas y la publicación de su libro pero, y en ese sentido, siguió dando una lección fundamental: la inviolabilidad del ser está por encima de cualquier circunstancia. En el post scriptum de su libro nos cuenta que puede ocurrirle al ser excepcional que en nombre de la libertad y la búsqueda de la verdad no se repliega a los intereses de su comunidad simplemente porque la libertad que quiere ejercer y la verdad que quiere relatar son incómodas a sus intereses:

Incluso antes de que viera la luz pública, este libro fue objeto, no solo de controversia, sino también de una campaña organizada. Como es lógico, la campaña, llevada a término con los conocidos medios de formación de imagen pública y manipulación de la opinión general, llamó la atención mucho más que la controversia, de tal manera que esta última quedó acallada por el ruido artificial de la primera. Lo anterior quedó de relieve con especial claridad cuando una rara mezcla de los argumentos de la controversia y los instrumentos de la campaña, en la que se empleaban casi textualmente las frases anteriormente utilizadas —como si los ataques contra el libro (y, más a menudo todavía, contra la autora) hubiesen salido de una máquina copiadora (Mary McCarthy)—, fue remitida desde Estados Unidos a Inglaterra, y, luego, a Europa, donde el libro todavía no estaba en el mercado. Y ello fue posible debido a que las protestas y el clamor se centraban en la «imagen» de un libro que jamás se escribió, y tocaban temas que, no solo jamás había mencionado, sino que ni siquiera se me habían ocurrido. [15]

La reacción contra Hannah Arendt nos recuerda, tal y como analizamos en La ola, las difíciles relaciones de la masa con el individuo. Recordemos un texto de esta entrada:

El individuo se manifiesta como el peligro interno de la masa: es la manifestación de la diferencia, de la desigualdad, el representante de la inestabilidad. Las reacciones al individuo que se diferencia de la masa provocan su reacción narcisista, su manifestación de intolerancia y hostilidad. La reacción de la masa con el individuo se corresponde con la tercera propiedad que Canetti destaca como propia de ella: “la masa ama la densidad”.

Hannah Arent aceptó las consecuencias de ser fiel a su integridad trabajando siempre en el mismo sentido: devolviendo a las críticas mendaces y manipuladoras la profundida de su reflexión y la fidelidad a su pensamiento. Asumió de esa manera el vacío y el desprestigio que políticos e intelectuales, medios de comunicación y amigos de la comunidad judía le hicieron simplemente por ir al fondo de la cuestión... Ella se convirtió en sí misma en la prueba definitiva de lo que encontró trabajando sobre el proceso de Eichmann, justamente la prueba a  la inversa, la del ser cruelmente atacada por defender la independencia de su pensamiento frente al deseo de la colectividad judía. Es en ese sentido emocionante el discurso final que da a sus alumnos - dispuestos a escucharla y a creerla -, un discurso que es una reflexión profunda sobre la importancia de aprender a pensar por sí mismos y a darle a ese pensamiento también la fuerza de la acción comprometida.

V. UN APÉNDICE FINAL: Sobre la banalización del mal y la manipulación del nazismo.

A la pregunta por el sentido de la política hay una pregunta tan sencilla y concluyente en sí misma, que se diría que otras respuestas están totalmente de más. La respuesta es: el sentido de la política es la libertad [...] Pero hoy en día esta respuesta no es ni obvia ni inmediatamente convincente, cosa que se aprecia con claridad en que nuestra pregunta actual ya no cuestiona el sentido de la política tal y como antes se hacía: a partir de experiencias que eran de naturaleza no-política o incluso antipolítica, nuestra pregunta actual surge de experiencias políticas muy reales: de la desgracia que la política ya ha ocasionado en nuestro siglo y la mucho mayor que todavía amenaza con ocasionar. De aquí que nuestra pregunta suena mucho más radical, mucho más agresiva y desesperada: ¿tiene, pues, todavía la política algún sentido? Hannah Arendt [17]

Esa pregunta de Arendt nos permite introducir un tema actual: no quisiera acabar este post sin manifestar la preocupación con la que asisto cuando políticos del Estado español son capaces de utilizar el término NAZI con tanta frivolidad e irresponsabilidad, con tal capacidad de manipulación y, sobretodo, con tan poco respeto por las víctimas del nazismo. Es doloroso y preocupante asistir a como personajes que desempeñan cargos públicos y que forman parte de partidos que se llaman democráticos osan utilizar el termino nazismo para desprestigiar acciones puramente democráticas como lo son en estos momentos la PAH (Plataforma para afectados por la hipoteca) o el resurgimiento del independentismo catalán (que guste o no, sea más o menos molesta para el estado, no deja de ser la expresión de una voluntad de una parte del pueblo catalán). Es denigrante observar como una política como la señora María Dolores de Cospedal tilda de "nazismo puro" las acciones de escrache de la PAH... ¿Qué pretende esta señora con tal declaración? Quizá es bueno recordar a esta señora las palabras del juez Haywood sobre aquello que defendemos: JUSTICIA, VERDAD Y RESPETO POR EL SER HUMANO. ¿Cómo alguien con responsabilidad pública puede atreverse a utilizar tamañas comparaciones? Son políticos como ella las que deberían responsabilizarse de las atrocidades que lanzan sin ningún escrúpulo ni respeto...


Cospedal insiste en comparar los escraches de la PAH con el nazismo.
(La Vanguardia, 15-04-2013)
De la misma manera varios representantes del PP (entre ellos el ministro Margallo), o algunos colaboradores habituales de la FAES, han comparado el creciente independentismo catalán con el nazismo en lo que es una manipulación política no sólo nefasta sino altamente peligrosa. Vuelve la cuestión del juez Haywood aplicada a la política: ¿En política vale todo? ¿En democracia la estrategia de engañar y manipular al pueblo a cualquier precio y con cualquier medio, por disparatado que sea, es política? ¿Qué se pretende generar al tildar de nazismo todo lo que no es cómo ellos creen? Como diría Hannah Arendt, son personas "aparentemente normales" las que son capaces de decir tamañas atrocidades. 


García-Margallo critica el nacionalismo y lo compara
con el nazismo y el marxismo (La vanguardia, 11-10-2012)
También en el PSOE han aparecido este tipo de despropósitos en dirigentes como Juan Carlos Ibarra o José Bono en las que se ha comparado al President de la Generalitat de Catalunya a Hitler o Mussolini o el independentismo catalán con la Alemania nazi... (me pregunto porque, puestos a decir tonterías, Ibarra no añadió en esta lista a Franco - ¿curioso olvido? -)


Rodríguez Ibarra compara a Artur Mas y a su proceso soberanista con
Hitler y Mussolini -Entrevista en Antena 3 (7/3/2013) -
¿Vale todo? Es crear miedo, confrontación, odio a toda costa la única manera de enfrentar las diferencias, de justificar el poder... Sería bueno que aquellos que utilizan con tanta ligereza el término "nazi" o "nazismo" reflexionen sobre qué les ocurre a ellos con las diferencias que no se ajustan a su pensamiento o a su ideología... ¿Dónde esta la intolerancia? ¿Dónde la voluntad de no dialogo? ¿Dónde la estrechez de miras? Recomendaría a todo este tipo de personajes que leyera a gente como Hannah Arendt... pero digo recomendaría porque me imagino que simplemente son personas a las que no les interesa reflexionar ni pensar... Que simplemente les interesa el partido y el poder a cualquier precio, o que simple, y preocupantemente, están devorados por el odio y el resentimiento. Por eso con personajes como estos, no es de extrañar que en política desgraciadamente hoy en día valga todo, incluso algo tan y tan grave como utilizar el nazismo con lo que nada tiene que ver con ello, simplemente como arma arrojadiza, creadora de miedo y de odio, a veces, y horrorosamente, como medio para comprar el voto. Parece que para ellos nazi es todo lo que no es como ellos creen: quizá una curiosa paradoja proyectiva. 



  [1] Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. Un estudio acerca de la banalidad del mal. Editorial Lumen, pág.21
  [2] Ídem anterior, pág. 24
  [3] Ídem anterior, pág. 20
  [4] Ídem anterior, pág. 30
  [5] Ídem anterior, pág. 20
  [6] Ídem anterior, pág. 78
  [7] Ídem anterior, pág. 71
  [8] Ídem anterior, pág. 84
  [9] Lacan, Jacques. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós, pág. 192
[10] Slavoj Zizek. Como leer a Lacan. Paidós Espacios del saber, pág. 114
[11] Ver nota 1, pág. 148
[12] Perls, Fritz. Primera de cuatro conferencias de Fritz Perls en Teoría y Técnica de la psicoterapia guestáltica, Joen Fagan e Irma Lee Shepherd (compiladoras).Amorrortu editores. Argentina. Págs. 22-44
[13] Ver nota 1, pág. 25
[14] Julien, Phillipe. Psicosis, perversión, neurosis. La lectura de Jacques Lacan. Amorrortu editores, pág. 33
[15] Arendt, Hanna. Sobre la revolución. Editorial Alianza, pág. 167
[16] Ver nota 1, pág. 168
[17] Arendt, Hannah. ¿Qué es la política? Paidós Pensamiento Contemporáneo, págs. 61 y 62

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VER COMENTARIO HANNAH ARENDT (II): Sobre la vigencia de su discurso final

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PELÍCULAS DE INTERÉS RELACIONADAS CON EL CASO EICHMANN.

EICHMANN (2007)
Director: Robert Young
Intérpretes: Thomas Kretschmann, Troy Garity, Franka Potente, Stephen Fry.
Pelicula basada en los interrogatorios de Eichmann por parte del capitán Avner Less y en las que el director se toma ciertas licencias en las que se permite especular sobre algunos hechos de la vida de Eichmann libremente, si bien en líneas generales se trata de una correcta aproximación a esta faceta del proceso a Eichmann.
LA CAZA DE EICHMANN (TV-1996)

Director: William A. Graham
Intérpretes: Robert Duvall, Arliss Howard, Jeffrey Tambor, Jack Laufer
En 1960, el servicio secreto israelí descubre que Adolf Eichmann, una de las figuras claves del Holocausto judío, vive refugiado en Argentina bajo el nombre de Ricardo Clement. Se abre entonces una investigación sobre el pasado de Eichmann buscando las razones que lo llevaron a participar en el exterminio del pueblo judío. 



EL JUICIO DE NUREMBERG (1961)
Director: Stanley Kramer
Intérpretes: Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Marlene Dietrich, Maximiliam SchelL, Montgomery Cliff, Judy Garland.

Extarordinaria película con extraordinarias interpretaciones sobre los juicios de Nuremberg. La película examina las cuestiones de la complicidad individual de los ciudadanos en los crímenes cometidos por el Estado, además de un amplio recorrido moral y ético sobre el valor de los derechos humanos. El guion no tuvo carácter propagandístico, ya que aborda directamente hasta las cuestiones más complicadas.
NUREMBERG (TV-2000)

Director: Yves Simoneau
Intérpretes: Alec Baldwin, Brian Cox, Cristopher Plummer, Jill Henessy.

Interesante miniserie que nos narra cuando tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Hermann Göring se entrega a los americanos. Samuel Rosenman, quien sigue órdenes del Presidente Harry S. Truman, recluta a Robert H. Jackson para los preparativos de un tribunal de guerra contra Göring y sus demás hombres que sobrevivieron, entre los que se encuentran Albert Speer y demás arrestados por crímenes de guerra, los cuales permanecen recluidos en la Base estadounidense en Bad Mondorf. 



GOOD (2008)
Director: Vicente Amorin
Intérpretes: Vigo Mortenssen, Jason Isaacs, Jodie Whitaker, Steven Mackintosh

La película presenta la historia de John Halder (Viggo Mortensen), un profesor de literatura que enmarcado en la década de 1930, se niega a aceptar las ideas del Partido Nazi. John lleva una vida emocionalmente precaria, con una esposa mentalmente ausente, una madre agónica y un amigo judío que comparte sus pensamientos sobre el partido. De pronto, Halder se ve envuelto en distintas presiones que lo llevan a inscribirse al partido, y ser empleado por éste. Así comienza a ascender en su carrera, y la relación con su mejor amigo, quien comienza a ser perseguido como todos los demás judíos, se complica.


AMEN (2002)
Director: Costa-Gavras
Intérpretes:  Ulrich Tukur, Mathieu Kassovitz, Ulrich Mühe, Michel Duchaussoy

Película en la que se narra la complicidad con que el Vaticano y varios países del mundo toleraron que el régimen de la Alemania nazi avanzara en el exterminio de judíos antes y durante la Segunda Guerra Mundial y está basada en la obra El vicario de Rolf Hochhuth.





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PELÍCULAS DE INTERÉS


Director: Dennis Ganssel
Intérpretes: Jürgen Vogel, Frederick Lau, Jennifer Ulrich, Max Riemelt

Basada en el experimento Tercera Ola para demostrar que incluso las sociedades libres y abiertas no son inmunes al atractivo de ideologías autoritarias y dictatoriales, realizado por el profesor de historia Ron Jones en el marco de su estudio sobre la Alemania nazi con alumnos de secundaria al convencer a sus estudiantes de que el movimiento eliminaría la democracia. El hecho de que la democracia enfatiza el individualismo fue considerado como un defecto de la democracia, y Jones hizo hincapié en ello a través de su lema "Fuerza mediante la disciplina, fuerza mediante la comunidad, fuerza a través de la acción, fuerza a través del orgullo".



EL EXPERIMENTO (2001)
Director: Olivier Hirschbiegel
Intérpretes: Moritz Bleibtreu, Maren Eggert, Christian Berkel, Justus von Dohnanyi

Basada en el experimento de la cárcel de Stanford, un estudio psicológico acerca de la influencia de un ambiente extremo, la vida en prisión, en las conductas desarrolladas por el hombre, dependiente de los roles sociales que desarrollaban (cautivo, guardia). Se reclutaron voluntarios que desempeñarían los roles de guardias y prisioneros en una prisión ficticia. Sin embargo, el experimento se les fue pronto de las manos y se canceló en la primera semana.