AVISO. Por la naturaleza de los trabajos de este blog, el argumento e incluso el final de las peliculas son generalmente revelados.

domingo, 10 de febrero de 2019

FAHRENHEIT 451 (FRANÇOIS TRUFFAUT, 1966): SOBRE LA SOCIEDAD DE LA DEFLEXIÓN Y UNA LECTURA JUNGUIANA.

Fahrenheit 451 (temperatura a la cual el papel se inflama y arde, equivalente a los 232,8 grados Celsius), es una película dirigida por François Truffaut en 1966 que parte de la novela distópica de Ray Bradbury del mismo título (1953). Protagonizada en sus principales papeles por Julie Christie (en el doble papel de Linda Montag y Clarisse McClellan) Oskar Werner (en el del bombero Guy Montag) y Ciryl Cusak (en el del Capitán de bomberos Beatty), la película nos traslada a un mundo en el cual la función de los bomberos no es apagar el fuego sino, todo lo contrario, utilizarlo para quemar libros (la referencia a la quema de libros par parte de los nazis se hace inevitable), ya que el gobierno de la tierra considera que estos son los responsables de traer infelicidad a los seres humanos, reduciendo el concepto de felicidad a llevar una vida sin cuestionamientos y asumiendo un papel puramente pasivo en su sociedad, un objetivo que hoy en día podemos observar en las aspiraciones que el capitalismo espera lograr con el control de los individuos de distintas maneras.

Recuerdo que ví la película cuando tenía quince o dieciséis años por televisión. Me impresionó tanto que me compré el libro, que aun me impresionó más, a parte de concocer la obra de Ray Bradbury. Me acompañaron entonces lecturas ya clásicas como "Crónicas Marcianas", "El hombre ilustrado" o "El ruído del trueno". Pasados los años, y vistos los tiempos que corren, me asombra el poder visionario de Bradbury expresado en Fahrenheit 451.

Hay que citar que hay una versión moderna de esta película dirigida por Ramin Bahrani, estrenada en el 2018 y que, curiosamente, se caracteriza por ser una perversión de la película de Truffaut " o del libro de Bradbury, y donde el elemento reflexivo que ofrecen estos queda reducido al típico espectáculo de Hollywood de ofrecer una película de acción con un planteamiento muy superficial de la temática que, salvo por alguna excepción, queda reducida en un festival de fuegos.

Linda y Montag.

I. FAHRENHEIT 451: LA SOCIEDAD DE LA DEFLEXIÓN.

Es muy difícil trasladar un libro como Fahrenheit 451 a la gran pantalla en 1 hora y 45 minutos. Hay muchas cosas que el director debe intentar sugerir no tanto con las palabras como con las imágenes. He elegido, para transmitir un poco la sociedad que Fahrenheit 451 propone, y que la película de Truffaut pretende mostrarnos a través de sus personajes e imágenes, unas palabras de Clarisse en las que dice:

Creen que soy insociable. No me adapto. Es muy extraño. En el fondo, soy muy sociable. Todo depende de lo que se entienda por ser sociable, ¿no? Para mí, representa hablar de cosas como éstas. —Hizo sonar unas nueces que habían caído del árbol del patio—. O comentar lo extraño que es el mundo. Estar con la gente es agradable. Pero no considero que sea sociable reunir a un grupo de gente y, después, no dejar que hable. Una hora de clase TV, una hora de baloncesto, de pelota base o de carreras, otra hora de transcripción o de reproducción de imágenes, y más deportes. Pero ha de saber que nunca hacemos preguntas, o por lo menos, la mayoría no las hace; no hacen más que lanzarte las respuestas izas!, izas!, y nosotros sentados allí durante otras cuatro horas de clase cine- matográfica. Esto no tiene nada que ver con la sociabilidad. Hay muchas chimeneas y mucha agua que mana por ellas, y todos nos decimos es vino, cuando no lo es. Nos fatigan tanto que al terminar el día, sólo somos capaces de acostarnos, ir a un Parque de Atracciones para empujar a la gente, romper cristales en el Rompedor de Ventanas o triturar automóviles en el Aplastacoches; con la gran bola de acero. Al salir en automóvil y recorrer las calles, intentando comprobar cuán cerca de los faroles es posible detenerte, o quien es el último que salta del vehículo antes de que se estrelle. Supongo que soy todo lo que dicen de mí, desde luego. No tengo ningún amigo. Esto debe demostrar que soy anor- mal. Pero todos aquellos a quienes conozco andan gritando o bailando por ahí como locos, o golpeándose mutuamente. ¿Se ha dado cuenta de cómo, en la actualidad, la gente se zahiere entre sí? [1]

Efectivamente, la sociedad que nos presenta Fahrenheit 451 es la de la sociedad de la uniformidad, la sociedad del pensamiento único, y una sociedad cuya premisa fundamental es: NO PENSÉIS, disimulada en una especie de ley que podríamos enunciar como: SÉ FELIZ Y NO PIENSES. Una sociedad en la que apelando a un mecanismo de defensa psíquico llamada "deflexión", pretende que sus individuos minimizen lo importante y lo significativo, ofreciéndoles opciones cuyo único fundamento es evitar el cuestionamiento y el conflicto. Dado el momento histórico en el que esta obra fue escrita, Bradbury recurre a la televisión como el objeto inductor de esta deflexión. La substitución del contacto realmente humano por un contacto puramente superficial y por la perversión de lo real a tavés de la construcción de una realidad basada en lo que hoy en día conocemos como "posverdad" o las "fake news". Y, es evidente, la construcción de una realidad de este tipo necesita de que el ciudadano sea basicamente un zombi. Y de la misma manera que se basa en incorporar mentiras que la fundamenten, se trata también de eliminar los inputs que creen ciudadanos más conscienciados, capaces de discernimiento y realmente comprometidos. Y es en ese sentido, y como ya ocurrió desgraciadamente en la Alemania nazi, que la nauseabunda quema de libros deviene como metáfora del no pensar, es decir, NO LEAN, no indaguen en el pensamiento humano, en el mundo de sus sentimientos y emociones. Un mundo reducido a la superficialidad como Beatty le dice a Montag en su discurso previo a la quema de la gran biblioteca donde la mujer que la oculta decide morir quemada junto a sus libros.

La quema de la gran biblioteca.

Hay que destacar la gran visión de Bradbury en una obra escita en 1953 al respecto. La única diferencia es que hoy no es la pantalla de TV la protagonista, son las múltiples pantallas que nos rodean (ordenadores, tablets, móviles) y los mass media y las redes sociales a través de las cuales toda esta realidad es continuamente inducida. Zygmunt Baumann, en una de sus últimas obras ya lo decía con toda claridad refiriéndose al mundo de facebook, WhatsApp, twitter, etcétera:

Porque cuando uno pasa a estar "siempre conectado", puede que nunca esté total y verdaderamento solo. Y si nunca esta solo, entonces (por citar una vez más al profesor Zimmerman), "es menos posible que uno lea un libro por placer, dibuje, se asome a la ventana e imagine mundos distintos de los propios... Es menos probable que uno se comunique con la gente real del entorno inmediato. ¿Quién quiere hablar con sus familiares si tiene los amigos a un click de distancia?..."

Al huir de la soledad, se pierde la oportunidad de disfrutar del aislamiento, ese sublime estado en el que es posible "evocar pensamientos", sopesar, reflexionar, crear y, en definitiva, atribuir sentido y substancia a la comunicación. [2]

En una perversión de la situación Montag le dice a Clarisse en su primer encuentro en el tren: "Los libros distraen a las personas y las hacen insociables". Esta es la base del éxito de Donald Trump en las últimas elecciones de USA, o la base sobre la que se fundamenta la reciente película de BREXIT (2019), dirigida por Toby Haynes e interpretada, en su papel principal, por Benedict Cumberbatch, así como del ascenso de la extrema derecha en Europa y sudamérica.

Es lo que Françaois Truffaut, como Ray Bradbury, intenta describir a través de los cuatro personajes sobre los que la película se sostienen: Montag, Linda, Clarisse y el capitán Beatty.

Los bomberos de Fahrenheit 451.

II. EL DESPERTAR DE MONTAG: La aparición de la ánima.

En una anterior entrada de este blog dedicada a la película "Estan vivos", de John Carpenter (1988) - ver pie de entrada para acceder a ella -, el filósofo lacaniano Slavoj Zizek nos habla del dolor del despertar, y en su documental "Guia ideológica para perversos", nos dice hablando de una escena de la película:

Salir de la ideología hace daño, es una experiencia dolorosa. Debes forzarte a hacerlo [...] Puede parecer irracional... ¿por qué este tipo [John Armitage] rechaza tan violentamente ponerse las gafas? Es como si estuviera al tanto de vivir naturalmente en una mentira, que las gafas le haran ver la verdad, pero que esta verdad puede ser dolorosa, puede destrozar muchas de sus ilusiones. Esta es una paradoja que tenemos que aceptar. La extrema violencia de la liberación, debes ser forzado para ser libre. Si confias simplemente en tu espontáneo sentido del bienestar o lo que sea, nunca conseguirás liberarte [...] La libertad duele.

Este es el papel que Clarisse (en el libro una joven de diecisiete años) representará para Montag, aquello que en términos junguianos podríamos definir como la llamada de la ánima. Clarisse parece captar que en Montag hay un bombero en crisis y le interpela a que se haga preguntas, a que se cuestione. Conforme ambos van coincidiendo, Clarisse percibe que Montag no es un bombero a la usanza. En el libro le dice: 

Usted no es como los demás. He visto a unos cuantos. Lo sé. Cuando hablo, usted me mira. Anoche, cuando dije algo sobre la luna, usted la miró. Los otros nunca harían eso. Los otros se alejarían, dejándome con la palabra en la boca. O me amenazarían. Nadie tiene ya tiempo para nadie. Usted es uno de pocos que congenian conmigo. Por eso pienso que es tan extraño que sea usted bombero. Porque la verdad que no parece un trabajo indicado para usted. [3]

Clarisse y Montag

Bajo su influencia, Montag va cuestionándose, y cuestionando su vida lo que, obviamente, conlleva cuestionar la sociedad en la que vive hasta caer en la tentación de leer un libro. El episodio de la mujer que se deja quemar junto a sus libros le impresiona vivamente.

Es muy acertado, en la película de Truffaut, que los papeles de Linda Montag y Clarisse sean interpretados por la misma actriz, Julie Christie. Esto permite mostrar un claro contraste entre la espontaneidad, sensibilidad y la vivacidad de Clarisse frente a la superficialidad, vaciedad e insensibilidad de Linda, quien ejemplar ciudadana-zombi, simplemente está pendiente de "la familia",  una especie de programa televisivo que mantiene distraídos a los ciudadanos. Linda es el perfecto ejemplo de la identificación más extrema del individuo con el arquetipo de la persona, entendido en este caso como la dilución del yo y el individuo en lo colectivo y que, como Linda, acaba siendo una figura encartronada. Linda y Clarisse son los dos extremos entre los cuales se halla Montag, entre formar parte de un sistema basado en la uniformidad o elegir el camino de la individuación. Esta tensión entre los dos mundos estalla fundamentalmente en Montag en la reunión de amigas de Linda - todas una copia del mismo estilo de mujer -, y cuando ante las noticias de la televisión se destaca el éxito de la incineración de la biblioteca en la cual muere la mujer con sus libros - sin mencionar este detalle -:

No sóis más que robots todas vosotras, igual que vuestros maridos. No os interesáis ya por nada en absoluto. No vivís, tan sólo matáis el tiempo [ante su sorpresa Montag aparece con un libro y las obliga a sentarse y lee un texto altamente emotivo de una novela. Las amigas de Linda se van afectadas por esa lectura. Linda dice: "Ya no volverán. Estaré siempre sola y ya no seré sociable. Ya no me llamarán para actuar en la familia"]

No vivís, tan sólo matáis el tiempo.

Cito una vez más a Baumann:

Para los jovenes, el principal atractivo del mundo virtual proviene de la ausencia de contradicciones y malentendidos que caracterizan la vida offline. A diferencia de la alternativa offline, el mundo online hace concebible - es decir, posible y viable -la multiplicación infinita de contactos. Lo logra mediante la mengua de la duración y, en consecuencia, el debilitamiento de los vínculos que propician y refuerzan la duración, en marcado contraste con el mundo offline, que se caracteriza por el continuo afán de reforzar los vínculos, limitando severamente el número de contactos al tiempo que se amplian y se profundizan. [4]

En el libro de Bradbury aparecen unas frases pronunciadas por el capitán Beatty que explica las ventajas de la "sociedad uniforme o de pensamiento único - o de no pensamiento -" que preveía una de las más tremendas verdades de nuestros tiempos actuales, y que se relaciona con una de las bases fundamentales de los ismos, si bien hoy en día, hay que circunscribirlo al "ismo" imperante, el "capitalismo" y su dinámica de los mercados, una dinámica situada por "encima del bien y del mal". Dice Beatty a Montag: "Cuanto mayor es el mercado, Montag, menos hay que hacer frente a la controversia, recuerda esto. Todas las minorías menores con sus ombligos que hay que mantener limpios. Los autores, llenos de malignos pensamientos, cerrar con llave vuestras máquinas de escribir [...] La tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías, gracias a dios, tiraron adelante este proceso." [5]

Lo que aquí se describe no es más que el fenómeno del amantelamiento de la política con los mercados a los que hoy en día asistimos con una peligrosa pasividad, producto de la manipulación que el sistema ejerce sobre sus ciudadanos. Poco a poco, y como también indicaba en una entrada dedicada a la película de Hannah Arendt dirigida por Margarethe von Trotta (2012), se está procediendo a la "introyección ciudadana", y en la que decía:

la gestión de los intereses políticos y económicos se gesta en muchos mensajes, más o menos grotescos, más o menos sutiles,  lanzados por los gobiernos y partidos políticos de nuestras flamantes democracias parlamentarias en lo que llamo el proceso de introyección (léase también intoxicación) ciudadana. Obviamente el proceso de introyección (intoxicación) ciudadana (en el que los mass media y las redes sociales y su propia perversión tienen mucho que ver) tiene un simple y llano objetivo: su manipulación interesada. En un claro ejercicio de que el fin justifica los medios, sea la captación del voto, la implementación ideológica, o los intereses bancarios y de las multinacionales, se trata de desviar la atención (deflectar) de temas espinosos, o de crear (introyectar) un estado de miedo o de falsa euforia para encaminar la ciudadania hacia determinadas direcciones. Por ello, y de la misma manera que ocurre en el proceso psíquico, estas introyecciones cabe considerarlas como verdaderas intoxicaciones.

Linda es una muestra de la persona perfectamente alineada con la manipulación ideológica que sostiene la sociedad uniforme de Fahrenheit 451, incapaz de toda reflexión y cuestionamiento, y víctima de una pseudofelicidad que se manifiesta en sus tomas de calmantes o somníferos por las que hay que desentoxicarla, o, como se nos muestra en el libro, en la existencia de extraños accidentes y suicidios, o en la participación en juegos o actitudes que permiten la liberación de la violencia latente. Clarisse es su polo opuesto, el camino a la vida, a la sensibilidad, al contacto real y no virtual, el camino que Montag elige finalmente seguir, el camino hacia sí mismo, hacia su individuación y, desde aquí, el desarrollo de la capacidad de reflexionar y cuestionar un sistema altamente tóxico.


La intoxicación de Linda.

III. EL CAPITÁN BEATTY: LA SOMBRA IDEOLÓGICA.

La lectura junguiana que nos guía en este comentario nos permite observar un caso que he denominado "sombra ideológica", una variante de la posesión por identificación con la sombra en la que se sufre una fuerte inyección de energía que se manifiesta como una determinación ciega que se dirige hacia la consecución de sus objetivos, aunque en este caso sean al servicio de la destrucción. También suele ir aparejada de un discurso claramente estructurado y preciso por el que justifica sus acciones. Este es el caso del Capitán Beatty, que en la película se nos muestra como una especie de mentor de Montag a quien quiere ascender como oficial. Beatty es el clásico hombre abducido por la ideología, de quien se convierte en su brazo ejecutor. Es el caso del mago Saruman en "El señor de los anillos" (Peter Jackson, 2001-2003), o del clásico coronel Kurtz de Apocalypse Now (F. F. Coppoda, 1979), inspirada en "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad. Si bien Linda es la dimensión de posesión por identificación con la persona, con la dimensión colectiva que aplasta al individuo, y que representa cierta dimensión de Montag; Beatty es justamemte lo contrario, es la dimensión más sombría que se oculta tras ese "mundo feliz", la dimensión violenta que reside tras todo comportamiento basado en la psicología de las masas, y del que un hombre como Beatty es su brazo ejecutor, y del que Montag podría acabar formando parte a través de su plena identificación con él. En el discurso de Beatty a Montag en el descubrimiento de la gran biblioteca que arderá junto a la mujer que se sacrifica son sus libros, vemos los fundamentos sobre las que se levanta una sociedad uniforme. Veamos:

- Los libros no dicen nada. Mire... todo esto son novelas. Tratan de personas que nunca han existido. Las gentes que las leen quedan descontentas de sus propias vidas y sienten deseos de vivir de otro modo, lo que jamás podrá ser en la realidad.

- Toda esta filosofía hay que hacerla desaparecer. Es aun peor que todas las novelas. Pensadores, filósofos, todos dicen exactamente lo mismo. Solo yo tengo razón, los demás son idiotas [...] Es cuestión de modas. La filosofía es falda corta este año, falda corta el año que viene.

- Todo vidas de hombres muertos. Biografías se llaman, y autobiografías. Mi vida, mi diarios, mis memorias, mis memorias íntimas. Naturalmente al empezar sólo les empujaba el deseo de escribir, pero tras el segundo o tercer libro sólo querían satisfacer su vanidad, destacarse de la masa, ser distintos [...] Es inútil, compréndalo. Todos hemos de ser iguales. Sólo se alcanza la felicidad estando todo el mundo al mismo nivel.

Es claramente metafórico cuando al finalizar su discurso dice: "por eso hay que quemar los libros, todos los libros" - dice mientras sostiene en la mano un ejemplar de "Mein Kampf" (Mi lucha) de Adolf Hitler -.

Montag y Beatty.

Estas palabras, aunque nos aproximan ligeramente, hacen poca justicia al verdadero discurso que encontramos en el libro de Bradbury. De las muchas cosas que en él hallamos me gustaría destacar las siguientes palabras premonitarias del día de hoy:

En cierta época, los libros atraían a alguna gente, aquí, allí, por doquier. Podían permitirse ser diferentes. El mundo era ancho. Pero, luego, el mundo se llenó de ojos, de codos y bocas. Población doble, triple, cuádruple. Films y radios, revistas, libros, fueron adquiriendo un bajo nivel, una especie de vulgar uniformidad. ¿Me sigues? [...] Imagínalo. El hombre del siglo XIX con sus caballos, sus perros, sus coches, sus lentos desplazamientos. Luego, en el siglo XX, acelera la cámara. Los más breves, condensaciones. Resúmenes. Todo se reduce a la anécdota, al final brusco. [5]

¿Os resuenan ciertas utilizaciones de facebook, instagram, twitter, whatsApp, la desinformación y la manipulación propagada a través de periódicos, revistas, televisiones y radios?


Las palabras de Beatty nos recuerda otra de las obras fundamentales en la sociedad uniforme, donde la psicología de masas es fundamental en su constitución. Me refiero a la imperdible "Masa y poder" de Elias Canetti, que ya utilizé para comentar la película "La Ola" (Dennis Gansel, 2008) - ver acceso al pie de esta entrada - y de la que quiero rescatar el siguiente comentario:

El individuo se manifiesta como el peligro interno de la masa: es la manifestación de la diferencia, de la desigualdad, el representante de la inestabilidad. Las reacciones al individuo que se diferencia de la masa provocan su reacción narcisista, su manifestación de intolerancia y hostilidad.

En ese sentido en el que Canetti destaca que la masa, para conservarse, necesita del "enemigo" (lo vimos en el pasado con Hitler, con Franco o Mussolini, con Stalin, Mao, con todo radicalismo fundamentalista, como lo vemos hoy con Donald Trump, con Maduro, con Bolsonaro, con Putin, con la extrema derecha cada vez más instaurada en Europa, o con la peligrosa deriva de la derecha española  tras el surgimiento de VOX):

La más segura y, a menudo, la unica posibillidad para conservarse es la existencia de una segunda masa con la que compararse. Sea que se enfrenten en el juego y midan fuerzas o que se amenazen seriamente una a la otra, la visión o la representación intensa de una segunda masa no permite que la primera se desintegre [...]

El contra-otros influye sobre el nos-otros. La confrontación que en ambos provoca especial alerta, modifica la naturaleza de la concentración dentro de cada grupo. En tanto los otros no se hayan dispersado, uno mismo debe seguir agrupado. La tensión entre ambas turbas se traduce en presión sobre la propia gente [...] Pero si los adversarios amenazan y realmente está en juego la vida, la presión se transforma en la coraza de una decidida y unida defensa (o ataque) [5]

IV. LA DIMENSIÓN SÁDICA DE LA LEY.

Efectivamente, una de las dimensiones que fundamenta la sociedad uniforme es lo que podemos llamar la dimensión sádica que en ella adquiere la ley (un tema que vimos en las entradas dedicadas a la película "El proceso" de Orson Welles, basada en la novela de Kafka - ver acceso al pie de esta entrada -). Es decir, que la ley aparece en su reverso obsceno y que, sobretodo, se vierte en toda su violencia. Truffaut nos presenta esta dimensión en una escena donde la policia coge a un chico por llevar el pelo demasiado largo, y en plena calle le afeitan la cabeza mientras la gente a su alrrededor se ríe, y la voz que retransmite la noticia dice: "Algunos muchachos se empeñan aun en boicotear nuestras peluquerías. Vean a nuestra patrulla de higiene ocupándose de uno de estos jovenes mugrientos y la demostración que el ver cumplir la ley resulta divertido". Efectivamente, para la masa, el distinto, el diferente, es enemigo, y como tal no sólo debe ser castigado sino también humillado, y cuanto más mejor.

La ley obscena.
De manera parecida vemos esa dimensión obscena en el despido de Clarisse, en la película profesora de escuela, por no seguir "la norma": "Nunca me he llevado bien con los otros profesores, no aprobavan mis métodos. Yo no seguía el horario con regularidad, mis clases eran divertidas y no les gustaba." Cuando Montag la acompaña al colegio para que hable con el director se encuentra con toda evitación de contacto con ella y el rechazo directo de los niños que huyen de ella como almas en pena

También se nos presenta esta dimensión obscena con "el buzón de informaciones", buzón donde cualquiera puede denunciar a alguien de quien se sepa que tiene libros, cosa que hay que hacer mediante una foto, no por escrito. Clarisse le dice: "Entonces es un delator", a lo que Montag la corrige diciendo: "No, no, es un informador" a lo que, curiosamente, y cuando el "informante" tira la "información" en el buzón", Montag dice irónicamente: "Ya se ha desecho de un vecino ruidoso, o de un cuñado al que envidia o de su propia madre ¿por qué no?" En estos momentos Montag no se imagina que será Linda quien le denunciará a él por posesión de libros...

V. FINAL: MUJERES Y HOMBRES LIBRO.

El final de la película se basa en el intento de esclarecimiento de Montag acerca de la desaparición de Clarisse y de su distanciamiento cada vez mayor de una sociedad enferma a través de la lectura de libros.  Entre los archivos de Beatty descubre que su familia ha sido arrestada y que ella ha podido huir. Reencontrará a Clarisse en un breve encuentro quien le comunicará que marcha donde los hombres-libro, mujeres y hombres que memorizan cada uno de ellos un libro que pasarán a otra persona para que así no se pierda la sabiduría que se halla en ellos. Tras ser denunciado Montag por su propia esposa huirá tras quemar su casa y llegar donde los hombres-libro y reunirse con Clarisse, mientras las noticias televisadas ofrecen una mentira más en la que vemos la policia persiguiéndole y abatirlo desde un helicóptero.

Antes de dar por finalizado el comentario si quisiera poner énfasis en un comentario de Beatty en el libro y en la última versión de la película del 2018, un comentario que nos atañe a todos:

el público, que sabía lo que quería, permitió la supervivencia de los libros de historietas. Y de las revistas eróticas tridimensionales, claro está. Ahí tienes, Montag. No era una imposición del Gobierno. No hubo ningún dictado, ni declaración, ni censura, no. La tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías produjo el fenómeno, a Dios gracias. En la actualidad, gracias a todo ello, uno puede ser feliz continuamente...

¿Es esa la felicidad a la que aspiramos, la felicida de la uniformidad, del pensamiento único? ¿Es eso lo que realmente queremos? Recordemos que en España, con el gobierno de Rajoy, se intentó a través de la ley del nefasto ministro Wert, que se dedicara menos tiempos a las humanidades (literatura, filosofía, artes plásticas). Si lo permitimos, Fahrenheit 451, en la versión que se quiera, será lo que finalmente tendremos: una sociedad enferma.

Clarisse y Montag como mujeres y hombres-libro.
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[1] Bradbury, Ray. Fahrenheit, 451. Ed. Perdidas, pág. 36
[2] Baumann, Zygmunt. 44 cartas desde el mundo líquido. Paidós Estado y Sociedad, pág. 17
[3] Ver nota 1, págs. 31 y 32
[4] Ver nota 2, pág. 23
[5] Canetti, Elias. Masa y Poder. Filosofía, Alianza/Muchnik, págs. 69 y 70.

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PELÍCULAS RELACIONADAS (PULSAR EL TÍTULO PARA ACCEDER)


ESTAN VIVOS (John Carpenter, 1988): La dificultad y el dolor de despertar. Sociedad y enfermedad psíquica.


Yo como del cubo de la basura todo el tiempo. El nombre de este basurero es ideología. La fuerza material de la ideología me impide ver lo que estoy comiendo efectivamente. No sólo estamos esclavizados por la realidad. La tragedia de nuestro dilema en el interior de la ideología es que cuando creemos que escapamos a nuestros sueños en ese momento  nos encontramos en la ideología. (S. Zizek. Documental The pervert's guide to ideology) [1]




HANNAH ARENDT (Margarethe von Trotta, 2011): Sobre la vigencia de su discurso final.

Desde Sócretes y Platón entendemos que el pensamiento es algo así como el diálogo silencioso que el alma tiene consigo misma. Al negarse a ser una persona Eichmann pasó a ser su propia víctima renunciando sin saberlo a una de sus grandes facultades: la capacidad de pensar. Y como consecuencia cuando dejó de pensar dejó de discernir. Fué la incapacidad de pensar la que  hizo posible que muchos hombres, digamos normales y corrientes, cometiesen actos de barbarie a una escala enorme, actos que antes nunca se habían visto jamás.



La Ola reflexiona, partiendo de un hecho verídico, sobre la posibilidad, y la facilidad, con la que se puede reinstalar en la mente de las masas, en este casos de jóvenes estudiantes alemanes, un régimen de tintes fascistas como lo fue en su momento el nacionalsocialismo alemán.








La novela El proceso de Franz Kafka, presenta una temática extrañamente familiar si bien poniendo énfasis en las dos palabras: extraña y familiar. Alguien quien tras su temática aparentemente absurda y extraña comunica un sentimiento ciertamente próximo, lo familiar. Si bien El proceso es una obra que se ha prestado a múltiples interpretaciones, creo que más o menos directamente estaríamos de acuerdo en que se trata de una obra fundamental para comprender el sentimiento de culpa tal y como es entendido en su dimensión psicológica para diferenciarla de la culpa entendida en su sentido más legal.