AVISO. Por la naturaleza de los trabajos de este blog, el argumento e incluso el final de las peliculas son generalmente revelados.

sábado, 24 de febrero de 2024

CREATURA (Elena Martin Gimeno, 2023): del ser y la sexualidad femenina y sus vicisitudes.

La creatura es la sombra del creador (J. Cardona)

Creatura (Elena Martín Gimeno, 2023) es una buena película en todos los sentidos del término. En primer lugar lo es por la complejidad del tema que aborda, la sexualidad femenina y yo diría más, el ser femenino; en segundo lugar por la delicadeza con la que esta complejidad se aborda y que denota la preparación de seis años que su directora le dedicó; y en tercer lugar, por la sencillez del lenguaje que utiliza (el guion es de la misma Elena Martín Gimeno y de Clara Roquet), un lenguaje cotidiano que puede afectar a cualquier pareja, hábilmente combinado, no obstante, con el lenguaje no verbal que se desprende de las imágenes que acompañan sus escenas.

También es muy acertada la visión con la que la directora aborda la temática, en tanto en cuanto no sólo podemos ver su película desde una perspectiva psicológica, sino también por su dimensión sociológica en el sentido de como la sexualidad y el ser femenino ha estado también afectada y determinada por la masculina desde las posiciones patriarcales hegemónicas. Dimensiones que la directora plasma en la relación de pareja de Mila (Elena Martín Gimeno) con Marcel (Oriol Pla), así como, y especialmente, en la visión que se transmite de la adolescencia.

Otro aspecto que me parece importante en el tratamiento de la película es que todos sus protagonistas no son malas personas ni abusadores ni maltratadores, sino que son personas que, no obstante, están determinadas por la dimensión neurótica de su carácter, y de cómo esta dimensión también determina la relación de una pareja. Este tratamiento es lo que la acerca no tanto a la temática  excepcional de los abusos y el maltrato, como a las dimensiones de lo cotidiano de la neurosis que puede afectar a muchas parejas.

Finalmente, un tema central que se deriva de las dimensiones psicológicas y sociológicas es la cuestión educativa, y educativa con relación a los padres (como en alguna entrevista también destaca la directora). El conocimiento de la sexualidad infantil es una cuestión básica para poder atender las pulsiones sexuales infantiles que tienen los niños, aunque esta es sólo una parte de la cuestión. Los padres tendríamos que ser educados, en general, sobre quién es un niño, ya no solo por la sexualidad infantil sino para saber los que es una psique infantil y como debe ser tratada en todos los ámbitos.

Al final, el título de la película nos habla de todo esto, de cómo, como creaturas somos una construcción del Otro, cuando no de la sombra (en el sentido arquetípico de Jung) del Otro.

I. EL SÍNTOMA.

¿Qué quiere una mujer? - Sigmund Freud -

La película empieza con las voces que dan a entender que se está haciendo una mudanza y la imagen de una niña masturbándose (Mila, de no mas de cinco años), y que, a través de una voz que pronuncia su nombre, es sorprendida por su madre. Luego pasamos a otra escena, otra mudanza  donde Mila y Marcel se trasladan a la casa de los padre (metáfora de la vuelta a la infancia). Después vemos a la pareja en la cama. Mila quiere tener sexo con Marcel, quien está leyendo. Marcel no parece muy entusiasmado, pero ante la insistencia de Mila accede, no obstante y decirle algo que ante el deseo de Mila sorprende: "Para, para... no hace falta" - le dice Marcel -, a lo que Mila le responde "Es que me apetece". Mila nota algo que estará presente en toda la película, la incomodidad que genera su deseo y su búsqueda de satisfacción, el placer. Es ante esa incomodidad que Mila es quien le dice a Marcel "¿Quieres o no?", a lo que Marcel responde un "si" apresurado, típico del carácter obsesivo que intenta aplacar el goce de su amante.


Sin embargo, en su contacto también apreciamos algunos momentos de tensión como cuando Mila insiste en que le mire a los ojos y que él no lo sostiene, y así vuelven las preguntas: qué si tú estás bien o no, seguro, sí, pero no... Marcel se levanta y mientras Mila le insiste que la mire y le hable le dice enfadado: "Mira Mila, no hace falta que follemos si no quieres. Ya está, no pasa nada, ya lo hemos hablado, pero no me hagas servir a mí de excusa". Mila insiste en hablar, pero Marcel no quiere hasta que enfadado reacciona diciendo: "¡Me estás manipulando, me estás haciendo sentir fatal! ¡Quieres que nos acostemos, pero no te gusta nada de lo que hago! ¡Y me pides... o sea basta! Lo siento mucho, hasta aquí he llegado yo." Es en este momento cuando Mila empieza a tener una fuerte ansiedad unido al escozor que le produce un eccema que le surge en toda la zona alrededor de sus genitales. Marcel se queda entonces y procura acompañarla y que no se haga daño. Es en este momento cuando Mila muestra el núcleo alrededor del cual se manifiesta su somatización al decirle a Marcel: "Perdóname. ¿Te he dado asco?" Y luego sigue insistiendo: "Perdón... Es que no sé qué me pasa. Es culpa mía, perdóname". Y sigue insistiendo en el perdón. En la escena siguiente, vemos como el eccema se le está extendiendo por todo el cuerpo. Luego le dice a Marcel que ya le salía de pequeña y que lo atribuían a nervios.



Esta escena centra todo lo que alrededor de ella irá surgiendo en la película. ¿Qué observamos? Veamos:

1) El deseo de Mila que parece no encontrar una recepción entusiasta en Marcel, quien está leyendo. No obstante, este, ante su insistencia accede.

Efectivamente, Marcel, a quien la directora trata con mucha delicadeza, presenta un problema clásico del carácter obsesivo: el control del deseo del otro a efectos de regular su goce. Es por lo que siempre, más que articular su deseo, parece intentar complacer el de Mila.

2) El deseo de Mila que indica a Marcel como quiere sentirse deseada, en especial a través de que le mire a los ojos.

El mirar a los ojos, en el contexto de la relación de Marcel y Mila, implica un reconocimiento del sujeto que es objeto de deseo, y más allá, como objeto de amor. La demanda de Mila a Marcel de que la mire es la mirada que unifica deseo y amor, y que sería el lado opuesto de esa pregunta que hace Mila en plena desesperación: "¿Te doy asco?"

3) El enfado de Marcel ante el hecho de que Mila parece notar que él no está bien en la relación.

El enfado de Marcel pone de relieve como se sitúa ante el deseo de Mila: esa demanda insistente de "mírame" deviene en un exceso para él, la confirmación de que su complacencia es insuficiente para regular ese deseo y la entrada en su insuficiencia. 

4) La insistencia de Mila por hablar del tema, confrontado con el enfado de Marcel que no quiere hablar sino solo irse, y quien le indica que le está haciendo sentir fatal, o que no le gusta nada de lo que hace.

Ese exceso que la demanda de Mila toma más forma para Marcel cuando ella insiste para hablar de lo sucedido con él, lo que le pone en la dificultad, que se le observa durante toda la película, para comunicarse desde un plano más emocional, y que ante esta imposibilidad le lleva a manipular - él si - culpabilizándola a ella. Recordemos: ¡Me estás manipulando, me estás haciendo sentir fatal! ¡Quieres que nos acostemos, pero no te gusta nada de lo que hago! ¡Y me pides... o sea basta!

5) Ante el enfado de Marcel, la entrada en ansiedad de Mila, así como la aparición del escozor del eccema, unido a su sentirse culpable, pidiendo perdón, así como la creencia de que le ha dado asco.

Su demanda constante de perdón se une a esa pregunta a Marcel de si le da asco. Observemos que aquí se dan dos síntomas relacionados con el deseo de Mila y su cuerpo: la culpa (que además se manifiesta con una fuerte ansiedad y vergüenza) y el eccema como una somatización vinculada con lo sucedido. Finalmente, se lanza la vinculación del síntoma con la infancia cuando Mila dice que esto ya le pasaba de pequeña...

Antes de entrar en la adolescencia de Mila, veremos la última escena de esta parte, un sueño que sigue indicándonos la temática de base:

Mila sueña que está estirada en la cama y que unas manos le acarician la zona de los genitales. Esta excitada, aunque de repente una voz femenina (que nos recuerda la voz de su madre en la escena del inicio de la película) pronuncia su nombre "Mila", y la despierta. Se levanta, mira la zona, y entonces ve que la de su sexo ha quedado como borrado, liso...

Una vez más vemos representado en el sueño la relación contacto-excitación-culpa/reprobación, que es lo que se repetirá, como veremos, en la adolescencia y la infancia.

Tenemos así planteado el cuadro inicial sobre el que se estructura el resto de la película.

II. LA ADOLESCENCIA.

Vemos entonces a Mila en la adolescencia (interpretada por Claudia Malagelada), y la vemos cómo va a vérselas en su contacto con la sexualidad:

En primer lugar, vemos el contacto con el sexo a través de alguna página por ordenador. Es interesante como entre bromas, y en una escena determinada, cambia la expresión de Mila y una amiga suya ante lo que se supone (la imagen no se ve) de un hombre mostrándoles su pene excitado. Posteriormente, veremos a Mila haciendo lo mismo al mostrarle sus genitales a un hombre a través de la cámara, estirada en la cama, mientras oculta su rostro con una almohada. Una reflexión interesante de los peligros de cómo nos familiarizamos con la sexualidad cuando no hay una educación a este respecto.




En segundo lugar, y mientras en una fiesta del pueblo mantiene relaciones con un chico que le gusta, asistimos a la percepción masculina de una mujer que se deja llevar por la intensidad de su deseo con: "No creía que fueras tan guarrilla. Por la carita de niña buena". Unos instantes después, Mila le muerde en el cuello haciéndole ligeramente daño al chico con lo que se interrumpe el encuentro. Es significativo que el morder en las relaciones sexuales, generalmente relacionado con un fuerte impulso, puede, en estas imágenes, verse como el deseo que se desborda y realiza un acto incontrolado producto de una falta de control emocional, aunque también, en un plano más edípico, puede representar la necesidad de "incorporación" del sujeto deseado. En ese sentido, la retirada del chico puede hacer sentir a Mila que algo de su deseo provoca esa salida del encuentro, ese apartamiento (el deseo como un exceso).

En tercer lugar, una escena familiar en la que Mila habla de algunos excesos que ocurrieron en la fiesta: "... había una chica que iba superborracha. Se intentó ligar un tío y luego fue a liarse con otro en la playa delante de todo el mundo. Estaban a la vista de todos. Iban a saco. Y encima va enseñando las tetas por messenger," Observamos entonces un cruce de miradas entre Mila y Gerard (Alex Brendemhül), su padre, en donde observamos la mirada incómoda y desaprobadora de éste y la incomodidad y vergüenza de Mila. 



Después sigue otro sueño:

Mila está en un descampado quitándose el vestido que lleva y se estira de espaldas al suelo. Varios chicos se acercan a ella y empiezan a besarle el cuerpo. De repente levanta un poco la cabeza y ve aparecer la cabeza de otro chico (Guillem, un amigo de Mila, a quien parece que, además, le gusta) que la mira de manera enjuiciadora.

De nuevo otra imagen que enjuicia, y que como en todo sueño configura lo que ya es el propio juicio interno de Mila sobre sí misma, lo que parece verse como un deseo excesivo, como si este exceso, que no es necesariamente un exceso, excepto por ser deseo de mujer, definiera algo malo o menospreciable.



Y, efectivamente, luego se da el encuentro con Guillem, con quien se da el siguiente diálogo:

Guillem: ¿Estás bien?
Mila: Si, claro... Una cosa Guillem. ¿Yo te gusto?
Guillem: Tu novio nos está mirando (el chico de la noche en la playa).
Mila: No es mi novio.
Guillem: Joder Mila, tú no eres así.
Mila: ¿Así como?
Guillem: Pues que hablan de ti. Te llaman guarra.

Como vemos una carga más contra el deseo de Mila que hace que surja su eccema como síntoma. Posteriormente, tendrá dos escenificaciones de nuevo con su padre que se complementan para expandir la problemática de Mila. La primera que nos pone en relación con un conflicto edípico, y la segunda de nuevo con Mila y su sexualidad. Veamos:

En la primera escena observamos un momento muy tenso entre Diana (Clara Segura), su madre, y Mila, cuando la primera se preocupa por si toma precauciones, que le preocupa que no vaya con cuidado. Es interesante porque Mila le pregunta: "¿Por qué no me dice esto papá?" A lo que la madre repone que ella también puede hablar con ella. La conversación va subiendo de tono hasta que Mila estalla y le dice varias veces que no quiere oírla, a la vez que quiere echarla de la habitación, hasta que le grita: "'¡Mama te odio! Te odio, ¿vale? ¡Quiero que te vayas! ¡Déjame en paz!" Justo entonces entra Gerard, el padre, para recriminarle su actuación: "¿Por qué le hablas así a tu madre?" Asistimos entonces a un cambio de actitud total en Mila, del enfado con la madre pasamos a la obediencia al padre, quien continua: "En esta casa no se habla así, y tu no eres la excepción. ¿Lo entiendes? ¿Lo entiendes, o no?" Una Mila entre miedosa, culposa y llorosa asiente. Y su padre continua implacable: "Ve y pídele perdón a tu madre. No me esperaba esto de ti. Me has decepcionado mucho! ¿Por qué ese odio a la madre? ¿Por qué ese sometimiento al padre? En la infancia encontraremos la respuesta. 

En una escena que sigue a esta, podemos ver enfatizada la tensión, cuando Gerard abraza con cariño a Clara, en el cruce de su mirada  con la entre triste y enfadada de Mila. Aquí podría articularse una reflexión de origen edípico, propio del carácter histérico, de por qué ella (Clara), no le suscita la incomodidad que yo si le suscito.




No obstante, hay que entender esas escenas en función de la siguiente.

En la segunda escena asistimos al conflicto de Mila con su padre al no dejarle este que pase la noche en casa de Guillem, cuyos padres se conocen, y sabiendo que Guillem es su mejor amigo desde hace tiempo. Su padre se muestra reacio sin dar razones claras del porqué, y ante la insistencia de Mila por entenderlo, y para que le explique su negativa, su reacción es cada vez más airada, hasta que, en un momento dado, le dice: "¡Porque me haces sentir incómodo! ¿Eso lo entiendes, o no? Hostia, no es normal. No es normal que vayas así por la vida con tu edad." Mila entonces estalla en un lloro inconsolable, a la vez que el eccema empeora. Dice entonces: "Da igual, no voy. Pero no os enfadéis conmigo, por favor, no puedo más... no puedo más." Entonces Gerard la abraza y es cuando ella le dice: "No sé porque no me quieres."



Decepción (ante el padre), culpa (ante la madre) e incomodidad (ante su deseo), configuran el triángulo que ponen de relieve ese conflicto edípico no resuelto, y que sitúan a Mila, como ser y a su deseo, como algo que suscita incomodidad, inadecuación. Recordemos el "me haces sentir fatal" de Marcel ante el deseo de Mila. Vamos siguiendo, en esa vuelta atrás en el tiempo, que aquello que le sucede a Mila como mujer adulta, ya estaba presente en su adolescencia.

III. LA INCOMODIDAD.

La repetición es repetición del goce del trauma en el síntoma (J. A. Naranjo)

En una repetición del guion (en el sentido de la compulsión a la repetición de Freud, el guion de Eric Berne o la gestalt incompleta de Perls), Mila vuelve a dejar surgir con Marcel su deseo (que guapo que eres, estoy cachonda) y la plantea una fantasía. De nuevo ya empezamos a ver la incomodidad de Marcel ante este planteamiento. Una vez más, y ante el deseo de Mila, percibido como un exceso por la dimensión obsesiva de Marcel, este muestra una vez más su incomodidad: "Mila, por favor..." Conforme la fantasía avanza, Marcel le hace, involuntariamente, daño en el eccema y quiere parar, Mila continua... y le muerde (de nuevo el descontrol emocional y la incorporación). Marcel se ve superado: "Paremos, paremos... no sé qué coño estamos haciendo [...] es un poco tóxico. No me gusta". Mila le dice que sólo es un juego, Pero Marcel continua: "¿Quieres que te diga que me quiero follar a otra? ¿Tú quieres follar con otro? [...] "Creo que esto no es sano"

Al final de toda esta situación se repetirá la misma escena que con el padre. Mila quiere comprender qué le pasa, pero Marcel colapsa de nuevo y tiene dificultades para comunicarse y emocionalmente está cerrado, y cuando lo logra, igual que en la primera vez, es para expresar sus fantasmas personales y presentarse como víctima: "Me siento un inútil, me siento muy pequeño. Siento que nada de lo que hago es suficiente, Me haces sentir muy pequeño. Me haces sentir poco hombre y que yo no te excito" Y, por fin, al final, aparece el tema: "Me cierro en banda porque me incomoda. Y me cierro, si." Y, finalmente, el tema para Marcel, y relacionado con esta incomodidad es que "es muy fuerte lo que te está pasando [...] Creo que debería ser fácil. Las cosas deberían ser fáciles. No debería costar tanto." para concluir que, y como consecuencia: "Quizá no estoy a la altura. ¿Sabes? Creo que necesitas una persona a tu lado que sepa hacer unas cosas que yo ahora no sé hacer." Así, finalmente, y como resultado de esta incomodidad, la pareja se separa.



Y la historia se repite de nuevo. Mila es consecuente consigo misma cuando le responde a Marcel que ella tiene que seguir con su proceso, que no puede no hacerlo. Y es en la continuidad de este proceso cuando observamos, de nuevo, la incomodidad de su padre cuando Mila se recuesta sobre él. Ante esa incomodidad, Mila lo intenta hablar con su padre (¿Tú estás cómodo conmigo?), y como Marcel, vemos en Gerard no sólo su incomodidad en el contacto con su hija, sino también en el momento de hablar sobre el tema, todo y la receptividad con la que se lo toma. Como con Marcel, su incomodidad se acaba saldando con una Mila diciendo que no es importante y con la necesidad de Gerard de salir a dar una vuelta... 

Ahora podemos comprender la cita del principio de este punto, puesto que la compulsión a la repetición se base en ese goce que Lacan definió como ese placer doloroso que es el intento de retornar a un lugar imposible. ¿Qué lugar es ese? Es lo que ahora veremos en el retorno a la infancia de Mila.

IV. LA INFANCIA.

Las personas nacen príncipes y princesas hasta que sus padres les convierten en ranas. (Eric Berne) 
Todo niño es el sueño de los padres, y así devienen en la pesadilla de los hijos (Jaume Cardona). 

Esta parte de la película nos traslada a la infancia de Mila, cuando no tendría más de cuatro o cinco años. En ella observamos dos elementos clásicos de esta fase de desarrollo de una niña: por un lado el hecho de que se halla en plena fase del complejo de Edipo; y por otro lado, por el hecho de que la sexualidad infantil se halla en su etapa en donde el interés por los genitales y por la masturbación genital alcanza el punto máximo. ¿Qué es lo que nos muestra la directora en esta fase de la película? Veamos:

Desde el punto de vista del complejo de Edipo vemos una niña que insiste que quiere estar con su papá (un papa que se muestra cariñoso y juguetón), hacer las cosas con él, que le cuente cuentos él, ante la mirada un tanto molesta de la madre que se siente rechazada. Ese estar con su papá es lo que en el psicoanálisis se llama ver al papá como el falo, es decir, aquello que completa la falta y que constituye el "deseo edípico", un deseo que nada tiene que ver como lo consideramos los adultos, un deseo virtual que no puede ser cumplido, y que tiene como objetivo el goce, entendido ese, como la fusión extática entre hijo y progenitor, en este caso entre hija y padre, el más allá del principio del placer de Freud.

Desde el punto de vista de la sexualidad infantil vemos una Mila que está fascinada por su bulba y que busca en ella experimentar el placer. Así empezamos a ver su curiosidad hasta que sus manifestaciones empiezan a ser molestas o incómodas para los adultos. Así vemos una imagen de Mila haciendo un movimiento de vaivén de sus caderas en la falda de su tío quien de pronto se incomoda, así como también se muestra incómodo Gerard al verlo, no obstante y que el tío lo gestiona con delicadeza. Incomodidad que estallará en la figura del padre quien ante esas manifestaciones de esa sexualidad infantil dirigidas hacia él reacciona de manera muy poco adecuada: "¡¡Mila Basta!! - empujándola con cierta violencia - ¡Hostia, te he dicho que pares! ¿¡Cuantas veces te he de decir las cosas!? [...] ¡Eso no está bien! ¡Esto no se hace! ¡Me estás haciendo daño y molestando, Mila!" El padre se va de la habitación mientras la pequeña Mila llora. La intervención de la madre tampoco es de mucha ayuda, pues aún con buenas palabras no hace más que reafirmar el comportamiento del padre. Finalmente, vemos a Mila con sus padres en un patín de mar y como ya dice: "me pica todo".



Estas serían las escenas primarias en las que el deseo y la búsqueda de su satisfacción, el placer, se ven asociadas a la incomodidad, a la culpa y al rechazo y, como la Mila adulta le pregunta a Marcel, incluso al dar asco. Estas escenas primarias constituyen la base sobre la que se estructura la compulsión a la repetición, el guion de vida o la gestalt incompleta, en la que el dolor de esas asociaciones se une a la búsqueda del goce, de ese retorno originario, fusional, el más allá del principio del placer de Freud, de aquello que persigue el deseo edípico.

V. REESTRUCTURANDO EL GUION.

La película acaba con la reestructuración de la constelación edípica introyectada en el mundo psíquico de Mila. A las palabras que Mila le dirige hacia su padre acerca de si se siente incómodo con ella, y que de alguna manera Gerard recoge, sigue el reconocimiento de la madre, y en el que una Mila emocionada le dice: "Me sabe mal ser arisca contigo a veces. No te lo mereces". Acostadas y tomadas de la mano ambas, la madre (a quien se la acaba de morir su madre, la abuela de Mila) le cuenta un bonito sueño que tuvo:

Estábamos en cama. Yo estaba en el medio, y cada una estabais a un lado. Y tú eras tan pequeña [...] cuatro o cinco años. Me hacía mucha ilusión verte así porque hacía mucho tiempo que no te veía tan bichito. Y me decías: ¿me meneas el culete? Y yo te cogía y te ponía encima mío y te movía el culete hasta que te dormías. Eras tan pequeña y tan preciosa.

Un bonito sueño - que más allá del significado que tendría para la propia madre - pone de relieve dos elementos, el recontactar con la línea de mujeres y con el mundo femenino y su amor y observar, como le pregunta Mila "¿A ti también te pedía menearme el culete?" "Claro, día si y día también. ¿No te acuerdas?" - le responde su madre -, en lo que viene a ser una revelación para ella, la revelación de que su madre nunca la rechazó ni la juzgó por su contacto físico, que nunca la incomodó y que la amaba.



Finalmente, y en una escena familiar, vemos también como algo ha sucedido con Gerard, su padre, quien, ante su sorpresa, de repente, se acerca a ella y la abraza y le acaricia su mejilla...



La película acaba con Mila en la orilla del mar, desnuda y estirada entre las rocas y echándose agua por encima de su eccema en la zona de sus genitales. Bonita imagen metafórica del proceso que Mila esta atravesando, un proceso de reestructuración que la irá llevando a "descontaminar" (el agua del mar es desinfectante) la inocencia que fue perturbada en la infancia por esos desequilibrios familiares y sociales con las que el deseo y el placer, y esencialmente el ser femeninos, han sido contaminados.

jueves, 24 de agosto de 2023

INSTINTO (INSTINCT, John Turteltaub, 1999): Civilización, Narcisismo y Agresividad.

Instinto (Instinct), película dirigida por Jon Turteltaub y estrenada en 1999 es una de estas películas que la crítica menospreció por defecto. A veces reconozco que me resulta difícil comprender el mundo dela crítica de cine y por qué ciertas películas son valoradas, mientras que otras son denostadas sin miramientos: sensiblera, refrito de distintos temas ya explotados por el cine, que si guión malo apoyado en una dirección sólida, que si dirección mala para un guión mediocre, por no decir el cúmulo de las subjetividades personales que el crítico aporta y que nada tienen que ver con la película.  Como ya dije en mi presentación del blog, este es un blog que pretende hacer comprensible a partir de películas de cine, y mas allá de su valoración estrictamente cinematográfica, conceptos o ideas de orden psicológico y, yendo un poco o más allá, filosófico y existencial. Centrémonos pues en esto.

Instinto plantea el problema derivado de unos supuestos crímenes protagonizados por el antropólogo Ethan Powell (Anthony Hopkins) en Ruanda, donde había desaparecido en la selva para vivir con y como ellos en una comunidad de gorilas a los que había estudiado durante mucho tiempo. Trasladado posteriormente a Estados Unidos es ingresado en una prisión para enfermos mentales en la que se mantiene en un absoluto mutismo a la espera de un juicio y de una evaluación psiquiátrica. Por otro lado, Theo Caulder (Cuba Gooding, Jr.), un ambicioso psiquiatra, intentará penetrar en la mente del antropólogo para comprender su decisión de retirarse a vivir con los gorilas, así como por las acciones violentas que protagonizó en Ruanda, donde parece que mató algunos guardas de la reserva natural.

I. EL CONFLICTO ENTRE CIVILIZACIÓN Y NATURALEZA.

Los dos personajes ya nos dan a entender uno de los fundamentos de la película, aquel que conocemos como el conflicto entre Naturaleza y Civilización, como ya destacó Freud en su imprescindible libro El malestar de la cultura (1930) [1], y en el que el creador del psicoanálisis reflexionaba sobre el conflicto inherente entre el desarrollo de la cultura o la civilización que se levanta sobre la represión de los instintos y las pulsiones a través del sentimiento de culpa y la consecuente insatisfacción que esto genera en el ser humano.


Anthony Hopkins en el papel de Ethan Powell


Jacques Lacan, en su conocido trabajo sobre El estadio del espejo [2], nos habla de que en el ser humano habita una discordia primigenia producto de la inmadurez biológica con la que el ser humana nace, y que los embriólogos llaman fetalización, es decir, que el bebé humano nace prematuramente, absolutamente inmaduro biológicamente en comparación con cualquiera de los animales cuyo soporte biológico-instintivo está mucho más desarrollado. Este factor hace que la criatura humana sea mucho más dependiente y que la percepción de carencia o falta y cuerpo fragmentado sea una de sus características fundamentales. Esta inmadurez biológica es el "precio" que pagamos para que la consciencia se desarrolle. La dependencia, manifestada en esta fase por una identificación con el otro, deriva en una relación ambivalente de necesidad y destrucción, y que toma una forma de, por decirlo de una manera sencilla, necesito al otro, pero para no desaparecer en él debo destruirlo. Volveremos a este punto más adelante.

Y, finalmente, citar a C. G. Jung, quien veía en este conflicto uno de los problemas fundamentales del hombre occidental, cuyo mayor desarrollo de la individualidad (no confundir con su concepto de individuación) no ha hecho más que incidir en la naturaleza del conflicto. Jung no solo veía la naturaleza del conflicto sino lo que, siguiendo a Lacan, llamamos la discordia primigenia que habita al ser humano, entendida esta discordia como la grieta que el desarrollo de la consciencia implicó para el hombre en relación con sus orígenes, que no es más que la Naturaleza. De hecho la individuación, a diferencia de la individualidad, tiende a asumir el conflicto originario para llegar a la concordia entre civilización y naturaleza, entre el ser civilizado y el animal humano. El narcisismo egocéntrico a la que la individualidad nos dirige es substituido por un narcisismo trófico que incluye los sentimientos de pertenencia y empatía, de afinidad, en el que la alteridad no es vista como motivo de desconfianza y recelo, sino como puntos de vista que, que por distintos que sean, no por ello dejan de ser respetables.

Algunos de estos temas ya han sido también abordados en otros entradas que podéis encontrar al pie de esta.

Ethan Powell representará al hombre que vuelve a la naturaleza sin concesiones, oponiéndose radicalmente a la civilización, entendida esta como lo que civilización significa hoy en día en el mundo occidental. Por el contrario, Theo Caulder, inicialmente, representa al hombre occidental ambicioso, y en el que le interesa más "el caso", que el ser humano que esconde "el caso". Es algo que su mentor, el doctor Ben Hillard (Donald Sutherland), le dice cuando le insinúa que "un caso como este es un impulso para cualquier carrera y es lo que has pensado. Tu confirmación [...] Entonces escribirás un best seller. ¿Me equivoco? [...] ¿Ya sabes el título de tu best seller?"


Theo Caulder y Ethan Powell


Observemos, a diferencia de Theo, el cambio de mirada que se da en Ethan mientras investigaba a la comunidad de gorilas en Ruanda. El cambio de mirada que va de pasar de mirar el sujeto como "caso", como "un objeto de estudio", a reconocerle como "sujeto en relación". En una escena Ethan le cuenta a Theo como se dio ese paso en relación a sus "objetos de estudio" y a las fotografías que tomaba de ellos cuando le dejaron acercarse más:

"... creí que mi presencia les ponía nerviosos, pero no era eso, era la máquina, la cámara lo que sobraba. De manera que deje de utilizarla. Entonces fue cuando empecé a verlos, por primera vez. Me preguntaba si me echaban de manos cuando me iba por la noche, aquel hombre que les observaba desde fuera de su círculo. ¿Pensarían en mi? Yo pensaba en ellos. Los echaba de menos y me gustaban, incluso los necesitaba."

Volvemos luego a esta escena. Pero ahora nos pararemos en esta observación que Ethan hace acerca de la cámara fotográfica, un aparato que puede representar perfectamente los logros de la civilización pero que, según como se utiliza, actúa como un perturbador entre el observador y el observado. La cámara marca una diferencia que, en realidad, nos sitúa en una posición posesiva, donde lo importante es captar una imagen, casi como un trofeo, que estar en ese ver del que habla Ethan, cuando la mirada no está sesgada por la mirilla o la pantalla de la cámara. La una nos orienta hacia la posesión, el trofeo; la otra hacia la relación.




Ese pequeño detalle ya nos plantea uno de los conflictos de la civilización con la naturaleza: el mirar las cosas como objetos en función de la utilidad que presten. En el caso de Theo se trata del mirar a Ethan como un "caso interesante e importante" en función de su ambición como psiquiatra, y no tanto el ver a Ethan como un sujeto que merece su verdadera atención y voluntad de comprensión para atender a las razones de su comportamiento

Quizá esta visión que tenían algunas culturas sobre que el tomarles fotografías era una manera de robarles el alma, o una parte del alma, no es nada errónea, ya que, en realidad, en ocasiones, cosifica al ser humano y lo transforma en objeto utilización o de curiosidad folclórica. En todo caso, y en la actualidad, esa visión ha sido modificada por la visión más occidentalizada del criterio de rentabilidad, es decir, si quieres tomarme una foto paga un precio.

II. EL REENCUENTRO: ¿EL PARAÍSO PERDIDO O EL SILENCIO PRIMIGENIO?

El final de esta escena también nos lleva hacia el tema de fondo. Cuenta Ethan que los gorilas le dejaban acercarse cada vez más y que:"Mi lento viaje hacia ellos me emocionaba. Me sentía un privilegiado. En cierto modo me sentía como si regresara a algo que hacía mucho tiempo que había perdido y que solo entonces recordaba."

¿A qué "algo" se refiere Ethan? En unas bellas imágenes vemos el momento en que hombre y animal se reconocen y el jefe de la manada de gorilas Lomo Plateado y Ethan se dan la mano tiernamente, y sigue diciéndole entonces a Theo: "Allí, en lo más profundo de aquellos bosques, lejos de todo cuanto conoces, lejos de todo cuanto te han enseñado en la escuela o en los libros, en las canciones o en los poemas, encuentras La Paz Yua (nombre que le da a Theo), la afinidad, la armonía e incluso la seguridad."



En una primera observación podríamos decir que Ethan, en cierta manera, entra en lo que el antropólogo Lucien Lévy-Bhrul llamó "participación mística" o pensamiento pre-lógico... Pasa a formar parte del alma del mundo que, a su vez, se refleja en todos sus elementos. Ese sentimiento de afinidad y armonía son las propias de un  paraíso o un jardín del edén, cuando el hombre estaba integrado en la Naturaleza y no separado de ella. Sin embargo, creo que en el caso de Ethan, podríamos ir aun más lejos...

- El mutismo de Ethan: la identificación con Lomo Plateado. La renuncia al lenguaje.

Efectivamente, su encuentro y reconocimiento con Lomo plateado le lleva a una identificación con él. No se trata sólo del clásico reconocimiento de una polaridad "hombre civilizado-animal salvaje" (una versión de la polaridad persona-sombra junguiana), sino del desplazamiento polar de un opuesto al otro. No es sólo el reconocimiento por parte de la persona civilizada del animal salvaje que se halla sometido en las mazmorras de su psique, sino de una identificación con el animal salvaje que le lleva a renunciar al hombre civilizado. Creo que esto explica el inicial mutismo de Ethan, su inicial renuncia al lenguaje. Ya no se trata de participación mística o pensamiento pre-lógico, se trata de un retorno al estado pre-simbólico, al silencio primigenio. El rechazo al lenguaje es la muestra por excelencia del rechazo a lo humano.




- El ser presa de las apariencias: Theo Caulder.

En el lado opuesto de Ethan tenemos al joven psiquiatra Theo. Él es el hombre, al menos en parte, perfectamente identificado con el hombre civilizado y que, como tal, tiene proscrito el animal que habita en cada uno de nosotros. Contemplado desde las consecuencias que el estadio del espejo de Lacan comporta, Theo se ajusta perfectamente a dos de ellas (hay una tercera de la que hablaremos posteriormente - ver punto V -):

1. El humano queda prisionero por el brillo de las imágenes (captación), debido al escalón existente entre la experiencia de incapacidad y la imponente figura que el espejo le devuelve, que, por supuesto, es preferible. De ahí en adelante el sujeto caerá presa de las apariencias, una dimensión que tendrá una gran trascendencia en sus relaciones interpersonales.

2. La alienación se muestra al encontrarse el yo demasiado comprometido con la exterioridad y se revela en lo difícil que resulta independizarse de los demás; la consecuencia es tener que considerar al Otro y pedirle explicaciones para saber cómo actuar. [3]

La traducción de estas dos consecuencias la vemos en un momento crítico para Theo cuando le reconoce a Ethan lo siguiente:

Una vez me preguntaste qué te mantiene tan tenso y angustiado cuando te despiertas en plena noche. ¿Quieres saberlo? Lo he estado pensando, pensando mucho. No es el trabajo [...] es el juego, el juego Ethan, y que bien se me da. Me aseguraba de quedar bien con los de arriba. Por la noche repasaba la lista en mi cabeza. ¿Caigo bien a Ben Hillard? ¿Caigo bien al doctor Josephsson? ¿Caigo bien a todos los que pueden ayudarme? ¿Caigo bien a los que podrían hacerme daño? Nadie creía que yo fuera un perdedor. Yo no ofendía a nadie, a ningún amigo.

Como dice José Manuel García Arroyo "la alienación se muestra al encontrarse el yo demasiado comprometido con la exterioridad y se revela en lo difícil que resulta independizarse de los demás".




Podríamos reflexionar también en que medida la identificación de Ethan con Lomo plateado no forma también parte de esta "captación" por el brillo de la imagen del gorila y su apariencia de todo-potencia que tiene su origen en el estadio del espejo.

III. AMOR Y LENGUAJE.

¿Qué le hace recuperar el lenguaje a Ethan? Su hija Lynn Powell (Maura Tierney). Cuando, como estrategia, Theo le muestra fotografías realizadas por ella, así como de su casa y una foto de ella (a la que inicialmente reacciona con violencia), finalmente le dice: 

Su silencio dice si. Sigo siendo un animal, un animal salvaje y peligroso. Podéis golpearme y enjaularme, ya no soy humano. No tengo nada que decir. Ni a ese loquero que está frente a mí ni a ningún guardia, ni siquiera a ella, pero ella aun quiere a su padre, quiere recuperarle. ¿Qué dice a eso? ¿Qué le dice a ella?

A lo que, por fin, Ethan responde un simple "adiós", para luego añadir: ¿Le he alegrado el puto día?.




Es a través del amor que siente por su hija, a pesar de la radicalidad que implica su decisión de desaparecer del mundo de los humanos, que se decide a hablar ante la sorpresa de todos los presentes (el psiquiatra del centro penitenciario y los guardias). Es  Lynn y su recuerdo el único anclaje que aún le une a la humanidad. En la escena en la que se encuentra con Lynn le entrega una foto que ha llevado consigo desde su desaparición, una foto de ella de pequeña, diciéndole: "Cuando me alejé de ti siempre te llevé en mi interior...".

Y es por ese anclaje de humanidad con Lynn que puede también establecerlo con Theo, iniciándose entre ambos una relación en la que ambos se aportarán aquello que habían perdido. Se inicia, como decimos en psicoterapia, un diálogo, una dialéctica entre polaridades en las que al final, ambos reconocen aquello que el otro le ha aportado. Como le dice Ethan a Theo al fina, en una nota que le deja, tras huír del centro penitenciario para volver a la selva: "Querido Theo, lamento no estar ahí para despedirme. Tenías razón, la libertad no es un sueño, está ahí, al otro lado de esos muros que nosotros mismos construimos. Gracias por darme esperanza y por devolverme a mi hija. Y te doy las gracias por haber compartido este viaje conmigo. Tu amigo, Ethan." Por su lado. Theo le dice a Ethan cuando este vuelve al mutismo tras un altercado en el centro: "Sabes qué. Me enseñaste a vivir el margen del juego. Tú me has enseñado a vivir. Y sabes lo que me asusta aún más, que estoy volviendo a caer... ¿Quieres saber lo que de verdad sucede? Préstame atención, esto se me da bien. Lo que intento es no despedirme de ti, intento no decirte que te echare de menos. Intento olvidarte. Ethan Powell, caso cerrado. Caso cerrado... Mírame (le dice visiblemente emocionado).

IV. DE DOMINANTES Y DOMINADOS, DE VENCEDORES Y VENCIDOS.

Cómo salir del Orden
establecido, impuesto, ajusticiante,
un Orden
de dominados y dominantes,
de vencedores y vencidos. 
                                  (Jesús Lizano)

Escuchando en algunos momentos a Ethan recuerdo al poeta Jesús Lizano y su percepción de nuestro mundo como un mundo inclinado al dominio, un mundo de dominantes y dominados, de vencedores y vencidos. Ethan los llama saqueadores. Al comparar al supuesto hombre civilizado con las sociedades tribales (cazadores, agricultores, recolectores)  dice:

... nunca mataban más animales de los que precisaban ni trabajaban más tierra de la que necesitaban. Luchaban, pero no provocaban guerras, jamás exterminaban. Tenían un lugar en el mundo, es más formaban parte de él y lo compartían. Nosotros lo cambiamos todo.

El desarrollo de la individualidad, base de la civilización, perturbó el equilibrio del ser con la naturaleza, se profundizó la falta y la carencia como un abismo que exacerbó el desarrolló del narcisismo egocéntrico, y con él la voluntad de dominio, la división entre dominados y dominantes, vencedores y vencidos. Y la Tierra, a la que habitábamos como nuestra casa pasó a ser un territorio a conquistar y a explotar. Hoy en día vivimos globalmente las consecuencias de ese egocentrismo a todos los niveles.

Ante la objeción de Theo de qué deberíamos hacer entonces: "volver atrás [...]  deberíamos destruir las ciudades, marcharnos a la jungla como usted", Ethan replica: "La dominación [...] Sólo debemos renunciar a una cosa, a la dominación. El mundo no es nuestro. No somos reyes ni dioses. ¿Sabremos renunciar? Tan valioso resulta el control, tan tentador ser un dios

En una escena de una cierta violencia pedagógica, Ethan le demuestra a Theo que nada de lo que el supone es como parece. Inmovilizándole y amordazándole con fuerza la pregunta qué le ha quitado (o saqueado) y le pide que lo escriba...

En un primer momento Theo escribe que ha perdido EL CONTROL. A lo que arrancándole el papel con fuerza Ethan le responde: "¡¡Mal!! Nunca tuviste el control. Sólo creíste tenerlo. Una ilusión..."

Luego escribe Theo MI LIBERTAD. ¡¡Eres imbécil!! - le dice Ethan -. ¿Te crees libre? [...] En plena noche te despiertas sudando y con palpitaciones. ¿Qué es lo que te mantiene tan tenso y angustiado? ¿Es la ambición?

Finalmente Theo escribe MIS ILUSIONES. Ethan asiente, aunque no  le da una respuesta clara, pero basta pensar tan sólo un poco para ver, precisamente, y como consecuencia del estadio del espejo, si aquello que deseamos o nuestras ilusiones son nuestros deseos o ilusiones reales, o no son más que ilusiones impuestas por una sociedad que nos dicta como debemos vivir.




En la película, el Centro penitenciario es precisamente una construcción aparentemente "civilizada" y que, no obstante, nos es mostrado como un ejemplo de dominantes y dominados, de vencedores y vencidos: el preso mas fuerte se aprovecha del más débil, los guardias abusan de su poder sobre los presos, y el alcaide es su instigador. Y es precisamente entre lo que Ethan le cuenta y lo que ve en el centro que Theo se empieza a hacer algunos planteamientos sobre lo que sucede y lo que le sucede: es entonces cuando se opone al "sistema" penitenciario del alcaide. El Centro penitenciario es un buen ejemplo, si se quiere como una exageración, pero finalmente también ejemplo, de la sombra de nuestras sociedades que hoy, quizá más marcadamente que nunca, viven las contradicciones entre los significados y las aplicaciones de conceptos como democracia, libertad o justicia.

La dialéctica de saqueadores y saqueados, de dominantes y dominados, de vencedores y vencidos, al final distintas formas de la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo, suena de fondo en la película, aunque quizá se le pueda objetar que su drama social queda un tanto diluido por la emotividad de la historia de sus personajes. Hay un eco en la película que me recuerda el libro de Victor Gómez Pin "Reducción y combate del animal humano" [4], que denuncia sin ambages que nuestras sociedades son como cárceles en las que ya nacemos para ser domesticados, sea cual sea el papel que juguemos. En ese sentido, incluso los dominantes son también seres domesticados, víctimas, como nos diría Eric Fromm, del tener a costa del ser.

Hay una escena de la película que, de manera metafórica, nos habla de esto, al llevar Theo a visitar los gorilas del zoo. Hay allí un gorila, Goliat, al que el mismo Ethan lo trajo en el pasado a la celda que ahora le limita. Dice Ethan de él: "Esa jaula le ha roto. Ha roto su corazón, ha roto su mente. Le ha vuelto loco." Antes, sobre los gorilas que ya han nacido en cautividad nos dice también "Estos son solo sombras de gorilas". Gorilas que ya no pueden ver más allá de las rejas que les limitan. Algo parecido ocurre con nosotros, que nacidos entre los límites de la civilización ya no vemos más allá, ni aquello que conlleva dentro de nosotros, aquello que hemos de sofocar, o como dice Victor Gómez Pin: domesticar el animal humano.




La substitución del tener por el ser, base del narcisismo egocéntrico, nos ha convertido en saqueadores, en dominantes a la vez que en esclavos, que alejados de la vida y la naturaleza deambulamos perdidos entre redes sociales, videojuegos, espectáculos como el fútbol, ambiciones (que no ilusiones), etcétera, algo que Erich Fromm, ya en 1976, veía como el núcleo sombrío de nuestras sociedades civilizadas:

Lo grandioso de la Gran Promesa, los maravillosos logros materiales e intelectuales de la época industrial deben concebirse claramente para poder comprender el trauma que produce hoy día considerar su fracaso. La época industrial no ha podido cumplir su Gran Promesa, y cada vez más personas se dan cuenta de lo siguiente:

- La satisfacción ilimitada de los deseos no produce bienestar, no es el camino de la felicidad ni aun del placer máximo.

- El sueño de ser los amos independientes de nuestras vidas terminó cuando empezamos a comprender que todos éramos engranajes de una máquina burocrática, y que nuestros pensamientos, sentimientos y gustos los manipulaban el gobierno, los industriales y los medios de comunicación para las masas que ellos controlan.

- El progreso económico ha seguido limitado a las naciones ricas, y el abismo entre los países ricos y los pobres se agranda.

- El progreso técnico ha creado peligros ecológicos y de guerra nuclear; ambos pueden terminar con la civilización, y quizás con toda la vida. [5]

Y aunque es verdad que cada vez hay más gente que se percata de esta situación, también es cierto que un gran número, como Goliat, parece que se les ha roto el corazón y la mente, y que  ya sólo reclaman amos que, aparentemente, les den seguridad, aunque sea desde su reducción a esclavos. Piden control y dirección porque no saben como enfrentarse al miedo y a la libertad. El desgraciado aumento de la extrema derecha en todo el mundo responde mucho a este esquema, aunque en este sentido haya que tener en cuenta otros factores sociales, económicos y políticos.

V. LA AGRESIVIDAD COMO INSTINTO, LA PRESIÓN INTENCIONAL AGRESIVA Y  EL ABUSO VIOLENTO DE PODER.

Y ya como último punto, la película, que por eso se llama instinto, nos permite reflexionar sobre la agresividad y sus manifestaciones violentas, permitiéndonos observar las diferencia que hay partiendo del estadio del espejo. Propongo observar esas diferentes concepciones de la agresividad en tres fases que relacionaremos con la película:

1) El instinto agresivo en el mundo animal responde esencialmente a una voluntad de conservación individual y de especie, tanto en sus manifestaciones de ataque como de defensa. Es la violencia, como una de las manifestaciones del instinto agresivo, que se le imputa a Ethan por sus "crímenes" en Ruanda. Supuestos "crímenes" que responden a su defensa de la familia, de la manada a la que pertenece, de la familia que le aceptó, ante la brutal cacería de la que son objeto por parte de los guardas del parque cómplices de los cazadores furtivos. Es la misma violencia que vemos en él cuando a su llegada al aeropuerto para ser trasladado al centro penitenciario la emprende contra la policía como un animal acorralado que pretende no ser enjaulado. La misma violencia que mostrará hacia un preso agresivo, Bluto (Paul Bates), que abusa de los demás presos para obtener beneficios de la salida al patio. La misma violencia que mostrará para defender a su nueva familia del centro penitenciario cuando son víctimas del abuso de los guardas, encabezados por el cruel Dacks (John Ashton). Violencia en legítima defensa de la familia. La misma defensa que le costará la vida a Lomo Plateado al intentar defenderle a él de los guardas del parque. La misma defensa que repetirá é mismo cuando Dacks intenta golpear a al preso Pete (Thomas Q.)




2. La presión intencional agresiva.
Es la agresividad que el ser humano siente hacia el otro producto de esta ambivalencia hacia él que ya anticipamos en el estadio del espejo de Lacan, producto de la necesidad de identificación y la de destrucción. Antes (ver punto II, el subapartado el ser presa de las apariencias) cité del artículo de José Manuel García-Arroyo, dos consecuencias derivadas del estadio del espejo y hablé de un tercero que hace referencia al punto que aquí tratamos:

- La tensión agresiva generada, a partir de entonces, teñirá las relaciones tomando la forma de ambivalencia. El reflejo es apaciguador, tranquiliza porque lleva a una síntesis que permite controlar la angustia desintegradora, pero, al mismo tiempo, es rival y con ello surge la agresividad. Esta aparece como un modo de ganar el lugar al otro e imponérsele, bajo pena de ser aniquilado.[6]

Como se dice en lacaniano, eso genera una agresividad imaginaria de carácter constante que, posteriormente, será puesta bajo control, reprimida, en el paso a lo simbólico, en donde la cultura y la sociedad nos impondrá restricciones a ciertas "satisfacciones" relacionada con esa componente destructiva hacia el otro. Pero la represión, obviamente, no la hará desaparecer, quedará en estado latente desde la que adquirirá una naturaleza pulsional por la que se manifestará inconscientemente: una presión intencional agresiva, de la que Lacan decía:

La eficacia propia de esa intención agresiva es manifiesta: la comprobamos corrientemente en la acción formadora de un individuo sobre las personas de su dependencia: la agresividad intencional roe, mina, disgrega, castra; conduce a la muerte [...] 

Esta agresividad se ejerce ciertamente dentro de constricciones reales. Pero sabemos por experiencia que no es menos eficaz por la vía de la expresividad: un padre severo intimida por su sola presencia y la imagen del Castigador apenas necesita enarbolarse para que el niño la forme. Resuena más lejos que ningún estrago. [7]

Vemos ejemplos de estas manifestaciones de la presión intencional agresiva en ciertos comentarios irónicos de Ben Hillard sobre Theo, o del alcaide Keefer (John Aylward) de la prisión también sobre él, o la imagen y comentarios del temible guarda Dacks.



3. La violencia por abuso de poder. ¿Qué ocurre cuando, en ciertas circunstancias, adquirimos poder, o el poder nos autoriza a la utilización de la violencia? Es entonces cuando se produce la liberación de esa presión intencional manifestándose como abuso, humillación, el maltrato psicológico y la violencia cruel como sadismo o mediante el ejercicio del terror. Todos conocemos el concepto de banalidad del mal que Hannah Arendt desarrolló a partir de su análisis de Adolf Eichmann (ver entrada ). O los experimentos de la prisión de Stanford por parte del psicólogo Philip Zimbardo, o los experimentos de Stanley Milgram, o las realidades de las actuaciones brutales de soldados en los campos de concentración nazis, o en la prisión de Abu Graib, o en Guantánamo, la violencia desatada en las guerras contra civiles o los abusos sobre los prisioneros de guerra, los genocidios, la deshumanización sufrida sobre aquello que es indicado como enemigo, etcétera, etcétera.

Es lo que vemos en el centro penitenciario representado por un individuo como Dacks y el resto de los guardias. Dacks cae perfectamente en todas las manifestaciones citadas del abuso de poder: humillación, maltrato, violencia física, sadismo, terror... con el visto bueno del alcaide: el poder que permite o autoriza la extralimitación, como ocurre, en ocasiones, con la autorización de esta extra-limitación de la violencia policial por parte de los estados.

Lo que nos ayuda a comprender la naturaleza de ese abuso de poder y de esa perversión de la agresividad desatada como violencia que le acompaña, es que la liberación de la presión intencional agresiva significa la liberación de la pulsión, y por eso mismo por más que se ejecuten las acciones violentas nunca se alcanza la satisfacción perpetrándose una y otra vez con más violencia si cabe, ya que esa satisfacción se relaciona con el goce (el concepto lacaniano) y, como sabemos, la satisfacción del goce es del orden de lo imposible: 

La agresividad no es la pulsión de muerte; la representa, en tanto es una estrategia inconsciente del sujeto de realizar en el escenario de los otros lo imposible del goce. Al dirigirse al otro el sujeto intenta restituir su armonía interior, colocando afuera, en el otro, su odio, su hostilidad, su imperativo de destrucción. El deseo del otro que es su propio deseo entra a formar parte de ese juego siniestro en el que el sujeto lucha por no sucumbir al llamado de la muerte. 

La pu1sión siempre se satisface. Sujeto y cuerpo en el acto agresivo se convierten en objeto de goce. Pero la satisfacción lograda es apenas una sombra de la que ansía porque ella en su plenitud siempre es del orden de lo imposible. Por ello insiste en la repetición compulsiva, en el paso al acto, reivindicando incluso en los tormentos que la angustia y la culpa producen, su voluntad de goce. [8] - la negrita es mía- 
 



NOTAS.
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[1] Freud, Sigmund. El malestar de la cultura. Obra Completa. Tomo III. Biblioteca Nueva.
[2] Lacan, Jacques. El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica (1949). Escritos 1. FCE.
[3] García-Arroyo, José Manuel. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría. vol.42 no.142 Madrid jul./dic. 2022 Epub 20-Feb-2023. Para enlace pulsar aquí
[4] Gómez-Pin, Victor. Reducción y combate del animal humano. Ariel Filosofía.
[5] Fromm, Erich. Tener o Ser. FCE, pág. 22
[6] Ver nota 3.
[7] Lacan, Jacques. La agresividad en psicoanálisis (1948). Escritos 1. FCE, págs. 109 y 110
[8] García Yolanda. La agresividad entre la intención y la tendencia. Revista Colombiana de psicología. Para enlace pulsar aquí.


ALGUNAS PELÍCULAS RELACIONADAS (Pulsar título para acceder a la entrada)
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EL NUEVO MUNDO (TERRENCE MALIK, 2005): La alteridad y el fin de la inocencia.











HACIA RUTAS SALVAJES (SEAN PENN, 2007): Sobre la discordia y el malestar del ser.











HANNAH ARENDT (MARGARETE VON TROTTA, 2012): Adolf Eichmann o el sujeto normatizado.











EL EXPERIMENTO DE LA PRISIÓN DE STANFORD: Intención agresiva y poder.