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domingo, 22 de mayo de 2016

SHINE, EL RESPLANDOR DE UN GENIO (Scott Hicks, 1996). Sobre la simbiosis Padre-hijo.

Shine, el resplandor de un genio (1996), es una película australiana dirigida por Scott Hicks. Interpretada por un magnífico Geoffrey Rush, premiado con el Oscar al mejor actor (a parte de muchos otros como el Globo de Oro y el BAFTA), nos narra la historia de David Helfgott, un niño prodigio del piano quien marcado por la extremadamente insana relación con su padre (un también excelente Armin Mueller-Sthal) le llevó a la manifestación de una psicosis que le apartó de la interpretación musical durante muchos años. La historia también nos relata la fuerza del amor de Gillian (Lyn Redgrave), la que será su compañera, y que le recuperará para que pueda volver a los escenarios. Sobre el tipo de trastorno sufrido por David hay, como siempre, varias opiniones que van desde el trastorno de personalidad esquizotípico al trastorno esquizoafectivo pasando por la esquizofrenia hebefrénica o desorganizada. Mi opinión es que, sin lugar a muchas dudas, el trastorno de David es de naturaleza psicótica más allá de la etiqueta concreta que le podamos adjuntar. No obstante, y desde el prisma psicodinámico, el caso de David nos ofrece un punto de reflexión sumamente interesante ya que se trata de un caso de psicosis que está ligado de manera muy clara a la figura paterna. Soy deudor de la comprensión de esta relación padre-hijo simbiótica al trabajo del psicoanalista Luis Kancyper, quien ya ha aparecido en varias ocasiones en este blog, y que en su análisis de la obra de Jorge Luis Borges [1], y en relación a lo que el denomina el laberinto narcisista padre-hijo, introduce el concepto de la "simbiosis padre-hijo" que nos será de mucha utilidad para comprender el origen de la dimensión psicótica de David.

I: RELACIÓN FAMILIAR: LA SIMBIOSIS PADRE-HIJO.

Interpretando "La polonesa" de Chopin
Observemos el inicio de la película. Un hombre bajo la lluvia llama a un bar. Está cerrado pero una joven camarera le abre. Pronto nos damos cuenta que estamos ante un personaje que psíquicamente no está bien, no ya por su discurso o sus extrañas reacciones sino también por el nivel de angustia que manifiesta. Entre su discurso inconexo oímos frases del tipo: "¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo? No lo sé ni yo mismo"; "Si haces algo mal puedes ser castigado para el resto de tu vida. Es una lucha eterna"; "Hay que sobrevivir, hay que sobrevivir"; "Lo importante es que yo no tengo alma... papá, papá decía que el alma no existe"; "Soy ridículo y zafio decía papá". La película cambia entonces y se dirige hacia la infancia del protagonista. Vemos un niño (interpretado por Alex Rafalowicz) que avanza tenso y tímido entre el público, hacia el escenario, repitiendo "voy a ganar, voy a ganar, voy a ganar". Va a tocar el piano, la polonesa de Chopin (como dice su padre, ya que la tensión de David no le permite hablar). Vemos el rostro de escepticismo de Ben Rosen (Nicholas Bell), el profesor de música que forma parte del jurado, ante la complejidad de la pieza que se pretende interpretar. David empieza a tocar. El rostro del profesor cambia su expresión al escuchar el increíble talento con la que aquel niño la interpreta. El piano se mueve y se desplaza sobre sus ruedas dificultando la ejecución de David quien, no obstante, sigue tocando poniéndose de pie. En ese momento surge el padre airado diciendo que el piano se mueve, pero el director le dice que su hijo es genial. La expresión del padre cambia y orgulloso manifiesta: es mi hijo, mi hijo.

Este ES MI HIJO, como vamos a ver, no es una simple muestra de orgullo o satisfacción, sino que es una pura expresión de la posesión que Peter ejerce sobre David. Pronto la película nos muestra un hombre que ejerce un presión brutal sobre su hijo que va más allá de la rigidez y el autoritarismo. Veámoslo mientras juegan una partida de ajedrez, cuando le dice:

Peter: Vas perdiendo, perdiendo, perdiendo. ¡David, tienes que ganar siempre! ¡Ganar siempre! - recordemos el "voy a ganar, voy a ganar, voy a ganar" - Cuando era... cuando era un chaval de tu edad me compré un precioso violín. Había ahorrado mucho para comprarlo y ¿sabes qué paso?
David: Si, que él lo aplasto - dice indicando el cuadro del padre de Peter -.
Peter: ¡Si, lo aplastó! ¡David, tú tienes mucha suerte! Mi padre nunca me dejó oír música.
David: Lo sé.
Peter: ¡Tú tienes mucha suerte! Repítelo.
David: Yo tengo mucha suerte...
Peter: Mucha... Suerte.

¡David, tienes que ganar siempre!
También vamos viendo que toda la familia (la madre de David y sus dos hermanas) vive bajo su tiranía. La madre de David se nos muestra como una mujer sumisa y atemorizada que parece no tener ningún rol en relación a su hijo y que acepta sin más el rol tiránico de Peter. La madre no se establece como el necesario contraste del padre, todo lo contrario, parece ser su auxiliar - aunque sea desde el miedo - a la hora de validar sus excesos y exabruptos. Cuando el profersor Rosen esta intentando convencerla de que intente interceder ante Peter para que le dejen ir a estudiar a Estados Unidos, Rachel, la madre, dice: "Es su padre quien debe decidirlo [...] Es un niño señor Rosen, aun moja la cama". Ningún contraste, ningún peso. Es aquí donde observamos la acción de Peter que Luis Kancyper define como "la técnica de robo del rol de la madre y el rol del hijo". Veremos progresivamente, en el desarrollo de esa primera parte de la película, como el padre ha anulado el vínculo madre-hijo, lo que nos hace suponer que no permitió la necesaria triangulación edípica y, por ello, tampoco es un padre que realize la función paterna al ser él quien se apropia del hijo como objeto de su posesión. Como dice Kancyper:

Esta alianza narcisista cierra el acceso del hijo hacia la búsqueda de la madre como objeto total. Es una relación dual padre-hijo que obtura el movimiento hacia la triangulación.

Por ende, este padre no cumple con sus funciones parentales de dar acceso hacia la realidad, sino que, activamente, mantiene la simbiosis padre-hijo. Esta simbiosis cabalga básicamente sobre el mecanismo de la renegación, renegación de la primera simbiosis biológica y afectiva entre la madre y el hijo. [2]

Recordemos que la renegación es un mecanismo de defensa que reemplaza una realidad por otra, que no es cualquiera sino la recíproca. Se niega una mientras se afirma su opuesta. Es por ello que, en el caso de David Helfgott, la forclusión (rechazo de la función paterna o del significante del Nombre del Padre y determinante en el desencadenamiento de las psicosis) es ejecutada por el propio padre.

La llegada del profesor Ben Rosen interesándose por David y proponiéndole a Peter darle clases es despachada sin ningún miramiento. Veamos algunos momentos del diálogo entre ellos dos:

Ben: Le hemos concedido un premio especial por su valor
[...]
Peter: ¿Premio por perder?
[...]
Ben: Estoy seguro que David ganaría muchos concursos con una instrucción adecuada.
Peter: Le he enseñado yo.
Ben: Si, es obvio que lo ha hecho muy bien.
Peter: Ya. Yo aprendí solo. Nada de profesores de música.

Esta escena se repetirá posteriormente, y con más violencia hacia David, cuando ya más  mayor (interpretado por Noah Taylor), y tras ganar varias concursos (Peter cede finalmente a que aprenda con Rosen) recibe una invitación para seguir estudiando en Estados Unidos. Peter reacciona brutalmente arrancándole la carta a David: "¡David no irá a ninguna parte! ¿¡Qué estáis mirando todos!? ¡David no irá a América! ¡¡No consentiré que nadie destruya esta familia!! (quema la carta) ¡Yo sé lo que te conviene porque yo soy tu padre! ¡¡SOY TU PADRE y esta es tu familia!! ¿Qué observamos en un padre de estas características?

¡Yo se lo que te conviene porque soy tu padre!

Dice Kancyper:

El padre se ofrece como objeto de idolatría y el hijo es colocado como objeto de veneración. Entonces se crea un pacto, una alianza Dios-hijo.

Esta relación vincular "padre Dios - hijo Venerador Esperante" instrumenta un engaño, consciente o no, y subvierte una situación para obtener fines distintos.

Bajo la apariencia de dar al hijo, su objetivo es inverso: sacar del hijo.

Es un dar que resta, inmoviliza, posee y empobrece al hijo; es un dar que quita... [3]

David es arrebatado por su padre para realizar y vivir a través de él lo que no pudo realizar ni vivir en su propia vida. Eso es lo que saca del hijo.  Éste es considerado como una extensión suya, un centauro cuya cabeza ocupa Peter y cuyo cuerpo es el de David. Éste cuerpo ejecuta meramente lo que la cabeza le dicta. David queda encerrado en el pasado de su padre para reparar su frustración a costa de no tener ni vida propia ni identidad, ese es su empobrecimiento. Pero todo esto disimulado en el que todo es por su bien, por que Peter sabe lo que le conviene porque es su padre. La manipulación es obvia. En otra escena observamos esta proyección paterna sobre el hijo cuando Peter encuentra al pequeño David intentando tocar unas notas del tercer concierto para piano y orquesta de Rachmaninoff (uno de los más complejos y que más esfuerzo requiere del pianista). David le pregunta si se lo enseñará. Aquí Peter topará con sus límites "didácticos", siendo ese el motivo por el que le permitirá tomar clases con el profesor Ben Rosen. Al final de esta escena le abraza y le dice:

Peter: "Sabes... un día la interpretarás y yo estaré muy orgulloso, muy orgulloso, si... ¿Y la próxima vez que vamos a hacer?" 
David: "¿Vamos a Ganar?
Peter: Ganaremos, si...

Ganaremos, si...

Ese plural que utiliza ya lo dice todo. En él se nos muestra con claridad la simbiosis o confluencia Padre-hijo. La intrusión paterna se hace presente en todo momento y la presentimos en la fuerza de las introyecciones o creencias que David recibe y sufre de su padre: hay que ganar siempre, tienes suerte, la introyección del cumplimiento del deseo paterno como una expectativa que no se puede defraudar y a la que, tras quemarle la carta de invitación en los Estados Unidos e impedir a Ben Rosen que le de más clases, se nos mostrará con su rostro más terrible:

Hijo, nadie te querrá como yo.
David, hijo mío, es terrible odiar a un padre. La vida es cruel, pero la música, la música siempre, siempre será tu amiga, todo lo demás te defraudará. Todo te defrauda créeme, todo [...] No me odies. La vida es cruel, pero hay que... hay que sobrevivir, hay que sobrevivir, dilo - David lo repite -. Hijo, nadie te querrá como yo. No puedes fiarte de nadie, pero yo siempre estaré ahí. Ven, dame un abrazo - David le abraza -. Siempre estaré contigo, siempre - siempre papá repite David, siempre-.

¡Y tanto que lo llevará siempre! El padre intruso que es Peter se perpetúa como un superyo obsceno sobre el que se construye un yo ideal tiránico y asfixiante que, prácticamente, no deja ningún espacio psíquico al yo de David, no hay espacio para construir identidad ni individualidad. Y, en este sentido, podemos adjudicar a David, palabra por palabra, las siguientes palabras de Kancyper:

... lleno de una alteridad ominosa y vacío de una mismidad por carecer de una espacialidad psíquica discriminada. El proceso de intrusión explica el "lleno en exceso" de un objeto que no se ausenta jamás. El sujeto queda preso de los deseos de redención del otro. Éste representa un objeto excesivamente presente que habita en el yo ideal del sujeto, apropiándose de sus cualidades. Así el redentor deviene en un encumbrado héroe que liberará, mediante el propio sacrificio, las heridas no cicatrizadas concernientes a las historias parentales. [4]

Como ejemplo de ello vaya que gran parte del esfuerzo de David será interpretar el citado concierto de Rachmaninoff tal y como su padre le demanda. David vive presa de las frustraciones, vergüenzas, desengaños y culpas que no le pertenecen. Vive secuestrado en el mundo paterno que apropiándose de él pretende reparar, redimir todas esas sombras del pasado.

II. SOBRE LA REBELIÓN DE DAVID Y LA VENGANZA DE PETER.

Señora Prichard: "Nadie puede impedírtelo".
Llegamos así hacia el final de esta primera parte de la película. Igual que la presencia excesiva del padre como poder tiránico es compensada por Ben Rosen, el vacío materno lo será por la señora Katherine Sussanah Prichard (Googie Withers), una escritora australiana que fue la fundadora del partido comunista de Australia, que fascinada por la manera de interpretar de David le pedirá que vaya a tocar para ella. Es a ella a quien le mostrará la beca que, en esta ocasión, recibe para ir a estudiar al Royal College of Music de Londres. Desesperado le dice que su padre no se lo permitirá, pero ella le dice que "no puede impedírtelo". Es probablemente por la presencia de Ben Rosen primero y de Sussanah Prichard después que David acopia el suficiente valor para enfrentarse a su padre. Dice Kancyper al respecto de estos momentos de ruptura:

Pero ¿qué sucede cuando la realidad material rompe el sistema especular del niño-hijo-eterno perpetuado en un padre-Dios? Es decir, cuando el propio hijo obtiene, en el transcurso del tiempo, logros de crecimiento que son incluso socialmente valorados y que lo conducen a su individuación y reconocimiento como sujeto?

Aparece una ruptura de la alianza, que se manifiesta en momentos confusionales de extrema y violenta agudeza. Pues implica la destrucción de una instalación narcisista que desencadena las fantasías anteriromente descritas. [5]

¡¡Yo soy tu padre!! ¡Soy el que lo ha hecho todo
 por ti
Las fantasías a las que Kancyper se refiere son las propias de la angustia de separación y de castración (o de fragmentación como precisa). Y, en relación a esto, lo que vamos a ver en la película es justamente lo que nos describe como "momentos confusionales de extrema y violenta agudeza". David se enfrenta a su padre y le dice: "Yo quiero ir y tú no me lo vas a impedir". La reacción de Peter es brutal. Le grita y le pega diciéndole: "¡¡Yo soy tu padre!! ¡Soy el que lo ha hecho todo por tí! ¡¡Todo!! ¡Insensible y zafio chiquillo!! [...] David se sigue reafirmando: "Ya soy mayor para decidir por mí mismo". Peter continúa: "¡Piensa que se va a ir a Londres! [...] ¿Y qué crees que va a pasarte ahí en Londres?" David se retira a su habitación pero Peter sigue presionándole con toda la maldad: "¡David! ¡David! Si te vas nunca podrás regresar a esta casa. Ya no tendrás familia. Las chicas perderán a su hermano. ¿Es eso lo que quieres, deseas? ¿Deseas destruir la familia?". David persiste en su decisión a lo que Peter sigue y sigue implacable: ¡¡David, David, si me quieres olvidaras todo eso y no atravesarás esa puerta. David... si te vas serás castigado para el resto de tu vida. Mi pequeño, no me obligues a hacerlo". David finalmente se va ante la desesperación y la ira de su padre, quien en las imágenes siguientes le vemos quemando todos los recortes de los periódicos que guardaba de David.

Sin lugar a dudas, Peter es un personaje que podemos identificar como un narcisista patológico. Reúne muchas de sus características: falta de empatía, envidia, desdén por la pareja, negación, manipulación, arrogancia e intolerancia a la críticas, distorsión de la realidad, etc. Su efecto sobre David ha sido, es y será demoledor como la película nos lo mostrara en una ocasión más.

Las chicas perderán a su hermano. ¿Es eso lo que 
quieres, deseas? ¿Deseas destruir la familia?

Efectivamente, esta sucede cuando David retorna de Londres, tras su primera crisis, a Australia y llama a su padre y le dice que ha vuelto. Peter, fiel al castigo eterno que ha prometido, le cuelga el teléfono y le niega la vuelta al hogar. Eso le convirtió en un exiliado de familia que queda sólo en su patria. El resultado fue una disgregación absoluta de su personalidad que le llevo al ingreso en un asilo psiquiátrico iniciando un largo período de doce años perdido en las brumas psíquicas.

III. LA CRISIS PSICÓTICA.

Si de algo adolece la película de Hicks es la poca claridad y la confusión de las imágenes con las que aborda precisamente este período oscuro que llevó al desarrollo de la psicosis a David y a su posterior ingreso en un asilo psiquiátrico en Australia a costa de que renunciara a tocar el piano. Incluso hay un exceso de dramatización en la película cuando nos muestra una brillante interpretación del tercer concierto para piano y orquesta de Rachmaninoff en el Royay College of music, cuando en realidad la interpretación fue bastante lamentable porque David ya no estaba bien como él mismo ya percibía:

Sabía que el cuarto año sería un desastre, ¿pero qué podía hacer? Tenía que obedecer las órdenes del college porque habían invertido todo ese dinero en mi, e insistía en que me quedara. Querían que actuara en el Albert Hall. Así que me enfrentaba a ese dilema. Estaba atrapado, en una trampa de acero. Pero no debería haber puesto el pie dentro. Debería haber  seguido lo que me dictaba mi propia intuitive [6]

David Helfgott
Podemos aplicar a Peter aquellas palabras que Jung dijo de la madre posesiva: "un eros inconsciente se presenta siempre como poder, por lo que este tipo, a pesar de su exhibición de sacrificio [...], es incapaz de llevar a cabo ningún verdadero sacrificio, antes bien, con una en ocasiones despiadada voluntad de poder, hace prevalecer [su deseo] hasta destruir la personalidad y la vida personal de los hijos". [7] (en el original [su deseo] es "instinto maternal"). Sin embargo, en la infancia y adolescencia de David hubo figuras como el profesor Ben Rosen o la escritora Katherine Sussanah Prichard que se constituyeron como figuras compensadoras que dieron amor, respeto y reconocimiento a David (de la voluntad de poder a la voluntad de amor). Fueron figuras que le apoyaron para que continuara sus estudios fuera de Australia. Y aun cuando lo logró, su psique ya estaba muy afectada, y una vez sólo y lejos de casa, en Londres y en la institución universitaria, era cuestión de tiempo que la crisis se fueran instituyendo. Poco a poco el derrumbre se acercaba y llegó con el cuarto año de su residencia en Londres.

¿Cuál fue el desencadenante de la psicosis en David? Todo parece indicar que fue lo que el psicoanalista Jean Claude Maleval define como "perplejidad angustiada", una dificultad para responder de aquello que le ocurre (una progresiva invasión del goce) también acrecentada por la dificultad de comunicarlo. Probablemente en David esto se daba como él mismo expresa: "¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo? No lo sé ni yo mismo". Esta es la pregunta que no encuentra respuesta en David y, como nos mostró Lacan, esa pregunta sin respuesta es el desencadenante de la psicosis, probablemente una esquizofrenia hebefrénica. Dice Maleval acerca de esta perplejidad angustiada que es:

permanecer en un estado central altamente inestable en cuyo seno se comprueba que la perplejidad se asocia con perturbaciones del lenguaje, de la relación y la emotividad. [8]

IV. DEL AMOR AL PODER AL PODER DEL AMOR.

David Helfgott y Geoffrey Rush
De la misma manera que cuando niño y adolescente, y tras su larga enfermedad y retiro forzado del piano durante doce años, son ahora otras las figuras que le dispensarán cuidado y amor y que le ayudarán a recuperarse ayudándole a retomar a un elemento determinante: su amor por la música. En especial Sylvia (Sonia Todd), la camarera del local donde empezará a tocar el piano y, sobretodo, Gillian (Lynn Redgrave), la que será su pareja. Con Gillian va a suceder algo que nos permite comprobar el poder del amor. De la misma manera que Peter introyectó a David desde la voluntad de poder, Gillian le introyectó desde la voluntad del amor, desde la voluntad de ayudarle y sanarle. Y ¿qué significa esto? Me parece muy interesante el el análisis que hace el psicoanalista Jorge Bafico (ver nota 8) cuando indica que Gillian lo que logró es dar a David una articulación de su historia, por decirlo de una manera: poner orden en el caos:

Lo interpreta, le devuelve una historia, no la de David sino la que ella escucha de él. Lo construye, fabrica un personaje que de alguna manera él introyecta, es en esto que la cuestión del mito adquiere fuerza, como en el orden de una construcción que permita otra verdad.

David se presenta hasta esta encuentro, como un sujeto donde sus identificaciones imaginarias no asientan una unidad, por no tener de un rasgo singular que fije su identidad más allá de las imágenes.

Es a partir de este encuentro y de lo que esta relación consigue, que se pueda cimentar una especie de yo ortopédico.[9]

Gillian y David Helfgott
Es a partir de esta construcción que David empezará a dar sentido a su  vida y a acepar su locura de una manera distinta, o como dice Bafico: el delirio de David toma sentido en el discurso de su esposa. Y esta ordenación provocará un cambio notable en la vida de David que le permitirá no sólo llevar una vida más plena sino el retorno a los escenarios para tocar el piano. Como consecuencia de esta reestructuración del delirio, David también recompondrá la figura de su padre tiránico como un padre, al decir de Jorge Bafico, "que lo sabe todo y que controla en armonía". Así Gillian nos relata en el libro Shine las siguientes palabras de David después de haber interpretado ya varios conciertos:

Sabes querida, padre está orgulloso. Yo sabía que estaba entre el público, y dice que estaba escuchando y que se alegra por mí y se siente orgulloso de mí [...] Ves, de alguna manera, padre sabe todo lo que pasa. Sabe como estoy y está satisfecho. De alguna forma, de una forma sutil, casi misteriosa, en espíritu, de forma residual, él estaba en el concierto. [10]

Esta parte del cambio de David merecería una entrada a parte, pero el tema que me interesaba presentar aquí era fundamentalmente el de la simbiosis padre-hijo. Para este punto os recomiento leer el artículo de Jorge Bafico cuya entrada encontraréis en las notas al pie.




David Helfgott interpretando "El vuelo del morcardón" 
en la ceremonia de los Oscar.
_____________________

[1] Kancyper, Luis. Jorge Luis Borges o el laberinto de Narciso. Paidós. Ideas y perspectivas. En especial págs. 32 a 40.
[2] Ídem anterior, pág. 33
[3] Ídem anterior, pág. 33
[4] Kancyper, Luis. Resentimiento terminable e interminable. Psicoanálisis y literatura. Lumen tercer milenio. pág. 88
[5] Ver nota 1, pág. 35
[6] Helgott, Gillian y Tanskaya, A. Shine. Ediciones B, pág. 229
[7] Jung, C. G. Los arquetipos y el inconsciente colectivo. OC 9/1. Los aspectos psicológicos del arquetipo de la madre. Ed. Trotta, par. 167
[8] cita Grivois, H. por Bafico, Jorge. Muy buen artículo en internet sobre David Helgott:  "El pianista" (Pulsa el título para acceder)
[9] Ver nota anterior.
[10] Ver nota 6, pág. 357

domingo, 11 de mayo de 2014

DECÁLOGO 4 (Krzysztof Kieslowski, 1990): Honrarás a tus padres.

EL EDIPO HONRADO.

Honra a tu padre y a tu madre para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el señor, tu Dios, te va a dar. (Éxodo, 20, 12)

Decálogo 4 nos plantea la historia de un padre, Michal (Janusz Gajos) y de su hija Anka (Adrianna Biedrezinska), cuya relación se va a ver perturbada por el descubrimiento de una carta dirigida al futuro dejada por una madre que falleció cuando su hija tenía unos pocos días para ser leída por esta cuando Michal muera... Como vamos a ver, en este episodio volvemos a tener la mentira como un elemento decisivo tanto en el desencadenamiento de los hechos como en el de su reordenamiento, volviendo a plantearnos el tema que Zizek indica al respecto sobre si podemos sostener una vida mediante una mentira que la fundamenta. Por otro lado, y como ya es habitual en Kieslowski, el mismo mandamiento será puesto en una situación paradójica.


I. INTRODUCCIÓN: LA EVANESCENCIA DEL LÍMITE.

Antes de la partida de Michal por un viaje de trabajo, vemos a Anka observar un sobre que pone "Abrir sólo tras mi muerte". Seguidamente podemos ver unas imágenes que nos muestran la buena relación que parece existir entre padre e hija. No obstante, también podemos observar algunos detalles como alguna mirada de Michal a su  hija, o como éste escucha una conversación de su hija con su novio en la que Anka dice que pueden estar tranquilos que "me ha venido el periodo esta mañana. Gracias a Dios".

Anka y Michal.

Tras despedirse en el aeropuerto Michal le dice a Anka que haga unas gestiones que se le olvidaron y le dice un cajón donde están los recibos que tiene que pagar... Y, curiosamente, en este cajón está también el misterioso sobre... Sigue luego una curiosa escena simbólica en el oculista, cuando Anka se está revisando la vista:

Oculista: ¿Tienes problemas de visión?
Anka: Sí, ayer vi despegar un avión, se volvió un mancha borrosa. Al final sólo era una forma difusa. Y luego recordé que sólo veo bien los números de los autobuses cuando están muy cerca.

La oculista le coloca entonces un foroptor (aparato oftalmológico de lentes de prueba) y le empieza a señalar letras en los optotipos (paneles con diferentes tipos y tamaños)...

Anka: ... F ... A ... T... H ... ... ... Father (Padre)

[...]

Anka: ¿Por qué eligió esta palabra?
Oculista: Reviso la inteligencia a la vez.
Anka: Mi padre subió a aquel avión que no pude ver claramente.

Curiosa escena donde se avanza aquello de lo que el episodio va a tratar, de la figura del padre que se torna evanescente y difusa en su función...

... F ... A ... T ... H ... E ... R ... Father

Anka prosigue observando el sobre... haciéndose clara la tentación de abrirlo. Luego, sentada delante de un lago la vemos con el sobre y unas tijeras. Justo cuando ya va a abrirlo se ve interrumpida por el personaje que ya hemos visto en los anteriores episodios del "Ángel del destino", un remero que sale del agua con su canoa a cuestas y que se queda mirándola interrogativamente. Guarda el sobre de nuevo y suelta las tijeras... Más tarde se hace clara que dentro del sobre hay otro sobre que pone: "Para mi hija Anna".

Sigue entonces otra escena simbólica. Anka está estudiando teatro y ensaya una escena de Romeo y Julieta con su novio Jarek, también estudiante. El profesor insiste a Anka en que se concentre... "Se supone que le quieres" - le dice -. Se establece entonces el siguiente diálogo entre ella y el profesor:

Anka: ¿Porqué le quiero? No sé qué significado oculto tiene.
Profesor: ¿Cómo que no? Todos tenemos algo por lo que ser amados.
Anka: Pero por qué le quiero.
Profesor: Encuentra una razón.
Anka: Pues...
Profesor: Porque te está mirando embobado.
Anka: Bueno si usted lo dice.

Sigue entonces el ensayo y el profesor le sigue indicando que no está concentrada hasta que él mismo la coge y recita el texto de Shakespeare: "Diciendo buenas noches otra vez no dejaría que te durmieras". El rostro de Anka muestra su sorpresa... "Lo ves, ahora estás concentrada".

"Diciendo buenas noches no dejaría que te durmieras..."
El cambio de interés de Anka que va de su interpretación desinteresada con Jarek, el que es su compañero y novio (¿Por qué le quiero?) a la concentrada cuando es sorprendida por su profesor en el papel de Romeo es obvio. Una nueva indicación de Kieslowski sobre lo que se va perfilando como el movimiento de algo que le ocurre a Anka con su padre: la evanescencia del límite que establece la función paterna conocida como el tabú del incesto.

Vemos luego a Anka revolviendo un bolso (que luego sabremos que es de su madre) y observando una foto que se halla entre su contenido. De él extrae también un sobre idéntico al sobre misterioso que su madre ha dejado para ella. Luego la vemos escribiendo, como intentando imitar la letra de la madre, en el sobre en blanco...

II. LA TRAMA: CRUZANDO EL LÍMITE.

Seguidamente vemos a Anka esperando en el aeropuerto la llegada de su padre. Le espera con una seria expresión en su rostro. Tras insistir Michal en que le ocurre, Anka empieza a decir ante el rostro de circunstancias de su padre:

Mi querida hija, no sé cómo serás cuando leas esta carta. Debes ser ya mayor, y Michal debe de haber muerto ya. Ahora eres un bebé y sólo te he visto una vez. Ya no te traen más porque me voy a morir. Tengo algo importante que contarte. Michal no es tu padre. Aunque no importa quién es tu padre. Fue una estupidez, un error. Sé que Michal te querrá como una hija. Estoy segura que estarás bien con él. Intento imaginarte en el momento en que leas esta carta, en tu casa. Tienes el pelo oscuro ¿verdad? Tus manos son delgadas y tienes un cuello suave. Me hubiese gustado tanto verte... Mamá.

El padre le da una bofetada y se va...

"Michal no es tu padre"
Tras las primeras reacciones de unos y otros (Michal rompe el cristal de una puerta después de propinarle una patada y Anka le dice a la madre de Jarek que quiere casarse ya, que Michal no es su padre) se produce luego el encuentro. Este se da en un ascensor y, como ocurre con los otros episodios, aparece también en él el protagonista de otro, en este caso del Doctor del episodio 2. Cosa nada gratuita viendo el desenlace que este episodio va a tener. Luego Michal y Anka bajan al sótano donde le muestra el bolso de la madre (el que antes ya había hurgado Anka) y la foto que antes ella había mirado (una foto que muestra dos mujeres y dos hombres, una de ellas su madre). Michal le dice que cree que uno de los dos puede ser el padre. Veamos el diálogo que se establece entre ellos:

Anka: ¿Cuándo lo supiste?
Michal: Nunca estuve seguro. Aunque siempre lo sospeché.
Anka: Me has decepcionado.
Michal: Nunca me preocupó. Siempre has sido mi hija.
Anka: Debiste decírmelo.
Michal: En principio pensé en darte esta carta cuando cumplieses los diez años. Pero eras demasiado joven. Entonces decidí dártela cuando cumplieses quince. Entonces ya eras demasiado mayor. Así que lo metí en aquel sobre amarillo.
Anka: Que fácil.
Michal: Pensé que no cambiaría nada entre nosotros.
Anka: Pero una mentira... es una mentira.

Veamos aquí como nos encontramos con la primera extrañeza. El sobre debía haber sido entregado a la hija no tras la muerte de Michal, eso lo determinó él al ocultarlo en el otro sobre. La siguiente escena pone de relieve un segundo tema... Michal había hecho lo posible en este viaje para que Anka lo descubriera... Anka le dice que leyó la carta porque él quería que lo hiciera, lo cual se revela como cierto. Sigue entonces el momento crucial, cuando Anka le revela "el significado oculto" de que ella la haya leído:

Desde hace años, intuía el significado de esa carta. Cuando tuve mi primer novio sentí que estaba traicionando a alguien. No podía entenderlo. Pero eras tú. Siempre estoy buscando a alguien. A otra persona. Cuando alguien me toca pienso que son tus manos. Cuando estoy cerca de alguien no estoy con él, sino... (se lleva las manos a la boca) ¿Cómo debo llamarte ahora?

No lo sé - responde Michal -.

"¿Cómo debo llamarte ahora?"
- El deseo de Anka por su padre.

El límite ha sido cruzado. Anka, al verse librada aparentemente de la paternidad biológica de Michal, puede liberar y manifestar su deseo por él. Como dice Nasio en su libro sobre El edipo, este momento se correspondería con el segundo momento edípico: La niña desea a su padre.

quiere ser el objeto del padre. ¿Qué significa esto? Significa que la pequeña quiere ser ella misma, en su totalidad, el preciado Falo. En otros términos, quiere llegar a ser la preferida del padre [...]  al deseo incestuoso de ser poseída por él... [1]

Como dice Zizek en su comentario: la hija "honra al padre" bajo la forma de un ardiente deseo incestuoso hacia él [1].  Se desatan entonces unos momentos de fuerte intensidad emocional en los que junto a la desesperación de Anka (quiere que su padre hable y esté con ella) se une una cierta confusión de Michal. Tras unos momentos de enfado Anka retoma seguir hablándole a Michal y la situación sigue clarificándose:

Anka: Siempre me he sentido culpable en la cama. Y ahora sé por qué. Te estaba engañando de algún modo.
Michal: Yo nunca lo he sentido.
Anka: Vamos a establecer unas normas. Si mientes y te pillo debes admitirlo, ¿Vale?
Michal: Muy bien.
Anka: Mentiste al decir que nunca sentiste eso.
Michal: Si.
Anka: Lo sentiste.
Michal: Lo sentí. Vives como te place. Eres libre de hacer lo que quieras. Yo finjo que no me cuesta. Incluso si quisieras casarte con ese Jarek, no te diría que no, a pesar de que sé que te gustaría si te dijera que no. No tengo derecho a prohibirte nada. Si te prohibiese algo o te forzara a hacer algo me consideraría celoso. No celoso como un padre hacia su hija. Serían como los típicos celos masculinos. Sobre una mujer. Yo nunca quise que fuese así, pero así es como ha sido. No sé por qué.


"No tengo derecho a prohibirte nada".

- Introyección paterna y  fidelidad al amor por el padre omnipresente.

Observamos que la hija es el resultado del padre... Un padre cuya función paterna se disuelve con su propio deseo incestuoso y la culpa que siente por él. Michal justamente enuncia el resultado de compensar la función de límite que debería ejercer como padre con  el exceso de libertad con el que deja a la hija por la culpa que siente como hombre: No tengo derecho a prohibirte nada. Curiosamente la consecuencia de la culpa de Michal por su deseo se transforma en la culpa de Anka por traicionarlo.

En esta fase asistimos, hablando en términos edípicos, a la manifestación del padre introyectado cuando ésta no está compensado adecuadamente por la madre con la consecuencia de lo que Nasio llama el desarrollo de una de las neurosis femeninas más tenaces, la histeria de amor:

que consiste en el rechazo del vínculo amoroso. La mujer enteramente habitada por su padre fantaseado no puede comprometerse en una relación amorosa duradera; todos sus receptores de amor están saturados por la omnipresencia paterna. No forma pareja sino que queda intensamente impregnada de su padre amado; permanece sola e insatisfecha pero colmada por su pasión secreta. No es resentida ni odiosa respecto de los hombres, sencillamente se retira de la vida amorosa y sexual. En suma, prefiere conservar a su padre interior antes que comprometerse en una relación afectiva, siempre frágil, en la cual se siente expuesta de ser abandonada. [2]

Sigue entonces un ejemplo de las consecuencias de ese "no derecho a prohibir". Michal encontró a su hija con un chico en la cama hacía tres años y simplemente se fue y les dejó... Unos momentos después Anka le dice que hace un año quedó embarazada y abortó... El diálogo que sigue es muy interesante:

Michal: Escúchame. Te dejaba sola porque deseaba que sucediese algo irreversible. Pensé que sucedería con el primero. Pero no. Desde entonces sueño que tendrás un bebé. ¿Entiendes?
Anka: Por eso aborté. Porque lo habrías aceptado sin remilgos. Y por eso tampoco te conté nada. Temía que me dijeses: "Bien, aborta si así lo deseas, no pasa nada cariño". ¿No pensaste que yo no quería que ocurriese nada irreversible? ¿Para qué quería que tuviese un bebé? Solo querías que las cosas sucediesen si verte implicada en ellas, al igual que la carta.

Michal espera que el mundo externo realice la función de separación que él no realizó, y la libertad que aparentemente le da a su hija no hace más que confirmar su deseo y cautivar el de Anka.

- Falla del la ley paterna: El exceso de sensualidad en la relación padre-hija.

Finalmente Anka descubre a su padre, el padre que refugió su afecto en su hija y que sintiéndose culpable no se dio el derecho a prohibir, sobrecargando a su hija con ese exceso. Queda muy claro en las palabras de Anka:

Cuando era pequeña me acariciabas la espalda cuando lloraba. A veces lloraba a propósito para que me acariciases debajo del pijama. Me estremecía. Nunca has querido que creciese verdad - Michal asiente -. Querías que siguiese siendo una niña - Michal sigue asintiendo -. Aunque tenía pecho no querías que llevase el top del bañador. Cuando tuve la regla por primera vez, me llevaste a las montañas para pararlo. Y no te casaste nunca, ni con Marta ni con ninguna otra. Me daban miedo. Miedo innecesario porque nunca te volviste a casar. Estabas esperándome verdad. Estabas esperando. Si. Tenía que ocurrir [...] Yo no soy hija tuya - tras quitarse la blusa y mostrarse desnuda ante Michal -. Y ahora ya soy una mujer. ¿Quieres tocarme? ¿Quieres?

"Yo no soy tu hija. Y ahora soy una mujer. ¿Quieres tocarme?"

Esa escena parece hacer realidad aquello que muchas niñas dicen de su padre: "cuando sea mayor me casaré con él". En todo caso aparece en ella ese exceso de sensualidad que precisamente en ese exceso deriva en traumatizante. Dice Nasio al respecto:

la persona experimentó un traspiés; si, el niño edípico sufrió la experiencia de haber sido superado por un placer erógeno demasiado intenso que se apoderó de él. Su yo, aun inexperto, no supo contener la impetuosidad de un deseo enloquecedor ni asimilar el excesivo placer resultante. ¿Deseo o placer?, dirá el lector. Es perfectamente equivalente pues,como hemos visto, el niño edípico vive las sensaciones, el deseo y el placer como una misma cosa. Nosotros somos quienes separamos los elementos de esa totalidad. Es por ello que, cuando el placer erógeno es excesivo, el yo infantil queda traumatizado.

[...] Así es como se moldea, en el inconsciente virginal del niño, el prototipo de una escena fantaseada en la que se ve seducido por uno de los padres. [3]

Anka finalmente revela no el abuso de Michal, por lo menos el abuso consciente, pero si el inconsciente... Observamos en Anka algo que está presente en la neurosis histérica en la que el sometimiento al padre se transforma en rebelión contra el hombre, rebelión causada por la angustia tanto a depender de él como a ser abandonada por él. Todo ello, finalmente, deriva en una fuerte incapacidad para amar. Como vimos en la anterior entrada en el caso de Chris McCandless, la falla de la metáfora paterna en el caso de Anka implica que la ley se invierte quedando a merced del deseo paterno a la vez que le prohíbe el acceso a los otros hombres y, además, le dificulta la identificación con lo femenino a través de la madre (exceso de introyección paterna y déficit de identificación materna).

III. EL FINAL Y RESTAURANDO EL LÍMITE: LA RESTAURACIÓN DEL PADRE.

Ante la desnudez de Anka, Michal reacciona tapándola con una chaqueta... Surge a partir de ese momentos el porqué de las mentiras. Anka le solicita una última pregunta que no es más que por qué quería que leyera la carta. Michal le responde:

Porque deseaba lo imposible [...] Por eso hoy, por primera vez, te he pegado... Por haber leído la carta. Por querer que la leyeras. Y por mamá. Porque en esa carta te dice cosas que a mí nunca me contó. Porque te quiero y no eres mi hija. Porque todo podría haber sido tan diferente. Y porque los días que dejamos atrás ya nunca vuelven. 

Por las veces que me acariciabas la espalda cuando lloraba, el Rey del Caramelo - dice Anka -. El Paje Pastelito, la Princesa Mazapán - sigue Michal -. Y ambos susurran una canción de la niñez.

Luego sigue la escena final en la que Anka, despertándose por la mañana y pensando que su padre se va al verle partir con una bolsa desde la ventana, le grita diciéndole que le ha mentido. Sale corriendo hacia él y le confiesa que ha mentido. Que la carta la escribió ella - en ese momento pasa el "Ángel del destino" con su canoa a cuestas como antes delante del lago. Apareció en la gestación de la mentira y surge ahora en la manifestación de la verdad. El padre simplemente iba a comprar leche... Surge entonces la cuestión de qué hacer con la verdadera carta... Ambos padre e hija deciden quemarla.

La Carta que no llega a su destino.

Finalmente queda una pequeña parte lateral visible de la carta. Anka lee: "Mi querida hija... Me gustaría decirte algo muy importante. Michal no es..." El resto de la carta está quemado. El episodio acaba enfocando la cámara la foto en la que la madre sale entre los dos hombres...

Este final se abre a distintas reflexiones. Dice Zizek en su comentario:

Padre e hija queman de común acuerdo la carta de la madre, asumiendo así la ignorancia como base de la relación: no una mentira, sino una retirada consensuada de la verdad, una actitud de "es mejor no saber". ¿No saber qué? No saber la verdad sobre la paternidad contenida en la "carta de una madre desconocida". En éste caso para mantener el frágil y delicado equilibrio libidinal de la vida diaria, es preciso que la carta NO llegue a su destino. [4]

IV. REFLEXIONES FINALES.

Es curioso precisamente que esta renuncia a la verdad que implica honrar al padre se base paradójicamente en no honrar la madre, en no respetar su voluntad de que la carta SI llegue a su hija. Una vez más Kieslowki nos pone ante la mentira como desencadenante y la paradoja ante las lecturas absolutas de las leyes:

En primer lugar el ocultamiento del sobre de la hija para la madre en un sobre posterior que Michal pide sea abierto tras su muerte.
En segundo lugar la mentira del sobre supuestamente abierto que dice Anka haber leído.
En tercer lugar la verdad que se decide que no va a ser revelada para aplacar lo que la mentira sobre el supuesto sobre leído ha desatado.
En cuarto lugar, y finalmente, qué verdad o que mentira quizá no revelada por la madre dejó pendiente en ese sobre.

Y al mismo tiempo la paradoja. La mentira de Anka revela la verdad del amor incestuoso entre padre e hija. El sobre de la madre, cuyo contenido es finalmente desconocido, revela la verdad del miedo del esposo y del miedo a los ambiguos sentimientos del padre hacia su hija y, finalmente, la renuncia a saber de padre e hija les devuelve a su equilibrio... El teatro (como también anuncia la escena de Romeo y Julieta) como fuente de revelación de verdades ocultas que finalmente permiten hablar a padre e hija de aquello que es necesario hablar entre ellos para fundamentalmente decidir, y esa decisión es finalmente seguir como padre e hija.

Obsérvese como con cada episodio de Decálogo que vamos comentando, Kieslowski se mueve a partir de las bases propuestas en el primer episodio en el que poniendo en suspenso la existencia del absoluto se nos devuelve a la situación de vulnerabilidad y complejidad de la condición humana. Ese mismo suspenso se aplica a la ley como absoluto para entrar no en su administración ciega sino el espíritu de la ley, aquella que es animada por una voluntad de justicia que nos invita a pasar de la norma moral a la reflexión ética, de la mirada culpabilizadora a la  mirada compasiva. Del castigo al aprendizaje de la libertad y del amor y de sus complejas relaciones, estos los grandes aprendizajes como camino de vida del ser humano.

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(*) VER LA PELICULA EN YOUTUBE: https://www.youtube.com/watch?v=ZqHymM_eG5w

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[1] Nasio, Juan David. El Edipo. Concepto crucial psicoanálisis. Paidós, págs 61 y 62
[2] Ídem anterior, pág.
[3] Ídem anterior, pág.
[4] Zizek, Slavoj. Lacrimae rerum. Ensayo sobre cine moderno y ciberespacio. Debate, págs. 21 y 22

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SERIE DECÁLOGO (pulsar en título para acceder a la entrada)

Decálogo 1. Yo, el señor, soy tu Dios. Ese frágil absoluto.
Decálogo 2. No tomarás en falso el nombre del señor, tu  Dios. Compasión vs. culpa.
Decálogo 3. Santificarás las fiestas. Resentimiento, envidia y reparación. 
Decálogo 4. Honrarás a tus padres. El edipo honrado.

sábado, 19 de abril de 2014

HACIA RUTAS SALVAJES (Into the wild - Sean Penn, 2007 -): Sobre la discordia y el malestar del ser.

Hacia rutas salvajes (2007) es una de las siempre interesantes incursiones que el actor Sean Penn ha hecho en el mundo de la dirección cinematográfica. Basada en el notable libro del alpinista y escritor Jon Krakauer, la película, del mismo título que el libro, nos narra la historia del joven Christopher McCandless, alias "Alexander Supertramp", quien a sus veinticuatro años fue hallado muerto en 1992 en un antiguo autobús abandonado a modo de refugio en las desoladas tierras de Alaska. La narración de la tragedia y las primeras investigaciones realizadas por Krakauer y publicadas en la revista Outside en el mismo año suscitaron un gran interés por la historia y aventura de este joven y derivaron posteriormente en 1996 en la publicacion del libro Into de Wild (Hacia rutas salvajes) con una investigación mucho más profunda y elaborada. La película es una muy buena adaptación del libro y de su espíritu, si bien hay algunos detalles inmportantes que se hallan en el libro y que la película no puede recoger en toda su extensión. La película cuenta con la reconocida interpretación de Cristopher por parte de Emile Hirsch, acompañado por William Hurt (Walt McCandless), Marcia Gay Harden (Billie McCandless) y Jena Malone (Carine McCandless) entre otros.

Sean Penn y Emile Hirsch

I. EL ARGUMENTO DE LA PELÍCULA.

Cristopher es un joven norteamericano de veintidos años que tras graduarse en sus estudios decide abandonar a su familia (que ya hasta su muerte no tuvieron más noticias de él) y su estilo de vida para embarcarse en un largo recorrido por tierras norteamericanas (California, Oregón, Dakota del sur, etc) en las cuales fue tomando figura el impulso de vivir una temporada sólo en la Naturaleza, eligiendo para ello las complicadas tierras de Alaska, en una zona conocida como la Senda de la Estampida. Al llegar a estas tierras encontró un autobus abandonado a modo de refugio (el autobús mágico) del que hizo su morada. La realización de este proyecto le costó la vida al complicarse su salida, debido al deshielo, por la crecida del río Teklanika que le cortó el paso. La Naturaleza que debía albergarle fue, poco a poco, mostrando también su faz más hostil hasta fallecer por inanición por lo que parece que fue la intoxicación debida a la ingestión de alguna planta, fruto o semilla tóxica. La película se divide en cinco fases que hacen referencia a su evolución a esos dos años de vida nómada por las tierras norteamericanas: mi propio nacimiento, adolescencia, adultez, y sabiduría

Arriba Cristopher McCandless, abajo su intérprete: Emile Hirsch.

La historia de Cristopher nos ofrece un marco de reflexión que nos permite contemplar su peripecia desde distintas perspectivas y puntos de vista. Más allá del marco psicológico que, obviamente, tendrá su lugar, la historia nos ofrece otro marco de reflexión que se enmarca dentro del conflicto entre Civilización y Naturaleza y el alejamiento progresivo que para el ser humano implica la una de la otra. Antes de clasificar, como así se ha clasificado por muchos, la historia de Cristopher como una tontería sin sentido o una locura de un joven arrogante enfrascado en una loca y peligrosa aventura, de la misma manera que ha despertado la admiración por las motivaciones que parecía tener. Creo que más allá de deplorar o exaltar su vivencia, es justo concederle el ejercicio de la reflexión. La exaltación del mundo de la Naturaleza por encima de la Civilización aparece en muchas ocasiones como una compensación de la locura que nuestro mundo civilizado también imprime al ser humano. Las reflexiones de filósofos como Rousseau o Thoreau, o escritores como Tolstoi o Jack London (frecuentados, con la excepción de Rousseau, por el joven Cristopher) ya se han desplazado por esta tensión existente con la que el hombre vive dicho conflicto. Que evidentemente el proyecto de vivir en la naturaleza salvaje de las tierras de Alaska tuvo las funciones de un "ritual iniciático" para Cristopher lo dejan claro sus propias palabras:

Hace dos años que camina por el mundo. Sin teléfono, sin piscina, sin mascotas, sin cigarrillos. La máxima libertad, un extremista, un viajero esteta cuyo hogar es la carretera. Escapó de Atlanta, jamás regresará. La causa: "no hay nada como el oeste". Y ahora, después de vagar dos años por el mundo, emprende su mayor y última aventura. La batalla decisiva para destruir su falso yo interior y culminar victoriosamente su revolución espiritual. Diez días y diez noches subiendo a trenes de carga lo han llevado al magnífico e indómito Norte. Huye del veneno de la civilización y camina sólo por el monte para perderse en una tierra salvaje. (Alexander Supertramp, 1992) [1]

Hacia rutas salvajes se corresponde al típo de película que Jordi Batlló y Xavier Pérez clasifican como "en busca del tesoro" y de ciertas road movies que definen como:

Un viaje donde curiosamente no existe encargo (al contrario, es el viajero quien quiere escapar del hogar donde insisten para que se quede) ni tampoco un objetivo final definido. En estos films de frontera parece importar únicamente la parte central: el viaje accidentado, los aliados en el camino, la necesidad de movimiento; como si detenerse equivaliera a morir. Héroes que saben que la felicidad es un bien escaso, y que si existe sólo puede encontrarse en el nomadismo, en la huida sin fin. Una disposición argumental y anímica, una metáfora del espacio que es capital en la conciencia moderna. [2]

Sin embargo, y para empezar nuestro comentario, me gustaría comenzar por hacernos una pregunta. ¿Porqué esa decisión de cortar todo tipo de comunicación con su familia? Empezaremos por esta vertiente netamente psicológica para, poco a poco, introducirnos en la ruta que llevará nuestra reflexión.

El autobús que sirvió de refugio a Cristopher McCandless en su estancia en Alaska

II. RELACIONES FAMILIARES.

Es evidente que la película, y aun más el libro de Krakauer, ponen de relieve las dificultades de la relación de Cristopher con sus padres. Sólo la relación con su hermana Carine era intensa, y a pesar de ello incluso con ella cortó todo tipo de comunicación durantes estos dos años y cuatro meses. En distintos momentos de la película se pone de relieve esa dificultad que deja entrever los efectos de un padre exigente y autoritario (Walt McCandless es un ingeniero catalogado de un genio en su campo que trabajó para la NASA y que luego, con su mujer, fundó una empresa exitosa sobre su misma especialidad) y de unas relaciones dificultuosas e incluso violentas entre sus padres, en especial, desde la fundación de la empresa que ambos constituyeron, y que les llevaron a un abandono de las relaciones con sus hijos. Veamos las siguientes palabras:

Tanto el padre como el hijo eran intransigentes y excitables. Dada la necesidad de controlar de Walt y el caracter exageradamente independiente de Chris, el enfrentamiento fue inevitable. Mientras estudió, Chris se sometió a la autoridad paterna hasta extremos sorprendentes, pero lo hizo a costa de acumular un resentimiento cada vez mayor. Fué obsesionándose por lo que percibía defectos morales de su padre, la hipocresía del estilo de vida de su familia, la tiranía de su amor con condiciones. Al final se rebeló, y lo hizo con la desmesura que le caracterizaba. [3]

William Hurt y Marcia Gay Harden en los papeles de Walt y Billie McCandless
Sin embargo, hay un hecho que se relata en el libro y que en la película no se cita y que afectó especialmente a Chris y que parece ser que fue determinante. Krakauer lo relata, además, poniendolo en relación al propio ejemplo con su propio padre, evidenciando así ciertos parecidos en los comportamientos de ambos. A través del contacto con diversos familiares Chris se enteró de una dolorosa historia envuelta en la relación de Walt con Billie y con la que fue su primera esposa, Marcia. La historia descrita por Krakauer es la siguiente:

La separación entre Walt y su primera esposa, Marcia, no había sido facil. Mucho tiempo después de haberse enamorado de Billie y de que esta diera a luz a chris, Walt seguía viéndose con Marcia en secreto, dividiendo su tiempo entre dos casas y dos familias. Para mantener el engaño, contó mentiras que al final se descubrieron y dieron pie a nuevas mentiras para justificar las mentiras anteriores. Dos años después de que Chris naciera, Walt tuvo otro hijo con Marcia, Quin McCandless. Cuanbo la doble vida de Walt fue descubierta, la revelación hirió a todas las partes implicadas, que sufrieron terriblemente. [4]

El descubrimiento de toda esta historia paterna llevó a Chris a desarrollar un fuerte resentimiento hacia su padre, a quien empezó a juzgar como un hipócrita que había predicado unas cosas y actuado otras bien distintas. Es decir, que al resentimiento que parecía consumir a Chris por la dureza y al autoritarismo paterno se le añadió el resentimiento de lo que Chris consideró la traición relacionada con la falsedad del padre. Krakauer hace un diagnóstico más que probable:

Tras descubrir las circunstancias del divorcio de Walt, tuvieron que pasar dos años para que el odio de Chris empezase a aflorar, pero al final ocurrió lo inevitable. No estaba dispuesto a perdonar los errores de juventud de su padre y aun menos sus intentos de ocultarlos. Más adelante dijo a Carine y a otrosque el engaño urdido por Walt y Billie había convertido "toda su infancia en una ficción". Sin embargo, nunca se enfrentó con sus padres para plantearles lo que sabía, ni en aquel momento ni más tarde. En lugar de ello, eligi´´o mantener en secreto una información que le hacía daño y expresar su rabia de modo indirecto, a través de un silencio hosco. [5]

Sean Penn con Jon Krakauer

III. EL CARACTER OBSESIVO: ENTRE EL SOMETIMIENTO Y EL SADISMO.

La reacción de Chris de condena a su familia a ese "silencio hosco" cabe reflexionarla desde una estructura obsesiva. Observamos en ella algunas de sus características. Surge una pregunta inevitable tras leer el comentario de Krakauer: ¿A quién se dirige ese "silencio hosco"? Vamos a centrar nuestro comentario en dos aspectos fundamentales del caracter obsesivo.

- La rivalidad con el padre.

Lacan ya nos indicó que una característica del obsesivo es la rivalidad con el padre, de la misma manera que también nos indica que en el punto máximo de entrega y sometimiento al otro, es el momento donde el sujeto se eclipsa y surge el sadismo. Durante largo tiempo Chris se sometió a la autoridad paterna de manera total, pero justo en ese extremo de sometimiento, es donde también se incuba el resentimiento. De él surgió el Chris que sin mediar palabra, a través del silencio impuesto por su ausencia, abandono su familia hasta el día de su muerte. ¿A quién se dirige ese "silencio hosco"? Es un silencio creado para la mirada del padre. Un silencio transformado en acusación y venganza. Un silencio a una injusticia, a la vez que a una falsedad que lleva a Chris a postularse como ejemplo de lo que no fue su padre: la honestidad y la verdad, a la vez que en implacable vengador (surge el sadismo). Chris se erige en un claro ejemplo de una característica de los obsesivos:

Muchos obsesivos luchan por la "única verdad", el "unico camino verdadero", "la mujer correcta" y demás, y sus ideales son tan elevados que resultan irrealizables y ningún esfuerzo humanamente posible parece lo suficientemente grande para constituir un genuino paso en dirección al ideal; por lo tanto no hacen nada. [6]

Pero el caso de Chris no es el de "no hacer nada". La maniobra de Chris es su elaboración como el opuesto del padre y  hace de la honestidad y de la verdad, ante lo que considera la hipocresía de sus principios y su falsedad, su divisa. Y aun algo  más, hace de la Naturaleza el lugar en la que se halla la verdad del hombre. Lector de Thoreau cita en la película las siguientes palabras (que se hallaron subrayadas en el libro Walden. La vida en los bosques que se encontró en el autobús donde falleció) que parecen un resumen de su decisión y de su rebelión:

Dadme la verdad antes que el amor, el dinero y la fama. Me senté a una mesa en la que había buena comida y vino en abundancia y un excelente servicio, pero no había ni sinceridad ni verdad; y me marché con hambre de aquel banquete inhóspito. La hospitalidad era glacial como los hielos. [7]

Dadme la verdad antes que el amor, el dinero y la fama.

En realidad el silencio de Chris hacia su padre y, por extensión a toda su familia le abandonó a una estrecha relación que Chris estableció con su propio superyó. Yo tengo la sensación que el final de Chris en tierras de Alaska, su muerte en sus desolados territorios, no es más que la consecuencia de su fidelidad a su propio imperativo superyoico en una fiel imagen de la demanda insaciable que éste representa. 

- No ceder al deseo del Otro.

Es en la relación con la Naturaleza y el nomadismo, el no atarse a ninguna relación, donde Chris encontró su manera de no ceder al deseo del Otro. Eso, y el ideal con el que invistió su estancia en Alaska y que debía ser su batalla decisiva para destruir su falso yo interior y culminar victoriosamente su revolución espiritual. Expresión ésta que, en si misma, ya suena sospechosamente a imperativo superyoico. A pesar de la fuerte impresión que la personalidad de Chris dejó en todos aquellos que conoció  (su determinación y su vitalismo, su honestidad) a lo largo de sus viajes (como va recogiendo la película en sus encuentros con Rainey y Jan Burres, Wayne Westenberg, Ron franz, Tracy Tatro), y el fuerte apreció que suscitó en muchos de ellos siempre siguió su camino en solitario. Chris siempre mostraba esta oscilación entre una fuerte necesidad de relacionarse para luego desaparecer en la soledad de su camino, de su viaje. Nunca se quedaba demasiado tiempo, como si buscara que la implicación emocional no le apartara de la búsqueda de su verdad. Pero esa búsqueda en realidad le libraba de entrar en su vertiente agresiva, la misma agresividad y sadismo con la que "castigó" a su familia con el silencio absoluto, o en lacaniano:

Lacan plantea que el fantasma del obsesivo es un fantasma sádico. El obsesivo que se presenta tan oblativo, dispuesto a satisfacer las demandas, cercano, simpático, solidario, encubre bajo ese amor al Otro su fantasma sádico inconsciente. Y para seguir desconociéndolo ese fantasma sádico de destrucción, el sujeto va a hacer todos esos montajes. [8]

Es importante observar que el ideal con el que Alaska queda investido (destrucción del falso yo interior, revolución espiritual) se relaciona con esa tendencia del obsesivo a alienar su deseo con imágenes e ideales. Y siguiendo ese hilo, en realidad observamos en Chris que se elabora como el ideal - el yo ideal - de un superyó que le exige honestidad, verdad y justicia a la vez que le exige el imperativo de gozar (¡¡goza!!). Un imperativo que parece decir por un lado: ¡No seas como tu padre! Y que, a la vez, le dice: ¡¡Goza!! - Vimos eso claramente en el comentario a la película Aflicción (Paul Schrader, 1997) -. Eso le convierte en un ferviente creyente de sus introyecciones. Un imperativo que le lleva a tener que ser extremadamente fiel a sus creencias hasta asumirlas como verdades incuestionables y en la que dicha verdad se sostiene sobre la congruencia entre su enunciado y la acción con las que van acompañadas (a diferencia de su padre). Al mismo tiempo las introyecciones que fundamentan este imperativo implica la represión de aquel que le obliga a gozar y que, como dice Lacan, se convierte en el auténtico fantasma del obsesivo. Vimos antes que el punto máximo de entrega y sometimiento al otro, es el momento donde el sujeto se eclipsa y surge el sadismo. La oscilación de Chris entre su necesidad de relacionarse y sus desapariciones tienen que ver con eso... El regreso al viaje, al camino le aleja de ese punto de transición donde el sometimiento se transforma an sadismo como ocurrió en la relación su padre y su familia. Por otro lado. y desde esta perspectiva, podemos también considerar su relación con la Naturaleza como un desplazamiento (que no sublimación) de sus impulsos reprimidos...

El encuentro con la Naturaleza Indómita de Alaska

En el ejemplar encontrado en el autobús de Walden. La vida en el bosque (Thoreau), se encontró subrayado:

La castidad es el florecimiento del hombre; y lo que llamamos Genio, Heroísmo, Santidad y otras cosas parecidas son los frutos  que genera.[9]

Dentro de esta dinámica cabe concebir también su relación con Tracy Tatro (Kristen Stewart, la protagonista de la saga Crepúsculo), la joven adolescente que se enamora de Chris y que en una escena la hace bien explícito su deseo sexual por él. Chris curiosamente se mantiene en una relativa distancia de ella manteniéndola como una amiga. Como todas las relaciones que mantiene, todas ellas siempre son mantenidas a una cierta distancia, a pesar de la profundidad que puedan alcanzar, hasta que finalmente se va, las separa... Ninguno de los muchos testimonios de aquellos que conocieron a Chris habla de que le viera intimando con alguna joven. Probablemente el sexo fue también una intimidad de la que se mantuvo alejado como demuestran sus subrayados y notas acerca de libros como el citado de Thoreau (que hizo de la castidad un valor) o La sonata Kreutzer de León Tolstoi donde también se abordan las virtudes de la castidad. Dice Krakauer al respecto:

parece como si McCandless hubiera sido movido por una especie de sed que suplantaba el deseo sexual. En cierto modo, esta sed era demasiado fuerte para que el contacto humano la saciase. Puede que McCandless se sintiera tentado por las pasiones que le ofrecían las mujeres, pero tales pasiones palidecían en comparación con la perspectiva de un encuentro tempestuoso con la naturaleza, con el cosmos mismo, que era lo que le arrastraba hacia Alaska. [10]

Chris con Tracy
He querido poner de relieve esta relación de Chris con Tracy porque nos invita a seguir y reflexionar con el objetivo del siguiente punto.

IV. LA FALLA DE LA METÁFORA PATERNA Y EL EXCESO DE GOCE: la gran comunión.

Dice Thoreau:

La mayoría de los hombres viven una vida de tranquila desesperación. Lo que llamamos resignación no es más que una confirmación de lo que llamamos desesperación. De la ciudad desesperada pasamos al campo desesperado, y tenemos que consolarnos con la magnificiencia de los visones y ratas almizcleras. Hasta detrás de los llamados juegos y diversiones de la humanidad se encuentra una desesperación estereotípica, aunque inconsciente. No hay diversión en ellos, porque esta viene sólo después del trabajo. Pero no hacer cosas desesperadas es una característica de la sabiduría. [11]

H. D. Thoreau
Esa desesperación a la que Thoreau hace referencia nos recuerda los conceptos de discordia primordial en Lacan o de malestar (de la cultura) en Freud. La discordia primordial de Lacan haría referencia al sentimiento de incompletitud que el ser humano percibe en sí mismo y en su existencia, mientras que el malestar de Freud se refiere más al conflicto que la civilización le plantea al ser humano y que es vivido y sentido como un malestar resultado de la represión que se le impone a sus impulsos o pulsiones y a sus instintos. Thoreau ejemplifica este malestar cuando al hablar de la diversión de ciertos juegos del hombre civilizado la pone en duda "porque esta viene sólo después del trabajo". Algo que se observa en filósofos y poetas como Thoreau (también en Rousseau o Ralph Waldo Emerson, y en grado distinto en Walt Withman) en relación al hombre y la Naturaleza es el intento que se plantea de la vuelta a los orígenes, la reintegración a una "madre" Naturaleza en la que el malestar y especialmente la discordia desaparece en una visión fundamentalmente "buena" de ella. Veamos un ejemplo en el siguiente fragmento de Walden:

Hace una tarde deliciosa, en la que el cuerpo es un único sentido y y se llena de placer por cada uno de sus poros. Voy y vengo en la Naturaleza con una extraña libertad , como parte de ella misma. Mientras camino po la orilla pedregosa de la laguna, en mangas de camisa, a pesar de que el día es frío, nublado y ventoso, no veo nada particular que atraiga mi atención: me siento inusualmente cercano a todos los elementos. Las ranas toro trompetean para anunciar la noche y el viento ondulante me trae la nota del chotacabras desde la orilla. La afinidad que siento con las palpitantes hojas de los alisos y de los álamos casi me corta la respiración, pero al igual que la del lago, mi serenidad se riza sin llegar a perturbarse. Estas pequeñas olas, levantadas por el viento de la tarde, están tan lejos de la tormenta como la tersa superficie reflectora. Aunque ya oscurece, el viento sopla y ruge aún en los bosques, las olas siguen chocando y algunas criaturas acallan al resto con sus cantos. [12]

Hallamos declaraciones parecidas en Rousseau:

Rousseau
Iba con paso tranquilo en busca de un lugar salvaje en el bosque, un paraje abandonado donde nada que mostrara la mano del hombre pudiera anunciarme la servidumbre y la dominación, un refugio donde pudiese creer que era el primero en entrar y donde ningún tercero inoportuno viniese a interponerse entre la Naturaleza y yo. Una nueva magnificiencia parecía desplegarse ante mis ojos [...] Luego, mi espíritu se perdió en esta inmensidad [...]  Creo que, de haber desvelado todos los misterios de la Naturaleza, no me habría sentido en un estado tan delicioso como aquel éxtasis aturdidor [...], que en la agitación de mi arrebato me hacía exclamar de tanto en tanto: "¡Oh gran Ser! ¡Oh gran Ser!", sin poder decir ni pensar nada más. [13]

Algo que observamos como una similaridad en Chris McCandless, Thoreau o Rousseau en la cuestión que nos trae, es la importancia de la soledad "donde ningún tercero inoportuno viniese a interponerse entre la Naturaleza y yo". Dice Thoreau:

Creo que es saludable estar solo la mayor parte del tiempo. La compañía, incluso la mejor, se hace pronto cansina y nociva. Me encanta estar solo. No he encontrado un compañero que me acompañe mejor que la soledad. Normalmente estamos más sólo cuando nos reunimos con los demás que cuando permanecemos en casa. [14]

Rousseau también menciona la palabra "refugio". Es significativa, como lectura desde un punto de vista del caracter obsesivo, la referencia del refugio a esa ausencia del tercero que no es más que la ausencia del "Otro" como algo que nos permite zafar la demanda y nos lleva a abandonarnos al goce de lo que Safranski denomina "la gran comunión" y que se corresponde con la idea del "sentimiento oceánico" que Freud tomó de Rostand en el "Malestar de la cultura". Esos sentimientos se caracterizan por la rotura de límites, por los sentimientos de fusión y autosatisfacción... e incluso por la eliminación de cualquier tipo de consciencia reflexiva para ser hecho puro (Rousseau y algunos místicos describen con claridad dicho estado).

Hacia rutas salvajes: la gran comunión.

Cuando indiqué que la relación de Chris con la Naturaleza y el nomadismo parecían un desplazamiento de sus impulsos reprimidos me refería aquí al goce, goce entendido como una experiencia de fusión con el todo que cabe entender como fusión con lo materno, un retorno a la gran comunión, al sentimiento oceánico, una vez más el retorno a lo materno de Withman tras "los portales de la muerte". Goce prohibido y a la vez exigido por el superyó implacable del obsesivo.

Para que esto suceda nos encontramos ante otra característica del obsesivo y que tiene que ver con un fallo en el papel de la metáfora paterna, fundamental en el complejo edípico, y entendida esta como la ley del intercambio que dicta la separación de las generaciones y que podríamos formular de una manera gráfica como: Hijo, no desearás a tu madre. Madre, no retendrás a tu hijo. Y con el tiempo, cuando crezcas, ya como hombre tu desearás a otra mujer. Algo falla en el papel del padre en el obsesivo en su papel de interdictor del deseo del hijo y de la madre. Es como si en esta falla se invirtiera el enunciado de la ley y se dejara al hijo a merced de la madre y que lo que se prohibiera, como consecuencia de ello, fueran las otras mujeres. Por eso el obsesivo niega su deseo, porque éste queda atrapado en lo materno, le pertenece a ello. Eso abandonaría al obsesivo a ese exceso de goce que le habita y sólo el mecanismo de desplazamiento de ese impulso incestuoso a la relación con la Naturaleza - en los casos que citamos - evita la relación que dicho goce tiene con la ley del superyó y el conflicto que establece con las otras normas interdictoras que éste implica. Su coste, en el caso de Chris: el aislamiento, la necesidad de soledad y el nomadismo geográfico y relacional.


El autobús mágico en la nieve...

V. MÁS ALLÁ DE LA PSICOLOGÍA: EL CONFLICTO CIVILIZACIÓN-NATURALEZA.

No obstante, y ya más allá de lo psicológico, Chris McCandless plantea un problema que está en el núcleo de la civilización y de su patología. La vida del hombre somo sujeto social y cultural a través de la historia nos muestra un hombre progresivamente más y más desarraigado de la Naturaleza y más sometido a las "leyes de la civilización" cuanto más esta se desarrolla, leyes que progresivamente se han ido construyendo sobre y en detrimento de la Naturaleza y de nuestra propia pertenencia a ella. Somos civilización y naturaleza, pero el drama de la civilización, y esencialmente de la civilización occidental es que como un virus infeccioso o un cáncer se construye arrogante destruyendo aquello de lo que finalmente hemos surgido, de la Naturaleza. Thoreau dice:

El naturalista Darwin dice, refiriéndose a los habitantes de la Tierra del Fuego, que mientras su cuadrilla de "hombres bien vestidos estaba sentada cerca del fuego, sin sentir demasiado calor, aquellos salvajes desnudos, situados algo más lejos, le causaron sorpresa, pues estaban sudando la gota gorda". También nos han dicho que los nativosv de Australia anda desnudos sin sufrir por ello, mientras los europeos tiemblan de frío bajo sus ropas. ¿No sería posible combinar la robustez de estos salvajes con la condición intelectual del hombre civilizado? [16]

Y más adelante insiste:

Mientras volvía a casa a través de los bosques con mi sarta de pescado, arrastrando mi caña y siendo ya noche cerrada, vislumbré una marmota que cruzó furtivamente el sendero y sentí una extraña sacudida de placer indómito y la poderosa tentación de cazarla y devorarla cruda, no porque tuviera hambre en aquel entonces, sino por aprehender la vida salvaje que representaba [...] Los lugares más salvajes me resultaban inexplicablemente familiares. Encontraba en mí mismo, y aun encuentro, un instinto dirigido hacia una vida más superior o, como suele decirse, espiritual, común a la mayoría de los hombres, y otro hacia un estado primitivo y salvaje; y siento el mismo respeto por ambos. Amo lo salvaje tanto como el bien. El aspecto salvaje y aventurero inherente a la pesca resulta muy recomendable para mí. A veces me gusta plantar los dos pies en la vida y pasar el día como un animal. Quizá deba a esta ocupación y a la caza, practicadas desde mi juventud, mi intimidad con la Naturaleza. [17]

El verdadero Chris McCandless en tierras de Alaska.

Thoreau siente la necesidad de unir ese polo del mundo de lo espiritual y lo elevado, de lo intelectual con el del mundo de lo instintivo y salvaje. Algo que Jung, muchos años después, ya definió en su hipótesis del inconsciente colectivo y sobre la naturaleza de los arquetipos. El viejo conflicto entre Apolo y Dionisos que en el hombre actual, y llevados ambos a sus extremos, enloquecen peligrosamente cuando se erigen como negadores uno del otro. Thoreau ya intuye que ambos se necesitan, que uno no es la negación del otro. Dice también algo que Jung diría tiempo después:

Toda nuestra vida es de una moral sorprendente. Entre la virtud y el vicio jamás hay un instante de tregua. La única inversión que nunca quiebra es la bondad.[17]

Fijaros que Thoreau situa la bondad fuera de la moral. Lo bueno está más allá del bien y del mal (parafraseando a Nietzsche) que define una moral, cualquier moral. Dice Thoreau en otra parte:

No sea demasiado moral. Sería como hacer trampas con uno mismo. Sitúese por encima de los principios morales. No sea simplemente bueno, sea bueno por algo. Todas las fábulas tienen su moraleja, pero a los inocentes lo que les gusta es escuchar la historia [...]

Es un hecho indiscutible que el hombre puede ser bueno o puede ser malo; su vida pueder ser verdadera o puede ser falsa; y puede representar para él la verguenza o la gloria. El hombre bueno se esculpe a sí mismo; el malo se destruye a sí mismo. [18]

Éste concepto de bondad que se halla por encima de las "morales" se ejemplifica en Thoreau en esa unión de lo espiritual e intelectual con lo instintivo y salvaje como vimos en la nota 17 y que se corresponde un tanto con las ideas de Aristóteles expuestas en la "Ética a Nicómano", cuando el filósofo griego discrimina que la felicidad surge del equilibrio entre lo que él llama las virtudes éticas (propias de la relación del hombre con la Naturaleza y su propia naturaleza animal) y las virtudes dianoéticas (relacionadas con el intelecto y el alma humana). De Aristóteles y Thoreau podemos inferir que no hay felicidad en nuestro alejamiento de la Naturaleza, y que cuando arrogantemente pasamos por encima de ella, incita y desarrolla los elementos destructivos de la Civilización a la que podemos ver regida por la racionalización de la pulsión de muerte, como ya desarrollamos en la entrada "Cuando el destino nos alcance: de psicópatas y zombies. El nucleo patológico del capitalismo" - ver en concreto nota 8 -. Compárese lo que en este artículo dijimos con las palabras de Leonardo Boff:

Leonardo Boff
La ética va más allá de la moral. Por ella expresamos el comportamiento justo y la manera correcta de relacionarse el ser humano, en consecuencia con su dinámica propia e intrínseca de la naturaleza de cada cosa. Lo decisivo en la ética no es lo que queremos que sea o lo que conseguimos imponer mediante el poder (ahí se crean las diferentes morales), sino lo que la realidad misma dice y exige de cada uno de los que se ponen a su escucha y en sintonía con ella.

La ética de la sociedad hoy dominante es utilitaria y antropocéntrica. El ser humano estima que todo se ordena a él. Se considera señor y patron de la naturaleza, que está ahí para satisfacer sus necesidades y realizar sus deseos. Como ya se observó anteriormente, tal postura básica lleva a la violencia y a la dominación de los demás y la naturaleza. Niega la subjetividad de los pueblos, la justicia a las clases y el valor intrínseco de los demás seres de la naturaleza. No percibe que los derechos sólo se aplican al ser humano y a los pueblos, sino también a los otros seres de la creación. Hay un derecho humano y social como hay un derecho ecológico y cósmico. No tenemos derecho a destruir lo que nosotros mismos no hemos creado. [19]

La rebelión de Chris, más allá de lo psíquico estructural nos pone de relieve la locura implícita en nuestra civilización: desarraigada de la Naturaleza nos acerca más al zombi que al vivo. Entre leyes y deberes, expectativas que ni tan sólo tenemos tiempo de digerir y que ni siquiera sabemos si son nuestras ingresamos sin darnos cuenta en una especie de Matrix que simplemente nos transforma en piezas de una maquinaria al servicio de los poderes que nos dicen lo que está bien y lo que está mal, poderes religiosos, poderes políticos, económicos y los mass media... La rebelión de Chris contra su padre y su familia es también una rebelión contra la locura civilizada que nos dice que debemos querer, lo qué debemos desear, por qué debemos ilusionarnos, que tenemos que pensar... Sigo con Thoreau (como podríamos seguir con Rousseau, Walt Withman, Jung, Eric Fromm, Herbert Marcuse o Leonardo Boff):

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome sólo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir nada que no fuera la vida, pues vivir es algo muy valioso, ni tampoco practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir intensamente y extraer el meolllo de la vida, vivir de manera tan dura y espartana como para apartar todo lo que no fuera vida, surcar una divisoria y llevar la vida hacia un rincón y reducirla a elementos básicos y, si resultaba mezquina, obtener entonces toda su genuina mezquindad y hacerla pública al mundo, y si fuera sublime, saberlo por experiencia y poder dar cuenta de ello en mi próxima excursión. Porque me parece que la mayoría de los hombres se halla en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es cosa del diablo o de Dios, y han deducido algo apresuradamente que el fin principal del hombre aquí es “gloria a Dios y gozar de Él eternamente. [20]

Se podrá estar de acuerdo o no con las ideas de Thoreau pero, en todo caso, rezuman un sano vitalismo y un experiencialismo recomendable a todos contra esa desesperación y resignación que residen en la civilización cuando esta pretende imponerse por encima de la Naturaleza, y lo que es peor, cuando nos quiere imponer un estilo de vida basado en la pobreza del ser... cuando nos reclama ser sujetos pasivos ante su demanda. Chris, con todas sus cosas, con las críticas recibidas por su temeridad y el dolor infringido a sus padres, transmitía esto a quienes le conocieron, sus innegables ganas de vivir más allá de las estrechas miras a la que nos conmina nuestra Matrix civilizada gestionada por auténticos robots religioso-político-economico-comunicativos. Como una gran metáfora de nuestros tiempos Matrix nos ayuda a reflexionar sobre esa civilización que en nombre de un bienestar construido finalmente sobre un sinfín de inutilidades al servicio del consumo y una falsa libertad sostenida en el tener hace que de repente algunos despierten al "desierto de lo real" que no es más que el desierto del ser, en su pobreza y esclavitud, con la que vivimos alejados de nuestra esencia que se enraíza también en la Naturaleza. Nuestra civilización, más allá de las cuestiones psíquicas estructurales es altamente neurotizadora. Su estilo de vida genera enfermedad psíquica. Eso creo que lo compartimos muchos profesionales. Vivimos más pero... ¿cómo vivimos ese tiempo de más? ¿cómo inmersos en un civilización de la imagen, de la competitividad desleal, del engaño, de las falsas necesidades y de los deseos vanales, de los placeres compulsivos, de la inmediatez y el resultadismo, de la  manipulación y la desigualdad disimulada y la injusticia legalizada?

Guerrero Mursi con su Kalhasnikov
Y ya para finalizar una anécdota. Hace poco tiempo estuve visitando el sur de Etiopía. Visité algunas de las tribus que viven en las sabanas ya fronterizas con Kenia. Asistí con pena - y desgraciadamente como un farangi, como partícipe turista occidental - al impacto que la vanguardia de la civilización empieza a ejercer sobre esos hombres y mujeres que aun viven inmersos en la Naturaleza - y que al ser Naturaleza no necesitan reflexionarla, simplemente son con ella -, en los que su cultura aun forma parte de ella, cuidadosamente, no elevándose por encima y enfrentándola en su misterio y crudeza con agradecimiento, respeto y temor. Sin embargo, ejemplos de los primeros efectos de la llegada de la "civilización": Kalashnikov en lugar de lanzas (producto del tráfico de armas en la frontera Keniata), aparición del alcoholismo en algunas de ellas producto del ya incipiente desarraigo sobre sus formas naturales de vida y sobre los intentos de desplazarles de sus lugares (resultado de la aplastante colonización económica China), el triste y avaricioso efecto de la aparición del dinero en su mundo cuando no hace mucho aun comercializaban con trueque...

VI. UNA REFLEXIÓN FINAL.

Chris eligió la pastilla roja para dejar la Civilización, pero a su vez tomó otra azul que idealizó el "desierto de lo real" a través de la Naturaleza. Buscó refugio en ella, pero como bien se dice en el libro de Krakauer: "Desde hace mucho tiempo, Alaska ejerce una atracción magnética sobre los soñadores e inadaptados que creen que los enormes espacios inmaculados de la Última frontera llenarán el vacío de su existencia. Sin embargo, la Naturaleza es un lugar despiadado, al que le traen sin cuidado las esperanzas y anhelos de los viajeros". Sin embargo, alguna cosa hace pensar que ese encuentro final con "lo real" de Chris probablemente le habían dado un contrapunto de claridad en su búsqueda... Compensó su necesidad de refugio y soledad en la Naturaleza con la necesidad también de compartir. El último libro que tuvo oportunidad de leer fue Doctor Zivago (Boris Pasternak). Al lado de un pasaje del libro Chris anotó: "LA FELICIDAD SÓLO ES REAL CUANDO ES COMPARTIDA". El pasaje en cuestión dice lo siguiente: "Y así resultó que sólo una vida similar a la vida de aquellos que nos rodean, fusionándose con ella en armonía, es una vida genuina y que una felicidad no compartida no es felicidad". Y, no obstante, Chris nos dejó algunas reflexiones que a todos nos convendría quizá hacer de tanto en tanto. En una carta a Ron Franz, quién estableció con Chris una fuerte conexión antes de partir hacia Alaska, Chris dice:

Te equivocas si piensas que la dicha procede sólo o en su mayor parte de las relaciones humanas. Dios la ha puesto por doquier. Se encuentra en todas y cada una de las cosas que podemos experimentar. Sólo tenemos que ser valientes y empezar a vivir al margen de las convenciones.

Lo que quiero decir es que no necesitas tener a alguien contigo para traer una nueva luz en tu vida. Está ahí afuera, sencillamente, esperando que la agarres, y todo lo que tienes que hacer es el gesto de alcanzarla. Tú único enemigo eres tú mismo y esa terquedad que te impide cambiar las circunstancias que vives. [21]

Ron Franz (que es un pseudónimo) contaba en aquellos momentos con 81 años y tomó las palabras de Chris para dejar su terquedad y cambiar radicalmente su vida.

Ron Franz y Chris:
"todo los que tienes que hacer es el gesto de alcanzarla"

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[1] Krakauer, Jon. Hacia rutas salvajes. Ediciones B.S.A. pág. 132
[2] Batlló, Jordi y Pérez, Xavier. La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine. Anagrama. Colección Argumentos, págs. 24 y 25
[3] Ver nota 1, pág. 56
[4] Ídem anterior, pág. 101
[5] Ídem anterior, pág. 102
[6] Fink, Bruce. Introducción clínica al psicoanálisis lacaniano. Gedisa Editorial, pág. 177
[7] Thoreau, Henry David. Walden. La vida en los bosques. Errata Naturae. pág. 341
8] De Francisco, Mercedes. Un tipo de amor en la neurosis obsesiva. Ver: http://www.nel-mexico.org/articulos/seccion/textosonline/subseccion/La-neurosis-obsesiva/429/Un-tipo-de-amor-en-la-neurosis-obsesiva
[9] Ver nota 7, pág. 231
[10] Ver nota 1, pág. 58
[11] Ver nota 6, pág. 10
[12] Ver nota 7, pág. 137
[13] Safranski, Rudiger. ¿Cuanta verdad necesita el hombre? Ensayo Tusquets, págs. 23 y 24. Cita de una carta de Rousseau a Malesherbes de 1762.
[14] Ver nota 7, pág. 144
[15] Ídem anterior, págs. 12 y 13
[16] Ídem anterior, págs. 19
[17] Ver nota 7, pág. 221
[18] Thoreau, Henry David. Cartas a un buscador de sí mismo. Errata naturae. págs. 19 y 23
[19] Boff, Leonardo. La dignidad de la tierra. Ecología, mundialización, espiritualidad. Editorial Trotta, pág. 39
[20] Ver nota 7, pág. 91
[21] Ver nota 1, pág. 52

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