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lunes, 16 de febrero de 2015

DECÁLOGO 8 (K. Kieslowski, 1990): No mentirás. Sobre el concepto de culpa depresiva.

No darás testimonio falso contra tu prójimo (Éxodo 20, 16)

Decálogo 8 nos plantea como decálogo 2 un dilema ético y, por ello, no es de extrañar que en una escena ambos episodios se relacionen. Obviamente también está implícito el sentimiento de culpa y, como ocurre en las reflexiones de Kieslowski, las situaciones que nos plantea siempre nos dejan con la dificultad con la que se tienen que asumir ciertas decisiones del ser humano. La película nos presenta de entrada una imagen en la que la mano de un adulto da la mano a una niña andando por unos solitarios callejones de Varsovia. Inmediatamente pasamos de esta escena a la de una mujer mayor haciendo gimnasia en la Naturaleza y luego haciendo footing. Finalmente la vemos llegar a su casa con unas flores. Allí nos encontramos con uno de los símbolos habituales de Kieslowski en esas series: un cuadro torcido. Como algo que no encaja ese cuadro torcido ya parece advertirnos de algún desencaje en la vida de esta mujer. Sofia (María Koscialkowska), es profesora de ética de la Universidad a quien visita su traductora en los Estados Unidos, Elzbieta Loranz (Teresa Marczewska), quién una vez presentada le pide que la deje asistir a su clase. Curiosamente, y ya en la clase, y tras presentar a los alumnos a Elzbieta, indica que va a continuar con el tema que están tratando: el infierno ético. Y es aquí cuando una alumna plantea una cuestión que hace referencia directa a Decálogo 2:

Tenemos la siguiente situación: un hombre se muere de cáncer. Le está tratando un médico excelente, que, y esto es importante, es cristiano. Este médico vive en el mismo edificio que el paciente y su esposa. La esposa del paciente empieza a acosar al médico. Lo que quiere es saber si su esposo va a vivir o a morir y, en ese caso cuando. Pero él no puedo decírselo. Sería como condenarle a muerte, y como católico, no puede decírselo. Pero ella insiste tanto que el médico sospecha que tenga un motivo especial que la haga insistir. Sus sospechas son correctas: la mujer está embarazada. Pero es de otro hombre y él no lo sabe. Además es su primer embarazo y creía que no podía tener hijos. La mujer ama a este  hijo, recién concebido. Pero también a su marido. Si su marido no muere se verá obligada a abortar. Pero si muere tendrá el niño. Le guste o  no, el médico sabe que la vida del niño depende de él.

Sofia - que durante la narración de la alumna parece inquieta - indica que conoce el final de esta historia y que el niño está vivo y que eso es quizá lo más importante de la historia. También, visiblemente afectada por esa última afirmación de Sofía acerca de que lo más importante es que el niño esté vivo, Elzbieta le pide a la profesora si puede añadirse a la clase y relatar un incidente.

Sofía y Elzbieta.
Sofia accede y Elzbieta empieza un relato de una historia real en Varsovia situada en 1943, durante la segunda guerra mundial. Se trata de la historia de una niña judía de 6 años que una joven pareja católica tiene que refugiar. Sólo hay una demanda: que la niña tenga extendido un certificado de bautismo:

La niña y su tutor entran en el apartamento. El marido esta nervioso, la mujer está tranquila. Les ofrecen un té (la cámara enfoca el rostro contrariado de Sofía). A la niña le apetece pero no hay tiempo, El cura está esperando y se acerca el toque de queda. Pero la mujer en lugar de vestirse, les pide que se sienten [...] El hombre da vueltas por la habitación. Se cruzan una mirada y la mujer decide decir lo que el hombre es incapaz de decir: que deben faltar a su promesa, que han estado reflexionando sobre ello y no pueden mentir ante el dios que creen y que, si bien les exige caridad, prohibe levantar falsos testimonios (El rostro de Sofía esta cada vez más afectado). Aunque conocían el propósito de la mentira, era irreconciliable con sus principios. Y ya está. Entonces la niña y su tutor se levantan de la mesa.

Sofía asiste al relato cada vez más afectada, y tras solicitar algunos detalles más la afectación es aun mayor. Cuesta entender que ante la vida de una niña el argumento del falso testimonio tuviera ese peso. Algún alumno argumenta el miedo y, finalmente, Sofía dice algo curioso: Quiero que consideréis el problema ético de esta historia como un ejercicio individual. Presentad una motivación plausible desde el punto de vista de la mujer. Intentad entenderla,

Intentad comprenderla dice. Como ya se entiende en este fase del episodio Sofia es la mujer del relato de Elzbieta. A partir de este momento ocurren ciertas situaciones que nos muestran la vivencia de las dos mujeres en relación a este episodio traumático que determina el evidente sentimiento de culpa de Sofia y el resentimiento de la niña judía abandonada a su suerte. Tras el reconocimiento de la situación de ambas Sofía se da cuenta de que Elzbieta ha venido desde Estados Unidos para mirarle a la cara. Algo parece confundir a Elzbieta... ¿Por qué Sofia, que a tantos salvó de su pueblo con posterioridad no lo hizo con ella aquella noche? Sofia la invita a cenar a su casa.

1. SOBRE LA CULPA DEPRESIVA.

Sin embargo, Sofía la lleva con su coche al barrio en el que sucedieron aquellos hechos de su infancia. Se trata de un barrio un tanto suburbial de Varsovia. Elzbieta se adentra en él. Sofía, preocupada por su retraso, sale a buscarla... pero no la encuentra. Una imagen de Elzbieta sugiere que lo está haciendo a posta. Sofia se inquieta notablemente, temiendo perderla como la perdió cuando era niña. Tras llamar a varios timbres donde es atendida por personajes hoscos y distantes, Elzbieta sigue sin aparecer. Finalmente, y tras volver a su coche, la halla sentada en el asiento: "Había desaparecido y he tenido miedo. Creí que se había desvanecido" le dice.

¿¡Elzbieta!? ¿¡Elzbieta!?

El comentario de Sofia pone de relieve su culpa arrastrada desde aquella decisión del pasado. ¿Qué hubiera ocurrido si Elzbieta y esta escena no hubiera sido más que un sueño de Sofia? Como sueño probablemente no habría puesto de relieve más que su sentimiento de culpa y su deseo de ser aliviado y reparado, tanto para Elzbieta como para ella misma. Dada las características de Sofía ya se entiende que la excusa para no aceptar a la niña fue otra bien distinta que la del falso testimonio.

- Culpa depresiva: arrepentimiento y reparación vs. remordimiento y castigo.

A diferencia de la culpa persecutoria, que ya definimos en la entrada dedicada a la película Nixon (pulsar aquí para ver entrada), la culpa depresiva se caracteriza por la preocupación más genuina por el otro y por el yo en relación a un comportamiento, y así se caracteriza por estar acompañada por sentimientos como la pena, la nostalgia y la responsabilidad. A diferencia del sentimiento de culpa más neurótico, la culpa depresiva parte de la consciencia del propio sujeto en relación con su actuación, y es por ello que se caracteriza por el arrepentimiento y la necesidad de reparación (a diferencia del sentimiento de culpa neurótico que se caracteriza por el remordimiento y la búsqueda del castigo y también de su proyección paranoica). Obviamente se observa en Sofia el malestar por aquella decisión que tuvo que tomar en el pasado, y la aparición de Elzbieta si bien no puede reparar los hechos de ese pasado si puede buscar reparación en la comprensión de ellos. El arrepentimiento desea sinceramente el perdón.

Es algo que se observa cuando ambas mujeres llegan a casa de Sofía, cuando Elzbieta vuelve a intentar colocar bien el cuadro torcido... segundos después el cuadro vuelve a torcerse. En ese sentido el episodio deja claro que lo sucedido ya no se puede cambiar, en todo caso que Elzbieta sobreviviera permite el ejercicio de la comprensión mutua por la que se llega al perdón. Así se desvela la verdadera razón por la cual Sofía no aceptó encargarse de Elzbieta:

Las razones por las que tuve que renegar de usted son banales. El impacto que tuvo en mi vida es otro asunto, pero no quiero entrar en ello. El hombre con las manos en los bolsillos era mi marido. Murió en 1952. Durante la guerra fue un oficial de la resistencia. Nos informaron de que la familia con la que iba eran agentes de la gestapo. Que usted, el cura y su tutor guiarais a la gestapo hasta nosotros y la organización. Habrían detenido a mucha gente. Este es el gran secreto [...] Más tarde, resultó que la información sobre la familia era falsa, a pesar de que estuvieron a punto de ser ejecutados por traidores.

Tras esa descripción sigue el arrepentimiento:

Le di la espalda. La envié a lo que casi era una muerte segura. Y sabía lo que hacía. Si, tiene razón. No hay ninguna causa, ni ideal, ni nada que valga la vida de un niño.

Una emocionada Elzbieta le coge entonces la mano en señal de comprensión.

No hay ninguna causa, ni ideal, ni nada que valga la vida de un niño.
Sigue entonces un interesante diálogo entre ambas:

Sofia: Una situación saca lo mejor o lo peor de uno. Esa tarde no salió de mi nada bueno.
Elzbieta: ¿Y quién lo juzga?
Sofía: Ese que todos llevamos dentro.
Elzbieta: En sus obras no menciona a Dios.
Sofía: No voy a la Iglesia, no uso la palabra "Dios". Pero a veces no necesitas usar algunas palabras. El ser humano es libre, puede elegir. Si quiere, puede dejar a Dios fuera de sí.
Elzbieta: ¿Y qué lo reemplaza?
Sofía: La soledad aquí. Y allí. Intente reflexionarlo hasta el final. Y si hay un vacío, si, en efecto, si realmente hay un vacío, en ese caso...
Elzbieta: Si. Lo sé.


Luego otro pequeño diálogo en el que Sofia le cuenta que el doctor y el paciente y la mujer que la alumna había referido en la clase viven en el mismo edificio y añade algo que es esencial en la comprensión del ser humano: En todas las casas, en todos los pisos hay gente... Como indicando que en todas las casas y en todas las gentes hay sus historias. Elzbieta le da las gracias y Sofia la mira con una de esas miradas que a mí tanto me emocionan, esa mirada que llega desde el fondo compasivo de un ser humano que ha hecho de su experiencia, la que sea, aprendizaje.

II. LA CULPA: O CASTIGO O APRENDIZAJE.

En Decálogo 8, más allá de la situación que se nos plantea, se nos indica un mensaje de más profundidad, de mayor calado. Se nos plantea la alternativa a la culpa que se media a través del castigo, a ser mediada a través del aprendizaje, de la comprensión: ¿Qué aprendemos de nuestros errores? Y aun más allá... ¿Qué aprendemos de aquellas decisiones que, en un momento dado, nos son tan difíciles porque sea cual sea la decisión nos enfrenta finalmente a la culpa? Lo que redime nuestras faltas es lo que aprendemos de ellas. Del castigo, sobretodo del castigo superyoico, que nos enfrasca en el remordimiento persecutorio y sin fin nada aprendemos sino tan sólo añadir al sufrimiento más sufrimiento. Quizá esa experiencia de Sofía en plena guerra mundial, enfrentada al terror nazi, la llevó a una de esas difíciles decisiones que luego configuraron una manera de ver y de intentar vivir. La culpa depresiva, a diferencia de la persecutoria, es la que reposando sobre la conciencia de un individuo es capaz de asumirla para transformarla en cambio. Es la diferencia entre el arrepentimiento y el remordimiento. El primero genera bondad, el segundo, no obstante, se apoya en la maldad y la provoca. Cuando la conciencia (en el sentido que Sofía habla de "ese que todos llevamos dentro) acompaña la experiencia, sea del tipo que sea, siempre ofrece la mirada del aprendizaje, la mirada de la reparación, la mirada de la comprensión, esa mirada que siempre confiere oportunidad, crecimiento, posibilidades... Es la Sofía que después de su experiencia de aquella noche salvó a tantos y tantos, la misma Sofía que como profesora intenta acompañar a sus alumnos hacia la bondad.

Por otro lado, el arrepentimiento de Sofia devuelve la dignidad a la niña judía abandonada a su suerte y, por lo tanto repara a la Elzbieta adulta... Pero voy más lejos, aun en el supuesto de haber fallecido la pequeña Elzbieta (pues el hecho finalmente es el mismo más allá de los sucesos posteriores), la transformación de Sofía se habría dado ya. Cuarenta años de "no saber" incluyen desde luego la clara reflexión sobre esta posibilidad. Nada cambia en cuanto al origen, pero sí que esos hechos cambian a sus protagonistas. La mirada de Sofia - ver foto - lleva esa mirada de comprensión a la que lleva la experiencia, en ocasiones las muy difíciles experiencias que se nos deparan, asumida con conciencia, con la conciencia implícita en la dificultad de la existencia del ser humano, la mirada sabia que conoce por su propia experiencia que la única posibilidad de redención es la que nos llega por el aprendizaje que, poco a poco, a parte de llevarnos a ver a nosotros mismos también nos lleva a descubrir al otro más allá de la mirada de nuestro narcisismo original.

A esta situación de Sofía se opone la del sastre que quiso acogerla cuando la guerra. Elzbieta quiere hablar, agradecerle su disponibilidad, pero él no quiere saber nada de la guerra... ni de después de la guerra... ni de ahora. Representa el personaje que quizá arrollado por las circunstancias elige el olvido, el "no saber" que le impide el camino del cambio y queda así estancado vitalmente. No queriendo saber, renunciando al aprendizaje, queda inevitablemente preso de éste. Finalmente observa tras la ventana a Elzbieta y Sofia en ese encuentro que se ha dado entre ellas y que,  no obstante, no tendrá posibilidad para él.



III. UNA REFLEXIÓN FINAL: SOBRE EL ENCUENTRO CARA A CARA CON LOS NIÑOS.

Antes de acabar quería, sin embargo, comentar el caso que nos ha deparado este episodio en relación con el caso mencionado en el segundo episodio: el del doctor católico que, en contraposición a este caso, miente en nombre de Dios - el aspecto de su catolicismo no era citado en el episodio en cuestión - para salvar al niño de un posible aborto. Sofía dice que lo importante es que el niño viva. Sin embargo, también podría leerse la cuestión no sólo en función del niño sino en función de dos factores más: el de una madre que desea ese niño, y el de una madre a la que se le había diagnosticado que no podía tener hijos. Pero la cuestión es... ¿valdría la misma decisión del doctor si la mujer no deseara el hijo? ¿Tendría sentido imponer su decisión sobre la de la mujer en este caso en nombre de sus creencias? ¿Es la decisión del doctor en función del niño, como parece decir Sofía, o en función de una situación tal y como la describimos? El doctor, más allá de su catolicismo, parece contemplar la situación en su globalidad y desde ella puede tomar una decisión que incluye la mentira a Dios y también la mentira a Dorokta, no sólo en nombre del niño sino de la mujer que desea ser madre y de la mujer a quien un error le hizo creer una cosa distinta. La decisión del doctor devuelve la decisión a Dorokta priorizando el deseo de ser madre y, de una manera distinta, retornándole una decisión que sólo afecta a los vivos sin incluir necesariamente la pérdida de ninguna vida.

Niños víctimas de la guerra
(2da. Guerra Mundial, Geto de Varsovia, 1943)

El caso de Sofía es más complejo. Tal y como se plantea, su decisión afecta a la vida de la niña o a los posibles detenidos y muertos que hubieran podido suceder de haber sido cierta la información sobre la gestapo. Se planteaba aquí si asumir el riesgo sobre la vida de la niña o sobre la vida de los miembros de la resistencia. Las decisiones en los tiempos de guerra no son decisiones fáciles. A pesar de la culpa que siente Sofía, muchos la dis-culparían dada la situación y las implicaciones de esta decisión. Pero la cuestión es qué representan los niños en estos asuntos... En éste sentido, y para alguien que no sea, por ejemplo católico, la vivencia de un caso y de otro puede ser muy distinta. En el primero la decisión afecta a seguir con el embarazo, mientras que en el segundo se trata de la vida de una niña de seis años. Si es por criterios religiosos ortodoxos la decisión es vista probablemente como equivalente, pero para aquellos que no están determinados por este tipo de creencias, la decisión bien puede ser vista de manera muy distinta. Desde este punto de vista, la decisión de abortar o no puede ser vista como una decisión que afecta a la conciencia individual que se plantea si llevar o no a su término una vida considerada en estado potencial. En el caso de Sofía, la decisión afecta a una niña ya llegada al mundo y que es víctima de las atrocidades de la que es capaz el ser humano, de cómo la inocencia infantil es de repente expuesta a la crueldad del ser humano sin ningún miramiento. La muerte de un niño en este tipo de circunstancias pone de relieve la ceguera del ser humano, y el drama esencial de Sofía es ser la persona que tuvo que dar la cara, que tuvo que enfrentarse a esta dramática decisión en "primera línea", enfrentarse al rostro de la niña. ¿Qué decir de aquellos que no están en primera línea y que, no obstante, son tan o más responsables de esas situaciones? Por ejemplo, que decir de los errores de diagnóstico sobre la fertilidad de Dorokta o sobre la falsa información sobre la familia que debía acoger a Elzbieta. Sobre las órdenes - y sus ordenantes - a seguir en una situación de guerra, sobre, por ejemplo, los pilotos que bombardean y siegan la vida de niños, etcétera. La cuestión es que, finalmente, queda substancialmente afectado aquel que tiene que enfrentarse a la decisión en primera línea, cara a cara, el adulto frente al niño: la decisión traumática que implica especular con la muerte de un niño o de una niña, exponente máximo de la inocencia y la vulnerabilidad, en nombre de supuestas "causas mayores".

Niños muertos en los bombardeos de Barcelona de 1938
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VER PELÍCULA: https://www.youtube.com/watch?v=QR4qqB7tn0E

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SERIE DECÁLOGO (pulsar título para acceder a la entrada)

Decálogo 1. Yo, el señor, soy tu Dios. Ese frágil absoluto.
Decálogo 2. No tomarás en falso el nombre del señor, tu  Dios. Compasión vs. culpa.
Decálogo 3. Santificarás las fiestas. Resentimiento, envidia y reparación. 
Decálogo 4. Honrarás a tus padres. El edipo honrado.
Decálogo 5. No matarás. Estado, poder, ley y obscenidad.
Decálogo 6. No cometerás adulterio. Idealización y descreimiento en el amor.
Decálogo 7. No robarás. El arquetipo del niño.
Decálogo 8. No mentirás. Sobre la culpa depresiva.

domingo, 30 de marzo de 2014

DECÁLOGO 3 (Krzysztof Kieslowski, 1990): : Santificarás las fiestas. Resentimiento, envidia y reparación



Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para Yahvé, tú Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. (Éxodo, 20, 8-10)

Decálogo 3 nos plantea una curiosa historia que transcurre durante la nochebuena y en la que  nuestro protagonista, Janusz (Daniel Olbrishky), un taxista que aparece disfrazado de Santa Claus para pasar la noche con su familia, será apartado de ella para ayudar a una ex-amante, Ewa (Maria Pakulnis) a encontrar a su esposo Edward. Dice el catecismo de la Iglesia Católica al respecto:

Los cristianos deben santificar también el domingo dedicando a su familia el tiempo y los cuidados difíciles de prestar los otros días de la semana. (En par. 2186)

Deben dar todos un ejemplo público de oración, de respeto y alegría, y defender sus tradiciones como una congribución preciosa a la vida espiritual humana. (En par. 2187)


Obviamente Janusz, con su decisión de ayudar a su ex-amante, todo y asistir a la misa del Gallo como buen cristiano, se aparta del espíritu de la nochebuena, fiesta de precepto de naturaleza esencialmente familiar y religiosa, al poner una excusa - el robo de su taxi - para poder ayudarla.

Janusz y Ewa, protagonistas de Decálogo 3.

Para el comentario de la película vamos a dividir su trama en dos partes, cada una de ellas para dar cuenta de lo que, según mi comprensión, pretende transmitirnos la película.

I. PRIMERA PARTE: RESENTIMIENTO, ENVIDIA Y CULPA.

Hay noches en las que el porvenir queda abolido, en las que de todos sus instantes solo susbsiste aquel en el que elegiremos dejar de ser (E. M. Cioran) [1]

- La trama.

Este episodio de la serie merece una descripción de la trama antes de entrar en su análisis, precisamente para una mejor comprensión de éste. Como en todas las películas de Kieslowski el elemento simbólico tiene su importancia. Vemos así como, y después de la escena de Janusz disfrazado de Santa Claus (cruzándose, como es habitual en otros decálogos en Kieslowski, con el padre protagonista de Decálogo 1) repartiendo regalos para toda su familia, se nos muestra a una joven (Ewa) que visita a su tía en un asilo... Mientras la otra gente del asilo está celebrando la Nochebuena, la tía está sola en su habitación durmiendo. Ewa se acerca para dejarle sobre su mesa un regalo. La tía despierta y la reconoce si bien con algunas deficiencias debido a alguna enfermedad senil... Tras unas pocas palabras vuelve a dormirse... La evasión de  una realidad marcada por la soledad y los recuerdos confusos en el tiempo. Probablemente una imagen del miedo de la propia Ewa proyectada al futuro y que aclararemos en este comentario...

Otro elemento presente en toda la película es la nieve, las calles nevadas, gélidas, húmedas y vacías... como la propia soledad que siente Ewa.

Ewa con su tía
Posteriormente vemos a Janusz con su familia en la Misa del gallo y allí ve, para su sorpresa, a Ewa que desde unos bancos más atrás le sonríe...Más tarde, cuando Janusz está brindando con su familia a la vuelta de la misa suena el portero automático... le dice a su extrañada mujer que parece que les están robando el coche. Al bajar es cuando descubre que quien le ha llamado es Ewa. Ésta le cuenta que Edward, su esposo, ha desaparecido, que no ha llegado a casa y le pide que la ayude a buscarlo... Janusz accede a ello y para ello miente a su mujer diciendo que le han robado el coche. Le pide que llame a la policía mientras él sale a intentar buscarlo. Janusz y Ewa van entonces a un hospital que atiende las urgencias esta noche festiva, pero resulta que no se trata de éste sino de otro. Desde allí llaman a ese hospital y confirman el ingreso de alguien que ha tenido un accidente de coche y que ha perdido las dos piernas. Camino del hospital encuentran el coche de Edward (sorprendentemente sin nieve encima y sin humedad). Cuando lo miran y lo abren aparece el primer momento de tensión entre lo ex-amantes:

Ewa: ¿Por qué no vamos al hotel los dos y nos metemos en la cama? Así podrás llamarle y darle el número de la habitación.
Janusz: No, no fui yo quién le llamo aquella vez.
Ewa: Querías que acabáramos y volver a casa. A tu hogar, dulce hogar.
Janusz: Yo no le llamé...
Ewa: Fue él quien me lo dijo... Es cierto, no diste tu nombre...
Janusz: Ewa, en serio, no fui yo quien le llamó, debes creerme.
Ewa: Hacemos buena pareja. De acuerdo, olvidémoslo.

Aquí descubrimos que se reveló su condición de amantes y que parece que Ewa le culpa de haberlo hecho él para liberarse de ella y poder volver a su tranquilidad hogareña, si bien él lo niega.

Luego la lleva al hospital de guardia y allí al mostrarles el cadáver - pues el hombre ya ha fallecido, volvemos a tener un nuevo momento de tensión. Ewa reacciona como si fuera Edward... pero cuando se quedan solos le dice que no lo tape, que no es Edward y le dice entonces lo siguiente:

No hace falta que lo cubras. No se trata de él... Aunque me gustaría que lo fuese. O que lo fueses tú. Cuantas veces habré imaginado vuestras caras aplastadas por los neumáticos de un camión. Una vez soñé contigo. Tenías el cuello roto y la lengua completamente fuera. Cuando te vi me eché a reír. Me pregunté a quien hizo daño este de aquí - refiriéndose al cadáver - que se va a regocijar con lo que le ha pasado.

Ewa expresa su resentimiento a ambos hombres, por Edward y Janusz. Al salir del hospital Janusz conduce muy rápido y son parados en un túnel por la policía quienes creen que son los ladrones del coche (pues la mujer de Janusz ha puesto la denuncia). Al demostrar Janusz que es el propietario y al decir Ewa que lo han encontrado les dejan ir y entonces encontramos un tercer momento de tensión...

Janusz: Tienes razón respecto a que conduje demasiado rápido
Ewa: Podrías haber estrellado el coche y habernos matado a los dos. ¿Quieres que lo volvamos a hacer?
Janusz: ¿Quieres?
Ewa: - asiente en silencio -
Janusz: Ponte el cinturón.
Ewa: - niega en silencio -


Janusz arranca entonces bruscamente y encara el coche a toda velocidad contra un tren que va por el lateral del túnel... Lo enfrenta y observamos como Ewa asiste ello sin mover ni un músculo, sin pestañear... Aparece entonces "el ángel del destino" (el personaje que ya hemos ido viendo en los otros episodios) y justo unos metros antes del choque Janusz desvía el coche.

Unos metros antes del choque
Este es un momento importante para reflexionar... ¿Qué mueve a Ewa a plantear la idea del suicidio que no tiene nada de broma? Una idea que adquiere fuerza ante su impasibilidad frente la acción arriesgada de Janusz. ¿Desea realmente suicidarse Ewa? ¿En todo caso que quiere significar con ello Ewa? Hay algo en su expresión que transmite que realmente está dispuesta a suicidarse si es con Janusz... ¿Morir... pero quizá no morir sola? ¿Morir acompañada?

Tras ese momento deciden ir a casa de Ewa... Al llegar ésta le dice que antes de subir se espere por si Edward estuviera... que aguarde a una señal suya si no está. Observamos entonces algo que ya es muy sospechoso. Aunque la mesa está puesta para dos luego coloca en el cuarto de baño un cepillo, una maquinilla de afeitar y una brocha que humedece en agua. Se hace obvio para el espectador que algo no cuadra con la historia de Edward. Confirma que algo no va cuando además Ewa llama al servicio de urgencias para avisar que un tal Edward Garus está desvanecido en una parada de autobús... Luego avisa a Janusz para que suba. Es aquí donde la historia de lo que ocurrió entre ambos se va clarificando:

Janusz: En serio que no fui to quien hizo aquella llamada hace tres años... Aquello me importaba. Tú eras importante. Si realmente quieres saberlo... Yo te quería. Y estaba deseando cambiarlo todo. Cuando nos vestimos y él estaba allí de pie, dándonos la espalda ni tan siquiera me miraste. Te cogí la mano y me la rechazaste. Fue entonces cuando dijo que podías elegir o quedarte o irte con él. Y fuiste tras él sin decir palabra.
Ewa: Si, así fue como ocurrió... Pero Edward puso otra condición más. Podía volver con él siempre que no nos volviésemos a ver.
Janusz: Si, y tú dijiste que no tenías intención de volverme a ver. Y  yo dije que de acuerdo.
Ewa: Así es como fue... Dame la mano.


Pero Ewa sigue entonces con el resentimiento:

Ewa: Sin amor... Incomprendido. Tienes razón. Fue por mi culpa. Pero parece que has salido bien del paso. ¿No? Eres el mismo que eras antes. ¿No es cierto? Te las arreglaste para que todo volviera a funcionar de nuevo. Eres simpático, agradable, cuidadoso... Y nunca te olvidas de recoger la colada.
Janusz: ¡Suéltame! - dejándole la mano -
Ewa: ¡Con mucho gusto, apesta a gasolina!

Janusz va a lavarse las manos y Ewa, desde detrás de la puerta sigue...

Ewa: ¿¡Has pensado alguna vez en que ocurrió cuando dejamos aquel hotel!? ¿¡En cómo me sentía!? ¿Cómo me sentía cuando daban alguna película romántica en TV y el me miraba a mí en vez de mirar la tele? ¡No volvimos a hacer el amor desde aquella noche!

¿Has pensado alguna vez lo que ocurrió cuando dejamos aquel hotel?

Cuando Janusz sale del lavabo, Ewa dice que le ha mentido con lo que ha dicho, que Edward y ella son una pareja normal. Parece entonces que van a despedirse... Le da un beso en una mejilla, luego en la otra, y justo cuando va a besarla en los labios llaman a la puerta. Parece que Edward ha llegado (siempre tan oportuno - dice ella -). Pero no, son unos niños cantando villancicos... Se da entonces una tierna imagen donde ambos les miran abrazados... como una feliz pareja por unos instantes. Luego Ewa le recuerda para lo que están aquí, seguir buscando a Edward.

Como una feliz pareja por unos instantes...
Aquí acaba la primera parte de la trama de la película, cuando ya para el espectador es obvio que el tal Edward ya no está en la vida de Ewa, aunque de momento ignoramos que ha sido de él... Veamos algunos comentarios ahora sobre esta parte.

- Sobre el resentimiento y la envidia.

Observamos, hasta este momento, algunos aspectos que tenemos que destacar:

a) Su resentimiento con Janusz por un motivo que este niega: haber sido el quien denunciara su relación a Edward (probablemente una pequeña paranoia para no asumir el miedo que la llevó a elegir a Edward y sus condiciones)
b) Un incierto deseo de muerte manifestado en la escena del túnel.
c) La asunción de su culpa en relación a su separación de Janusz y elección de continuar con Edward pero que rápidamente es desviada a su envidia por el hecho de que Janusz haya rehecho su vida con su familia, a diferencia suya, y su autopercepción de víctima en toda la situación.

Es fundamental para entender este complejo comportamiento atender el siguiente texto:

La proyección de los propios impulsos destructivos del sujeto, activadas por el odio como consecuencia de la frustración y de la separación del objeto, y por la envidia ante la percepción de la capacidad autónoma que presenta el objeto para dar, crear y gozar, convierten el objeto en malo y retaliativo (resentimiento), lo cual provoca nuevos ataques defensivos contra él por incremento de las ansiedades persecutorias.

Por consiguiente, este objeto devenido malo por efectos del odio y la envidia proyectados, exacerba el resentimiento que, mediante sus fantasías vengativas funda su propia legalidad que le confiere derechos y lo exime de responsabilidad y culpa. Por ello el sujeto rencoroso necesita de una construcción paranoide, de un sistema interpretativo de la realidad hasta delirante, para sustentar la porción característica de la víctima privilegiada y castigadora. [2]


Obviamente el objeto malo es Janusz (y, como veremos más adelante, también Edward), quien es a la vez objeto de envidia al mantener y disfrutar de su familia (como veremos que también ocurre con Edward) y que por ello es también transformado en objeto de un resentimiento que libera a Ewa de su propio sentimiento de culpa y responsabilidad por la decisión que, bajo su responsabilidad, tomó de seguir con Edward. Y ya desde esta perspectiva adquiere pleno sentida la construcción paranoide de que fue Janusz quién llamó a Edward para denunciar su relación con el objeto de liberarse de ella y poder seguir con su familia lo cual permite a Ewa elaborarse como víctima privilegiada.

Dicho esto tenemos ahora que indicar que el resentimiento y la envidia forman parte de lo que se llaman pulsiones de muerte o de destrucción si bien de distinta manera. Dice Kancyper:

El impulso envidioso tiende a destruir el objeto en su capacidad creadora y de goce (M. Klein, 1960).
El impulso resentido en cambio, no persigue destruir el objeto sino castigarlo. El sujeto resentido mantiene que ese objeto, aunque malo en muchos aspectos, retiene para sí lo bueno; una posesión y un estado de los cuales ha sido "injustamente" privado, pero que "legalmente" espera aun reconquistar mediante un castigo reivindicatorio...[3]


Es lo que observamos en Ewa, el impulso envidioso como impulso destructor, cuando asiste impasible a la posibilidad de suicidarse cuando Janusz lanza el coche en dirección al tren que viene hacia ellos... (escena que me recuerda el final de Cara de Ángel, ya comentada en este blog (ver La femme fatal: perspectivas - II -) cuando Diane (Jeanne Simmons) precipita el coche al abismo junto con Frank (Robert Mitchum) incapaz de sostener su rechazo), mientras que la continua culpabilización a Janusz es más propia del impulso resentido. Si bien, según Ewa, Janusz es el objeto que la traicionó llamando a Edward para denunciar su relación, es también el hombre tierno y bueno del abrazo en la puerta frente a los niños cantando, hombre que, en todo caso, disfruta ahora otra mujer.

La familia de Janusz.
Y, por fin, un último comentario alrededor del resentimiento y de su relación con el narcisismo:

El resentimiento surge por la amenaza que significa la pérdida de completud o de la perfección narcisista que en su comienzo lo incluye todo [...]

En efecto, el resentimiento surge como consecuencia de la imposibilidad, por parte del sujeto, de asumir el desmoronamiento de la imaginaria unidad espacial y temporal, sin fracturas.


El movimiento que lo anima es regresivo: retorno a un anhelado e imposible estado anterior.


La totalidad que se ha quebrantado es la unidad mítica de completud y el intento de su recuperación reaparece por la necesidad de la naturaleza humana de poseer una unidad corporal e histórica totalizadora. [4]


Y esa es la culpa interna que siente en su interior Ewa, la culpa de haber perdido esa unidad que transforma su soledad en castigo para ella, una vez más la soledad como ausencia de amor. La culpa que por insoportable es proyectada exteriormente en Janusz a través de la paranoia de su supuesta denuncia. La venganza del resentimiento no es más que, finalmente, una venganza sobre sí mismo en lo que no es más que una imposibilidad para desarrollar una vida satisfactoria. El drama del resentimiento es que cree que a través del control y el castigo recuperará la frustración provocada por la unidad perdida. Por eso el resentido no puede destruir al objeto de resentimiento, sino mantenerlo objeto de control y castigo. Su destrucción, por el contrario, acarrearía para el sujeto dos graves problemas:

asumir la incompletud [...]; o transformarse el mismo entonces en el depositario de sus propias pulsiones, lo que acarrearía el peligro de su disgregación psicótica. [5]

Nos queda así planteada la problemática que esta primera parte de la película nos ofrece.

II. SEGUNDA PARTE: CULPA Y REPARACIÓN.

- La trama.

La trama sigue justo cuando Janusz llama de nuevo a urgencias y allá le dicen que ha habido una llamada en la cual han avisado de un desmayo de un tal Edward Garus en una parada de autobús, pero que cuando ha llegado la ambulancia ya no estaba. Le dicen que esos casos se dan a veces en borracheras y les recomiendan que miren en el centro de alcohólicos. Esta escena, como la de Ewa con su tía al principio, adquiere también una dimensión simbólica.

Ewa y Janusz van al centro de alcohólicos y allí les muestran los que han llegado esta noche. La escena que sigue es de maltrato y humillación. Les tienen encerrados y desnudos y el guardián, un tipo bastante sádico, les lanza agua fría a través de una manguera para desperezarlos mientras se ríe abiertamente... Janusz reacciona con vehemencia ante tal abuso y se enfrenta al guardia quitándole la manguera. Una infeliz imagen para Ewa que no es más que una representación de la relación de castigo que Ewa mantiene con Janusz y finalmente, consigo misma.

Cuando luego salen del centro Janusz la dice que ya no tiene sentido seguir buscando y que se vuelve a casa, que dónde quiere que la deje... Ewa le coge la mano que sujeta el cambio de marchas. Janusz arranca y a los pocos metros Ewa desvía por sorpresa el volante llevando el coche a chocar contra un árbol de navidad en la calle...

El accidente de coche provocado por Ewa

Esta escena es interesante, ya no se trata de chocar contra un tren y morir... Se trata de algo distinto, pues tras decirle que le ha estropeado el coche y que le ha arruinado la nochebuena le pide que le acompañe a la estación de tren... Tras preguntarle a una encargada de vigilancia si han visto a un hombre que Ewa describe a través de su ropa, ésta de repente le muestra una foto... La encargada niega haber visto a alguien parecido... Luego Ewa echa una mirada al reloj de la estación que marca las 7.02 y se aclara finalmente el misterio de Edward Garus y de nuestra historia, Ewa le muestra entonces a Janusz la foto en cuestión...

Janusz: ¿Quién es ese?
Ewa: Edward


La foto que Ewa la muestra a Janusz de Edward
Janusz: ¿Y la mujer?
Ewa: Su mujer. Y estos son sus hijos. Vive en Cracovia desde hace unos tres años.
Janusz: ¿Tres años?
Ewa: Más o menos. He dicho muchas mentiras esta noche...
Janusz: No lo sé.
Ewa: ¿Conoces el juego? Si la persona que aparece por la esquina es un hombre, tendré suerte. Si es una mujer tendré mala suerte.
Janusz: Si lo conozco.
Ewa: He jugado a él esta noche. Me dije a mi misma. Si consigo pasar toda la noche contigo, hasta las 7 no importa cómo...
Janusz: ¿Qué entonces?
Ewa: Entonces todo iría bien.
Janusz: ¿Y si no lo conseguías?
Ewa: - le muestra entonces de su bolso las pastillas que pensaba tomarse -. Pensé en todo. Vivo sola. Es muy duro estar sola una noche como la de hoy. La gente...
Janusz: Si, se reúnen y encierran, corren las cortinas.

Ewa: Exacto

Es muy duro estar sola una noche como la de hoy.

Finalmente Janusz la lleva con su taxi donde el coche que Ewa dijo que era de Edward y allí se despiden. Es una bonita escena final donde antes de separarse Ewa le dice a Janusz que ya sabe queno fue él quien hizo la llamada aquella noche... Se nota la expresión de contento en Janusz... Ya nos veremos - le dice - Y ambos se despiden con unos guiños realizados con los faros de los coches.

La despedida.
En la última escena, además, asistimos, cuando Janusz llega a a su casa y encuentra a su mujer durmiendo en el sofá, a un descubrimiento más... La mujer de Janusz (quien ya sabía lo del coche porque había llamado por la noche) ya conoce la historia de Ewa con Janusz porque éste se la debió contar... La mujer le pregunta si volverá a salir por las noches otra vez... No, no lo haré. Me quedaré aquí - le responde -.

- Culpa y reparación.

Ewa se nos muestra en este episodio como el reverso de Dorota en el episodio dedicado al segundo mandamiento y que ya comentamos en este blog. Ewa es la mujer que se quedó sin nada, que se quedó sola. Se quedó sin su pareja, se quedó sin su amante y sin la posibilidad de formar su familia... Esta segunda parte de la película la podemos entender como el proceso de aceptación de la no completud para Ewa y la reparación de un vínculo que probablemente quedó mal cerrado siendo fuente del resentimiento que muestra Ewa:

El resentimiento puede también operar como defensa, ejerciendo una función anti-duelo, porque abandonar ese vínculo objetal significaría el derrumbe definitivo de la ilusión y la admisión de que se ha perdido real y verdaderamente el objeto. Resurge el ejercicio del poder como un intento defensivo, para cancelar o apaciguar la irrupción amenazante del dolor, de angustias y de otros afectos y representaciones intolerables para el sentimiento de la propia dignidad y para el mantenimiento de la estructuración psíquica; retornando a la memoria del rencor para huir del enfrentamiento y de la asunción de la propia responsabilidad ante los conflictos actuales y actuantes.

A diferencia de la memoria del dolor, la memoria del rencor reintroduce el tiempo circular repetitivo de los duelos interminables y comanda el destino trágicos de los sujetos y de los pueblos. [6]

Efectivamente la soledad, en ese día de nochebuena, se le hace insostenible a Ewa y lo que realiza es forzar una situación desde su resentimiento, el de ser acompañada como sea por Janusz, su ex-amante. Sin embargo, y esto es lo bonito de esta historia, el quebrantamiento de la fiesta de la nochebuena por parte de Janusz desatendiendo a su familia deriva en la transformación del resentimiento destructivo y auto-destructivo de Ewa, de su memoria del rencor a la memoria del dolor: 

La memoria del dolor admite el pasado como experiencia y no como lastre: no exige la renuncia de lo ocurrido y lo sabido. Opera como un no olvidar estructurante y organizador - pulsión de vida mediante -, como una señal de alarma que protege y previene la repetición de lo malo y da paso a una transformación y a una renovada construcción. [7]

El juego de Ewa esa noche (si llegó a las siete contigo todo irá bien) nos es más que la frontera que marca ese límite que va de la memoria del rencor a la del dolor. Del estancamiento a la transformación. Porque todo ese juego sólo tiene sentido por el amor y la importancia que le da Janusz a Ewa en esa travesía nocturna que es un "recuerdo" del amor que hubo en su momento: "Aquello me importaba. Tú eras importante. Si realmente quieres saberlo... Yo te quería. Y estaba deseando cambiarlo todo". Sólo alguien a quien se importa realiza esa entrega aun a costa de la propia familia y la propia fiesta: "Si, se reúnen y encierran, corren las cortinas". De la acusación en casa de Ewa pasamos al reconocimiento del dolor de la soledad, de las consecuencias de los hechos sucedidos (en esa caso ambos hombres tienen su familia y ella es la que ha quedado sola), la responsabilidad de la decisión que tomó y el reconocimiento de que fue él quien hizo la llamada en la estación (símbolo de puntos de partida y llegada) y en la despedida.

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(*) VER LA PELICULA EN YOUTUBE: https://www.youtube.com/watch?v=6WlF-aB1VzE

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[1] Cioran, E. M. El aciago demiurgo. Encuentros con el suicidio. Editorial Taurus, pág. 59
[2] Kancyper, Luis. Resentimiento y remordimiento. Estudio psicoanalítico. Lumen Tercer Milenio, pág. 61
[3] Ídem anterior, págs. 24 y 25.
[4] Ídem anterior, págs. 22 y 23
[5] Ídem anterior, pág. 25
[6] Ídem anterior, pág. 228 (en apéndice 2. La memoria del rencor y la memoria del dolor)
[7] Ídem anterior, pág. 205 (en apéndice 2. La memoria del rencor y la memoria del dolor)

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SERIE DECÁLOGO (pulsar en título para acceder a la entrada)

Decálogo 1. Yo, el señor, soy tu Dios. Ese frágil absoluto.
Decálogo 2. No tomarás en falso el nombre del señor, tu  Dios. Compasión vs. culpa.
Decálogo 3. Santificarás las fiestas. Resentimiento, envidia y reparación.