AVISO. POR LA NATURALEZA DE LOS TRABAJOS DE ESTE BLOG, EL ARGUMENTO E INCLUSO EL FINAL DE LAS PELICULAS SON REVELADOS.

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domingo, 20 de noviembre de 2016

DOCE HOMBRES SIN PIEDAD (Twelve angry men, Sidney Lumet, 1957): Sobre la configuración de los juicios.

Doce hombres sin piedad (Sidney Lumet, 1957) es una de las grandes obras maestras del cine basada en una obra escrita para la televisión de Reginald Rose. Interpretada magistralmente por todos los actores - con la excepción de Henry Fonda mayoritariamente procedentes del mundo televisivo -, la película es un drama de carácter judicial basada en la deliberación de un  jurado compuesto por doce hombres sobre un caso de asesinato de un padre por parte de su hijo de dieciocho años. Por sus características es una película que permite reflexiones de distintas características: el tema del liderazgo, la dinámica de grupos, el ejercicio de la dialéctica,  la configuración de los juicios y el efecto sobre ellos de los pre-juicios y las motivaciones personales, reflexiones desde la ética y la moral... Desde el enfoque psicológico que caracteriza a este blog vamos a contemplar su temática desde como el ser humano configura sus juicios partiendo en muchas ocasiones de pre-juicios o de una superficialidad y adaptación a ellos en lo que se observa como falta de reflexión. Eso es lo que observamos en la votación inicial, cuando al convocarla el jurado número 1 (Martin Balsam), el presidente del jurado, once de los doce jurados levantan la mano con el veredicto de culpabilidad. Tan sólo el jurado número 8 (Henry Fonda) , simbólicamente vestido de blanco, levanta la mano para defender la inocencia del acusado, ante la sorpresa del resto para los cuales el veredicto de culpabilidad es incuestionable ante las aparentes pruebas suministradas.

La primera votación: 11 vs 1

1. PRIMERA VOTACIÓN: ESTRUCTURA DEL JURADO.

Desde la perspectiva psicológica, la primera votación y los hechos que la van a  caracterizar, nos permite diferenciar a los doce jurados en cinco posiciones bien determinadas:

1) La posición de los jurados 3 (un gran Lee J. Cobb) y 10 (Ed Begley), dominados por la ira y una visión predeterminada por sus pre-juicios y que les caracterizarán por su incapacidad para aceptar la reflexión y el diálogo, puesto que su toma de decisión se sitúa más allá de las pruebas o los hechos por unos juicios "a priori". Veamos como ejemplo las palabras del jurado 10 cuando dice del acusado: "Conozco muy bien a los de su calaña. No puede creer ni una palabra de lo que dicen. Usted lo sabe, todos ellos son unos embusteros".

2) La posición del jurado 7 (Jack Warden) es la posición del individuo narcisista de características egoístas y hedonistas, a quien sólo le importa su propio interés. Lo importante es el partido de béisbol que le aguarda y como veremos en la película su cambio de veredicto de culpable a inocente no está motivado por ningún tipo de convencimiento sino por su interés por acabar cuanto antes.

3) Las posiciones de los jurados 1 (Martin Balsam), 2 (John Fiedler), 5 (Jack Klugman), 6 (Edward Bins), 9 (Joseph Swenney), 11 (George Voskovec) y 12 (Robert Webber) es la posición de los individuos a quienes les cuesta imponer reflexión a la apariencia de los hechos y a las actitudes de jurados como los de la posición 1, invasivos y radicales, así, como veremos seguidamente, a la seriedad y convencimiento de un jurado como el 4 (E. G. Marshall). Suelen ser adaptativos a menos que alguien no ponga en marcha la posibilidad de reflexión a la que poco a poco se van añadiendo ante las evidencias que esta empieza a ofrecer, tal y como desencadenará nuestro jurado numero 8 (Henry Fonda)

4) Es la posición del jurado 4 (E. G. Marshall), un hombre frío y calculador que apoya su decisión sobre una visión razonada sobre los hechos que se han mostrado en el juicio. No es un hombre de prejuicios, como vemos en los jurados 3 y 10, sino que tiende a apoyarse en su propio razonamiento para apoyar su decisión. En este sentido es un tanto parecido al jurado número 8 que en esa primera votación considera al acusado como inocente, si bien hay entre ellos diferencias claras.



5) La posición del jurado 8 (Henry Fonda) se diferencia, en relación a la reflexión y el razonamiento del jurado número 4, en la empatía, que es su marca específica. Efectivamente, a su capacidad de reflexión y razonamiento, añade una fuerte empatía que irá demostrando a lo largo del diálogo que se establecerá. No en vano, y ante la sorpresa, cuando no enfado en algunos de los jurados, este jurado manifiesta lo siguiente cuando se le pregunta por la naturaleza de su voto: "Había once votos de culpable. No resulta fácil levantar la mano y enviar un chico a la muerte sin hablarlo antes [...] Está en juego la vida de alguien. No podemos precipitarnos, y si nos equivocamos [...] ese chico ha recibido solo patadas. Ha nacido en una chabola. Perdió a su madre a los nueve años y vive en un orfanato mientras su padre cumple condena por falsificar moneda. No es un feliz comienzo. Es arisco y rebelde porque es lo único que ha conocido. Alguien le ha estado propinando golpes un día si y otro también. Hace dieciocho años que ha sido desdichado y creo que le debemos unas pocas palabras"Y, evidentemente hay otra diferencia, no sólo es una cuestión de empatía, sino que es este jurado quien, a través de sus reflexiones y razonamientos nos introduce al concepto de "duda razonable", es decir, que, jurídicamente, no se trata tanto de si el acusado es inocente como de si los hechos demuestran feacientemente que es culpable y, ante la duda de estos hechos, se  favorece al acusado, es decir, y como tantas veces hemos oído: se es inocente hasta que no se demuestra la culpabilidad. De hecho esto es lo que manifiesta el jurado 8. No sabe si es inocente, pero tiene dudas acerca de las pruebas que se han presentado, no cree que estas demuestren tan estrictamente su culpabilidad.

Henry Fonda en el papel del jurado número 8.

Veamos que si nos referimos a conceptos psíquicos podríamos observar en los jurados de la posición 1 la posición característica del Superyó, es decir, la rígida acusación que partiendo de generalidades y concepciones absolutistas e indiscriminadas determina la culpabilidad sin aceptar matices ni diálogo. En la posición 2 tenemos la posición más propia del ello donde la cuestión es la propia satisfacción que está por encima de cualquier consideración ética. En la posición 3 nos encontramos con aquellos que sin capacidad de discriminación, o sin planteársela, adoptan una posición de identificación con las tesis superyoicas. La posición 4 se trata del individuo que razona los hechos desde una decisión ya tomada, posición a la que podemos entender como aquella que dota de soporte racional al superyó. Finalmente, la posición 5 es la del individuo que tomando criterio propio "duda razonablemente" de la decisión en sí misma y entra de lleno en una reflexión que además es siempre acompañada por esa actitud empática que se refleja en todo momento en su gran capacidad de desapego a las reacciones emocionales que hacia él mantienen los otros jurados, a la vez que mantiene con su actitud de calma y confianza el respeto hacia ellos y sus circunstancias.

2. SEGUNDA VOTACIÓN: DESIDENTIFICACIÓN Y APOYO.

Pronto se observa que desde la intervención del jurado 8 (sus reflexiones empáticas del inicio, o la relativización de lo que se da por evidente junto a la famosa escena de la navaja automática) hay un cierto cambio en la actitud del jurado 9, el más anciano. Con una buena percepción de la situación el jurado 8, ante una situación en la que se halla sólo ante los otro 11 plantea una segunda votación de la que se excluye y en la que asume que si los once restantes votan culpable el asumirá el voto, pero que si no es así pide más tiempo para evaluar la acusación. Desde nuestra lectura psicológica podríamos ver su intención como empezar a lograr la desidentificación de los jurados de la posición 3 a partir de la "duda razonable", y en los que una vez introducida es posible producir cambio al llevarles a la reflexión. Como de se diría en psicoterapia, este es el grupo que puede aceptar el diálogo y flexibilizar sus juicios al estar dispuestos al ejercicio de la reflexión si alguien les conduce a ello.

El jurado 9 apoya al jurado 8

Tras la votación, efectivamente, es el jurado 9 quien vota "no culpable", y que interpelado de no muy buenas maneras por, como no, los jurados de la posición 1 (superyoicos) y el de la posición 2 (elloico) les responde: "Este hombre se ha enfrentado a todos nosotros. No ha dicho que el muchacho sea inocente sino que no está seguro. Como no es fácil soportar la presión del resto intentó conseguir apoyo. Le he dado el mío. Probablemente el chico es culpable, sin embargo, quiero oír más". Es decir, hemos pasado de lo evidente a lo probable. Curiosamente este es uno de los primeros pasos que hay que asumir en la confrontación con el superyó, por un lado el de la desidentificación, y por otro el de la "duda razonable" producto de la reflexion ante la severidad y rigidez de sus juicios. Se evidencia en esta fase que este soporte al jurado 8 desata los primeros conatos de ira en los jurados 3 y 10, a diferencia del jurado 4 que defiende su decisión racionalmente con el repaso de los hechos y quien, además, indica que la reacción del jurado 3 es desde la excitación y que no se tenga en cuenta.

El trabajo de desidentificación se ve muy claramente en un diálogo que el jurado 8 establece con el jurado 6 (posición 3). Veamos:

Jurado 6: ¿Cree sinceramente que es inocente?
Jurado 8: No lo sé, aunque es posible.
Jurado 6: Francamente amigo. Creo que en su vida ha estado tan equivocado. No pierda más el tiempo, déjelo.
Jurado 8: Suponga que es usted el procesado.
Jurado 6: Bueno... No soy dado a suponer. Yo obedezco. Mi jefe es el que supone, no obstante, voy a intentarlo.

"No soy dado a suponer. Yo obedezco. Mi jefe es el que supone". Este es el individuo que identificado no cuestiona las reglas ni los juicios. El jurado 8 siempre flexibiliza lo absoluto (No lo sé, aunque es posible) y procura ponerse del otro lado, en este caso de lado del acusado (Suponga que es usted el acusado). Es por la conjunción de ambas actitudes que irá logrando que los jurados de la posición 3, claves en en la evolución del veredicto vayan, uno por uno, cambiando su voto a lo largo de la película, como pronto ocurre con el jurado número 5, él mismo proveniente del mundo de los suburbios.

Poco a poco los razonamientos del jurado 8 van haciendo mella en los jurados de la posición 3 quienes serán ellos mismos los que empiecen a reflexionar por ellos mismos. Así pronto vemos al jurado número 11 ejercer el mismo estilo de razonamiento que el 8 llevando con sus reflexiones a establecer la "duda razonable" sobre las supuestas motivaciones del muchacho para volver al lugar del asesinato a recuperar la navaja con la que mató a su padre. Esto desata las iras de los jurados de la posición 1 y 2. Especialmente virulenta es la reacción del jurado número 10.

El jurado 10 se enfrenta al 11.

Llegamos así a la tercera votación que añadirá al jurado 11 al 10, 5 y 8 apoyando el veredicto de inocencia o "no culpabilidad", lo que desatará las iras de los jurados 3 y 7. Un poco más tarde, y ante el peso de los razonamientos de los jurados 8 y 11, se añadirán en una cuarta votación los jurados 2 y 6 en el veredicto de "no culpable", con lo cual prácticamente 5 de los 7 jurados del grupo 3 han cambiado el veredicto y el resultado ya presenta un empate a 6.

Paralelamente a la evolución de los resultados vamos observando una cada vez mayor contestación de estos jurados a la actitud agresiva de los jurados de la posición 1, con lo que constatamos una de las actitudes que se fortalecen en el yo desidentificado y dispuesto a establecer la duda razonable frente al superyó castigador: la reafirmación del propio criterio. En el caso del jurado 8 este punto le permite llevar al jurado 3 a su propia contradicción. Partiendo de uno de los testimonios que afirma haber oído al acusado gritar a su padre que le va a matar, el jurado 8 afirma que esta amenaza se puede proferir en situaciones en las que uno lo dice pero no pensando en hacerlo. En un momento dado se da la siguiente situación:

Jurado 8: ¿Es usted su verdugo?
Jurado 3: ¡Uno de ellos!
Jurado 8: ¿Sería capaz de conectar la corriente?
Jurado 3: ¡Por este chico puede estar seguro!
Jurado 8: Me da lástima. ¿Qué se siente cuando se desea conectar el interruptor? Desde que entró en esta habitación se comporta como si fuera el vengador del pueblo. ¡Quiere verle morir por algo personal, no por lo que digan los hechos! ¡Es un sádico!
Jurado 3: ¡¡Le mataré!! ¡¡Le mataré!!
Jurado 8: ¿No dirá en serio que va a matarme?

Con lo cual queda demostrada su tesis. Por otro lado, el jurado 8 ya nos indica que detrás de las reacciones del jurado 3 hay algo personal y que, en consecuencia, se está proyectando sobre el acusado.

Jurado número 3 al 8: ¡¡Te mataré!!

3. SOBRE LOS PREJUICIOS Y EL VOTO SIN ÉTICA.

A partir de ese momento asistiremos a la demolición de los jurados de la posición 1 y 2. En primer lugar nos encontramos con la actitud del jurado 7, quien simplemente centrado en su interés por asistir a un partido de béisbol cambia de voto simplemente por este motivo y desequilibrar el voto - ahora 7 a 5 a favor de la no-culpabilidad -. Decisión absolutamente carente de toda ética desata el enfado del jurado 11 quien le dice: "¿¡Qué clase de hombre es usted!? Se sienta aquí y vota culpable como la mayoría de nosotros porque tiene unas entradas para ir a ver el béisbol en el bolsillo, y ahora cambia de voto solo porque esta harto de tanta palabrería. ¿Qué le da derecho a usted para jugar así con la vida de un ser humano?" Momentos después añade: "Es que no tiene agallas para hacer lo que cree justo". Y el tema es que no es un asunto de agallas, es un asunto de consciencia ética de la que éste individuo carece. Personaje de una naturaleza primaria no puede ver más allá de sus intereses a lo que todo queda sometido.

El segundo jurado en caer es el jurado número 10, personaje desagradable, egoísta ("mientras estoy aquí tengo tres garajes parados") y cargado de prejuicios, sin capacidad para el respeto y despreciativo. La escena crítica es cuando ante la evolución que toma la votación (en una quinta votación el resultado queda 9 a 3, es decir se añaden los dos jurados de tipo 3 que faltaban, el 1 y el 12) estalla en ira y nos muestra así su consciencia embotada, entenebrecida por los prejuicios que anulan cualquier tipo de reflexión o capacidad crítica: "¡No comprendo su actitud señores! ¡Cómo pueden tener en cuenta estos detalles! ¡¡No significan nada!! ¡Han visto este chico igual que yo! [...] ¡Ya saben como miente esta gentuza! ¡Es algo innato! [...] ¡Ni siquiera necesitan una razón de peso para matar a alguien! ¡Son borrachos! ¡Todos ellos beben como unos cosacos! ¡Ellos son así por naturaleza! ¡Todos son violentos! [...] ¡La mayoría no tiene sentimientos! [...] ¡No tiene remedio, ni uno solo merece la pena!" Mientras habla uno a uno los jurados se levantan de la mesa y le dan la espalda hasta quedarse solo. El jurado número 4 sentencia al final: "Siéntese y no vuelva a abrir la boca".

El aislamiento del jurado 10 ante sus compañeros.

El jurado número 3 se desvelará así mismo al final de la película mostrándonos que tras su obcecada decisión se halla la proyección de su propia frustración con su hijo, quien hace ya dos años que no le habla. Se identifica con la historia del padre muerto por su hijo del acusado. Mirando una foto donde aparecen felizmente él con su hijo manifiesta: "Maldigo a todos los hijos por los que das la vida" y desesperado rompe la foto y se desmorona lleno de dolor. El fundamento de la negativa de éste jurado en aceptar el voto de "no-culpabilidad" nada tiene que ver con la razón sino con el resentimiento, verdad que al emerger con tanta claridad le hunde definitivamente.

En esta escena se da un diálogo que pone en evidencia la debilidad de la posición de jurados como el 3 y el 10 cuando se ven confrontados por los argumentos razonados que sostienen la duda razonable:

Jurado 8: Esta sólo.
Jurado 3: ¡Me tiene sin cuidado estar solo! ¡Estoy en mi derecho!
Jurado 8: En su derecho...
Jurado 3: ¡Qué miran...!
Jurado 8: Exponga sus argumentos.
Jurado 3: ¡Ya lo hice antes!
Jurado 8: No nos convencen. Deberá razonarlos. Tiene todo el tiempo que quiera.

Y aquí se acaba toda capacidad de argumentación del jurado 3. Le queda sólo su ira resentida por el abandono de su hijo proyectándola sobre el acusado.

Foto del jurado 3 con su hijo.

4. LA RAZÓN Y LOS ARGUMENTOS: JURADO 4 VS. JURADO 8.

Es interesante la posición del jurado número 4, un hombre que como el jurado número 8 intenta razonar y defender sus argumentos. Libre de prejuicios o de personalismos se apoya en lo que su razón le dicta hasta que la fuerza de los argumentos se impone y, entonces, sin dudar, cambia su voto. Esa objetividad que le caracteriza durante todo el veredicto, y que como hemos dicho está libre de prejuicios o de personalismos, se demuestra cuando el jurado 10, en su ataque lleno de odio e ira contra la gente de los suburbios, le dice cuando éste pregunta si no ha hablado claro: "Demasiado. Siéntese y no vuelva a abrir la boca". Es un individuo abierto al diálogo y a escuchar los argumentos. abierto a razonar. ¿Cuál es entonces su diferencia con el jurado 8? Sin lugar a dudas la inquietud que este último muestra llevado por la empatía. El no conformarse por lo aparentemente evidente y profundizar en ello. Como cité anteriormente es lo que le lleva a decir: "No resulta fácil levantar la mano y enviar un chico a la muerte sin hablarlo antes [...] Está en juego la vida de alguien. No podemos precipitarnos, y si nos equivocamos [...] ese chico ha recibido solo patadas". 

Es la misma empatía que observaremos en este jurado cuando al finalizar la película es él quien va a recoger al jurado número 3 poniéndole la americana consciente del dolor que ese hombre acarrea en estos momentos.



5. REFLEXIÓN FINAL.

Doce hombres sin piedad es sobre todo una gran película que nos pone en guardia contra la gratuidad de los juicios que aplicamos en nuestra vida corriente y de los que nosotros mismos, a un nivel más interno, también somo víctimas a través de esa entidad psíquica llamada superyó que se erige en gestor de las introyecciones e identificaciones sufridas en nuestra infancia. La duda razonable es esa actitud que nos muestra el jurado 8 al ir más allá de las "evidencias" y descubrir cuantas veces estas se apoyan en una clara falta de reflexión, desinterés, o que teñidas de prejucios o personalismos perturban la posibilidad de ejercer una evaluación de los juicios desde la razón crítica propia de una consciencia ética. Y es de la misma manera que damos por sentado leyes y juicios que son ejercidas por nuestro superyó sin que nuestro yo intente poner en duda sus fundamentos y la tiranía que ejercen sobre nosotros. Como los jurados 3 y 10 nos muestran con sus prejuicios, estas leyes y juicios superyoicos se afirman fuertemente no en sus argumentos sino en su rigidez y severidad apoyándose en amenazas, culpas y castigos.

Estamos sin duda ante una obra maestra del cine.

domingo, 29 de junio de 2014

DECÁLOGO 5 (Krzysztof Kieslowski, 1990): No matarás.

ESTADO, PODER, LEY Y OBSCENIDAD.

La ley no debería imitar a la naturaleza. En todo caso mejorarla. La ley la ha inventado el hombre para regular las relaciones sociales. La ley determina qué somos y cómo vivimos. Podemos cumplirla o violarla. La gente es libre. Su libertad está restringida a la libertad de otros.Y el castigo. El castigo es venganza. Sobre todo si hace daño sin prevenir el crimen. Realmente, ¿a quién venga la ley? ¿Venga a los inocentes? ¿Y los que hacen la ley son inocentes?

Con esta introducción empieza Decálogo 5, uno de los episodios de la serie que sencillo en su planteamiento argumental es quizá uno de los más profundos en algunas de sus concepciones alrededor de la ley y la justicia. Decálogo 5 parte del mandamiento "no matarás". Y, como no podía ser de otra manera, Kieslowsky aprovecha la ocasión para entrar de lleno en el tema de la justicia y lo justo, y también de lo obsceno. Y además lo hace tomando el ejemplo extremo: la pena capital, la pena de muerte. Para poder entender mejor el desarrollo del comentario que aquí realizamos detallemos el argumento del episodio.

Piotr (Krysztof Globistz), es un joven abogado que defiende a Jazek Lazar (Miroslaw Balka), un joven de aun no veintiun años que comete el asesinato de un taxista (Jan Tesarz) y que finalmente arrestado es condenado a morir en la horca.


El joven letrado Piotr.
El episodio transcurre en tres fases:

Primero se oye la voz en off de Piotr pronunciando el alegato con el que hemos empezado el comentario a la vez que las imágenes nos lo presentan antes de entrar en la sala donde se va a dictar sentencia. Luego el episodio va alternando la presentación de los personajes protagonistas: Valdemar Revskovski, el taxista que será asesinado; Jazek Lazar, el asesino y a Piotr hablando (siempre enfocado en primer plano) con el que luego se verá que es el fiscal que ha dictado la sentencia... El taxista se nos presenta como un individuo más bien poco amable que, en más de una ocasión, disfruta dejando a sus clientes tirados o molestando a algunos transeuntes.

El taxista
Y finalmente Jazek, en quien observamos una cierta ambivalencia entre una actitud hosca, retraída, maliciosa y en ocasiones claramente violenta, a la vez que ya observamos algo que cambia con él en relación a unas niñas a las que hace reir, o cuando pide que amplíen una foto de una niña en su primera comunión que lleva consigo.

Jazek Lazar
La segunda parte (que implica la aparición del ángel del destino haciendole a Jazek un signo negativo con la cabeza, una última oportunidad de no seguir adelante con su plan) nos muestra las duras escenas correspondientes al asesinato del taxista.

Y la tercera parte, que empieza justo con el veredicto de sentencia de muerte, y que nos desarrolla la relación de Piotr con Jazek antes de su ejecución en la horca, así como la propia ejecución.

I. PARTE I. UNA REFLEXIÓN SOBRE LA NATURALEZA DE LA JUSTICIA.

Como ya hemos dicho, la primera parte transcurre preséntadonos a los personajes del taxista y de Jazek a la vez que, a través de un diálogo con el fiscal, asistimos entrecortadamente a las reflexiones de Piotr. En ellas nos vamos a centrar y para ello empezaremos por comentar detalladamente el alegato inicial dividiéndolo en las partes que lo constituyen:

- La ley no debería imitar a la naturaleza. En todo caso mejorarla.

¿En qué sentido es citada esta frase en este contexto? Hay un cierto pensamiento troglodítico que se apoya en justificar la desigualdad como algo inherente a la vida y, por lo tanto, por qué iba a ser distinto con el hombre (lo cual se traduce como siendo la sociedad desigual la sociedad esencialmente no es justa). ¿Para qué entonces hemos devenido seres conscientes? - parece una pregunta obvia - ¿Para seguir actuando como los seres no dotados de consciencia? En todo caso el problema de la naturaleza no es un problema de justicia, pero el hombre y las relaciones que establece con otros, y no sólo con sus congéneres, también con la tierra misma y lo que ella alberga, si es un tema de justicia. Visto así, ¿a qué mejora se refiere nuestro abogado en su alegato? Evidentemente no es lo mismo naturaleza que cultura. La cultura obviamente debe trascender la desigualdad que justifica la injusticia. Es la desigualdad moral, la desigualdad política o económica la implícita en las decisiones humanas (que no son decisiones "por naturaleza") las que aquí compete como manejar, y ese manejo es el objeto de la justicia.

- La ley la ha inventado el hombre para regular las relaciones sociales. La ley determina qué somos y cómo vivimos. Podemos cumplirla o violarla. La gente es libre. Su libertad está restringida a la libertad de otros.

Fue Aristóteles, en su ética a Nicómaco, quien dijo la célebre frase: "Cuando los hombres son amigos no necesitan de la justicia, mientras que, aun siendo justos, necesitan de la amistad". Extraemos de ello la rápida conclusión de que la justicia existe porque, claro está, en nuestra sociedad no somos amigos. Rige, por así decirlo, los límites de la relación social donde ésta relación entra en "conflicto". Y sobretodo cuando este conflicto afecta la libertad de los afectados y en el que una parte siente ésta libertad vulnerada por la otra. Ahora bien, el punto determinante que aquí nos interesa es la manera en que ésta justicia es ejercida. Y esta es la cuestión a la que apunta el tercer punto de estas palabras introductorias de la película.


El asesinato del taxista

- Y el castigo. El castigo es venganza. Sobre todo si hace daño sin prevenir el crimen. Realmente, ¿a quién venga la ley? ¿Venga a los inocentes? ¿Y los que hacen la ley son inocentes?

Fue el genio de Nietzsche (ese genio visionario que reveló la hipocresía fundamental sobre la que se edifica nuestra sociedad) quien desveló una de las bases fundamentales de la justicia en nuestra cultura y que la liga fundamentalmente al castigo: la generación de la deuda. Y así dice Nietzsche en la Genealogía de la moral:

F. Nietzsche por Edward Munch
Durante el más largo tiempo de la historia humana se impusieron penas no porque al malhechor se le hiciese responsable de su acción, es decir, no bajo el presupuesto de que sólo al culpable se le deban imponer penas: ––sino, más bien, a la manera como todavía ahora los padres castigan a sus hijos, por cólera de un perjuicio sufrido, la cual se desfoga sobre el causante, ––pero esa cólera es mantenida dentro de unos límites y modificada por la idea de que todo perjuicio tiene en alguna parte su equivalente y puede ser realmente compensado, aunque sea con un dolor del causante del perjuicio. ¿De dónde ha sacado su fuerza esta idea antiquísima, profundamente arraigada y tal vez ya imposible de extirpar, la idea de una equivalencia entre perjuicio y dolor? Yo ya lo he adivinado: de la relación contractual entre acreedor y deudor, que es tan antigua como la existencia de «sujetos de derechos» y que, por su parte, remite a las formas básicas de compra, venta, cambio, comercio y tráfico. [1]

- El estado como una maquinaria superyoica.

Efectivamente, cuando el joven abogado se pregunta a quién venga la ley, si verdaderamente venga al inocente, así como también se pregunta sobre la inocencia de aquellos que hacen la ley, está tocando una de las bases fundamentales del ejercicio de la justicia: ¿es la justicia justa? No parece que lo importante de la justicia es que sea justa sino que sea vengativa, inspiradora de amenaza a través del castigo, una justicia digámoslo ya superyoica, incapaz de discriminación y obsesionada por el castigo, ejemplificadora a través del castigo. Ramón Llull dijo que no hay justicia sin bondad, de la misma manera que no hay castigo que no se base en la venganza, o como dice Zizek respecto a Decálogo 5:

¿es la repetición del asesinato por parte del aparato estatal un asesinato también, y por lo tanto una violación de este mandamiento? [...] Lo que resulta verdaderamente insoportable en Decálogo 5 es el SEGUNDO asesinato (el cástigo). [2]

La ejecución de Jazec Lazar
Tiene razón Zizek cuando dice que la ejecución de Lazar deviene en lo insoportable. Y no porque el asesinato del taxista no sea un acto brutal y condenable, sino porque en la ejecución de Jazek el asesino es el Estado. Un asesinato resultado de una maquinaria impersonal y absurda que avanza fría y distante, implacable hacia su meta final. Toda la escena de la ejecución de Jazek es nauseabunda en sí misma.

Nietzsche decía también que la más fría mentira del Estado es decir que él es el pueblo (Así habló Zaratustra). Digamoslo ya: El Estado no es más que el superyó del pueblo y, en consecuencia, el más enconado enemigo de la democracia (Jacques Rancière). Las leyes del estado, con la excusa de que son para el pueblo, las decreta también para controlarlo y manipularlo (Giorgio Agamben) y, en la medida de lo posible, para minimizar la propia democracia en sí. En el espíritu del estado - y, por lo tanto, de la ley - reside siempre un dictador en potencia. En La vanguardia del domingo día 24/06 Miquel Roca escribe lo siguiente:

Un conocido representante de una aún más conocida escuela de negocios hace una intervención en un seminario para empresarios, ejecutivos e inversores. En el coloquio hace una dura crítica contra el mundo político; entre otras acusaciones - por cierto, bien poco originales -, señala que hay demasiados políticos, demasiado gasto institucional, etcétera. Todo muy tópico y típico. A la pregunta de un asistente que se preocupa por si no esta defendiendo o apelando a un dictador, el conferenciante, con toda la tranquilidad, afirma que si el dictador es competente ¿por qué no?

Sin embargo, la cuestión se hace sutilmente extensiva al mismo Miquel Roca cuando la perversión del sistema nos hace preguntarle si cualquiera, en caso de necesidad, puede recurrir a su despacho de abogados Roca Junyent... Que la abogacia se transforme en un negocio que determina abogados o equipos de abogados inaccesibles para cualquiera que necesite ser defendido y que sean, por así decirlo, abogados de aquellos que pueden pagarles, ya nos hace dudar de esa otra mentira que el Estado nos cuenta: que la justicia es igual para todos.

Son esas dudas las que asaltan a Piotr cuando asiste impotente al funcionamiento mecánico de la justicia:

Desde nuestra profesión se pueden enmendar los errores de esta gran maquinaria llamada el mecanismo de la justicia. O al menos intentarlo. Una de las cosas de mayor interés es poder conocer y llegar a entender a personas que no hubiera conocido nunca si mi profesión fuera otra.

Piotr introduce aquí el "factor humano" en forma de compasión. Cuando se conoce la persona, los hechos adquieren de repente un matiz que va más allá del hecho y nos enfrenta al ser y sus circunstancias. Momentos antes de la ejecución se da la siguiente coversación entre Piotr y Jacek:

Jazek: ... después del juicio, cuando me llevaban al camión, me llamó Jazek.
Piotr: Si, dije su nombre. Querría...
Jazek: Tengo casi veintiun años. Pero al llamarme así me eché a llorar.
Piotr: Durante el juicio dije...
Jazek: No lo sé, no estaba atento. Sólo lo estuve cuando Ud. dijo mi nombre. Estaban en contra de mí. Todos, igual que aquí.
Piotr: No es así. En contra de lo que hiciste.
Jazek: ¿Qué diferencia hay?

... Me llamó Jazek... al llamarme así me eché a llorar.

El nombre confiere reconocimiento, sobretodo porque fue acompañado de una expresión y un gesto respetuoso... compasivo. El ser se extiende más allá del hecho, y así se devuelve la dignidad más allá del hecho por el que Jazek será ejecutado. La maquinaria judicial que se asemeja a la maquinaria superyoica de nuestra psique actúa como ella con nuestro yo, no trata con seres humanos, su fuerza radica en su inhumanidad, en hacernos sentir no sólo culpables, sino que también nos implica el sufrimiento de hacernos indignos y humillados. Como en el superyó, ahí radica una parte de su obscenidad: la maquinaria judicial no está para sutilezas y por ello no es justa, y como a toda máquina le es más fácil impartir castigos sin ver personas que ser justa en su aplicación viéndolas con y también más allá de sus hechos:

... si la gobernabilidad era un avatar del poder, el estado-institución resulta una especie de exhibición gimnástica e impúdica del poder. Un poder de segundo grado : el poder por el poder, como el barroco cortesano. Un poder hueco, administrativo o burocrático. Tentado estaría de decir: un poder sin contenidos, pensando en un poder formal. Aunque inmediatamente entiendo que es exactamente al revés: se trata de contenidos puros del poder, o mejor de un poder formal por ser estrictamente contenidista y significativo. Pues en una cultura institucional es virtualmente imposible leer estrategias o técnicas - sólo monumentos: significados o contenidos, formas que pretenden perpetuarse congelándose... [3]


No quiero decir con esto que dentro de esta maquinaria no haya, como Piotr, personas justas, pero como bien se deriva de su conversación con el juez, de nada sirve eso contra ella. El poder judicial no es más que un engranaje del poder unitario, como lo son el ejecutivo y el legislativo, y recordemos, como vimos en la segunda parte del comentario dedicado a la película Hannah Arendt, que el poder implica dominación y que, por eso, el poder nunca simpatizará con la democracia ni con la justicia entendida como acción justa. El poder sólo entiende de coacción, amenaza y venganza. Más  bien tenderá a la abominación de tomar la ley por la ley y, en consecuencia, del castigo como ejemplo (a la manera de un introyecto psíquico), o como dice Piotr: La disuasión implica usar la sentencia, o mejor dicho, al condenado, para intimidar a otros. O en las palabras de Nietzsche:

«¿Cómo hacerle una memoria al animal-––hombre? ¿Cómo imprimir algo en este entendimiento del instante, entendimiento en parte obtuso, en parte aturdido, en esta viviente capacidad de olvido, de tal manera que permanezca presente?»... Puede imaginarse que este antiquísimo problema no fue resuelto precisamente con respuestas y medios delicados; tal vez no haya, en la entera prehistoria del hombre, nada más terrible y siniestro que su mnemotécnica. «Para que algo permanezca en la memoria se lo graba a fuego; sólo lo que no cesa de doler permanece en la memoria» ––éste es un axioma de la psicología más antigua (por desgracia, también la más prolongada) que ha existido sobre la tierra. [4]

¿No es acaso este texto la viva representación de lo que ocurre con la vivencia de un introyecto cuando éste es faltado a su absurdo radicalismo? Funciona tal y como fue prescrito, exactamente como Nietzsche indica:  «Para que algo permanezca en la memoria se lo graba a fuego; sólo lo que no cesa de doler permanece en la memoria»   [5]

Esta dimensión de la justicia relacionada con el imperativo superyoico nos permite relacionarla con esa maquinaria absurda que se describe en El proceso de Kafka (no en vano él era abogado de oficio), que ya comentamos en profundidad en este blog [ver nota 4] y que se relaciona con lo obsceno. A la triada Estado-Poder-Ley nos falta añadirle un cuarto elemento: la obscenidad.

II. JUSTICIA Y OBSCENIDAD.

Nada mejor que empezar con la etimología de obsceno para luego recordar que es un término de uso legal. Obsceno (del latín obscenum) tiene dos posibles etimologías, las dos bien significativas para nuestro comentario. Por un lado tenemos obsceno com ob (hacia) caenum (suciedad, basura); y tambien obsceno como ob (hacia) scenum (escena) y que viene a significar algo que está "fuera de escena" pero que se imagina, lo no dicho o representado pero imaginado e implícito en lo que se dice o representa. Si juntamos ambas posibilidades etimológicas podemos entender obsceno como la basura, la suciedad (lo repulsivo, lo detestable) que se imagina en el escenario pero que, aparentemente, no se representa en éste. Por otro lado, y en el mundo legal, obsceno se aplica a palabras, imágenes o acciones repulsivas o detestables que ofenden la moral sexual prevalente. Y en relación a eso, todos sabemos que se asocia en ocasiones el goce al superyó- entendido goce en el sentido psicoanalítico, es decir, como un exceso perverso en el placer -  y que se vincula normalmente a un placer que esa instancia obtiene causándole dolor al yo a través de su humillación e indignificación.

En un momento del episodio, Piotr recuerda las palabras que recibió cuando obtuvo su licenciatura: "Es un honor informarle que ha pasado el examen con éxito. Tras estudiar cuatro años puede usted considerarse uno más de nosotros". Hacia el final del episodio, momentos antes de que saquen de su celda a Jazek para su ejecución y ante la insistencia de si ya estan preparados, Piotr responde buscamente: "Dígales que nunca diré que estoy preparado". Piotr es el único en la prisión que parece azorado ante "el espectáculo" de la ejecución. Ni el juez, ni el alcaide, ni los guardas, ni los verdugos parecen afectados por el hecho de que se va acabar con la vida de un ser humano.


¡...nunca diré que estoy preparado!
En su interesante ensayo sobre lo obsceno dice Corinne Maier:

Lo obsceno es doble, se encuentra entre dos. En tanto bifacial, es lo más visible y también lo que aparece con intermitencia. "Lo obsceno tiene todas las cualidades del intérvalo substraido", resume el escritor Henry Miller [...] Lo obsceno es también el surgimiento puro, que nace de una falla, de la irrupción de algo que no es esperado. [6]

Yo iría un poco más lejos y añadiría que lo obsceno es también una mezcla de los dos, lo que surge disimulado en un continuum de aparente normalidad y que requiere una mirada sesgada (al estilo de la anamorfosis que tanto atrajo a Lacan), una segunda mirada desde una perspectiva determinada desde la que surge la evidencia de lo obsceno... Eso es lo que ocurre en muchas ocasiones con la ley: la ley provee de aparente normalidad - institucional - a lo esencialmente obsceno, al ejercicio obsceno (superyoico) del poder. En el programa de TV3 "amb filosofia", la filósofa Marina Garcés lo refleja con claridad cuando dice:

Cuando la justicia cae en la tentación de convertirse en la imposición de una medida única, de una definición cerrada, de una ley no interpretable se convierte en un sistema de poder terrorífico. El juez es entonces quien emite justicia, quien condena, quien dice lo que es bueno y lo que es malo, o el que somete la multiplicidad de lo que hay, lo que es, al horror en sí mismo de la proyección de lo que ha de ser.

La diferencia entre el primer asesinato y el segundo estriba en que ante el primero todos nos conmovemos  y violentamos ante la violencia con que Jazek acaba con la vida del taxista, mientras que en el segundo (en una taliónica una vida por una vida) asistimos a la ejecución de Jazek como si de un mero trámite administrativo se tratara. La mirada Piotr (a través de este ¡... nunca diré que estoy preparado!) es quien, con su reacción, envia "hacia" la escena "la basura, la suciedad" (lo repulsivo y detestable) que aparentemente no manifiesta, refugiada en la aplicación de la ley, y que si contiene esta forma de asesinato institucional. Toda la escena tiene manifestaciones obscenas que transcurren en un continuum de aparente normalidad. Veamos algunos momentos:

- Cuando Piotr y el fiscal se encuentran en la escalera de la prisión, éste, que es quien dara la orden de ejecución de Jazek, felicita al abogado (quien va a visitarle) diciéndole: "Quizá éste no sea el mejor momento, pero, ya que usyed y yo raramente nos vemos. He oído que ha sido padre hace poco. Enhorabuena." Es repulsiva en sí misma esta celebración de una llegada a la vida cuando minutos después se va a proceder a ejecutar otra.

He oído que ha sido padre hace poco. Enhorabuena.

- El diálogo que se da entre Piotr y Jazek pone de relieve la historia de Jazek al pedirle al abogado que le pida a su madre ser enterrada en la tumba donde yace el padre y... Marysia, su hermana. Es entonces cuando Jazek relata la historia de la muerte de su hermana favorita como él lo era para ella: "Hace cinco años la atropelló un tractor en el pueblo. Todavía iba a sexto curso. Tenía sólo 12 años. Acababa de empezar sexto. El conductor del tractor era un cólega mío. Habíamos estando bebiendo antes de que ocurriera. Bebiendo vino y vodka. Luego se fué y después con el tractor la atropelló [...] Estaba pensando que si ella siguiese viva, las cosas serían... Quizá no me hubiera ido de casa, quizá me hubiera quedado [...] Quizá hubiese sido diferente". Escuchando el relato se nos hace evidente que ejecuntando a Jazek como un acto puramente de venganza, se le quita la posibilidad de de la semilla que a través de su hermana observamos, se le quita la posibilidad de aprender a amar, la posibilidad del arrepentimiento sincero. Obviamente es obvia que la imposición de una pena, de un castigo es necesaria... ¿pero con qué fin? ¿Implica el concepto pena, castigo, necesariamente venganza? ¿Por qué no aprendizaje? Y este es el quid de la cuestión... De nada sirve cambiar una pena de muerte por una de cadena perpetúa si el castigo es simplemente venganza y no posibilidad de aprendizaje.

Marisya: Estaba pensando que si ella siguiese viva... quizá hubiera sido diferente.

- La infame escena de la presencia del sacerdote en las ejecuciones: El que ofrece el perdón de Dios para el "más allá" forma parte de la comitiva de la venganza en "el más acá". Habría que preguntar... ¿Qué opina Dios de este asesinato institucionalizado? La Iglesia ya se encarga de ser cínico-política, como siempre lo ha sido en este tema y matiza: La escritura precisa lo que el quinto mandamiento prohíbe: "No quitarás la vida del inocente y justo (Éxodo, 23, 7)" [7]. Llega a justificarla en caos de "extrema gravedad" sin matizar exactamente de que hablamos con "extrema gravedad". En ningún momento menciona la posibilidad de aprender, de enseñar... Habla de la pena como compensación, como expiación y de "valor medicinal, en la medida de lo posible, para la enmienda del culpable. ¿Y qué hay que deducir de todas estas precisiones? ¿Y si es así, qué hace el sacerdote en el momento de la ejecución? ¿Impartir compasión divina donde no la hay de humana? Pero ya sabemos... La historia de la Iglesia está plagada de hechos obscenos más dirigidas a preservarse como institución que de ser consecuente con el mensaje de Jesucristo.

Impartir compasión divina donde no la hay de humana.

- Y finalmente la ejecución, infame en sí misma. La viva imagen que nos interroga finalmente: ¿Que justicia se ha realizado? ¿Qué acción justa se ha desplegado? Uno tan sólo contempla la venganza y sólo sufrimiento y más sufrimiento que todo ello acarrea: ¿Quién ha aprendido algo de toda esta obscenidad mecánico-institucionalizada? ¿Qué se ha enseñado salvo la venganza y la amenaza como mensaje?



III. REFLEXIONES FINALES.

No hace falta recurrir a la pena de muerte (aún vigentes en varios países y en numerosos estados de los Estados Unidos) para observar hoy en día, y me centraré sólo en España, la relación de la justicia con la obscenidad: aforamientos express, desahucios indiscriminados, abusos y robos económico-financieros justificados legalmente, verdadera defensa desigual ante la justicia (también la justicia es cuestión de dinero); castigos ya no proporcionados, sino escandalosamente desproporcionados por exceso o por defecto (Gallardón indulta a un guardia civil que jaleó un abuso sexual; reclaman a un pensionista 155.000 euros multado por pegar carteles en la calle), leyes que se aprueban y se retiran por intereses puramente políticos (La ley de seguridad ciudadana, la ley de justicia universal, la LOMCE), tribunales constitucionales politizados, la impunidad con que las grandes fortunas y las grandes multinacionales se manejan junto a los intereses políticos. Hay gobiernos, hay parlamentos que emiten leyes, hay tribunales, hay jueces, hay fiscales, hay abogados, instituciones penitenciarias... hay una maquinaria pero que exenta del espíritu de la justicia es un robot que administra las leyes y que, en ocasiones, la posee un mal espíritu de manipulación, corrupción y tergiversación. No es de extrañar que en la película Pactar con el diablo (Taylor Hackford, 1997), el diablo (interpretado por Al Pacino) estuviera representado como un brillante abogado al frente de un prestigioso despacho de Nueva York.


                                                 No hay justicia sin bondad (Ramón Llull).

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VER PELÍCULA EN YOUTUBE: https://www.youtube.com/watch?v=BTJTiv9KrMI
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[1] Nietzsche, Friedrich. Genealogía de la moral. Parte 2. Tratado. Culpa, mala conciencia y similares. Ebook
[2] Zizel, Slavoj. Lacrimae Rerum. Ensayos sobre cine moderno e hiperespacio. Ed. Debate, pág. 19
[3] Nuñez, Sandino Andrés. Lo sublime y lo obsceno. Geopolítica de la subjetividad. Libros del Zorzal, pág. 132
[4] Ver nota 1, parte 2
[5] Ver nota 1, parte 2
[6] Miller, Corinne. Lo obsceno. Ediciones Nueva Visión, págs. 33 y 40
[7] Catecismo de la Iglesia Católica, pár. 2261

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SERIE DECÁLOGO (pulsar título para acceder a la entrada)

Decálogo 1. Yo, el señor, soy tu Dios. Ese frágil absoluto.
Decálogo 2. No tomarás en falso el nombre del señor, tu  Dios. Compasión vs. culpa.
Decálogo 3. Santificarás las fiestas. Resentimiento, envidia y reparación. 
Decálogo 4. Honrarás a tus padres. El edipo honrado.
Decálogo 5. No matarás. Estado, poder, ley y obscenidad.
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PELÍCULAS DE INTERÉS:

EN EL NOMBRE DEL PADRE (1993)
Director: Jim Sheridan
Actores: Daniel Day-Lewis, Enma Thompson, Pete Postlehwaite.

Basada en la detención de un padre y de un hijo acusados por error de haber participado en un atentado del IRA, junto con otros inocentes, en los conocidos casos de los cuatro de Guilford y los siete de Maguire.

PRISIONEROS DEL HONOR (1991)

Director: Ken Rusell
Actores: Richard Dreyfuss, Oliver Reed, Peter Firth, Jeremy Kemp

Basada en el famoso caso Dreyffus que conmocionó la sociedad francesa en el que el capitán Alfred Dreyffus fue acusado erróneamente de espionaje y traición y que despertó una ola de defensores y detractores además de reacciones antisemitas.



SENDEROS DE GLORIA (1957)
Director: Stanley Kubrick
Actores: Kirk Douglas, George McReady, Adolphe Menjou...

En la Francia de 1916, durante la Primera Guerra Mundial, un general ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana y encarga esta misión al ambicioso General Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax. La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento se retira hacia sus trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, impone al regimiento un terrible castigo para que sirva de ejemplo.

SALVADOR PUIG ANTICH (2006)
Director: Manuel Huerga
Actores: Daniel Bruhl, Tristán Ulloa, Leonardo Sbaraglia, Leonord Watling...

El 2 de Marzo de 1974, el joven anarquista, militante del Movimiento Ibérico de Liberación, se convirtió en el último preso político ejecutado en España mediante el "garrote vil". La historia nos narra los intentos desesperados de su familia, compañeros y abogados para evitar su ejecución.



MATAR A UN RUISEÑOR (1962)
Director: Robert Mulligan
Actores: Gregory Peck, Mary Bardham, Brock Peters, Philip Alford...

Un abogado defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre es evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que  ningún abogado, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su defensa le costarña problemas y enemistades, pero le otorga el respeto de sus dos hijos huérfanos de madre.


EL CASO WINSLOW (1999)
Director: David Mammet
Actores:  Nigel Hawthorne, Rebecca Pidgeon, Jeremy Northam...

Inglaterra 1910. Tras ser acusado de robar a un compañero 5 chelines, Ronnie, el hijo menor de la familia Winslow, es expulsado de la prestigiosa Academia Naval de Ousburne. Ronnie niega los hechis, pero su padre, decidido a limpiar el nombre de su hijo, entabla un juicio que llegará a ser el centro de atención de todo el país.

EL DILEMA (1999)
Director: Anthony Mann
Actores: Russell Crowe, Al Pacino, Cristopher Plummer...

Jeffrey Wigand, científico y directivo de la famosa tabacalera norteamericana Brown & Williamson, descubre el secreto que la industria oculta celosamente: las sustancias que crean adicción en los fumadores. Lowell Bergman, un productor televisivo, arriesga su carrera al invitar a Wigand, que ve como su vida se desmorona tras revelar la verdad a la opinión pública; pero nadie sale indemne de esta batalla contra las tabacaleras.

DOCE HOMBRES SIN PIEDAD (1957)
Director: Sidney Lumet
Actores: Henry Fonda, Lee J. Cobb, E, G, Marshall, Jack Warden...

Un grupo de miembros de un jurado recibe el encargo de juzgar a un adolescente acusado de haber matado a su padre. De los doce miembros, once están convencidos de su culpa. Pero el duodecimo no tiene ninguna duda sobre su inocencia... ¿Cómo convencerá al resto?



HOMICIDIO EN PRIMER GRADO (1995)
Director: Marc Rocco
Actores: Christian Slater, Gary Oldman, Kevin Bacon...

Años 30. Alcatraz es la prisión más segura de los Estados Unidos, pero uno de los presos planea escapar de La Roca. Su intento fracasa, y el alcaide le impone un castigo ejemplar: permanecer en una celda de aislamiento durante años, a pesar de que la ley establece que el plazo máximo son 19 días.



CADENA PERPÉTUA (1994)
Director: Frank Darabont
Actores: Tim Robbins, Morgan Freeman, Bob Gunton, James Withmore...

Acusado del asesinato de su mujer, un hombre es condenado a cadena perpétua y enviado a la cárcel de Shawshank. Con el paso de los años conseguirá ganarse la confianza del director del centro y el respeto de sus compañeros de prisión...




LA TAPADERA (1993)
Director: Sidney Pollock
Actores: Tom Cruise, Gene Hackman, Jeanne Tripplehorn, Holly Hunter...

Un joven y brillante abogado recién salido de Harvard, se deja seducir por las promesas y regalos de un prestigioso bufete de abogados de Memphis. Sin embargo, muy pronto tendrá razones para empezar a sospechar que algo extraño está sucediendo.



BRUBAKER (1980)
Director: Stuart Rosenberg
Actores: Robert Reford, Yaphet Koto, Jane Alexander, Morgan Freeman...

Basado en la historia real de Tom Murton, el alcaide que antes de presentarse como tal se interno como preso de la prisión estatla asignada, descubriendo que la cárcel es un sistema de corrupción endémica, a parte de oscuros epidodios que Brubaker intentará aclarar poniendo en peligro su propia vida.




domingo, 1 de abril de 2012

EL PROCESO: EL SENTIMIENTO DE CULPA, DE KAFKA PASANDO POR ORSON WELLES (y III)

PARTE III. ANTE LA PUERTA DE LA LEY

Pues bien, tu eres, desde luego, en el fondo una persona bondadosa y tierna […] pero no todos los niños tienen la perseverancia y el temple necesarios para escarbar hasta dar con la bondad.
                                     Kafka (Carta al padre) [1]
1. LA CARTA AL PADRE.
Kafka y su padre en los baños

Siempre me ha llamado la atención la foto que podéis contemplar de Kafka con su padre en los baños. Es una viva representación en imágenes de la descripción que nos hace en La carta al padre en los siguientes términos:
Y es que tu sola presencia física bastaba para anonadarme. Por ejemplo, recuerdo que muchas veces nos desnudábamos juntos en una caseta. Yo flaco, débil, poca cosa; tu fuerte, grande, ancho. Yo ni siquiera necesitaba salir de la caseta para sentirme un guiñapo, y no sólo a tus ojos, sino a los del mundo entero, pues tú eras para mí la medida de todas las cosas. Luego salíamos de la caseta y nos mostrábamos a las miradas, yo cogido de tu mano, un pequeño esqueleto que caminaba inseguro, descalzo sobre las tablas, que tenía miedo al agua y que era incapaz de seguir tus evoluciones natatorias que ejecutaba para mí con la mejor de las intenciones, pero con el único efecto de avergonzarme profundamente
Esta percepción de guiñapo ante el vitalismo de su padre se extiende en numerosos ejemplos a la percepción que de él tenía como un poder absoluto:
Gobernabas el mundo desde tu sillón. Siempre tenías razón, y cualquier otra opinión tenía por fuerza que ser absurda […] Adquiriste a mis ojos el carácter enigmático de todos los tiranos, cuya infalibilidad emana de su persona, no de sus pensamientos. O por le menos así me lo parecía.

Leni y el cuadro del juez
O después de narrar un episodio de la infancia en la que su padre le castigó con desmesura, habla de él de la siguiente manera:

Pasados algunos años todavía me atormentaba la idea de que aquel hombre enorme, mi padre, el detentador del poder absoluto, pudiera, sin apenas motivo alguno, aparecer en plena noche, arrancarme de la cama y sacarme a la galería, demostrando con ello lo poquísimo que yo le importaba.

Finalmente, hay un párrafo que parece aplicable a la vivencia que se expresa a través de Joseph K durante toda la novela de El proceso. En este párrafo Kafka describe toda una serie de normas y exigencias que el padre imponía y que él era el primero en no cumplir. Dice este texto al final:
Hermann Kafka
Por favor, padre, entiéndeme bien: todas esas cosas, por sí mismas, son insignificantes; lo que las hacía devastadoras para mi era el hecho de que tú mismo, la persona cuyo criterio era para mí absolutamente definitivo, no te plegaras a los mandatos que me imponías. De ese modo, el mundo se dividía en tres partes: una, en la que vivía yo, el esclavo, sometido a leyes  inventadas sólo para mí, y que, sin saber por qué, nunca conseguía cumplir a satisfacción; luego, una segunda, infinitamente lejana, en la que vivías tú, ocupado en gobernar, dictar decretos y enfadarte ante su incumplimiento; y finalmente una tercera, donde vivía feliz el resto de la gente, libre de mandatos y obediencia.
Este texto explicaría perfectamente la percepción de una ley obscena, una ley que justamente se excluye de sus leyes, y de la que Joseph K es su víctima.

2. ANTE LA PUERTA DE LA LEY: LA HUMILLACIÓN Y LA TRANSGRESIÓN. 

En esta fase de la novela Joseph K perfila mejor que en ningún momento su carácter trágico, ese elemento esencial que caracteriza a los héroes trágicos: la desesperación. Es algo que el abogado Huld le dice a Joseph K a partir de la atracción que siente Leni por él… y por otros acusados. Es interesante a que lo atribuye Huld:

Los acusados son precisamente los más atractivos. No puede ser la culpa lo que los hace atractivos, porque – así tengo que hablar al menos como abogado – no todos son culpables; tampoco puede ser el castigo futuro el que los hace ya atractivos, porque no todos son castigados; por consiguiente, sólo puede ser el proceso iniciado contra ellos, que de algún modo trae eso consigo.

Orson Welles como el abogado Huld.
En los capítulos que siguen al encuentro con el tío, el abogado Huld (que significa esperanza) y Leni, nos encontramos con la entrada en escena de dos personajes más, cada uno de ellos posicionado de manera distinta ante El proceso: el comerciante Block y la humillación y el pintor Titorelli y la transgresión.

2.1. Block y la humillación.
Block es otro acusado que, por decirlo de alguna manera, se ha convertido en un súbdito de Huld, súbdito en el pleno sentido de la palabra: aquel sujeto sometido a una autoridad con la obligación de obedecerle. Tanto en la escena de la película, como en la del libro, se observa este aspecto tan frecuente del súbdito víctima del abuso de la autoridad, en ese caso víctima de la autoridad del abogado en una especie de acuerdo en el que la protección de éste es a cambio de no sólo la sumisión sino también la humillación. Hallamos múltiples referentes de éste en La carta al padre, por ejemplo:
Tú sin embargo me cerraste la boca desde bien pronto; tu amenaza “¡Ni se te ocurra contradecirme!” y la mano levantada que la acompaña me resultan familiares desde siempre […] y me acostumbré a hablar en tu presencia a trompicones y tartamudeando. Y como eso seguía pareciéndote excesivo, acabé callando del todo, al principio quizá por tozudez, pero luego porque era incapaz de pensar y de hablar en tu presencia. Y como tu eras mi educador, eso se extendió a todos los rincones de mi vida. Es realmente extraño que pienses que nunca me he plegado a tus deseos. En realidad, y al revés de lo que tu crees y me reprochas, “llevar la contraria por sistema”, nunca ha sido el principio por el que me rijo  en todo lo referente a ti […] si soy como soy […] es a causa de tu educación y de mi obediencia.
Otro ejemplo significativo e ilustrativo de la percepción de la Ley acerca de la ironía paterna:
La ironía te parecía un medio educativo especialmente eficaz, que además resultaba perfectamente natural, dada tu superioridad sobre mí. Normalmente tus amonestaciones adoptaban la siguiente forma: “¿No puedes hacer esto así, asá…? ¿Qué pasa, es demasiado para ti? Claro, no tienes tiempo, pobrecito” y cosas similares. Y cada una de esas preguntas iba acompañada de la correspondiente risa sarcástica y del gesto malicioso. En cierto modo, el castigo llegaba antes de que uno supiera que había hecho algo malo.
Block, de cierta manera, vive en ese estado con Huld, un estado que el propio Huld le recomienda a K cuando ante la voluntad de éste de despedirlo le dice: “con frecuencia es mejor estar encadenado que libre.” Y que más adelante lo ratifica cuando le dice a Block, ante su miedo: “¿Qué quieres? Todavía estás vivo, todavía estás bajo mi protección. ¡Es un miedo absurdo!” Block es el ejemplo más claro de que lo que aquí se demanda no es tanto si uno es inocente o no (como más adelante le aclarará Titorelli no se conoce que el tribunal haya dictado ninguna absolución auténtica), se trata de aceptar estar bajo acusación, de aceptar el proceso que es lo que da certeza a la acusación. Si aceptamos el proceso como el castigo en sí mismo, entendemos ahora perfectamente la frase de Kafka de que “en cierto modo, el castigo llegaba antes de que uno supiera que había hecho algo malo”.
Y esto es algo que si ya tiene mucho que ver con la culpa de ser, con el sentimiento inconsciente de culpa… Nacer culpable de ser nos enfrenta a la vida como un proceso judicial en el que  lo importante es vivir acusado… Es posible vivir, como dice Huld,  mientras se acepten las cadenas del proceso sin fin en la que esta se convierte. El superyó que nos habita se erige entonces en un poder en el que lo que importa es la eterna acusación, la eterna sospecha, el castigo profiláctico ya no tanto sobre hechos concretos – que también – sino sobre el hecho de la propia existencia como algo inadecuado e inesperado, lo cual le convierte esencialmente en el portador de una Ley caótica en donde lo que importa es la acusación, no la justicia ni lo justo, ni tan siquiera la propia coherencia, puesto que esté superyó hoy nos acusa por rebelarnos y mañana por ser cobardes de no hacerlo, hoy por ser promiscuo y mañana por ser reprimido…  la causa es lo de menos, la esencia es la acusación.
Block arrodillado ante la cama de Huld

2.2. El pintor Titorelli y el parasitismo.
Resulta interesante el planteamiento que hace Titorelli a Joseph K:
Me he olvidado de preguntarle ante todo qué clase de liberación quiere. Hay tres posibilidades, a saber, la absolución auténtica, la absolución aparente y el aplazamiento indefinido. La absolución auténtica es naturalmente la mejor, pero no tengo la más mínima influencia en esa clase de solución. En mi opinión, no hay nadie que tenga influencia en la absolución auténtica. En ese caso decide probablemente sólo la inocencia del acusado.
Obviamente, tanto la absolución aparente como el aplazamiento indefinido se trata de estrategias basadas en las influencias (Titorelli es el pintor que hace los cuadros de los jueces) y, en todo caso, se trata de soluciones temporales. En la absolución aparente e se trata de un tipo de absolución que no evita que el tribunal vuelva a acusar, volviendo así a empezar la estrategia, mientras que el aplazamiento indefinido se trata “de mantener continuamente el proceso en sus fases procesales inferiores. Para conseguirlo es necesario que el acusado y la persona que le ayuda, especialmente éste, estén en constante contacto personal con el juez”. Tanto en un caso como en el otro, como en el caso del abogado Huld antes, la cuestión se trata de alargar el procedimiento mediante maniobras basadas en las influencias de personajes como Huld o el mismo Titorelli que se supone tienen ciertas ventajas de comunicación con los jueces (nunca el tribunal, que se pierde en alturas incognoscibles) y que pueden intermediar por sus “acusados” logrando así “favores” que alargan o postergan la toma de decisiones con respecto a su proceso… lo cual no confirma más que el proceso es interminable. Y todo ello siempre a costa de la humillación que demanda Huld o el “pago” en compra de cuadros que requiere Titorelli para sus servicios.  Hay un momento en el que éste le dice a K algo muy interesante con respecto a las contradicciones que ve nuestro héroe en el funcionamiento del tribunal:
He hablado de dos cosas distintas: de lo que dice la ley y de lo que he sabido por mi experiencia personal, no debe usted confundirlas. En la Ley, aunque no la he leído, dice naturalmente, por una parte, que el inocente será absuelto, y por otra no dice que se pueda influir en los jueces. Ahora bien, mi experiencia es exactamente la contraria. No conozco ninguna absolución auténtica, pero sí, en cambio, muchas influencias.
Titorelli se manifiesta así como la típica sanguijuela que agarrándose a la piel del acusado le exprime en beneficio propio como un verdadero parásito que se agarra a su víctima para ya no soltarle más.
3. LAS MUJERES DE EL PROCESO: EL AMOR COMO INTERMEDIARIO.
Es de destacar el papel que juegan las mujeres con las que K se tropieza a lo largo de su historia, especialmente la lavandera y Leni. Ambas se constituyen en intermediarios de Joseph K con jueces de bajo nivel (la lavandera), o como en el caso de Leni con el abogado Huld. Ambas manifiestan desear y amarle y, sin embargo sirven una a un juez que la desea y la otra al abogado. Ambas quieren poseerle y, sin embargo, viven dócilmente al servicio de esos hombres del tribunal, por ambas K se siente engañado. Especialmente perturbadora, en una escena rodada de manera impactante por Orson Welles, en la que son las niñas que viven alrededor de la casa de Titorelli quienes como auténticas arpías persiguen a K como queriéndose apoderar de él.
Si la intermediación que ofrecen Huld y Titorelli se basa en el miedo, la de las mujeres es una intermediación basada en el amor…  ¿Qué nos refleja de Kafka este punto? Volvemos a la carta al padre:
Julie, madre de Kafka
Es verdad que mamá albergaba una bondad ilimitada hacia mi, pero a mis ojos todo esto estaba relacionado contigo, es decir, tenía un cariz negativo. Mamá desempeñaba inconscientemente el papel del ojeador en la cacería. En el caso improbable de que tus métodos educativos, al despertar en mí la obstinación, el rechazo o incluso el odio, me hubieran permitido alzarme, mamá se habría encargado de aplacarme con su bondad, con sus palabras razonables (en el caos de mi infancia ella era el prototipo de la razón), mediando entre nosotros, y yo volvería a caer en tu círculo, del que de otro modo quízá habría conseguido escapar, para tu bien y el mío. O bien no llegaba a producirse una verdadera reconciliación, y simplemente mamá me protegía de tí en secreto, me daba o me permitía algo a escondidas, y luego así volvía a ser ante tí el ser escurridizo, el farsante, consciente de su culpa, que, debido a su nulidad, tenía que conseguir por medios clandestinos incluso aquello a lo que creía tener derecho.

y más adelante dice:

Si quería huir de ti, tenía que huir también de la familia, incluso de mamá. En ella se podía encontrar refugio, pero solo en lo tocante a tí. Te quería demasiado, y su lealtad y sumisión hacia tu persona pesaban demasiado para permitirle erigirse a la larga en una fuerza psicológica independiente capaz de desempeñar un papel en la lucha del niño.

4. ANTE LA PUERTA DE LA LEY.
Llegamos así al final de la obra, a su penúltimo capítulo que transcurre precisamente en una catedral y que tiene como personaje protagonista, a parte de Joseph K, a un sacerdote. Esta sea quizá la parte más pobremente resuelta en la película de Welles cuando en realidad constituye un capítulo fundamental en el entramado de la novela… Es en él donde se cuenta el relato de “Ante la ley” (ver escena de la película en la parte I, o leer relato en nota [2]), en realidad un relato escrito previamente por Kafka como tal y que incluyo en la novela, y en el que el sacerdote, junto con K, parece intentar una exégesis de él. Veamos algunas pistas fundamentales a través del diálogo que se establece entre ambos:
Joseph K y el sacerdote en la catedral

“¿Qué vas a hacer con tu asunto en lo venidero?”, preguntó el sacerdote. “Voy a buscar más ayuda”, dijo K, levantando la cabeza para ver como juzgaba el sacerdote sus palabras. “Hay ciertas posibilidades que no he aprovechado”. “Buscas demasiada ayuda ajena”, dijo el sacerdote con desaprobación, “y especialmente de mujeres. No te das cuenta de que no es esa la verdadera ayuda.”
Cito este pasaje por la relación que observo entre él y la exégesis que se intenta hacer del relato “Ante la puerta de la ley”. Toda la discusión entre el sacerdote y K estriba en el personaje del guardián, sobre si actúa engañando al campesino o no. Como observa Pietro Citati parece que la discusión es profunda (no olvidemos que el sacerdote es también del tribunal), pero no es más que un engaño más. La historia, no obstante, presenta dos puntos que nos dan una pequeña pista: por un lado a la llegada del campesino a la puerta y la pregunta al guardián sobre si puede pasar, a lo que el primero le dice: "Es posible", dice el guardián "pero no ahora".  Por otro lado tenemos ese momento en el que el campesino se asoma a mirar por la puerta y el guardián le dice: Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohición. Pero ten en cuenta una cosa: soy poderoso. Y sólo soy el más humilde de los guardianes. Sala tras sala hay otros guardianes, cada uno más poderoso que el anterior. Ni siquiera yo puedo soportar ya la vista del tercer guardián. En la primera respuesta se ofrece una posibilidad en el futuro a pesar de la prohibición en el presente. En la segunda se ofrece la posibilidad de entrar a pesar de la prohibición, pero se le previene asustándolo sobre el poder de los guardianes de las otras puertas. Y el campesino espera, espera, espera... ¿Qué espera? Simple, obvio, que le den entrada. Veamos ahora el siguiente fragmento de La carta al padre:


Kafka de niño
A la hora de valorarme a mí mismo, dependía mucho más de ti que de cualquier otra cosa, como los éxitos palpables que pudiera tener. Esos éxitos no eran más que estímulos momentáneos; por otro lado, tu peso me arrastraba siempre hacia abajo con más fuerza. Yo pensaba que jamás llegaría a acabar el primer curso de primaria, pero lo conseguí, incluso con un premio; pero el examen de ingreso de bachillerato seguro que no lo aprobaría, y sin embargo lo aprobé; pero ahora seguro que suspendo el primer curso de bachillerato, y no, no suspendí, y así fui avanzando año tras año. Sin embargo, eso no me infundía confianza, sino al contrario: siempre estuve convencido – y tu gesto de desaprobación era la pruebe palpable – de que cuanto más lejos llegara, peor acabaría. Me imaginaba muchas veces a los catedráticos reunidos en horrenda asamblea (el bachillerato es solo el ejemplo más homogéneo, pero todo lo que me rodeaba era parecido) después de aprobar yo el primer curso de bachillerato, cuando ya cursaba el segundo, y después de aprobar éste, cuando ya cursaba el tercero, y así sucesivamente, congregados para estudiar aquel caso inaudito y escandaloso, incapaces de entender como yo, el menos capacitado y en cualquier caso el más ignorante, había  conseguido colarme en aquella clase, que ahora que la atención de todos se había centrado en mí, me vomitaría de inmediato, naturalmente, para alborozo de todos los justos liberados por fin de aquella pesadilla. Para un niño no es fácil vivir con semejantes ideas.

No suena acaso este texto como una viva representación del relato de Ante la Ley… A cada paso siempre un nuevo guardián cada vez más temible que parece prohibirle el acceso a la siguiente sala. Cada logro engendra un guardián más poderoso y que, en el supuesto caso de que lograra llegar al final de las puertas, tan sólo parece llevarle a la escena más cruel de todas: la congregación del tribunal (Me imaginaba muchas veces a los catedráticos reunidos en horrenda asamblea).

Y este es justamente el problema de Kafka representado a través de Joseph K, el problema de la eterna espera de la señal del padre: dependía mucho más de ti que de cualquier otra cosa. No importan tanto los resultados como esa esperada señal de aprobación paterna que nunca llegaba: y tu gesto de desaprobación era la prueba palpable. En otra parte de la carta dice Kafka hablando de él:

… ocurre como en ese juego infantil en el que  uno sujeta la mano del otro y la mantiene apretada mientras grita: “Venga, venga, vete. ¿Por qué no te vas?”. Lo cual en nuestro caso se complica por el hecho de que ese “vete” siempre ha sido sincero, pese a que, también siempre, sin saberlo, me has retenido, o mejor dicho, oprimido, y todo debido a tu manera de ser.

Lo cual también se transforma en un reflejo de lo que fue la propia actitud de Kafka con su padre, con lo cual el texto se podría reconvertir en:

“Venga, venga, me voy. ¿Por qué no me dejas?” […] ese “me voy” siempre ha sido sincero, pese a que, también siempre, sin saberlo, me he retenido, o mejor dicho, oprimido, y todo debido a mi manera de ser.

La tragedia de Kafka representada por Joseph K, aquello que convierte a ambos en héroes trágicos es no poder salir de ese estado de encantamiento en relación al padre, el no poder trascender que de la misma manera que el padre sujeta el hijo. el hijo no se suelta y se agarra al padre. El estado de encantamiento procede de ese lugar de espera en el que se necesita el permiso, la aprobación final para atravesar la puerta de la Ley, o mas concretamente paras traspasarla más allá de la presencia del guardián y de su supuesta prohibición. Joseph K en el proceso y Kafka en su vida parecen no atravesar el estadio de la infancia como bien indica Nora Catelli en su prólogo al segundo tomo de las obras completas de Kafka al comentar La carta al padre:

Por esta razón La Carta al padre ha asumido en la literatura del siglo XX, un caracter ejemplar: lo que se dibuja allí es un sujeto nuevo, un menor perpetuo que dirime en el estricto círculo familiar su entero destino.

Esa lucidez parece provenir, entonces, de su atención perpleja y fascinada a la construcción del mundo, construcción que tendría en el padre - en todo padre - al gran arquitecto y en el hijo eterno a su vasallo.[3]

Lo que convierte en héroe trágico a Joseph K, como al mismo Kafka es su obstinación en pedir al tribunal uno, al padre el otro, la absolución auténtica, aquella en la que nadie puede mediar y que depende directamente del tribunal. Esa reclamación de absolución es en sí misma la mayor esclavitud para la libertad, la que convierte en castigo el propio proceso. El tribunal para Joseph K, como la relación con el padre de Kafka, son lugares inalcanzables porque sólo existen en la psique de sus protagonistas. No es el tribunal ni Hermann Kafka el problema de nuestros héroes… es su culpa, la culpa interiorizada y prologada como autoacusación gestionada por el propio superyó y continuamente proyectada en el mundo exterior, no sólo en el padre, sino hacia el mundo en general. Kafka expresa esa impotencia interna en toda esa crudeza en ese extraordinario libro de Gutav Janouch titulado Conversaciones con Kafka, y en la que éste nos cuenta, hablando de la relación con su compañero de despacho Trempl:
Para usted Trempl es alguien completamente extraño. Le mira como si fuera un bicho raro metido en una jaula.
Para entonces el Doctor Kafka me miró los ojos casi con enfado y dijo en voz baja y áspera por la energía reprimida:
- Se equívoca, soy yo y no Trempl quien está metido en una jaula.
- Es natural, la oficina…
El doctor Kafka me interrumpió:
- No sólo aquí, en la oficina, sino en general -
Dicho esto apoyó el puño derecho sobre el corazón - yo siempre llevo las rejas dentro de mí - [4]

4. EL FIN: LA MUERTE DE JOSEPH K.
Esta necesidad de absolución auténtica, la necesidad de que el tribunal responda, es la que deriva en tragedia para Joseph K… La metáfora que se puede extraer de su final es que esa necesidad de absolución se convierte en incapacidad para vivir: Joseph K es ejecutado por unos verdugos, pero en toda esa escena final, tanto en la del libro como en la versión modificada por Welles, no deja de observarse esta entrega voluntaria a la muerte en una especie de “martirio” que pone de relieve la injusticia de ella, es el acto final de desafío al tribunal. La lectura menos metafórica pone de relieve este punto que afecta en ocasiones a nuestras vidas reales, como afectó a la de Kafka, y en la que si no logramos trascender ciertos apegos ell precio que pagamos es, justamente, una cierta muerte en vida, o una vida entre rejas como nos diría Kafka, una vida vivida en la permanente carencia como ya nos mostró en su relato Un artista del hambre, y que en sus conversaciones con Janouch toma expresión en fragmentos como el siguiente que, además, tiene una lectura social como ha ocurrido con la obra de Kafka en general:
Se está regresando al estado animal, que resulta mucho más fácil que la existencia humana. Bien arropado por el rebaño, el hombre actual desfila por las calles de la ciudad en dirección al trabajo, al pesebre y a la diversión. En una vida perfectamente acompasada como en el Instituto. No hay mara villas, sino solo instrucciones de uso, formularios y normativas. A la libertad y responsabilidad se les tiene miedo. Pero el hombre prefiere ahogarse detrás de las rejas que se ha fabricado.[5]
Muerte de Joseph K
Joseph K, como el propio Kafka es el héroe que queda entre dos mundos: el que se rebela contra el mundo de la Ley  y el que, no obstante, no encuentra el camino de la libertad y la responsabilidad, ese estado que Lacan introdujo como el entre-dos-muertes en el seminario VII , la ética del psicoanálisis, en su comentario sobre la tragedia de Antígona (que fue enterrada en vida convirtiéndose en una muerta viva), un estado caracterizado por una suspensión entre dos registros (en nuestro caso entre la sumisión y la libertad), un estado que es en sí mismo un suplicio.
Hay que ver en la muerte de Joseph K la culminación de la imposibilidad de salir de este estado de suspensión, la muerte también como culminación de una cierta venganza sobre la injusticia, sobre el capricho de la ley que acusa arbitrariamente, sobre el padre finalmente en Kafka. 

CONTINUA EN LAS SIGUIENTES ENTRADAS.


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EL PROCESO. EL SENTIMIENTO DE CULPA, DE KAFKA PASANDO POR ORSON WELLES (I)

PARTE I. LA CULPA SIN NOMBRE









EL PROCESO: EL SENTIMIENTO DE CULPA, DE KAFKA PASANDO POR ORSON WELLS (II).  

PARTE II. EL DIOS MALEVOLENTE, LA LEY OBSCENA Y EL HÉROE TRÁGICO.










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[1] La traducción utilizada aquí se basa en la Obra completa de Kafka, tomo II. Diarios y Carta al padre. Escrita en 1919 estano fue jamás leída por el padre. Si lo hizo la madre quién parece que jamás quiso que la leyera. Se recuperó en 1952. Pulsa aquí para descargar la carta al padre
[2] ANTE LA LEY (Franz Kafka). Ediciones Orión, Buenos Aires, 1974.
Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde.
—Es posible —dice el guardián—, pero ahora, no.
Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice:
—Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero.
El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo —hasta lo más valioso— en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo:
—Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo.
Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse.
El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino.
—¿Qué quieres saber ahora? –pregunta el guardián—. Eres insaciable.
—Todos buscan la Ley –dice el hombre—. ¿Y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella?
El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras.
—Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.
[3] Catelli, Nora. Prólogo al tomo II de la OC de Kafka (Diarios y carta al padre) en Galaxia Gutemberg, págs. 34 y 35
[4] Janouch, Gustav, Conversaciones con Kafka. Ediciones Destino, págs. 57 y 58
[5]  Ídem anterior, pág. 62
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KAFKA EN EL CINE Veamos a continuación algunas adaptaciones interesantes de la obra de kafka en el cine:

THE TRIAL - EL PROCESO - (1993, David Jones)

The Trial  (El proceso), dirigida en 1993 por David Jones sobre la adaptación que hizo Harold Pinter para el teatro,  es en muchos sentidos una versión inferior a la de Welles. Tiene como protagonista a Kyle MacLachlan (el famoso agente del FBI de la serie Twin Peaks) y cuenta con la interesante participación de Anthony Hopkins (como el sacerdote) y de Jason Robards (como el abogado Huld). Difícil sustituir el sugestivo blanco y negro de Welles asñi como su imponente dirección o a un Anthony Perkins en uno de los papeles más significativos de su carrerera (junto a Psicosis de Hitchcock)



KAFKA, LA VERDAD OCULTA (1991, Steven Soderbergh)

Ficción en forma de thriller basada en la personalidad y la obra de Kafka, pero sin tomar ambas como referencias exclusivas del tema, aunque la presencia del castillo y el tema del secreto tras la puerta están muy presentes, y en la que nada es lo que parece yendo su protagonista de sorpresa en sorpresa. Cinta sumamente interesante - a pesar de tener la ortodoxia Kafkiana en contra - que tiene a Jeremy Irons en el papel de Kafka, en una de sus más brillantes interpretaciones, y que cuenta además con actores del calibre de Theresa Rusell, Alec Guinnes, Armin Mueller-Sthal o Ian Holm entre otros.



EL CASTILLO (1968, Rudolf Noelte).

Primera versión llevada al cine por este director suizo y que cuenta con la interpretación de Maximilian Shell (que también fue su productor) en el papel del agrimensor K. película muy bien realizada y altamente recomendable que cuenta con el guión del propio director y que recoge esa atmósfera agobiante del mundo de Kafka del individuo que se intenta manejar en un mundo irracional y tan poco humano como lo es el del tribunal en El proceso.




EL CASTILLO (1997, Michael Haeneke)

Una versión muy fiel a la obra de Kafka realizada para la televisión por uno de los directores más interesantes del momento: Michael Haneke. Conocido por obras como La cienta blanca, Funny games, Caché o La pianista, El castillo cuenta con críticas diversas si bien yo soy del parecer que es una buena película si antes se ha leído el libro, si no... puede parecer lenta y aburrida.




AMÉRICA (1997, Vladimir Michalek)

Adaptación de la primera novela de Kafka de este director checo que no salió de su país, con lo cual es practicamente imposible ver esa película. Relata las aventuras de Karl Rossman, un muchacho de dieciséis años que embarca para el Nuevo Continente en busca de fortuna. Para algunos, Amerika es una de las piezas magistrales del escritor. Otros, sin embargo, son más escépticos sobre si verdaderamente Kafka escribió una novela o simplemente se trata de una serie de relatos breves (siete), inconclusos.