AVISO. POR LA NATURALEZA DE LOS TRABAJOS DE ESTE BLOG, EL ARGUMENTO E INCLUSO EL FINAL DE LAS PELICULAS SON REVELADOS.

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martes, 29 de julio de 2025

OH, CANADA (Paul Schrader, 2024): De una vida como ficción.

Cuando no tienes futuro solo te queda el pasado, y si tu pasado es una mentira como el mío, sobre todo para tus más allegados, una ficción, entonces no existes salvo como personaje de ficción. (Leonard Fife)

Oh, Canadá, es la última película de Paul Schrader, quien lleva a la pantalla de nuevo una novela de Rusell Banks, de quien ya había dirigido (1997) otra de sus grandes novelas: Aflicción  (1992), ya comentada en este blog (pulsar aqui para ver la entrada). La película nos muestra a Leonard Fife, un reconocido director de documentales ya mayor y enfermo, afectado de un cáncer terminal (interpretado por Richard Gere) que llegó a Canadá muy joven (interpretado por Jacob Elordi) como objetor de consciencia de la guerra de Vietnam, y cuya obra cinematográfica aparece como la de alguien políticamente comprometido. "Tu trayectoria es un emblema: el cine político" dicen Malcolm (Michael Imperioli), quien junto a Diana (Victoria Hills), quieren realizar un documental sobre su profesor y maestro y en el que quieren que "este documental hará que Leonard Fife sea relevante en la memoria colectiva canadiense como Glenn Gould. Resucitará todas sus películas, y hará que el público reflexione acerca de qué significa ser un artista comprometido. Desde tu postura contra la guerra hasta tu obra más reciente ... Quedará retratado en toda su humanidad"

La película tiene un tono decididamente experimental mostrando la inquietud de un director como Paul Schrader, quien entremezcla el recuerdo con el presente, el color con el blanco y negro y el ir y venir de recuerdos que aparecen ubicados en el tiempo de una manera no lineal, con lo que se nos destaca también el pensamiento confuso de un enfermo terminal. Sin olvidar el tono melancólico de las canciones y de la música de Matthew Houck - Phosphorescence -, que acompaña distintos momentos de la película.



I. LA DIFÍCIL INTIMIDAD. 

                                                                                                     he estado mucho tiempo contra esta noche, 
                                                                                                     he sido un desastre toda mi vida.
                                                                                                                         (Endless, - Phosphoresence -)

El párrafo con el que inicio esta entrada es el núcleo alrededor del que pivota toda la película y que, aunque nos afecta a todos, se nos presenta con claridad en seres humanos que, sea en el campo que sea, han destacado por su faceta creadora y la brecha que existe entre su creación y el ser humano como creador en toda su dimensión, algo que Leonard pone de relieve en este párrafo cuando dice que la mentira sobre el ser humano para salvaguardar la obra le deja como personaje de ficción. Es por ello que ya nos llama la atención de que es imprescindible que en el rodaje del documental esté presente su pareja Emma (Uma Thurman): porque se trata especialmente de un acto de intimidad, de esa difícil intimidad que, en ocasiones, es reconocer que hay otro ser más allá del personaje, y que su creación y la imagen que se une a ella va unida a la totalidad de su ser: a las luces y a las sombras.

Esta dificultad de reconciliar la obra con el ser humano lo muestra especialmente Emma, quien en diferentes ocasiones, y ante las revelaciones que hace de su vida Leonard, insiste a Malcolm en que no pueden hacerle esto, o intentando justificar que sus revelaciones son productos de la confusión provocada por la enfermedad y la medicación: "Esto es muy duro para mí Leo, porque ya sé que no soy yo la que está enferma, pero esto parece una especie de confusión póstuma. Estás agotado, la medicación te está emborronando la mente cariño, estás confuso, y cuentas cosas que no deberías contar ante una cámara..."  


Y, sin embargo, Leonard insiste: "habréis presenciado como le revelo a mi mujer, a mi hermosa mujer, con que tipo de hombre se casó. Será la confirmación de que entre un hombre y su esposa existió una intimidad..." Porque la intimidad solo pueder ser tal cuando es honesta, y que más honesto que poder compartir con quien se ha convivido durante más de treinta años la totalidad y no solo el personaje.

II. LA DIFÍCIL JUVENTUD: UNA HISTORIA DE ABANDONOS.

                                                                                                            Un cobarde esta mañana,

                                                                                                            oscuro tras haberse echado atrás,

                                                                                                            y ninguna explicación

                                                                                                            podría jamás explicarlo del todo. 
                                                                                                            (All of it, all, - Phosphoresence -)

Leonard se remonta a su juventud, al día en que tomo un avión para dirigirse a Vermont, para firmar el contrato de profesor de literatura en la Universidad de Goddard (Goddard College) y comprar una casa en la que se trasladarían a vivir con Alicia (Kristhine Froseth), su esposa embarazada y con su pequeño hijo Cornel. Justo al cruzar el mostrador del vuelo dice: "De pronto sentí vértigo, como si estuviera a punto de ocurrir algo, una gran revelación que afectaría a todos los pasajeros, como si el avión estuviera a punto de explotar y yo fuera a ser el único superviviente."  

A partir de ese momento Leonard nos presenta un joven inconformista que a los 18 años quiere irse de casa para ir a Cuba, pero que, en realidad es un joven sin rumbo que va dando tumbos... De camino a Cuba conoce en San Petersburgo (Florida) a Amy (Penelope Mitchell), una joven de 18 años con la que se casa a los cuatro meses, estando ya embarazada de uno mientras, paralelamente, muestra esa rebeldía arrogante y egocéntrica de un joven con aires intelectuales que sin haber escrito aún una página critica a otros novelistas de la generación anterior como James Jones, autor de "De aquí a la eternidad", o como dice el Leonard enfermo: "quiere ser considerado escritor mucho más de lo que quiere escribir".  No tarda en conocer a Amanda (Megan Mackenzie), pianista de jazz, con la que engaña a Amy y que, como cuenta ante la cámara: "No hay otra forma de escapar de dos alternativas inaceptables que creando una tercera." Y así surgió Alicia. Leonard, ante la cámara, dice de ese joven "que no sabe definir el amor porque nunca ha amado a nadie." 

Y, no obstante, ¿quién sabe amar a los veinte años? ¿Quién sabe definir lo que es el amor a esa edad? Hay todo un entramado en el que se confunden la intensidad del deseo y del sentirse deseado, el seducir y sentirse seducido, la intensidad del enamoramiento y del desamor... el sentirse importante y especial o despreciado y abandonado, la posesión y el desapego. Intensidad que se desplaza en un ir y venir entre el placer y el dolor, que llena y vacía, que daña y nos daña, para ir engendrando un sufrimiento que, con mayor o menor consciencia, progresivamente, va habitando nuestra alma.

Me imagino a Leonard Fife como uno de aquellos niños que el adolescente Holden Caufield (El Guardian entre el centeno - J. D. Salinger -) habría querido evitar que más allá de los límites del campo de centeno se abismara al precipicio, a ese precipicio que para un niño es el camino que le dirige de la adolescencia para hacerse adulto.

III. LA ENCRUCIJADA COMO HUIDA: EL ABANDONO DE SÍ MISMO.

                                        Lo que pasa con las vidas

                                        es que a veces hay que ser cruel.

                                        Es triste que sea triste,

                                        pero no dejes que eso te apague.

                                        No, para vivir hay que morir,

                                        sí, y más de una vez.

                                        Debes besarla y decirle adiós,

                                        nunca volver a esa vida.


                                        (All of it, all, - Phosphoresence -)


Tras partir en el vuelo de avión hacia Vermont, y en los dos días que pasan hasta su prevista vuelta, Leonard visita Straford, su pueblo natal, y se hospeda en la casa de su amigo pintor y también profesor del Goddard College, Stanley Reinhart. Al poco de llegar recibe la noticia de que Alicia ha perdido el segundo hijo que esperaban... Decide volver al día siguiente, pero durante la noche tiene un encuentro sexual con Gloria, la pareja de Stephen... Temprano por la mañana parte, pero al llegar a la encrucijada para tomar la dirección de vuelta a casa (Massachusetts), y tras parar por unos instantes en los que parece dudar, toma la dirección opuesta, hacia Canadá...

Es interesante pararnos en este momento, porque tenemos aquí el tema de "la encrucijada", y en el cual es esencial "la parada" (dure el tiempo que dure) previa a la decisión, puesto que ella es la que determina la consciencia con la que la decisión es tomada, es decir, entrar en un proceso de reflexión de aquello que dejamos atrás y cómo lo dejamos y de lo que significa asumir el nuevo camino. En este sentido, la encrucijada siempre nos da la oportunidad de una toma de consciencia, de una elección que nos hace partícipes de como configuramos el camino que andamos. ¿Qué nos dice de la consciencia con la que tomó su decisión Leonard, su parada ante el rótulo de la carretera?



Dos hechos de la película nos permiten observarlo:

1) En la presentación de un documental suyo, Cornel, su hijo, va a buscarle despues de treinta años sin saber nada de él, desde el día en que lo vio cruzar la puerta del aeropuerto para volar a Vermont. Tras finalizar el documental se acerca a él y le dice: "Enhorabuena, papa." Ante la sorpresa de Leonard, Cornel continua: "Soy tu hijo, Cornel." Leonard, conmocionado le pregunta a Emma quién es: "El hijo de Alicia" - le responde Emma -. "Exacto, soy tu hijo" - incide Cornel -. Leonard, visiblemente contrariado le responde: "No tengo ningún hijo. Aléjate de mí".



2) Hacia el final de la película, mientras Leonard se dirige hacia la encrucijada que finalmente le llevará a Canadá, su voz en off reflexiona: "¿Qué tenían los hombres a los que yo respetaba? ¿Qué no hice yo que Stanley, Ralph y Nick si hicieron? ¿Servir en el ejército?" Inmediatamente vemos entonces una imagen de Leo en blanco y negro que luego le enfoca en una cola de reclutamiento... Lo que allí se. nos muestra es que Leonard no fue un objetor de conciencia, sino que se hizo pasar por homosexual para evitar ser reclutado... "Cobarde" es lo que el oficial le dice al despedirle...

Y el problema no es tanto que intentara no ser reclutado, asumir que se hizo pasar por homosexual por su miedo a ir a la guerra... ¿Al final, qué sentido tuvo para tantos hombres que fallecieron y tantos a los que devolvió destrozados a la sociedad, una guerra tan absurda como la del Vietnam? ¿Hay alguna muerte más absurda para un ser humano que morir en un guerra, o a causa de una guerra? El problema es precisamente no poder asumirlo, no asumir que evadió el reclutamiento porque tenía miedo, el tener que disfrazarlo de algo heroico como "la objeción de conciencia".



                                                                            Pero yo tengo espasmos y un fuego en el vientre,

                                                                            y unos labios brillantes que, torpes, encuentran un sello
                                                                                                                       (Remain - Phosphoresence -)

Estos dos momentos nos muestran que la parada en la encrucijada entre Massachussets y Canadá de Leonard no responde a la reflexión que implica dejar un camino para iniciar otro, responde esencialmente al pánico a enfrentar una vida que jamás imaginó, pero para la que, hasta aquel momento, no le encontró un sentido, y a la que simplemente se dejó arrastrar llevado por la intensidad de algunos momentos. La decisión de Leonard es una huida y, esencialmente, una huida de sí mismo. No es la toma de un camino con la conciencia de lo que he aprendido hasta el momento de aquel que dejo. La decisión de Leonard no es como la canción dice: "Debes besarla y decirle adiós,/ nunca volver a esa vida." Leonard ni la besa ni le dice adiós, huye de ella y luego la rehúye, huye y rehúye la vergüenza y la culpa que siente de ella. que siente hacia sí mismo.

Hay otra imagen significativa de la película que da testimonio de esto y que ocurre en un bar de Stratford, donde Leonard (ya mayor) está sentado en la barra. De repente entran varios de los personajes de su juventud: Amy embarazada, Amanda, Alice con Cornel, algunos amigos, un sacerdote que estaba vinculado a sus padres... Él, sorprendido (igual que ante la presencia de Cornel), se gira y les da la espalda... Una imagen clara donde una vida (la de Canadá) no es inclusiva con la otra (la de Estados Unidos), donde una le da la espalda a la otra en una clara representacion de la disociación de Leonard. Una encrucijada elige un camino y aunque deja otro no lo borra. Nuestra vida sólo se comprende desde su totalidad.



IV. LA REDENCIÓN EN LA INTIMIDAD Y EL AMOR.

                                                                    Me abrazarás aquí hasta que no pueda permitirme tu bondad,

                                                                    Me abrazarás querida hasta que no pueda permitirme irme

                                                                                                                      (Remain - Phosphoresence -)

Finalmente, y completando el punto I, y ante la cercana frontera de la muerte, es cuando Leonard, en nombre del amor y la honestidad, elige completar su vida exponiéndose a la mirada de Emma, su compañera y su amor durante los treinta últimos años. Ante la creencia de Emma de que lo sabe todo acerca de Leonard, este le responde: "No... tu no sabes nada. No... Hay cosas que no me he contado ni a mí mismo. Es un regalo Emma, para tí, mi amor, para que me conozcas."  Finalmente Leonard puede dejar mostrarse en su totalidad ante la mirada de Emma, una mirada ante la que puede confesar su verdad, una verdad que se ha ocultado a sí mismo tanto tiempo, una mirada que le permita sostenerse en su narración, una mirada como un abrazo acogedor que sostenga la culpa y la vergüenza que ha cargado durante su vida.


                                                                                        y tu fantasma llena mi sueño,

                                                                                        y la luz que se reúne

                                                                                        se posa suave a tus pies,

                                                                                        mientras te giras para preguntarme:

                                                                                        —¿Falta mucho, amor, para que descansemos?—
                                                                                                                       (Endless - Phosphorescence -)

Ante esa frontera que es la muerte, Leonard decide llegar a ella con lo que ha sido la totalidad de su vida. No llega a la muerte como una huida, sino ante el misterio que su encrucijada nos impone. Quizá este sea uno de los sentidos de la muerte: decidir como queremos llegar a ella, qué queremos decirnos de cómo ha sido nuestra vida... Y así finaliza la película, con la muerte de Leonard acompañado por Emma y una voz en off diciendo: "Sintió que le absorbia un agujero negro del que ni la luz puede escapar. Trato de resistirse, de quedarse aqui, de mantenerse en la frontera entre un país y el otro, entre el pasado y el presente. En la noche un estertor en su garganta, una bocanada. Su cuerpo se retorció como si se sacudiera una hoja caída o una pluma"

V. UN COMENTARIO FINAL. 


Oh, Canadá no es una película fácil y no se aprecia su verdadera profundidad en un primer visionado. Es un tipo de películas que necesitan ser revisitadas para apreciar lo que transmiten y por qué su director elige hacerlo como lo hace, en este caso recurriendo a un cine más experimental. Su temática es esencialmente compleja, tanto desde un punto de vista psicológico como filosófico, y concentrar en 90' de proyección una problemática existencial como la de Leonard tiene su especial mérito. En ella podemos rastrear la desesperación del ser en tanto que se aleja de sí mismo y se desgarra, tan presente en la obra de Kierkegaard (La enfermedad mortal), o el tema de la culpa, la libertad y la finitud en Ricoeur (Culpabilidad y finitud), y que tanto caracteriza a los personajes de algunas películas de Paul Schrader. En un plano más psicológico nos recuerda a la visión de Jung (El mito del sentido) o de Frankl (El sentido de la vida) sobre el desconcierto del hombre falto de sentido, sobre el tema de la construcción del yo (por ejemplo en Lacan) o como enfrentar el sentimiento de culpa haciendo de él motivo de aprendizaje y no de castigo, elaborando el arrepentimiento y no cayendo en el abismo del remordimiento que, como en el caso de Leonard, le llava a caer en una disociación de su ser y de su historia ante su insoportabilidad. 


La dimensión humana de esta película es que su temática nos atañe a todos, pues todos sus temas forman parte inevitable de la condición humana y de su psiquismo en lo que podemos llamar, tal y como ha sido definido por el psicoanalIsta Roberto Speziale-Bagliacca (La culpa. Consideraciones sobre el remordimiento, la venganza y la responsabilidad) como el "sentimiento trágico", es decir, un sentimiento que reconoce que la condición humana es sumamente compleja y que comporta la inevitabilidad del error, y que ante esto propone sustituir la lógica del juicio y el castigo por una ética de la comprensión que, no eximiendo de la responsabilidad, aboga por la comprensión de cómo se dio el error y qué podemos aprender de él para transformarlo.



OTRAS PELÍCULAS COMENTADAS DE PAUL SCHRADER.


AFLICCIÓN (P. Schrader, 1997): Una relfexión sobre la onsesión.













BIBLIOGRAFÍA CITADA

Jaffé, Aniella. El mito del sentido en la obra de C. G. Jung. Editorial Mirach, S.L.
Kierkegaard, Soren. La enfermedad mortal. Editorial Trotta.
Lukas, Elisabeth. Victor Frankl y el sentido de la vida. Plataforma Testimonio.
Ricoeur, Paul. Culpabilidad y finitud. Editorial Trotta.
Salinger, J. D. El guardian entre el centeno. Ed.Alianza.
Speziale, Roberto. La culpa. Consideraciones sobre el remordimiento, la venganza y la responsabilidad. Ed. Biblioteca Nueva


miércoles, 6 de noviembre de 2019

EL FILO DE LA NAVAJA (Edmund Goulding, 1946): En busca de Sentido.

El filo de la Navaja (The Razor's Edge, 1946), es una excelente película dirigida por Edmund Goulding, protagonizada por Tyrone Power, Gene Tierney, John Payne y Anne Baxter. Hay un remake posterior de 1984, del mismo título, dirigida por John Birum y protagonizada por Bill Murray, Theresa Russell, Denholm Elliott y Catherine Hicks. Basada en la novela del escritor Somerset Maugham, para este comentario he elegido la versión de 1946, una fiel adaptación a la obra y, desde mi punto de vista, mejor realizada y dirigida.  El Filo de la Navaja es una interesante película - y mejor novela - que nos plantea la historia de Larry Darrell (Tyrone Power), un joven aviador que, tras volver de la primera guerra mundial, entra en una fuerte crisis existencial, sintiéndose dirigido a iniciar una búsqueda de orden espiritual que le lleva a abandonar el mundo de sus amigos ricos americanos, y a Isabel (Gene Tierney), su novia. 

Para empezar indicaremos que el concepto de "filo de la navaja" es una imagen que se relaciona con la dificultad de pasar a un estado superior, la ruptura de niveles para penetrar en otros de naturaleza distinta, en los del mundo suprasensible, en la búsqueda de sentido y de la realidad última. ”¡Levántate y despierta! Ahora que has obtenido tus deseos. ¡Compréndelos! Tan difícil como pasar por el afilado filo de una navaja, así de duro —dice el sabio— es este camino (hacia el Ser) [1], se  nos dice en el Kati Upanisahd.

Larry, tras haber vivido como aviador los horrores de la primera guerra mundial, vuelve como un hombre cambiado, esencialmente confundido y desorientado. La guerra ha constituido para él una experiencia que le lleva a hacerse preguntas acerca de la existencia y el sentido para las cuales no halla respuesta en el que, hasta entonces, había sido su entorno de amistades norteamericanas de clase alta y el tipo de vida que esta le depara. Decidido pide a su comprometida, Isabel, que le de un tiempo para intentar encontrar esas respuestas:

Los muertos impresionan cuando están muertos [...] Creo que no hallaré la paz hasta que me encuentre a mi mismo [...] ¿Quién soy yo para pretender cambiar esto o aquellos? ¿No es mejor seguir tu camino y aceptar las cosas como vengan? A veces pienso en un amigo que tuve, alegre y lleno de vida, y un instante después estaba muerto. He visto morir a muchos hombres, pero este fue distinto. El último día de la guerra, casi en el último momento, pudo salvarse y no lo hizo, me salvó a mi. Y murió y yo sigo aquí. ¿¡Por qué!? ¡Todo es tan absurdo! ¿No puedes evitar preguntarte qué significa tiene la vida? ¿Si tiene algún sentido o es una tremenda equivocación?


¿No puedes evitar preguntarte qué significado tiene la vida?

Nos encontramos ante esos hechos que en la vida hacen que, en ocasiones, algunos individuos, tomen un camino distinto del habitual. Unos hechos que, de repente, nos conflictúan con la vida y la existencia, nos interrogan sobre su sentido, como bien indica Larry. En esas palabras que Larry dice a Isabel, está también la naturaleza de su búsqueda. Efectivamente, cuando dice "creo que no hallaré la paz hasta que me encuentre a mí mismo", define bien esa búsqueda. Ahora bien, es importante preguntarnos sobre qué es eso de encontrarse a sí mismo. Quizá ha sido C. G. Jung el psicólogo que, sometido a las mismas dudas y cuestiones, más investigó y reflexionó sobre qué es "Si-mismo". Desde su punto de vista, podríamos decir que encontrarse a sí mismo implica primero encontrar el camino que lleva al Sí-mismo.

I. DEL YO Y EL SÍ MISMO.

Versión de 1984.
Larry decide partir a París, donde llevará una sencilla vida de estudio gracias a una pensión anual que le permite vivir con moderación y sencillez. Inicia su camino a través de lo que podemos llamar la "vía del conocimiento". Busca sus respuestas en las experiencias del camino que otros ya han recorrido, o sobre aquellos que ya han reflexionado sobre su mismo tipo de inquietudes. Es justamente en París donde se producirá la ruptura definitiva entre él e Isabel. El tipo de vida que Larry le propone está muy lejos de lo que Isabel desea (una vida de lujo y socialmente acomodada). 

En este momento asistimos a las dificultades que implica "el camino del Ser", o como diría Jung "el camino hacia el Sí-mismo"cuando, en la novela, Larry le dice a Isabel:

Te quiero; pero, desgraciadamente, hay veces en que no puede uno hacer lo que considera su deber sin causar dolor a otra persona. [2]

Efectivamente, la búsqueda que se plantea Larry es una búsqueda que para el que la siente adquiere un carácter prioritario en su vida, y que implica una toma de decisiones compleja (a la manera de encrucijadas), difícil y, en ocasiones, difícilmente comprendida por su entorno familiar y social.

Tras su separación Larry prosigue con su búsqueda, una búsqueda que le lleva a trabajar de minero. Allí conoce a un personaje atormentado, un sacerdote renegado polaco llamado Kosti (Fritz Kortner), quien le dice "Hablas como un hombre religioso que no cree en Dios [...] ¿Pensaste alguna vez en ir a Oriente? [...] A la India por ejemplo. Allí conocí a un extraño personaje. Un hombre como no creí que existía. Un santo [...] Lo más notable de él no son sus enseñanzas, es el hombre en sí.  Comentario que actúa como un detonante para que Larry parta a la India a conocer este personaje.

Cuando Larry llega a la India es un hombre que ha entrado en crisis con los valores que su sociedad le ha transmitido (básicamente trabajo acompañado de éxito, fotuna y status social) y parte a la búsqueda de una respuesta que le ofrezca nuevos valores:

Una iniciación de este tipo puede producirse en varios  momentos de nuestra vida [...] y exige una transición a nuevos caminos. Es un momento horrible, pues hemos de abandonar las costumbres probadas y experimentadas para confiarnos a modos de vida desconocidos y nunca vistos. Esto exige sacrificio y coraje.[3]

Su encuentro constituye un momento crítico. Hasta este momento podemos considerar a Larry como un individuo a quien la experiencia de la guerra ha alienado, ha perdido la referencia de sí mismo aunque, no obstante, se trata de una alienación que le lanza a la búsqueda de "algo" que no puede expresar con palabras. De hecho una cierta alienación, como ya había mostrado Sören Kierkegaard, es un estadio necesario para iniciar la búsqueda de ese "algo". Las dudas sobre el camino que ha decido seguir, y la aparente declinación de responsabilidades que ven sus amigos en su actitud, son sabiamente reestructuradas por el Santo Hindú (en la película, todo hay que decirlo, bastante cristianizado): "El simple hecho de que vengas de tan lejos en búsqueda de saber muestra que no te asustan las responsabilidades. El admitir ignorancia ya demuestra valor." Tras explicarle todos los viajes y estudios que ha realizado y, no obstante, la insatisfacción que le embarga, así como la pérdida de confianza respecto a los valores tradicionales, el Santo le responde:

Tu inquietud y confusión no son los únicos, hijo mío. El mundo entero está inquieto y confuso. Siempre será así mientras los hombres basen sus ideales sobre conceptos falsos. No habrá verdadera felicidad hasta que los hombres no aprendan a buscarla en ellos mismos [...] Está escrito que el hombre sabio se alimenta de su luz interior. Proviene de dios y está en su corazón. Así se consigue la calma, la paciencia, la compasión, la abnegación y la paz eterna.

Larry dice en este momento "pero eso no es fácil", a lo que el santo le contesta: "No, el camino de la salvación es difícil de recorrer, difícil como andar sobre el filo de la navaja." 


Difícil de andar como el fila de la navaja.

Vemos aquí, en términos del hombre Santo una formulación que en su día concibió Jung al diferenciar el yo del Sí-mismo. Mientras el primero es la instancia psíquica sede de la consciencia, de la capacidad de percartarse o darse cuenta, el segundo representa la totalidad psíquica (lo consciente y lo inconsciente). De manera parecida a como el Santo indica, Jung dio al Sí-mismo una dimensión trascendente:


… para Jung el sí mismo no es uno mismo. Es más que la propia subjetividad y su esencia se encuentra más allá de lo subjetivo. El sí mismo establece el terreno que mancomuna al sujeto con el mundo, con las estructuras del Ser. El sí mismo, el sujeto y el objeto, el yo y el otro, están unidos en un campo de estructura y energía común. [4]

A esto se refiere el Santo cuando vincula la luz interior del hombre con Dios. La estancia de Larry en la India le permitirá reconectar su yo con el Sí-mismo, con esa parte de uno (la luz interior) que sabe más que el yo y que, a parte de expandir la consciencia haciendo más completa la propia personalidad, también expande la consciencia en relación con el misterio de la existencia (Dios, Tao, Misterio, Sentido, etcétera). En otras palabras, el Sí Mismo es la totalidad,  o también la unidad, pero, y como nos muestran las palabras de Murray Stein, no sólo se trata de la totalidad y unidad psíquica, sino también de la totalidad y la unidad cósmica. 

Ahora bien, la reconexión del yo con el Sí-mismo marca el inicio de un camino, un proceso de aproximación siempre difícil de recorrer. En la India, y de la mano de ese hombre Santo, Larry se retirará momentáneamente del mundo para reconectarse con el Sí-mismo e iniciará el largo camino que esa reconexión implica. Al modo de la imagen del arquetipo del anciano sabio, el Santo hindú lo guiará hacia su interior - hacia su inconsciente - para su profundización.

Larry experimentará esa reconexión en contacto con ese hombre santo, y la experimentará vívidamente cuando el santo le manda a un retiro en las alturas de las montañas, donde el yo en soledad consigo mismo y en contacto con la grandeza de la naturaleza se empequeñece lo suficiente como para abrirse al Sí-mismo. En la novela de Somerset Maugham este momento está descrito tal y como sigue:

... no puedo decirte de manera que la veas la grandiosidad del cuadro que surgió ante mi cuando estalló el esplendor del día. Aquellos riscos, con sus espesísimos bosques, aun prendida la neblina en las copas de los árboles, y el insondable lago a mis pies... El Sol cayó sobre el lago a través de una nube rota y lo hizo brillar como acero bruñido. La belleza del mundo me causó un intenso arrobamiento. Jamás había sentido tal exaltación, tal trascendente alegría [...] Me pareció que una sabiduría sobrehumana me dominaba, hasta que todo lo que antes estaba confuso se me presentaba claro, y cuanto hasta entonces me causó perplejidad resultaba comprensible... [5]

Éste es un buen ejemplo de esa dimensión trascendente del Sí-mismo, de esa luz interior de la que habla el Santo que, a la vez, se extiende más allá de la propia subjetividad. Precisamente ante la duda de Maugham (protagonista también de la novela) sobre si todo esto no fue más que una sensación subjetiva, Larry le responde:

Solamente el aplastante sentido de la realidad. Después de todo, fue una sensación de la misma naturaleza [...] Es imposible negar el hecho en sí; lo único difícil es explicarlo. Si durante un instante yo me fundí con lo Absoluto, o si fue un súbito emerger desde mi subsconciencia de cierta afinidad con el espíritu universal, en todos nosotros latente, yo no lo sabría decir. [6]

Esta última frase destacada en negrita habla de la "emergencia" desde el inconsciente de esta luz interior que hay que encontrar y que, a su vez, nos conecta con una luz universal y que, como dice, Murray Stein "El sí mismo, el sujeto y el objeto, el yo y el otro, están unidos en un campo de estructura y energía común."

A partir de este momento, Larry ya no se presenta como un hombre alienado, sino como un hombre que ha encontrado un camino. Y eso es importante, ya que aquello que llamamos búsqueda no es más que un camino que andar, un camino en el que progresivamente vamos encontrando nuestro sentido.


Somerset Maugham.

Larry, además, y para decirlo en palabras de Kierkegaard se abre al infinito, o lo que es lo mismo, se abre a la totalidad que incluye adentrarse en el mundo del inconsciente, y de lo que Jung dijo:

El inconsciente siempre trata de producir una situación imposible para forzar al individuo a que exteriorice lo mejor de sí mismo. Si uno no lo intenta nunca, no se completa, no se realiza. Se requiere una situación imposible, donde uno tenga que renunciar a su propia voluntad y a su propio conocimiento, y no hacer nada más que confiar en el poder impersonal del crecimiento y del desarrollo. [7]

Hacia el final de la novela, en el bellísimo capítulo sexto, Larry le dice a Maugham, hablando sobre los obstáculos que la vida le ha presentado: "Me han sido utilísimos. Sin ellos no hubiera podido hacer todo lo que he hecho". Una frase parecida que dijo Jung hacia el final de su vida y que se halla en su biografía.

II. SOBRE LA NATURALEZA DEL SÍ MISMO.

Como decía, el contacto con el Sí-mismo marca el inicio del camino. Una dimensión importante del Sí-mismo junguiano es que une la totalidad de la psique, de la personalidad, a la totalidad del cosmos desde una perspectiva no antropocéntrica. La conexión con el Sí-mismo, desde la consciencia y de su progresiva ampliación, nos revincula con la fuerza del instante y el carácter de la impermanencia, con la fuerza de la creación al lado de la fuerza de la destrucción, con la eternidad del presente y la finitud en el tiempo. Por eso Larry continua su camino volviendo a su mundo y su complejidad como una manera de seguir dejándose guiar por esa naturaleza paradójica del Sí-mismo, guía hacia una comprensión que no nos hace especiales pero si partícipes de la existencia y de una fuerza creadora que está más allá de conceptos humanos como el bien, el mal, el amor o la bondad. Nos hace un llamado a "sincronizarnos" con esa fuerza y a no pretender ir más allá de ella, como si en esa humilde aceptación del lugar que ocupamos en el cosmos y del flujo quele guía residiera la paz y la calma, lejos de las clásicas visiones antropocéntricas (ahí reside la naturaleza del concepto oriental de maya, el velo de las ilusiones). No hay respuestas en el Sí-mismo que vayan a satisfacer nuestro narcisismo. Una vez más hago referencia directa a la novela de Maugham cuando en ella Larry nos dice, hablando de su maestro:

Enseñaba que Dios no puede abstraerse de crear y que el mundo es la manifestación de su naturaleza [...] las satisfacciones de este mundo son transitorias y que únicamente el Infinito da dicha perdurable. Pero una duración sempiterna no hace mejor lo bueno ni lo blanco más blanco. Aunque la rosa haya perdido al mediodía la belleza del alba, la belleza que entonces tenía no deja de ser verdadera. No hay nada permanente en el mundo, y somos necios cuando pedimos que algo perdure, pero no cabe duda que aún seríamos más necios de no solazarnos con lo que tenemos mientras dure. Si el cambio es consustancial a la existencia, parece sensato hacer de él una premisa de nuestras existencia. [8]

El desarrollo posterior de la película confirma un interesante aspecto que el Santo le comenta a Larry:

Nosotros los hindúes creemos que a Dios se llega por tres caminos: uno es el camino de la fe y la oración, otro el de las buenas obras inspiradas por el amor a Dios y un tercero que a través del conocimiento conduce a la sabiduría. Tú has elegido el camino de la sabiduría, pero al final descubrirás que los tres no son sino uno. 

Que Larry está en el camino en las que estas tres cosas son una se ve en sus actos, en su amor por Sophie, la amiga de juventud que pierde su esposo e hijo en un accidente, lanzándose a una vida promiscua a la droga y el alcohol. En su compasión por Isabel, quien celosa de su amor por Sophie, es incitadora de la recaída en el alcohol de esta y de su muerte, en su compromiso con el camino que inició cuando se conectó con la presencia del Sí-mismo. A una pregunta de una Isabel que no comprende qué intenta Larry hacer con su vida, sobre qué espera encontrar, Maugham le responde: "Larry ha encontrado lo que muchos buscamos y muy pocos conseguimos. Creo que quien le haya conocido no puede substraerse a su bondad y nobleza  [...] La bondad, al fin y al cabo, es la fuerza más poderosa del mundo".


[1] Kata Upanishad. Biblioteca digital de la UCE, 1-3, 24
[2] Maugham, Somerset. El filo de la navaja. Debolsillo contemporánea, pág. 340.
[3] Sallie Nichols. Jung y el Tarot. Un viaje arquetípico. Ed. Kairós, pág. 305
[4] Stein, Murray. El Mapa del alma según Jung. Ediciones Luciérnaga, pág. 202.
[5] Ver nota 2, pág. 340.
[6] Ídem anterior, pág. 341
[7] Ver nota 3, págs. 311 y 312
[8] Ver nota 2, pág. 343





sábado, 12 de diciembre de 2015

EL CLUB DE LA LUCHA (DAVID FINCHER, 1999): La consciencia como pantalla de proyección.

El club de la lucha se trata de una de las obras maestras de David Fincher (Alien 3, Seven, The game, El curioso caso de Benjamin Button, The social network o la reciente Perdida son algunas de las películas de este director). A pesar de unas valoraciones muy polarizadas desde su proyección en la gran pantalla, y de un discreto éxito comercial, ha derivado en una película de culto desde su lanzamiento en dvd. Basada en la novela de Chuck Palaniuk está protagonizada, en sus principales papeles, por Edward Norton, Brad Pitt y Helena Bonham Carter. Con el estilo visual propio de Fincher (quien proviene del campo publicitario y de los vídeos musicales) y las excelentes interpretaciones de sus protagonistas, El club de la lucha está considerada en IMDB (Internet movie database) entre las diez mejores películas de la historia. Dentro de las posibles lecturas que tiene esta película, y dadas las características de este blog, nos ceñiremos a su lectura psicológica, y para ello partiremos de una hipótesis inicial: que todos los personajes de El club son proyecciones de una misma psique, en este caso del narrador de la historia (Edward Norton). ¿En qué me baso para lanzar esta hipótesis? Si recordáis el inicio de la película habréis observado que, en algunos momentos, aparecen breves flashes en los que aparece la imagen de distintos personajes, dando la impresión que aquello que el protagonista nos narra estuviera proyectado en una pantalla que, en nuestro caso, lo consideraremos como la pantalla que representa su consciencia donde se proyecta su propio mundo interno tal y como ocurre con los sueños. Vamos a ver, a través del desarrollo de la película este universo interno del narrador. Para nuestro análisis dividiremos la película en tres fases. La primera que ira desde el inicio de la película hasta la aparición de Tyler Durden (Brad Pitt). La segunda fase de la película irá desde esta aparición hasta el surgimiento del Proyecto Mechen y la tercera y última la que va de éste al final de la película.

I. PRIMERA PARTE: EL PERSONAJE DEL NARRADOR (EDWARD NORTON).

Podemos observar el personaje del narrador interpretado por Edward Norton (y al que llamaremos Norton) desde dos perspectivas. Por un lado, es durante toda la película el yo como centro de consciencia o de darse cuenta, mientras que por otro lado es el personaje que representa en cada fase de la película. Así, y en esta primera parte, se nos muestra desde el inicio de la película como una personalidad esencialmente inmadura y determinada por la imagen. Trabajo y su apartamento, así como su decoración IKEA, parecen ser todo su mundo:

Te despiertas en los aeropuertos de [...] Vas de la hora del pacífico a las Rocosas. Pierdes una hora, ganas una hora. Esa es tu vida y se está acabando por minutos [...] Viaje a donde viaje la vida es simple. Raciones individuales de azúcar, raciones individuales de leche, de mantequilla, bandeja de pollo al cordon bleu para miroondas, champús y cremas suavizantes, muestras de enjuage bucal, pastillas de jabón. Las personas que conozco en cada vuelo son mis raciones individuales de amigos. Entre el despegue y el aterrizaje es el único tiempo que compartimos.

Aquejado de insomnio (no es de extrañar), y ante la negativa del médico para recetarle medicación empieza a recurrir a un grupo de terapia de hombres aquejados de cáncer de testículos donde conoce a Bob, un hombre enorme, ex-culturista, que debido al tratamiento hormonal ha desarrollado unos grandes pechos, así como una voz chillona y una gran emocionalidad. Se trata, sin duda, de una imagen del hombre que ha perdido su masculinidad dando paso a una feminidad hipertrofiada. Es sugerente la imagen de Norton llorando abrazado, por no decir engullido, por los brazos y los pechos de Bob.

El narrador (Edward Norton) con Bob.

Norton llora y llora y empieza a frecuentar otros grupos de terapia para enfermos de distintas dolencias, a cual más extraña, donde sigue llorando. Si bien esta actividad le permite conciliar el sueño, Norton no parece identificar la fuente de su sufrimiento. Se conforma con calmarlo en estas reuniones en las que él mismo se describe como "un centro pequeño y cálido alrededor del cual se agrupaba la vida de ese mundo". Dice en un momento dado: "Si yo no decía nada, la gente siempre presuponía lo peor, Cuanto más lloraban ellos más lloraba yo". Se trata de un comportamiento esencialmente confluente. Norton encuentra refugio en grupos de terapia que potencian esencialmente elementos característicos de lo femenino: vulnerabilidad, intimidad, expresión de las emociones, abrazos y lloros y, esencialmente, el sufrimiento compartido. Pero en ellos está ausente toda traza del elemento masculino que va a representar el Club de la lucha. En palabras de Jung, Norton representa el hombre identificado con el arquetipo del ánima, y Bob es una de las proyecciones en la que es representado. La hipertrofia de lo femenino en Bob tiene su opuesto en Cloe, un enferma terminal que a pesar de manifestar no temer a la muerte dice lo siguiente: "si embargo, desgraciadamente, me encuentro sola. Nadie quiere acostarse conmigo. Estoy tan cerca del fin y lo último que quiero echar es un último polvo". Una imagen de que lo femenino sin lo masculino, o a la inversa, implica una hipertrofia de uno de los polos, con la consecuente hipotrofia del otro, que es la enfermedad, el sufrimiento del alma en sí mismo. Norton representa un tipo de hombre que se ajusta a un modelo de nuestra sociedad: hombres que han crecido con madres y con la ausencia de los padres. Dice Norton en un momento dado: "No puedo casarme. Soy un niño de treinta años", a lo que el personaje de Tyler representado por Brad Pitt (al que llamaremos Tyler-Pitt) le responde: "Somos una generación de hombres criados por mujeres. Me pregunto si otra mujer será la respuesta que realmente necesitamos". Y, en realidad, la pregunta de Tyler-Pitt tiene mucho sentido si se transforma en ¿necesitamos a otra mujer que siga haciendo de madre? Esa búsqueda de refugio materno lo observamos en Norton cuando dice de sus abrazos con Bob: "Bob me quería porque creía que a mi también me habían extirpado los testículos. Encontrarme allí, apretado contra sus tetas, dispuesto a llorar, eran mis vacaciones".

Es entonces cuando aparece Marla Singer (Helena Bonham Carter). Surge como una proyección de Norton que refleja su autoengaño (su mentira reflejaba la mía, dice) a la vez que representa el "otro lado", el lado más destructivo de la condición de lo femenino que le habita y que su consciencia rechaza reconocerla. Marla representa la condición de "parche" de los apoyos buscados por Norton. Ella es su realidad, la realidad que se expresa en las palabras que Norton dice de ella: "La filosofía de la vida que tenía Marla era que en cualquier momento podría morir. Y la tragedia, según ella, era que no ocurriera". No es de extrañar que, desde su aparición, Norton vuelva a sufrir de insomnio.



El rechazo que experimenta por Marla no es más que el rechazo que experimenta por que su imagen le fuerza a contemplarse a sí mismo y a su falsedad: "¡¡Marla maldita embustera, grandísima turista. yo no te necesito, lárgate!!", le grita desesperado. Como ocurre en los sueños, Marla es la sombra de la identificación con la parte femenina de Norton (la identificación con el arquetipo del ánima). Marla es provocadora y descarada, desagradable y seca, y muestra el abuso que Norton hace del sufrimiento y del dolor ajeno en beneficio propio, de centro pequeño y cálido nada. Ese primer encuentro con su sombra femenina llevará a Norton a  ser lanzado a profundizar en sí mismo, dando paso así a un nuevo encuentro, a una nueva dimensión de su sombra: la masculinidad reprimida.

II. SEGUNDA PARTE: TYLER DURDEN Y LA MASCULINIDAD REPRIMIDA.

Tras la aparición de Marla, y en uno de sus habituales vuelos, Norton conoce a Tyler Durden (Brad Pitt), un fabricante de jabones que muestra un peculiar carácter. Su aparición coincide con dos hechos significativos para Norton: la pérdida de su maleta... "todas mis pertenencias estaban en mi maleta. Mis camisas Kalvin Klein, mi zapatos Donna Karan, mis corbatas Giorgio Armani..." y, posteriormente, el incendio de su apartamento: "ese apartamento era mi vida. Amaba cada uno de esos muebles. No se trataba sólo de un montón de objetos destrozados sin valor, me representaban". Ese es el indicador, la pérdida de la falsa identidad, de que empieza el proceso que llevará a Norton a convertirse en Tyler Durden. Pero ¿cómo es el Tyler Durden interpretado por Brad Pitt? Se trata de un personaje característico de "la sombra" descrita por Jung, el alter ego que representa la personalidad reprimida. En él se darán aspectos negativos y positivos, si bien, y en primer lugar, tratará de conectar a Norton con el instinto de la agresividad y también con el de la sexualidad (que parece inexistente en Norton). Así empezarán sus curiosas luchas que desembocarán en la creación de El club de la lucha, un círculo de energía exclusivamente masculina que halla su lugar en el sótano de un bar- un buen símbolo de lo insconsciente -. También Tyler-Pitt será importante en la capacidad de llevar a Norton a cuestionarse sus ideales sociales, a profundizar en la aparente realidad. Se trata de la compensación del eros femenino de Norton a través del logos masculino que Tyler-Pitt le propone. Es esa mezcla de agresividad y logos la enseña del club donde, de tanto en tanto, Tyler-Pitt reflexiona con sus compañeros:

Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropas. Tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra ni una depresión. Nuestra guerra es una guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados...

Edward Norton con Tyler Durden (Brad Pitt).
Sin embargo, y en el lado de la negatividad, tenemos la violencia y la destructividad que cada vez irá a más en Tyler-Pitt. Observaremos este aspecto de su personalidad en el paso que va de El club de la lucha al proyecto Meihen. Dice al respecto Jung de estos niveles inferiores de la personalidad:

En ese nivel más profundo, con sus emociones apenas controladas o no controladas en absoluto, se comporta uno más o menos como un primitivo, que no sólo es víctima de sus afectos, carente de voluntad propia, sino que muestra además una notable incapacidad de juicio moral. [1]

De su apartamento de diseño situado en la decimoséptima planta de un gran edificio, Norton se va a trasladar a la casa centenaria y semiderruida de Tyler. Situada a ras de suelo, con distintas habitaciones y recovecos y un sótano, esta casa constituye el acercamiento al mundo inconsciente del que Norton se ha mantenido siempre tan alejado. En ella se dará el encuentro con lo masculino representado por Tyler que implicará la exclusión de lo femenino, con la única excepción de Marla, que jugara el papel de simple mujer-objeto en el plano de lo sexual.

Marla en la casa de Tyler.
Como veremos se inicia también aquí la evolución de lo femenino en Norton, quien pasa de su relación maternal (imago materna) a una relación más sexual (la mujer como objeto sexual) y de ésta, como veremos en la última parte de la película, al amor, al reconocimiento de la mujer como sujeto.

La relación con Tyler y El club de la lucha desembocarán en el desarrollo en Norton de una energía masculina muy distinta de la imagen que tenemos de él en la primera parte de la película, donde impera su parte femenina, y que culminará en la confrontación con su Jefe y el abandono de su trabajo. La imagen del Jefe se trata de una proyección de Norton que habla del futuro que le aguarda si las cosas no cambian. Se trata del típico modelo de hombre que se refugia en el trabajo y evade así la esfera doméstica, tanto en el papel de pareja como en la de padre. Como escribí en otro lugar, se trata de un hombre a la fuga (ver entrada Steven Spielberg y la función paterna. Pulsar aquí). El sentido del deber (en relación con el trabajo), suele ser uno de los refugios de la masculinidad desvalorizada. Con su confrontación y abandono, Norton confirma que se dirige hacia una nueva concepción de la vida y de su relación con lo masculino.

El Club de la lucha.

- Una reflexión sobre Tyler como Sombra.

Sin lugar a dudas Tyler-Pitt se corresponde con lo que llamo "Sombra ideológica", por eso van con ella de la mano la destructividad y el logos. En cierta manera nos recuerda al Coronel Kurtz de Apocalypsis Now (pulsa aquí para ver entrada en el blog), uno de los iconos de la sombra ideológica por excelencia. Hay en su discurso y en su acción, como en el caso de Kurtz, una clara coherencia con el entorno en el que se desarrollan los hechos, si bien, y como decía Jung, carente  de todo juicio moral. Como suele ocurrir en los procesos de identificación con la sombra, estos se caracterizan como una fuerte inyección de energía que se manifiesta como una determinación ciega que se dirige hacia la consecución de sus objetivos. Esto es lo que observamos en algunas de las acciones de Tyler-Pitt, y lo que finalmente se hará claro en el desarrollo del proyecto Meihen.

III. DEL CLUB DE LA LUCHA AL PROYECTO MEIHEN: la toma de consciencia.

A partir de cierto momento Tyler empieza a reclutar miembros de El club de la lucha (entre ellos esta Bob) que actúan bajo sus órdenes. Poco a poco se van pareciendo cada vez más a autómatas que ejecutan actos de sabotaje dirigidos hacia la sociedad de consumo. ¿Qué representan estos personajes dentro de la psique de nuestro protagonista? No son más que una proyección de lo que le está ocurriendo a Norton: la posesión por parte de la sombra (Tyler-Pitt) quien dirige sus actos inconscientemente. Igualmente que la identificación con el arquetipo de la persona (autoconcepto de la gestalt, ideal del yo del psicoanálisis) nos automatiza, lo mismo ocurre con la identificación con el arquetipo de la sombra. Es en esta fase de la película que Norton descubrirá, poco a poco, que él es Tyler Durden, que es él mismo quien ha incendiado su apartamento, quien también se ha acostado con Marla, que él es el creador de El Club de la lucha y que, finalmente, es también quien dirige el proyecto Meihen.

Norton con los "autómatas" de Tyler.

Será determinante, en el sentido de reconocer que él es Tyler Durden, la muerte de Bob, claro ejemplo del riesgo que corre el propio Norton con la identificación absoluta con su sombra masculina a costa de su polaridad femenina. Es impactante la escena en la que Norton, tras la muerte de Bob en una acción de sabotaje, reclama el reconocimiento de su identidad al resto de autómatas: él es Robert Paulson. Un Norton exaltado exclama, ante la voluntad del resto "¡Nuestro compañero no es una prueba, es una persona! ¡Era mi amigo! ¡No dejaré que le enterréis en el jardín! ¡Es Bob!", y ante la respuesta de uno de los autómatas de que en el proyecto Meihen nadie tiene nombre, sigue manifestando vehementemente: "¡Escuchad, era nuestro amigo, y tenía nombre: Robert Paulson!", ante lo cual se produce una curiosa respuesta de los autómatas: "En la muerte, un miembro del proyecto Meihen tiene nombre". Y repiten el nombre de Bob como autómatas. Este momento será determinante en la toma de consciencia del propio Norton. ¿Y qué implica esta toma de consciencia? Esencialmente dos aspectos: capacidad autocrítica y, en consecuencia, la adquisición del propio juicio moral, y la recuperación de lo femenino integrándose con lo masculino. Respecto al primer aspecto, lo observamos en la relación que nuestro protagonista establece con el detective de la policía que investiga el caso del incendio de su apartamento para confesarle que él es el responsable del proyecto Meihen y, respeto al segundo, lo vemos cuando Norton, dándose cuenta de que él es Tyler Durden (a partir de ahora Norton-Tyler), intenta primero proteger a Marla, a la vez que le declara su amor... Es como si ahora reconociera la importancia de lo femenino para compensar el exceso destructivo que representa su sombra como Tyler-Pitt.

Norton-Tyler protegiendo a Marla.
Como consecuencia de este reconocimiento, que es a su vez recuperación de su identidad, Norton-Tyler adquiere su capacidad autocrítica y su propia capacidad para el juicio moral, y comprende el significado del proyecto Meihen: la voladura de las oficinas centrales de unas compañías de tarjetas de crédito con el objeto de crear una situación de caos económico y social. Es por ello que se presenta ante el detective que sigue el caso de su apartamento incendiado, proyección en éste momento de la trama, de esta capacidad crítica y de evaluación moral.

La escena final es genial como culminación de la integración que se da en Norton-Tyler. En su intento de evitar las explosiones que volarán los edificios antes citados, Norton-Tyler se vuelve a encontrar con Tyler-Pitt quien se enfrenta a él para que no lo haga. Es muy interesante el diálogo que se abre entre ellos frente a las grandes ventanas desde las que contemplar la demolición de los edificios:

Norton-Tyler: Te lo suplico, no lo hagas.
Tyler-Pitt: No lo hago yo, lo hacemos nosotros, es lo que queremos.
Norton-Tyler: No, yo no quiero eso.
Tyler-Pitt: Ya! Sólo que tú careces de significado. Tenemos que olvidarnos de tí.
Norton Tyler: Solo eres una voz en mi cabeza.
Tyler-Pitt: Y tú lo eres en la mía.
Norton-Tyler: ¡Eres una maldita alucinación! ¿Por qué no logro deshacerme de tí?
Tyler-Pitt: Porque me necesitas...
Norton-Tyler: No, no es cierto, ya no, te lo aseguro.
Tyler-Pitt: ¡Tú me creaste! ¡Yo no creé un alter ego perdedor para sentirme mejor! ¡Asume tu responsabilidad!
Norton Tyler: ¡Lo hago! Que soy responsable de todo, lo acepto, por favor, te lo suplico, tienes que suspender todo esto.
Tyler-Pitt: ¡Alguna vez te he decepcionado! ¡Hasta donde has llegado gracias a mi! Vamos a salir victoriosos, como siempre, aunque te lleve pataleando o chillando, porque al final me lo agradecerás.
Norton-Tyler: ¡Tyler, Tyler! Te lo aseguro, agradezco todo lo que has hecho por mi, pero esto es demasiado. ¡Ya no lo quiero!
Tyler-Pitt: ¡Y que quieres, volver a tu mierda de empleo! ¡A tu asquerosa vida viendo telecomedias! ¡No lo haré!

Y es entonces cuando Norton-Tyler se convierte en Tyler Durden finalmente. Es entonces cuando recupera el dominio de sí, y adquiere el control sobre su propia sombra. Por eso el acto de dispararse sobre sí mismo no acaba con él, pero si con la imagen de Tyler-Pitt y la de Norton (su rostro queda desfigurado): Tyler Durden ha recobrado finalmente su lado masculino sin renunciar a su lado femenino. La imagen final de Tyler dándose la mano con Marla es significativo en éste sentido. Del universo femenino inicial de la debilidad y la dependencia, del desconcierto histérico y el refugio en la imagen establecida al universo masculino homoerótico caracterizado por la voluntad de poder y la dominación, el carácter protofascista y el machismo excluyente, son desplazados por la fuerza del amor que, sin renunciar a la fuerza de lo masculino, integra la polaridad femenina de la sensibilidad y el cuidado, de la sutil penetración y del vacío creativo. Esa integración tiene su imagen cuando ambos, Tyler y Marla, contemplan desde la ventana la demolición de la economía de mercado, pues, finalmente, es eso de lo que se trata.

La demolición de la economía de mercado.

En términos psíquicos ¿cómo entender que, al final, el proyecto Meihen triunfe? Desde mi punto de vista, se trata de que el Tyler Durden que ahora se recupera como tal no es, ni mucho menos, el mismo que inició su trayecto recurriendo a los grupos de terapia para enfermos y así calmar su insomnio y su ansiedad. La destrucción de estos grandes símbolos de la economía de mercado, que tan claramente sabemos que nos determinan, implican por parte de Tyler el reconocimiento de las creencias que nos han sido presentadas como verdades desde nuestra familia y desde la misma sociedad en la que estamos inmersos, y bajo cuyo peso corremos el riesgo de perder toda identidad diluyéndonos en lo colectivo. Inmersos en una sociedad de marcado carácter materialista y consumista, corremos el riesgo de perder toda dimensión de cuestionamiento y de posicionamiento ante esa colección de creencias que nos son impuestas y que no suponen más que una verdadera colección de miopías presentadas como pseudoverdades al servicio del beneficio de unos cuantos. La destrucción de los edificios representantes de la economía de mercado no ocurren en el mundo externo sino en el propio mundo interno de Tyler, lo que le permite posicionarse de una manera distinta, ahora sí, en el mundo exterior, una vez que él ha devenido más consciente de su propio mundo interno y de su singularidad.

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[1] Jung, C. G. Aion. Contribuciones al simbolismo del sí mismo. Obra Completa Vol. 9/2. Ed. Trotta, pár. 15