AVISO. POR LA NATURALEZA DE LOS TRABAJOS DE ESTE BLOG, EL ARGUMENTO E INCLUSO EL FINAL DE LAS PELICULAS SON REVELADOS.

domingo, 27 de enero de 2013

FRANKENSTEIN Y EL GOLEM: VISITANTES DE LA SOMBRA III

 III. EL GOLEM: LA SOMBRA DEL CREADOR.

Y dijo Dios: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra..."
(Génesis, 1, 26) [1]


Es evidente la relación que siempre se ha establecido entre la criatura y su creador... En esta entrada queremos reflexionar sobre ello desde algunas perspectivas que creo interesantes tanto desde la perspectiva de la criatura como del creador y, concretamente, cuando el que pretende ser creador es el ser humano y las correspondientes desventuras en las que suelen sumirse las creaturas. A parte de los relatos clásicos como El Golem de Gustav Meyrink o Frankenstein o el nuevo Prometeo de Mary Shelley, son interesantes las aportaciones de E. T. A. Hoffmann sobre los autómatas (recordemos sus relatos clásicos El hombre de arena, que inspiró a Freud su obra acerca de Lo siniestro, o Los autómatas), y que han tenido su continuidad en la ciencia ficción moderna en el robot y el superordenador y todas las connotaciones que los relacionan con la AI (Artificial Intelligence) de la que Isaac Asimov (Yo robot) fue uno de sus más notables contribuyentes.

I. LA CREACIÓN BIBLICA: EL DRAMA DEL PARAÍSO.

El relato bíblico de la creación pone de manifiesto un elemento fundamental en la creación del ser humano por parte de Yahvé. Por un lado la creación del ser humano como un simple súbdito de Yahvé, al mismo tiempo que, y a diferencia de otras creaturas, ya se le pone una prueba de fidelidad: no comer de los frutos del árbol de la ciencia del bien y del mal, o como también se lo conoce el árbol del conocimiento o de la sabiduría, así como tampoco comer frutos del árbol de la vida. Obviamente esta pruebas de fidelidad ya nos hablan de una característica del Dios Padre: la exigencia del sometimiento a su ley. El drama de la creación nos cuenta como Adán, bajo el influjo de Eva, quién a su vez fue tentada por la serpiente... tomo el fruto del árbol prohibido y así se ganó la expulsión del paraíso viéndose obligado a hacer su vida en medio de las dificultades y penurias de esta tal y como se narra en Génesis 3:

16 A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.
17 Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. 18 Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.»

A lo que sigue la expulsión del paraíso por el miedo a que una vez violada la prohibición del árbol del conocimiento siguiera la del árbol de la vida con la consecuente obtención de la vida eterna:

«22 ¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre.»

Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el
suelo de donde había sido tomado. (Génesis 3, 23)

De la historia del drama del paraíso podemos conjeturar algunas cosas:

1)  Que a la exigencia de sometimiento del Dios-Padre se opone una tendencia de la creatura a hacer su propio camino y que esta tendencia se experimenta como una traición.

2)  Que como demuestra la posterior historia del Génesis sobre Caín y Abel, al poder discriminar entre el bien y el mal, la creatura también puede elegir entre una y otra (como el dualismo mazdeista iraní de Zoroastro - Zarathustra -)

3)  La confirmación de que la creatura es hecha a imagen y semejanza del creador. En el caso de Yahvé y el hombre esta semejanza es obvia, en especial en los aspectos caracteriológicos de este dios con el propio hombre, y que se debate entre el amor y el odio, entre la comprensión y el autoritarismo, entre la protección y el capricho celoso ( Abraham e Isaac,  Moisés y la travesía del desierto, Job...), y capaz de llegar a extremos irascibles, furiosos y vengativos.


La ira de Dios - Yahvé -
4)   La misma relación entre creador y creatura que, en ocasiones, nos ofrece sorpresas como sucede en la reciente película de Ridley Scott Prometheus, en donde la búsqueda del creador se transforma en una verdadera pesadilla, y donde la creatura (el hombre) no es más que un campo de experimentación de armas biológicas por parte de su creador (los extraterrestres en cuestión). También observamos este tipo de relación entre los autómatas de Blade Runner (del mismo director) y su creador, al que acaban asesinando por programarlos con un tiempo de vida útil limitado.

En todo caso lo que si se nos hace evidente es que esta es una relación repleta de tensión... La tensión entre el tener que ser según el Dios-Padre, con todas sus limitaciones y restricciones, y la tendencia de la creatura-hijo por realizar su propio camino, por decidir por sí mismo.


II. LA CREATURA COMO SOMBRA DEL CREADOR.

El punto de partida de la reflexión que proponemos en esta entrada del blog parte de los versos del poeta mexicano Jaime Sabines que ya cité al hablar de La sombra correspondientes al poema del mismo nombre y en la que el poeta dice “Hombre, no se, sombra de Dios perdida”. Una reflexión que toma la creatura como sombra del creador...

En un sentido más interno el golem no es sino la imagen de su creador, la imagen de  una de sus pasiones que crece y amenaza con aplastarlo. Significa por fin que una creación puede rebasar a su autor, que el hombre no es sino un aprendiz de brujo y que, si hemos de dar crédito a Mefistófeles, “el primer acto es libre en nosotros; somos esclavos del segundo”. [2]


- La rebelión de las máquinas: robots, androides y superordenadores. 

Este es un tema recurrente en la ciencia ficción y de una de las creaciones más humanas: la tecnología del robot, del androide y los supercomputadores, como ya indicamos en el comentario a 2001 odisea en el espacio, en donde la creación humana, en este caso del ordenador HAL9000, se rebela contra las disposiciones del ser humano... Parecidas consecuencias, como también indicamos en la citada entrada, hallamos en la saga Terminator, en la de Resident Evil, o en Yo robot, donde los supercomputadores se rebelan contra el ser humano, su creador, y  “amenazan con aplastarlo”. De la misma manera, y a menor escala, observamos este fenómeno en obras menores como Saturno 3, El engendro mecánico o Asesinos cibernéticos. Y aún más recientemente lo observamos en el comportamiento del androide David (Michael Fassbender) de Prometheus, de igual manera que ya lo observamos en el androide Ash (el siempre excelente Ian Holm) de Alien el octavo pasajero (1979, siempre de Ridley Scott, quienes priorizan los mandatos de las empresa de lograr un espécimen del alienígena por encima de las vidas humanas que este pueda costar..


Michael Fassbender en el androide David de Prometheus (Ridley Scott, 2012)

La rebelión de las máquinas nos permite reflexionar en torno a la sombra del poder. En Prometheus, una película interesante en muchos aspectos, asistimos a una matización importante que aborda tres temas. Uno, la búsqueda del creador por parte de la creatura; dos, en referencia al ser humano y la búsqueda de la inmortalidad; y tres, en relación a la esencia del androide. Peter Weyland (Guy Pearce), el propietario de Weyland Corporation - un  hombre de poder -, la empresa que financia la expedición Prometheus, nos dice en relación a David:

Hay un hombre sentado entre ustedes que se llama David. Es lo más parecido que tendré a un hijo nunca. Por desgracia no es humano. Nunca envejecerá... nunca morirá y, sin embargo, es incapaz de valorar tan extraordinarios dones, ya que eso requeriría lo único que David no puede tener: alma.

Weyland pone de relieve hasta que punto David es una imagen de su creador: el hombre de poder como el hombre sin alma. Algunas películas del cine siempre han caracterizado al hombre de poder como un ser implacable en sus obsesiones y sus deseos, como la búsqueda de la inmortalidad en la presente película. Weyland viaja en estado criogenizado y es despertado poco antes de morir por la enfermedad que sufre y le dice a la protagonista, la doctora Shaw (Noomi Rapace):

Unicamente me quedan unos días de vida. No quería desperdiciarlos hasta ver cumplida su promesa... Conocer a mi creador [...] Usted me convenció que si esos seres nos crearon... También podían salvarnos. Salvarme a mi por lo menos... de la muerte.


La implacabilidad de la sombra y la naturaleza perversa del poder aparece en algunos sueños y ensoñaciones de pacientes como uno de los hombres máquina más famosos de la historia: Darth Vader, el implacable, cruel y frío servidor del Emperador en la lucha contra los rebeldes de la exitosa saga de La guerra de las galaxias... 


Darth Vader, el hombre-máquina por excelencia

El autómata, el androide, el hombre máquina representan también en muchas ocasiones la venganza que implacable y fría realizamos inconscientemente sobre algunos de los seres que nos rodean... Una venganza que no por inconsciente es menos venganza... y no por ello menos dolorosa.


Cuando al principio comentábamos que el golem es la imagen de su creador, de una de sus pasiones que crece y que finalmente amenaza con aplastarle, podemos observar como aquí el androide David o el androide Ash, o Darth Vader son los ejecutores de las ambiciones del poder en las sombras: Peter Weyland (Prometheus) y el deseo de inmortalidad, las empresas Weyland (Alien, el octavo pasajero) y el beneficio económico o El emperador (La guerra de las galaxias) y el poder político tiránico, constituyen en cada caso un claro ejemplo. Hay otras pasiones que podemos hallar representadas en la gran pantalla a través de esos visitantes de la sombra.


- El golem: el autómata místico. La creatura como espejo del creador.



Paul Wegener como el Golem
El mismo tema, si bien desde otra perspectiva, observamos en la película El Golem de 1920, obra maestra del expresionismo alemán dirigida por Paul Wegener quien a su vez interpretó al Golem, personaje de la cábala judia creado por un mago para servir a sus fines. La obra de Wegener nos enfrenta a la sombra del autómata sin voluntad propia, que se dirige según el mandato de quien lo ordena. Así el golem de esta película sirve al mandato del Rabino Loew para salvar a la comunidad judía de un decreto que el rey pretende imponerles, al mismo tiempo que más tarde se convierte en el brazo ejecutor de un amante celoso para asesinar al amante de la mujer a la que él también desea...

El golem deriva así en la atroz sombra de los autómatas humanos que nuestra sociedad moderna parece exigir, y que como un mago malévolo ya se encarga de programar desde su núcleo más esencial: la familia. Para luego seguir implacablemente con la programación en la escuela, la universidad y el trabajo. Lo mismo que el Golem, el hombre moderno realiza la parte a él asignada casi sin reflexionar y, en ocasiones, casi asumiendo como si careciera de opción. Se trata de otro  hombre sin alma, la sombra del hombre sometido al poder, aplastado por el miedo que este ejerce sobre él, dispuesto a creer sus mentiras y a creer en la libertad simplemente por ejercer el mero ritual del voto para así seguir mañana con sus contrariedades que dicen hoy una cosa y pasado la otra... y así hasta el próximo ritual... Parecen ajustadas a ese personaje los versos de Sabines de su poema y que dicen: Sobre el tiempo, sin Dios,/ Sombra, su sombra todavía./ Ciega, sin ojos, ciega,/ no busca a nadie,/ espera – camina.

No obstante, finalmente, el golem parece querer seguir su propio camino cuando hacia el final del film, y después de haber sido utilizado por el amante celoso, derriba las puertas del getho y sale fuera de sus muros... Es la primera vez en todo su metraje que el golem esboza una sonrisa. En una escena sumamente tierna el golem se acerca a una niña (en una escena que posteriormente se repetirá en el Frankenstein de 1931, si bien con distinta resolución), demostrando finalmente su inconsciencia cuando se deja arrancar del pecho el amuleto que le confiere vida derrumbándose como un muñeco de barro..


Escena del Golem con la niña
Esa inconsciencia es el que le torna a su vez en espejo de los deseos de sus amos. De la misma manera que dirigido por el rabino Loew puede salvar a la comunidad judía de los abusos del rey, dirigido por el amante celoso puede cometer los más horrendos crímenes. De cierta manera se verifica la historia bíblica en la que la creatura es el espejo de la sombra de su creador.

Una variación interesante de la leyenda del Golem es la historia que fundamenta la película  Saturno 3 de Stanley Donen (uno de lo grandes directores de musicales de Hollywood como, por ejemplo, Cantando bajo la lluvia, en una más bien extraña y no muy afortunada incursión en el mundo de la ciencia ficción), en la que un robot-golem equipado de un cerebro orgánico que va asimilando rápidamente los conocimientos que le inculca el capitán James Beson (un joven Harvey Keitel) pero entre los que se cuela la malsana pasión que siente por Alex (la sex-symbol de la época Farrah Fawcett), la pareja de Adam (un ya entrado en años Kirk Douglas), el responsable de la estación de investigación. Muy pronto Héctor adquiere conciencia propia, mata a James y se hace con el control de Saturno 3, convirtiendo a la pareja de humanos literalmente en sus esclavos. En todo caso, y una vez mas, el comportamiento del robot lo determina su creador.


El robot Hector y los protagonistas de Saturno 3
El golem o Hector representan en este caso las sombras de las pasiones del deseo y de su voluntad de posesión con el que se une en muchas ocasiones.

III. EL MONSTRUO DE FRANKENSTEIN: la sombra vengativa sobre el creador.

La obra de Mary Shelley, Frankenstein o el moderno prometeo ofrece una de las más interesantes perspectivas entre la relación y motivaciones que Creador y creatura mantienen entre ellas. Aunque el clásico Frankenstein de James Whale de 1931, con la interpretación del monstruo por parte de Boris Karloff, es una de las versiones más conocidas y reconocidas como una de las obras maestras del género de terror, es para nuestros intereses una versión relativamente más fiel al libro de Mary Shelley el Frankenstein de Kenneth Branagh (1994), cuyo monstruo fue interpretado en esta ocasión por un excelente Robert de Niro (lo mejor de la película). Aunque la película de Brannagh no fue bien recibida por la crítica (es cierto que Brannagh tiende a Shakespearizarlo todo y que sobreactúa en demasía), la relativa fidelidad al texto de la autora corre de parte de esta última película, y de la cual la versión de Whale de 1931 se aparta notoriamente.


El monstruo de Boris Karloff y el de Robert de Niro
El fundamento de la obra de Mary Shelley afecta a otra de las grandes ambiciones del hombre, la que prometía en el paraíso el árbol de la vida, es decir, la inmortalidad. ¿Cuál es la motivación del creador, la de Victor Frankenstein (Kenneth Branagh)? La muerte de su madre, fallecida tras parir a su hermano, y que le lleva a increpar a Dios para que se la devuelva. Desde ese momento el logro de devolver la vida, o como dice Victor Frankenstein, de burlar la muerte, se convierte en su obsesión. Pero no sólo eso, siguiendo los textos de uno de sus maestros, el profesor Waldman (John Cleese), no sólo devolver la vida, sino que además mejorando las cualidades del ser humano, hacer un hombre nuevo. Nos encontramos aquí con una de las primeras características de la creatura como sombra del creador, en el caso que nos trae, ir más allá del límite de la angustia de la muerte entendida como angustia de castración: burlar la muerte.

Tras lograr su objetivo, la creación del nuevo ser deviene un fracaso y Frankenstein abomina de su creación definiéndola en su diario como  "defectos de nacimiento masivos, crecida y notoria fuerza física, pero el ser reanimado resulta defectuoso y lastimoso" tras lo que parece su aparente muerte tan sólo revivir. Sin embargo esto no es así, y en una escena posterior Víctor se da cuenta que el monstruo vive, y tras un intento para matarle definitivamente se da cuenta de que éste ha huido. Mientras la escena sucede se oye la voz y la imagen de uno de los profesores de la Universidad que había ridiculizado las ideas de Frankenstein diciéndole:

Que necio Victor Frankenstein de Ginebra, cómo podía saber lo que había desencadenado. ¿Cómo está remendado, con pedazos de ladrones, con pedazos de asesinos, el mal cosido al mal, cosido al mal. ¿De veras cree que ese ser le va a dar las gracias por su monstruoso nacimiento? Se cobrará su venganza... Que Dios ayude a sus seres bienamados.

Asistimos a la negación de la creatura por su creador - su padre -. Al rechazo de su ser... Así empieza la historia del monstruo como esa "sombra de Dios perdida" de Sabines que coinciden con los versos que siguen:

                                                   Sobre el tiempo sin Dios,
                                                   Sombra, su sombra todavía
                                                   ciega sin ojos, ciega,
                                                   no busca a nadie,
                                                   espera -
                                                   camina.

Efectivamente, tras huir de la casa de Víctor, el monstruo, tras ser perseguido y agredido por una masa que le confunde con un infectado de cólera, se refugia en el bosque acechando durante un tiempo a una familia que vive en su interior, acechando la felicidad y el amor en el que esta familia parece vivir. La pareja y sus hijos y un abuelo ciego a la que irá ayudando en la recolecta de productos del bosque sin que ellos se den cuenta... Y así empieza a pronunciar sus primeras palabras: "Amigo... amiga... padre". Un punto inteligente de Brannagh es oponer la escena del monstruo y la niña del Frankenstein de 1931 con una escena parecida, pero protagonizada por un hombre rastrero y miserable que quiere cobrar el alquiler de la casa y que zarandea la niña de la familia y que luego maltrata al ciego anciano. Es aquí cuando el monstruo aparece para atacar y matar al hombre... El anciano le invita a entrar en casa y establece una conversación amigable y de gran ternura con él... hasta que tras llegar la pareja le confunden con el atacante y le hechan a golpes de casa y deciden huir del bosque...


Escena con la niña de 1931 y la de 1994

El monstruo, desesperado, vuelve corriendo a la casa con una flor en la mano para demostrarles que no es peligroso, pero para cuando llega la familia ya ha marchado... Es entonces, cuando presa de la desesperación (Estatua de luz hecha pedazos/ desmoronada en mi;/ en mi la mía/ la soledad que invade paso a paso - Sabines -) lee en el diario de Victor, que quedó en uno de los bolsillos del abrigo que tomó para escaparse de su casa, las palabras que le definen como una abominación y que se transforman en dolor y rabia de la creatura hacia su creador acabando en la formulación de su venganza: "¡¡Tendré venganza!! ¡¡¡Frankenstein!!!"


Añadir leyenda

Y así se inicia la parte de la película en la que el monstruo inicia su venganza sobre Victor, su creador, su padre. Mata a su hermano pequeño y hace parecer culpable a Justine (Trevyn McDowell), una querida sirvienta de la casa de los Frankenstein... Sólo entonces se muestra a Victor y le pide hablar a solas en la montaña... Es el encuentro entre creador y creatura en la que ésta interroga a la primera...

Monstruo: Tú me diste estas emociones pero no me dijiste como usarlas, ahora dos personas han muerto por culpa nuestra... ¿Por qué?
Victor: Hay algo rondando mi alma que no consigo comprender...
Monstruo: Y qué hay de mi alma... ¿Tengo alma? Toda esta última parte la olvidaste... ¿Quiénen son estas personas de las que estoy compuesto? ¿Buenas personas... Malas personas? [...] ¿Alguna vez consideraste las consecuencias de tus actos? Me diste la vida y luego me dejaste morir... ¿Quién soy yo?
Víctor: ¿Tú? No lo se...
Monstruo: ¿Y tú crees que yo soy malvado?
Víctor: ¿Qué puedo hacer?
Monstruo: Hay algo que me apetece tener... un amigo, un compañero... una hembra. Que se parezca a mi, así ella no me odiará.
Víctor: ¿Cómo tú? Dios, no tienes idea de lo que dices...
Monstruo: Sólo se que por la simpatía de un sólo ser vivo haría las paces con todo. Hay un amor tan denso dentro de mí que tú ni siquiera lo imaginas... y una rabia tan intensa que tú no la podrías creer. Si no puedo satisfacer el uno daré rienda suelta a la otra.
Víctor: Y si consiento... ¿Cómo viviréis?
Monstruo: Viajaríamos al norte mi novia y yo, en el confín más lejano donde el hombre jamás ha puesto su pie. Allí viviríamos nuestras vidas juntos, ningún ojo humano nos volvería a ver, jamás... lo juro. Tú debes ayudarme, por favor...
Víctor: Si es posible deshacer este agravio entonces lo haré...

La creatura aquí se nos muestra vengativa contra el propio creador por el abandono y rechazo al que éste la somete. ¿No es acaso así como nuestra sombra personal reacciona cuando no la tomamos en cuenta o la rechazamos abiertamente? Como dice Sabines la Sombra es aquí la...

                                                     herida que me habita,
                                                     el eco
                                                     (soy el eco del grito que sería)
                                                      [...]
                                                     Este que soy a veces,
                                                     sangre distinta,
                                                     misterio ajeno dentro de mi vida.

Al final Victor no cumple con su intento y el monstruo acaba con Elizhabet, su novia (Elena Bonham Carter). Y aquí se repite la historia. Al ser asesinada él, en su locura, intenta de nuevo revivirla... de nuevo como una nueva abominación que, ante su propio horror se prende fuego a sí misma a la vez que arde la mansión de los Frankenstein.

Es aquí donde podemos observar ese comentario de Frankenstein cuando le dice al monstruo: hay algo rondando mi alma que no consigo comprender. Ese algo no es más que la angustia de castración entendida como la angustia de muerte ligada a la pérdida de objetos de amor. La desesperación que conlleva y la reacción de desafío a Dios - como un superyó todopoderoso - al que se desafía intentando burlar su castración definitiva: la muerte.

Frankenstein hace con su monstruo lo mismo que siente que Dios hace arrebatándole su madre... Le abandona, desea su muerte. Como el gran Padre le abandona con la muerte de su madre, el es otro gran Padre que abandona su creatura. Una bonita metáfora final de como nosotros mismos, primero ante la presión de los padres, luego ante la presión de nuestro superyó, abandonamos a una  parte de nuestro sí mismo - self - y le relegamos al mundo de la oscuridad donde su vida transcurre en las sombras del inconsciente. Sabines dice que la sombra espera... Espera un día ser mirada, ser vista, ser reconocida... Sin embargo, Sabines nos deja sin la sensación de la desesperación que conlleva la espera... Porque la Sombra si espera que alguien la vea, que nuestro yo dirija su mirada hacia a ella y la veamos... la reconozcamos. Porque si no es así... la sombra, como el monstruo de Frankenstein, transformará su desesperación en profunda rabia y odio, y finalmente en venganza, venganza contra el yo y su máscara que cruelmente la rechazan.

Al final de la pelicula de Brannagh, en el polo norte, Frankenstein fallece contándole su historia al explorador Walton (Aydan Quinn). Finalmente aparece el monstruo quien, cambiando el final de la historia de Mary Shelley, se inmola junto a su creador - a quien llora profundamente - a la hora de quemar su cadáver... Buena metáfora de que en la lucha entre el yo y la sombra la muerte de una lo es de la otra: muere finalmente el ser.

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[1] La biblia de Jerusalén. Libro del génesis.
[2] Chevalier & Cheerbrant. Diccionario de símbolos, Ver Golem. Editorial Herder.

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PELICULAS

EL GOLEM (Paul Wegener, 1920)

Actores: Paul Wegener, Albert Steinrück, Lyda Salmonova, Ernst Deutsch, Hans Stürm, Greta Schröder










FRANKENSTEIN (James Whale, 1931)

Actores: Colin Clive, Mae Clarke, John Boles, Boris Karloff










FRANKENSTEIN DE MARY SHELLEY (Kenneth Branagh, 1994)

Actores: Robert de Niro, Kenneth Branagh, Tom Hulce, Helena Bonham Carter, Aidan Quinn, Ian Holm, John Cleese











jueves, 29 de noviembre de 2012

EL HOMBRE LOBO: VISITANTES DE LA SOMBRA II

II. EL LICÁNTROPO (El hombre lobo) y la naturaleza de la violencia.


El hombre Lobo (Benicio del Toro)
Después del vampiro, el licántropo u hombre lobo es posiblemente otro de los monstruos más conocidos del cine. Enraizado en diversas leyendas de distintos países de Europa encontramos su primera referencia cinematógrafica en la película de 1935 Hombre lobo en Londres (Werewolf in london, Stuart London), si bien el clásico por excelencia fue la pelicula El hombre lobo de 1941 dirigida por George Wagnner con un excelente guión de Curt Siodmak e interpretada por Lone Chaney Jr y Claude Rains. Desde entonces el hombre lobo ha tenido distintas presencias en la gran pantalla, en 1961 Oliver Reed y Terence Fischer ruedan para la Hammer La maldición del hombre lobo (The curse of werewolf), pero resurge con fuerza el  mito cuando en 1981 se estrenan dos conocidas películas: Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in London, John Landis) y Aullidos (The Howling, Joe Dante). Interesante es también la película Lobo (Wolf, Mike Nichols, 1994)  interpretada por Jack Nicholson, Michele Pfeiffer y James Spader, Desde entonces distintas películas han tenido como protagonistas el hombre lobo incluyendo algunas versiones modernas como la saga Underworld, Crepúsculo o la serie Trueblood, donde el hombre lobo y el vampiro aparecen como archienemigos. Para nuestro propósito partiremos esencialmente de tres películas que me parecen fundamentales. La película de 1941 ya citada, y el remake de la película de 1941, El hombre lobo (Joe Johnston, 2010) interpretada por Benicio del Toro, Anthony Hopkins, Hugo Weaving y Emily Blunt.

Contemplamos también la aparición de esta naturaleza animal no sólo en el hombre lobo sino también en ese maravilloso clásico de Jacques Tourneur de 1943, La mujer pantera (Cat People) y en el menos conocido del mismo director y mismo año El hombre leopardo (The Leopard man), así como del remake de la primera, El beso de la pantera (The Cat People, Paul Schrader, 1982).

1. EL LICÁNTROPO U HOMBRE LOBO: La naturaleza de la violencia.

Grabado de Hombre Lobo s. XVIII
Obviamente la transformación del hombre en un animal cambia en función de los lugares, no es de extrañar así que el lobo, uno de los depredadores más comunes y más temidos en Europa haya ocupado este lugar como, por ejemplo, lo ocupan las hienas, los leopardos, los leones, el jaguar o el tigre en otras culturas africanas, centroamericanas o del este asiático. Ahora bien, y dicho esto, por qué encontramos este mito de transformación del hombre en todos estos animales en la que una de las características que tienen en común es ser depredadores. Efectivamente, la identificación más común del hombre con el lobo nos presenta al hombre lobo como un ser eminentemente destructivo y peligroso, voraz y violento. Por lo tanto, hay en esta transformación del hombre en ese peligroso cánido la asunción del elemento instintivo de la naturaleza pero en una dimensión esencialmente violenta. Hay al respecto algunas reflexiones que son interesantes a realizar tanto desde el contexto mitológico e histórico como simbólico, por ejemplo:

... los pueblos cazadores dicen a menudo que descienden de animales de presa, porque existe una estrecha conexión entre el cazador y el animal feroz, también cazador. De modo que detrás de la caza, de la guerra, de la invasión del territorio por parte de inmigrados y del comportamiento de los fugitivos, se percibe una estructura mítica idéntica en la que a la disgregación de un mundo anterior se opone una reconstitución, mediante la fuerza, de un nuevo orden. El licántropo, por tanto, es un desarraigado, un rechazado, un excluido, pero no un vencido. Mediante una fuerza interior invencible que, como las fieras, le convierte en parte integrante de la naturaleza, encuentra su legitimación siempre que haya sabido salir de las trampas del aislamiento. [1]

Veamos aquí esta indicación de la relación del licántropo con el excluido, el desarraigado o rechazado y de una fuerza de la naturaleza, es decir, una fuerza instintiva que dependerá del uso que se le de. En sentido opuesto, la tradición europea medieval destacó los elementos demoníacos del lobo y, consecuentemente el licántropo, fue visto como un elemento infernal y satánico:

... ya sea devorador de astros, de niños o señor de los infiernos, el lobo en Europa ocupa un papel simbólico análogo al del jaguar para los centroamericanos: es esencialmente el que lleva la boca de los infiernos... [2]

Veamos a continuación, en relación a lo dicho,  los hombres lobo y sus protagonistas de las películas que he citado...

- El hombre lobo de Lon Chaney Jr. (1941)


El hombre lobo de Lon Chaney Jr.
De la misma manera que Drácula va unido a nombres tan propios como Bela Lugosi o Cristopher Lee, el hombre lobo lo va de Lon Chaney Jr, hijo de Lon Chaney Sr bien conocido como "el hombre de las mil caras". Hay una cierta similaridad interpretativa entre Lon Chaney Jr y Benicio del Toro, actor éste del remake del 2010, en esa dimensión conflictiva, entre melancólica y agresiva, del hijo pródigo que vuelve a la casa paterna y que lleva inscrita en su mirada el espíritu trágico que envuelve a los monstruos clásicos como Drácula, el monstruo de Frankenstein o el propio hombre lobo. No pasa desapercibido que la temática del hombre lobo tiene obvios puntos de coincidencia con la temática de Robert Louis Stevenson y su Dr. Jeckyll y Mr. Hide, si bien aquí nos encontramos  con la dimensión más puramente animal. Hay un momento de la película en la que se establece un diálogo entre Sir John Talbot (Claude Rains) y su hijo Larry Talbot (Lone Chaney Jr.) de parecidos tonos que el discurso que Jeckyll ofrece en la Universidad tanto en la obra literaria como en la película de Rouben Mamoulian de 1931, y en el que John le reponde a su hijo preguntado por el fenómeno de la licantropía:

John:  Es muy antiguo y muy elemental, el bien y el mal en el alma del hombre. En este caso el mal cobra forma de animal...
Larry: Yo puedo comprender casi todo, la química, la electricidad, la física, la ciencia, algo que haga con las manos, lo que uno no puedo tocar ni ver...
John:  ¿¡Qué pasa Larry!?
Larry: ¡Que me pasa...! Perdona... ¿Pero tu crees en esas cosas?
John:  Larry, para algunas personas la vida es muy simple. Piensan estos es bueno esto es malo, esto está bien esto está mal. Lo que es bueno no es malo, lo que está bien no está mal,  no hay matices. Todo es blanco o negro.
Larry: Ese sería mi caso...
John:  ¡Exacto! A otros nos parece que el  bien y el mal tienen muchos matices, formas más complejas, intentamos comprenderlas y cuanto más vemos más nos enriquecemos... Tú me preguntas si un hombre puede convertirse en lobo, si puede tomar las apariencias físicas del animal... ¡No... es una fantasía! Sin embargo, puede pasar absolutamente todo en su propia mente... Va a empezar la misa Larry... Ceer en el más allá es un hábito muy saludable teniendo en cuenta las innumerables dudas que tiene hoy el hombre.

Sin embargo, y a pesar de estas palabras en principio atinadas del padre, desde la llegada de Larry a Gales, pronto se observa esa cualidad de desarraigo de su protagonista tan bien ajustada a las cualidades interpretativas de Lon Chaney, a su mirada entre triste y atemorizada, tierna y a la vez perdida, a la vez que su vuelta coincide con unas claras expectativas paternas con respecto al negocio y el nombre familiar tras la muerte del hermano primogénito. En otra escena posterior a la descrita, y ante la preocupación del Doctor Lloyd (Warren William) por el estado mental de Larry, asistimos al siguiente diálogo:

Dr. Lloyd: Señor su hijo está muy enfermo... Ha recibido un shock que le ha producido un desequilibrio mental. ¡Debe llevárselo lejos de aquí enseguida...!
Sir John:  ¡Está hablando como un hechicero! ¡Donde tiene que estar mi hijo es en su propia casa demostrando su inocencia...!
Dr. Lloyd:  El prestigio de su apellido es más importante para usted que la salud de su hijo...
Sir John:    ¡Basta! Porque insiste usted en esta teoría increible...
Dr. Lloyd:  Le digo que el shock que ha recibido ha sido demasiado fuerte para él...
Sir John:    Escucheme Dr.Lloyd, cinco generaciones de los Talbot han vivido en este pueblo... ¡Mi hijo se quedará aquí!


Observemos como de repente aparece la "imagen" familiar como un tema innegociable, y no es la unica ocasión en que este tema aparece... Nos encontramos así con la intransigencia paterna y la presión de la imagen de los "Talbot". En este sentido Larry Talbot aparece como un personaje frágil que consciente de la maldición que se ha cernido sobre él pretende no dañar a más personas. De apariencia bonachona se presiente el grado de represión que le envuelve sobre sus impulsos agresivos como se deriva de la relación con su padre. El mito del hombre lobo nos pone en una conexión obvia con las fuerzas instintivas desbocadas cuyo desborde procede justamente de la represión con que ciertos sentimientos, emociones e impulsos son negados en su acceso a la consciencia, y como a su vez estos son proyectados inconscientemente en el entorno, creándose así algo que veremos más adelante como presión agresiva intencional (Lacan, 1949). Hay en la furia del hombre lobo de Chaney algo del ser perdido y dolido... del ser dañado internamente en el que ciertos factores externos pueden manifestar la aparición de esa furia que el dique del carácter ya no puede contener y que vaga hacia el exterior poseído por una profunda violencia. 




El hombre lobo de Lon Chaney. Al fondo la zíngara interpretada por Maria Ouspenkaya

Hallamos este tipo de personajes en películas como Un dia de furia  (Falling down, Joel Schumacher, 1992) y Bill Foster, interpretado por Michael Douglas, o también en el soldado patoso de La Chaqueta metálica (The full metalic jacket, Stanley Kubrick, 1987) interpretado por Vincent D'Onofrio y en los que la explosión de furia es una explosión ciega como la transformación de un hombre en un hombre lobo.



Michael Douglas como Bill Foster: Un dia e furia (1992)

No deja de ser curioso que esta película de Lon Chaney Jr acerca del hombre lobo  por la que es universalmente reconocido (otra de sus grandes actuaciones fue con el difícil papel de Lennie en De ratones y hombres, del autor teatral John Steinbeck, llevada al cine eb 1939 y dirigida por Lewis Milestone), ofreciera ciertos parecidos personales con la relación que él mantuvo con su padre, Lone Chaney Sr. Fue un actor que siempre vivió en parte a la sombra de su glorioso padre con quien mantuvo una difícil relación y quien, por otra parte, intentó que no fuera actor y que se dedicara a la fontanería. Trabajo durante bastante tiempo en papeles muy secundarios y estuvo aquejado durante casi toda su vida de alcoholismo.


- El hombre lobo de Benicio del Toro (2010)


Benicio del Toro como Lawrence Talbot
A pesar de las dificultades de realización y las críticas recibidas a este remake, de las que hay para todos los gustos - aunque para mi es una buena película -, yo la retomo con interés por lo que podríamos llamar su profundización en el drama familiar de Lawrence Talbot (Benicio del Toro) a través de un guión más elaborado. En ese remake se pone de relieve la dificultad de la relación entre el hijo y el padre (John Talbot, Anthony Hopkins), y no sólo la dificultad sino la violencia que como una tensión latente parece existir entre ellos. La película del 2010 nos pone de relieve a un padre saturnal... Un devorador de sus propios hijos. Al principio de la película, junto al trato frío y distanciado que observamos entre padre e hijo después de años de separación tras haber contemplado Lawrence la muerte de su madre, podemos también observar la sutil crueldad con la que John trata a Lawrence, un afamado y reconocido actor de teatro en el momento en el que vuelve a la mansión de los Talbot tras la muerte en extrañas circunstancias de Ben, su hermano mayor, a instancias de su novia Gwen Conliffe (Emily Blunt):

Lawrence - respondiendo una pregunta de Gwen -: Blackmore está casi igual que cuando me fuí...
John: ¿Y eso?
Lawrence: La gente del pueblo sigue con esas descabelladas ideas.
John - sarcásticamente -: Si bueno... somos unos paletos, la verdad. Ignorantes, supersticiosos... para un ilustrado como tu somos unos salvajes del fin del mundo [...] Estoy diciendo que tú repudias al hombre llano porque si... eso es todo.
Lawrence: Te noto con cierta falta de confianza padre...
John: ¡Ah no...! Confundes eso con mi consciencia. ¿Y tú... estás a gusto contigo mismo?
Lawrence: Uno acaba haciéndose a todo.


Se hace obvia la tensión entre ambos.



Anthony Hopkins como John Talbot

Poco a poco vamos apreciando con más detalle el drama familiar: el padre, John Talbot, es un hombre lobo que mató a su mujer, la madre de Lawrence con la que éste estaba profundamente unido junto a su hermano. Lawrence, siendo niño, lo contempló. No obstante, el padre mandó tratarlo como un enfermo hasta que logró que se fijara en él la idea de que la madre se suicidó, y el mismo decidió encerrase en una cripta los días de transformación. Cuando Lawrence es mordido por un hombre lobo en un campamento gitano - como veremos su padre - empieza su transformación que le es revelada por su padre durante una noche de luna llena: a la bestia le llegará su día... y la bestia sufre - le dice el padre justo antes de su transformación -.


Saturno (Paul Rubens, 1636)
Después de este episodio Lawrence es practicamente entregado por el padre al inspector Francis Aberline (Hugo Weaving) de Scotland yard que investiga el caso bajo la hipótesis de que un lunático asesino está cometiendo los crímenes. Aquí se prefigura cada vez con más claridad ese carácter saturnal que podemos adjudicarle al padre. Lawrence - como cuando fue pequeño - es sometido a todo tipo de tratamientos psiquiátricos de la época. No obstante, en una visita del padre le confiesa toda la verdad: el mató a su madre en una de sus transformaciones, y lo más grave aún, mató a su hijo Ben porque deseaba a su novia Gwen:

Y entonces llegó ella, ardiente y bella como el rostro de la luna... Ella me habría arrebatado a tu hermano y habrían desaparecido en la noche para siempre. Yo estaba resignado, pero la bestia que hay en mi no. Ben había venido a decirme que estaba convencido en su decisión de abandonar Talbolt House para siempre y llevarse a Gwen lejos de aquí. Yo me emborraché y me volví violento, si muy violento, y arremetí contra Sing - un sirviente - que trataba de refrenarme... Le dejé sin sentido... Pobre Sing [...] En fin, como consecuencia de aquello aquella noche no fui capaz de encerrarme en la cripta... Encontré el cuerpo de tu hermano en una zanja cerca de la casa. Estaba hecho pedazos... Ahora se que fue un error encerrar a la bestia. Debería haberla dejado libre: atacar o morir.

Finalmente Lawrence sufre su nueva transformación y liberándose de sus cadenas decide matar a su padre en Talbot House tras una trepidante persecución con su fuga...



Grabado del hombre lobo de Lucas Cranach el Viejo (1512)

- La violencia latente y la sombra del obsesivo.


Si se observa el argumento de esta película es inevitable no referirla a una película de evidente corte realista, y también analizada en este blog, como es Aflicción (Affliction, Paul Schrader, 1997 - pulsa aquí para enlace -). Notemos que el argumento de base es similar en ambas historias: madre víctima, padre saturnal, y dos hermanos varones víctimas de su desprecio y violencia. Al igual que entre John y Lawrence se aprecia la tensión de la relación la entre Wade y Gale Whitehouse. El final de la película es también idéntico: el hijo mata al padre, y en ambos casos el  hijo también muere. En la escena final en la que se produce la lucha entre padre e hijo como hombres lobos se produce, a su vez, un parecido reconocimiento por parte del padre al hijo tal y como se da en Aflicción en sus escenas finales. Así John Talbot le dice a su hijo Lawrence:

Veo que estoy en desvantaja... Eso me hace feliz... verte aquí, así, mi hijo ha regresado. Es fantástico, no es cierto [...] ¡Ah, es la bestia! Déjala libre [...] Pobrecillo Lawrence, tú eras el más frágil [...] Pero confieso que me he sentido abrumado por tu enorme valentía. Por fin eres el hombre que siempre quise que fueras [...] Eres el heredero de mi reino, siempre lo has sido.

Recordemos que en Aflicción el padre, Gale, le dice a su hijo Wade tras pegar este a su hija:

Tú... te conozco bien... Si... tú... maldito hijo de puta... Te conozco muy bien, Llevas mi sangre... ¡Eres un maldito pedazo de mi corazón! [...] Lo has conseguido por fin, lo has hecho bien, te has portado como un hombre hijo, como yo te enseñé... ¡Oh... maldita sea Wade, te quiero desgraciado hijo de puta!

Luego se produce la transformación de ambos y la pelea final entre padre e hijo venciendo este último, de la misma manera que Wade mata a su padre... En todo caso observamos en la relación que establezco entre dos películas aparentemente tan diferentes un hecho idéntico: el estallido de violencia acaba con todo, lo odiado y lo amado, acaba con todo incluido uno mismo.

2. LA SIMBÓLICA DEL LICANTROPO: Instinto agresivo versus presión agresiva.

El artículo de Lacan de La agresividad en el psicoanálisis (1948, Escritos 1) nos ofrece un excelente punto de reflexión acerca de la simbólica del licántropo u hombre lobo. Una de sus primeras derivaciones estriba en diferenciar la agresividad animal de la agresividad humana poniendo la primera del lado instintivo y esencialmente biológico, en tanto a la dimensión de conservación como de ecología, mientras que la segunda, entendida  como presión agresiva, responde a peculiaridades más propias del ser humano que la dotan de unas motivaciones más profundas y personales. A diferencia del instinto agresivo, la presión agresiva es vivida como algo constante y la podemos observar en aspectos tan comunes como la rivalidad, los celos o la envidia.

En este mismo texto Lacan inscribe el citado elemento peculiar que caracteriza la agresividad humana en su tesis IV del escrito, y que dice:

La agresividad es la tendencia correlativa de un modo de identificación que llamamos narcisista y que determina la estructura formal del yo del hombre y del registro de entidades característico de su mundo. [3]

¿Y qué significa identificación narcisista? Se trata de la tendencia del yo a incorporar objetos externos como propios. Esto nos permite entonces comprender la agresividad como la relación que esta tiene, para el ser humano, con la pérdida de estos objetos tal y como Lacan nos comenta en relación a la famosa observación de los celos de un pequeñuelo descrita por San Agustin. Nos dice Lacan:

La experiencia subjetiva debe ser habilitada de pleno derecho para reconocer el nudo central de la agresividad ambivalente, que nuestro momento cultural nos da bajo la especie dominante del resentimiento, hasta en sus más arcaicos aspectos en el niño [...] San Agustín se adelanta al psicoanálisis al darnos una imagen ejemplar de un comportamiento tal en estos términos:  [...] "Vi con mis propios ojos y conocí bien a un pequeñuelo presa de los celos. No hablaba todavía y ya contemplaba, todo pálido y con una mirada envenenada, a su hermano de leche". Así anuda imperecederamente, con la etapa infans (de antes de la palabra) de la primera edad, la situación de absorción espectacular: contemplaba, la reacción emocional: tono pálido, y esa reafctivación de las imágenes de la frustración primordial: y con una mirada envenenada, que son las coordenadas psíquicas y somáticas de la agresividad original. [4]

Vemos aquí, descrita perfectamente, esto que Lacan llama la frustración primordial, por un lado; y la agresividad original por el otro.

Algunos procesos pre-edípicos, el proceso edípico propiamente, y la posterior fase de socialización introducen y desarrollan el mecanismo de la represión por la que algunos contenidos intolerables para la consciencia ordinaria (representaciones, ideas, pensamientos, afectos) son relegados al inconsciente. Obviamente esto explicaría el caracter de presión agresiva que Lacan postula junto a la identificación narcisita. Sin embargo, la represión si bien logra mantener los contenidos en el inconsciente no evita, antes lo promociona, la proyección de estas imagos internas como contenido en el exterior.

En el remake del hombre lobo del 2010 podemos observar la relación entre la imagen reprimida (el asesinato de la madre por parte de John Talbot como hombre lobo), y la liberación de la agresividad reprimida en relación a la imagen en cuestión. Esta liberación de agresividad se manifestaría como violencia extrema, en especial cuando la historia se descubre más profundamente al saber Lawrence que John asesinó a su hermano Ben y que ahora pretende a Gwen. Observemos como en la película podemos observar algo que Lacan nos dice en su tesis II del citado artículo:

La agresividad en la experiencia nos es dada como intención de agresión y como imagen de dislocación corporal, y es bajo tales modos como se demuestra eficiente. [5]


Hombre Lobo atacando. Grabado Johann Geiler de Kaiserberg (s. XVI)

Es decir, este sería el tipo de agresividad que observamos en el diálogo que hemos transcrito anteriormente: cinismo, desencanto, decepción, ironía... Sin embargo, el surgimiento del hombre lobo como transformación del primero se refiere no tanto a esta agresividad constreñida, sino a lo que Lacan llama el surgimiento de la violencia por coyunturas de emergencia. Es esta latente posibilidad del surgimiento de la violencia lo que asocia la agresividad a la imagen de dislocación corporal a la que hace referencia y por la que entiende lo que también llama imagos del cuerpo fragmentado, es decir, las imágenes de castración, de descuartizamiento, desmembramiento, devoración, etc... tan propias, por cierto, de las novelas, relatos y películas de terror.

¿Pero a qué nos referimos cuando hablamos de coyunturas de emergencia aplicadas al contexto que nos trae? Me parece importante citar aquí unas palabras del psicoanalista Héctor Gallo cuando dice al respecto:

Coyuntura de emergencia es un término que hace alusión a un riesgo que debe ser tratado de inmediato, es un riesgo que no da espera, exige el concurso eficaz de un tercero. Las violencias que no son avisadas se asocian con la emergencia de lo que sorprende, por eso son traumáticas y contingentes. La transformación de las violencias contingentes es posible si hay asentimiento del agente que las promueve y puede lograrse en una convención de diálogo. [6]

Es esta la situación, la coyuntura de emergencia que moviliza a Lawrence ante el peligro con el que contempla la locura del padre en su voluntad de liberar a la bestia y de poseer o asesinar a Gwen como lo hizo con su madre. Y para que se de la violencia la coyuntura de emergencia requiere una última condición: la imposibilidad para el diálogo (de la misma manera que uno no puede dialogar internamente consigo mismo). Cuando en la situación que se da no hay confianza ni credibilidad en mediadores o en la propia mediación. Me parecen en ese sentido importantes las palabras nuevamente de Gallo:

Pero ¿qué sucede cuando no hay condiciones favorables para que se instale la convención de diálogo, es decir, cuando ante la coyuntura de emergencia, en lugar de darse el consentimiento de llamar a un tercero, mas bien se le rechaza porque no se le atribuye credibilidad? Se instala el silencio de la muerte, el reinado de la tendencia que no quiere hablar. El no diálogo, propio de esta postura, se expresa en el estallido que produce terror, estallido provocado por las manos de un enemigo anónimo, uno que no se sabe cuándo atacará ni dónde. [7]

Ese silencio de muerte, ese silencio que no habla es el que deriva como estallido de la bestia interna, del hombre lobo en el que la bestia no surge como simple animal sino como verdadera pulsión de destrucción (una variante de la pulsión de muerte proyectada hacia el exterior).


La furia del hombre lobo

Dentro de esta simbólica del hombre lobo o licántropo, y siguiendo la amplificación del símbolo creo que es interesante ahora recurrir a otro que nos puede ayudar a profundizar en la cuestión.

3. LA CARTA DE LA LUNA: La conquista del instinto.


Esta carta del Tarot parece ideal para abordar el tema del hombre lobo: la noche, la luna, los cánidos (perros o  lobos)... el cangrejo y las aguas. No deja de sorprender que los dos perros o lobos, o un lobo y un perro según dicen algunos de sus exégetas, aúllen o ladren a la Luna... La exégesis de esta carta siempre la ha relacionado con esa dimensión nocturna y lunar de la carta. Sallie Nichols, analista junguiana que, a mi entender, a escrito uno de los mejores libros acerca de los arcanos mayores del Tarot reflexiona en los siguientes  términos acerca de esta carta:

Psicológicamente, esto significa que ha perdido el contacto con cualquier aspecto de su ser humano. Sumergido ahora en los niveles del reino animal, está tan inmerso en el acuoso inconsciente como lo está el prehistórico cangrejo de río prisionero en el estanque [...] parece decirnos que el héroe (en busca de la individuación) no puede cruzar desde el mundo dirigido por el ego al mundo del sí mismo inmortal mientras no haya conquistado su lado instintivo, llevándolo havia la consciencia. [8]

Más adelante sigue una reflexión aun más interesante cuando nos dice:

La naturaleza animal del héroe, ignorada o suprimida, podría volverse en contra de él, destrozando la conciencia de su crecimiento. No debe destruir a la bestia, pues va a necesitar su energía y ayuda para moverse hacia delante [...] Sabe que debe hacer algo más que amansar a las bestias; debe hacerse amigo de ellas...[...] así como él - el heroe - necesita la ayuda de su lado instintivo para llegar a la meta, a ellos parece faltarles la ayuda de su consciencia superior para verse libres. [9]

Veamos como esta polaridad instinto-conciencia que aquí se nos plantea, en la que una necesita la otra adquieren un notable sentido si relacionamos la imagen de la carta de los perros aullando a la luna con la presión agresiva intencional que Lacan nos postulaba en el punto anterior y que implica la incorporación de objetos externos como propios y su posterior proyección en el futuro adulto. Es la luna así un buen ejemplo, donde su brillo no procede de sí misma sino del sol, simplemente la refleja. 


El hombre lobo y la Luna

Es como si la carta nos advirtiera de la necesidad de depurar el instinto de las proyecciones ligadas a la identificación narcisista y a los efectos de la represión con la resultante de una agresividad que ligada a imagos proyectadas perturban la percepción de la realidad y la acción neutra del instinto agresivo se convierte así en una presión agresiva intencional constante. El esclarecimiento de la consciencia deriva justamente de la reapropiación de las proyecciones, reapropiación que a su vez libera progresivamente el instinto agresivo de su carga de presión intencional y fuerza el diálogo interno  como un previo fundamental a cualquier acción:

Es como si la luna, en su tranquilo lenguaje, estuviera desafiando la temeridad del hombre en el tempestuoso cielo y, al mismo tiempo dirigiéndole a buscar el cielo en su propio planeta, incluso dentro de sí mismo. "Busca dentro de tu propia tierra la respuesta a ese inquieto preguntar", parece decirnos. ¿Por qué aspiraría el hombre a conquistar las regiones superiores, cuando no ha resuelto aun los problemas ecológicos en la Tierra? ¿Por qué se atrevería el hombre a desvelar los misterios del cielo, cuando todavía no ha descubierto los secretos de su propia geografía interior? [10]

Antes he comentado que algunos exégetas del Tarot, así como algunos mazos de cartas, ven en los dos canes a un perro y a un lobo como representación el primero del animal domesticado y al otro como el animal salvaje (como en el Tarot de Manley P. Hall):

... nuestro camino yace entre estas dos orilla instintivas y que debemos mantener el conatcto con la bestia salvaje que llevamos dentro, así como con el animal domesticado sin identificarnos con ninguno de ellos, Hacer una regresión hacia el nivel del lobo aullador conduce a la locura, pero, por otro lado, convertirse en alguien totalmente domesticado, con cadena y collar, podría significar violar y distorsionar nuestro lado instintivo. Solamente manteniéndonos en contacto con ambas tendencias animales podemos avanzar a  lo largo del camino. [11]


La luna. Tarot de Manley P. Hall. El lobo en negro y el perro en claro

Obviamente el hombre lobo surge como una identificación total con el lobo, carente absolutamente de toda consciencia, y como el más puro representante pulsional de la presión agresivo intencional, y cuando esto es así es cuando surgen las acciones violentas irracionales, destructivas y, finalmente autodestructivas, como la acción de soldado patoso en La chaqueta metálica, o de Wade Whitehouse en Aflicción, o el Travis Bickle de Taxi Driver, el Daniel Vinyard de American History X ... Los asesinatos violentos propios de los crimenes pasionales, de ciertos casos de  violencia de género, de brutales asesinatos de familias enteras que incluyen el suicidio final del asesino, ciertas formas de terrorismo, etc. constituyen casos de todos conocidos donde el hombre lobo surge con toda la liberación de su carga agresiva intencional, toda esa carga liberada como violencia destructiva y autodestructiva.

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  [1] Izzi, Massimo. Diccionario ilustrado de los monstruos. Ver Licántropo. José J. de Oñaeleta Editor.
  [2] Chevalier & Cheerbrant. Diccionario de símbolos, Ver Lobo. Editorial Herder.
  [3] Lacan, Jacques. La agresividad en psicoanálisis. Escritos I, Siglo XXI Editores, pág. 102
  [4] Ídem anterior, pág.107
  [5] Ídem anterior, pág. 96
  [6] Gallo, Hector. Violencia y agresividad. Bitácora Lacaniana Revista electrónica de la Nueva Escuela Lacaniana (Medellín)
  [7] Ídem anterior.
  [8] Nichols, Sally. Jung y el tarot. Un viaje arquetípico. Editorial Kairós, págs. 433 y 436
  [9] Ídem anterior, pág. 436
[10] Ídem anterior, pág. 448

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PELICULAS DE INTERÉS


EL HOMBRE LOBO (Werewolf, George Waggner, 1941)

Actores: Lon Chaney Jr. Claude Rains, Warren William, Ralph Bellamy

Considerada la película clásica sobre el hombre lobo cuenta con la  interpretación ya legendaria Lon Chaney Jr y un brillante guión del también legendario Curt Siodmak





EL HOMBRE LOBO (Werewolf. Joe Johnston, 2010)

Actores: Benicio del Toro, Anthony Hopkins, Emily Bunt, Hugo Weaving
Remake de la película de 1941 cuenta con un guión más elaborado que abunda sobre el drama familiar y agudiza el carácter saturnal del padre de Lawrence.







LOBO (Wolf, Mike Nichols, 1994)



Actores: Jack Nicholson, Michelle Pfeiffer, James Spader, Cristopher Plummer

Interesante adaptación del tema del hombre lobo al mundo de la empresa y a la competitividad entre directivos. Si se lee en esa clave el film es más interesante que si se contempla desde una clave de película de terror y de monstruos






LA MUJER PANTERA (Cat people, Jacques Tourneur, 1943)

Actores: Simone Simon, Ken Smith, Tom Conway, Jane Randolph


La joven de origen serbio Irena Dubrovna conoce al ingeniero Oliver Reed. Ambos se enamoran. Pero Irena guarda un terrible secreto, del cual ella misma no tiene más que sospechas. A lo largo de su relación y su posterior matrimonio, Oliver va descubriendo el enigma que envuelve a Irena: está convencida de que si ambos consuman su relación una maldición ancestral la convertirá en una mujer pantera que acabará con él.




EL HOMBRE LEOPARDO (Leopard man, Jacques Tourneur, 1943)


Actores: Dennis O'Keefe, Margo, Jean Brooks, Isabel Jewell.

Una de las varias maravillas que la asociación Lewton/Tourneur realizó para la RKO en el género del terror, exquisito en la descripción y captación de las situaciones de miedo, siempre insinuantes y envueltas en ambientes encantadoramente mágicos y misteriosos.. Este thriller psicológico que adapta la novela de Cornel Woolrich "Black Alibi" contiene escenas inolvidable con atmósferas alusivas.




EL BESO DE LA PANTERA (Cat people, Paul Schrader, 1982)

Actores: Nastassja Kinski, Malcolm McDowell i John Heard

Kinski interpreta a una mujer de la raza humana felina, que se convierte en pantera en determinadas situaciones. Un día dedice ir a Nueva Orleans a visitar a su hermano (Malcolm McDowell), y allí un hombre del zoo (John Heard) se queda fascinado con ella... Remake del conocido film de Jacques Tourneur.