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martes, 9 de abril de 2013

LA HABITACIÓN VERDE (La chambre verte). Una reflexión sobre el duelo, el amor y el dolor.

La habitación verde (1978) es una película de François Truffaut interpretada por él mismo (en el papel de Julien Davenne) y por Nathalie Baye (en el de Cecilia Mandel) basada en un cuento de Henry James, el Altar de los muertos. Película extraña, de las menos conocidas de Truffaut, no conoció el éxito y quedó como una película bastante diluida entro otras mucho más conocidas del director francés. Sin embargo, una mirada atenta nos permite observar un tema abordado de una manera fascinante (incluso en su extremo insano y enfermizo) y que tiene que ver con el duelo y el recuerdo de los muertos. 

La película es introducida con el siguiente texto: "La historia de la habitación verde se desarrolla en una pequeña ciudad del este de Francia. Comienza diez años después del final de la primera guerra mundial que causó millones de muertos". Y así la película nos presenta a Julien Davenne como un hombre que vive consagrado al recuerdo de su mujer fallecida hace once años. Vive sólo con una ama de llaves ya anciana y su nieto (un niño sordomudo) con el que mantiene una curiosa relación. La película se inicia con la asistencia de Julien a casa de Gérard, un amigo que acaba de perder su joven mujer. Tras las consabidas palabras de condolencias y consuelo del sacerdote, un Julien airado le increpa y le hace fuera de la habitación junto a los otros asistentes. Es en ese momento cuando Julien le ofrece a su amigo su experiencia para superar tal dolor extremo:

Para los indiferentes los ojos de Geneviève están cerrados pero para usted, Gerard, siempre estarán abiertos. No piense que la ha perdido, piense que ahora ya no la podrá perder. Dedíquele todos sus pensamientos, todos sus actos, todo su amor y verá que los muertos nos pertenecen si nosotros aceptamos pertenecerles. Créame Gérard nuestros muertos pueden seguir viviendo.

François Truffaut
Hecha esta presentación del inicio de la película, es necesario introducir un elemento de reflexión importante que no nos llega tanto de los cuentos de Henry James en los que se inspira, sino del pensamiento siempre sutil de Soren Kierkegaard. Quien contemple la película de Truffaut y conozca la obra del filósofo danés no podrá menos que relacionarla con una reflexión que éste nos hace sobre el amor a los difuntos.

I. KIERKEGAARD Y LA OBRA DEL AMOR DE RECORDAR A LOS DIFUNTOS.

Soren Kierkegaard
En su libro Las obras del amor, Kierkegaard dedica uno de sus capítulos finales - el capítulo IX -  a "La obra del amor que consiste en recordar a un difunto".Vamos a referir la película  que nos ocupa, y para una mayor comprensión de la actitud que nuestro protagonista Julien Davenne mantiene, a algunos textos de esta obra. Kierkegaard manifiesta que el amor a los difuntos es una muestra del amor "más libre" en tanto en cuanto:

Cuando uno quiere convencerse de si el amor es completamente desinteresado, entonces hay que eliminar toda posibilidad de recompensa. Ahora bien, precisamente esta está eliminada en relación con los difuntos. Si a pesar de todo el amor continua, no cabe duda de que es verdaderamente desinteresado. [1]

Efectivamente, Kierkegaard se basa en que el difunto, fuera ya de la existencia, no puede dar nada a cambio, contraponiendo así el amor a los muertos como una muestra del amor más desinteresado al amor, llamémosle más imperfecto, que se establece entre dos seres vivos, y en los cuales este amor se supedita a ciertas cualidades contingentes de ambos, es decir, amamos al otro por ciertas cualidades que tienen valor para nosotros, así el poeta ama la belleza, la simpatía, la profundidad de los ojos de su dama, o el discípulo ama la sabiduría, la libertad o el poder de su maestro. A este amor "condicionado",  a estas cualidades que destacamos en nuestro amado/a (Kierkegaard lo llama perfección del objeto de amor), se opone el amor desinteresado de Kierkegaard en el que se ama el amado/a que nada tiene que ofrecernos (al que llama perfección del amor en sí mismo).

Julien Davenne, en principio, se encuentra en este lugar, un lugar aparente de perfección del amor en sí mismo al amar profundamente a su esposa muerta. Y para ello parece llevar al extremo dos aspectos citados por Kierkegaard. Veamos el primero:

... el difunto  no da nada a cambio. El que amorosamente recuerda, puede afirmar muy bien: "Me queda mucha vida por delante consagrada al recuerdo, pero tanto en el primer como en el último instante la perspectiva es la misma, y en cierto sentido es una perspectiva sin que haya nada que la obstaculice en absoluto, pues no hay absolutamente ninguna perspectiva. [2]

Julien toma esta consagración al recuerdo en su sentido más extenso al convertir su vida al recuerdo de su mujer  al que, posteriormente, se irán uniendo otros fallecidos que estuvieron relacionados con él durante su vida y para los que crea un altar de los muertos cuando logra que le den el cuidado y la rehabilitación de una capilla abandonada tas haberse quemado la habitación verde en la que cuidaba el altar a su mujer.

François Truffaut como Julien Davenne y el altar de los muertos.

¿Cómo logra Julien esta consagración absoluta al recuerdo de los difuntos? Kierkegaard nos da la respuesta:

... el recuerdo amoroso de un difunto tiene que defenderse de la realidad circundante, no sea que esta, gracias a impresiones siempre nuevas, consiga poder absoluto para aniquilar el recuerdo. Y tiene que defenderse del tiempo. En una palabra, uno tiene que defender su libertad de recordar contra aquello que pretende compelerlo a que olvide. Y el poder del tiempo es grande. [3]

El espacio que nos circunda y el tiempo como enemigos del recuerdo. La solución que halla a esto Julien es lo que le da a su actitud una dinámica enfermiza: elige consagrar su vida a los muertos, su fidelidad a ellos lo transforma a él en un muerto en vida, una fidelidad a los muertos que es a costa de volverse contra los vivos. Efectivamente, cuando Gérard, el amigo al que asiste al principio se presenta en su trabajo para presentarle su nueva novia, Julien se oculta, se niega a verlo... Luego, más tarde, manifiesta su enfado e incomprensión ante la actitud del amigo con Cecilia, la mujer que secretamente lo ama. Tras una discusión sobre el tema Cecilia lo dice con claridad: "No tenemos la misma forma de amar a los muertos, usted ama a los muertos contra los vivos". El recuerdo de los muertos en Julien implica, como veremos al tratar el tema del duelo, una congelación del amor en los muertos que no deja que el amor se extienda a los vivos, y es aquí cuando Julien se aparta del mensaje final de Kierkegaard quien nos dice:

La obra del amor que consiste en recordar a un difunto es una obra del amor de lo más desinteresado, más libre y más fiel de todos. Con que ve a practicarlo: recuerda al difunto, y aprende cabalmente con ello a amar los vivos desinteresada, libre y fielmente. [4]

Kierkegaard  nos plantea el recuerdo de los difuntos como un acto de amor que nos debe guiar al considerar el amor a los vivos, un amor que se nos presenta desposeído de circunstancias contigentes, características particulares a nuestros ojos especiales o excepcionales por las que amamos al otro, y por el que somos amados por el otro. Sin embargo, esta propuesta de Kierkegaard tiene aspectos discutibles puesto que la propuesta no deja de ser ama a los vivos como a los muertos, es decir, sin ninguna idiosincrasia particular, como una tabula rasa, o como dice Zizek al respecto:


Así que para amar al prójimo, debemos olvidar todas sus cualidades, todo lo que hace que sea un ser humano específico, lo que significa que debemos tratarlo como si ya estuviera muerto. [5]

Y, curiosamente, esto es lo que Julien pretende con Cecilia -. Pretende basar esa relación justamente en el servicio a los muertos. En un momento de la película le dice: "durante mi ausencia usted es la guardiana del templo. Esta es la llave... Además hay otra cosa. Cecilia, es a usted a quién he elegido para acabar el conjunto". Y le cuenta que eso significa que ella prenderá la última vela cuando llegue el momento, la vela que será la suya.

Cecilia (Nathalie Baye) con Julien

II. PSICOLOGÍA DEL AMOR Y EL DUELO.


En la misma escena en la que Julien le comunica a Cecilia que ella sea la guardiana del templo en su ausencia, ésta le hace una interesante observación con respecto a su relación con los difuntos: "pero a usted esta capilla le reconcilia con el futuro y a mi con mi pasado". En el cuento de Henry James esto es aun más específico:

A su manera, un año tras otro, él había guardado la fecha de la muerte de Mary Antrim. Tal vez resultaría más exacto decir que aquella fecha le había guardado a él; por lo menos lo había guardado, a rajatabla, de hacer otra cosa. [6]

Esta frase puede también entenderse de otra manera, a Davenne su capilla, su relación con los difuntos lo encadena  al pasado y así le deja sin futuro, mientras que a Cecilia, la reconciliación con el pasado la abre al futuro... Ella aun quiere amar a los vivos, Julien no. ¿Y no es esto acaso lo que nos dice Kierkegaard en la nota 2, aquello que desde el primer al último instante no hay ninguna perspectiva?

Y justamente esta frase de Cecilia nos abre al punto de vista psicológico del duelo. En ese sentido el artículo de Freud de 1917 Duelo y melancolía es un clásico para emprender ahora nuestro trabajo. Freud nos dice acerca del duelo y, en especial, del duelo intenso:

El duelo intenso, reacción a la pérdida de un ser amado, integra el mismo doloroso estado de ánimo - refiriéndose a la melancolía -, la cesación del interés por el mundo exterior - en cuanto no recuerda la persona fallecida -, la pérdida de la capacidad de elegir un nuevo objeto amoroso - lo que equivaldría a sustituir al desaparecido -  el apartamiento de toda actividad no conectada con la memoria del ser querido. [7]

Justamente la labor del duelo es el proceso por el cual la líbido, hasta entonces unida al ser amado, se libera para dejar al yo libre y sin inhibiciones. ¿Qué ocurre entonces con el duelo de Julien? Justamente todo lo contrario. Julien mantiene su líbido unido a la difunta Julie Davenne y por eso es necesario que Julien este contra los vivos. La película - y tampoco el relato - nada nos narra de lo qué sucedió cuando Julien perdió a Julie, pero cuando intenta confortar a Gerard, dice una frase que debió ser su "iluminación" en algún momento de su duelo:  Dedíquele todos sus pensamientos, todos sus actos, todo su amor y verá que los muertos nos pertenecen si nosotros aceptamos pertenecerles. Es decir, para que los muertos vivan Julien elige morir en vida.

- Una reflexión acerca del duelo y el duelo patológico.

Aunque como decía no hay indicaciones del inicio del duelo de Julien podemos hacer alguna hipótesis partiendo de dos elementos: las fotos de Julie en la película y un pequeño comentario del relato de Henry James. En una escena de la película la cámara nos enfoca en la habitación verde consagrada a Julie varias fotos de ella. Al final vemos una imagen de su lápida con una leyenda a su pie: Julie Davenne. Née Vallance. 1897 - 1919. Es decir, fallecida a los veintidós años.


Foto de Julie en el altar de la habitación verde.
En el relato de Henry James leemos:

El matrimonio había tenido, desde hacía mucho, muy poco que ver al respecto: para la muchacha que iba a haber sido su desposada no hubo jamás abrazo nupcial. Había muerto de fiebre maligna después de señalado el día del casamiento, y él había perdido, antes de haberlo gustado con plenitud, un cariño que había prometido llenar su vida hasta los bordes. [8]

Juan David Nasio nos dice en relación al amor, y creo que aun más precisamente al hecho del enamoramiento, que una vez nuestro deseo es captado y atrapado en el otro:

... nos aferramos a esta persona hasta incorporarla y hacer de ella una parte de nosotros mismos. Insensiblemente, la recubrimos como una hiedra recubre un muro. Lo envolvemos con una cantidad de imágenes superpuestas, cada una de ellas cargada de amor, odio o angustia, y la fijamos inconscientemente a través de una multitud de representaciones simbólicas, cada una de ellas vinculada a un aspecto de la persona que nos ha marcado. Toda esa hiedra germinada en mi psiquismo, nutrida por la savia en bruto de la irrupción del deseo, todo ese conjunto de imágenes y significantes que enlaza a mi ser con la persona viva del amado hasta transformarlo en un doble interno, es lo que denominamos "fantasma", fantasma del elegido. [9]

Una lectura del duelo desde esta perspectiva más psicoanalítica nos hace entender el dolor del duelo como el dolor producido al no encontrar la imagen interiorizada del amado (una imagen idealizada) al amante externo, físico, lo cual favorece un mayor encadenamiento o apego a la imagen interna que a su vez nos revela aun con más fuerza la ausencia externa:

el dolor del duelo no es dolor de separación, sino dolor de lazo [...] lo que duele no es separarse sino aferrarse más intensamente que nunca al objeto perdido. [10]

El proceso de duelo cabría así entenderlo como el proceso que implica la imposibilidad de seguir proyectando nuestra imagen interna del amado sobre el amado real, el amado desaparecido. El dolor da testimonio de la dificultad de la asimilación de la rotura del lazo que nos unía él. Se trata por tanto del proceso de desinvestidura y alejamiento no sólo del ser perdido, si no también de nuestra imagen interna idealizada de él.

Teniendo en cuenta todos estos elementos, podemos entonces entender el duelo patológico como la imposibilidad de realizar este proceso de desinvestidura y asimilación de la rotura del lazo. En el duelo patológico el amor no puede volver a fluir porque ha quedado coagulado alrededor de la propia imagen interna. El caso de Julien Davenne lleva esta patologia a su extremo al transformar el altar que le dedica a Julie en  la representación simbólica externa de su imagen interna idealizada... El altar, entendido también como altar del recuerdo es el lugar que coagula y atrapa el amor de Julien al convertirse en el altar del recuerdo de la imagen interna de Julien. El altar se transforma en el representante externo que permite a Julien seguir anudando el lazo con su imagen interna.

A esta resolución de Julien podemos oponer la vivencia de la descripción más emotiva de uno de los duelos que se han transcrito al papel... Se trata de las palabras del escritor británico C. S. Lewis (autor de las célebres "Las crónicas de Narnia") acerca del duelo por su mujer, la poetisa norteamericana Joy Greesam (Este episodio de la vida de ambos fue llevado por Richard Attenborough  al cine en la película Tierra de penumbras - Shadowland, 1993 - , con Anthony Hopkins - C. S. Lewis - y Debra Winger - Joy Greesam -). Obsérvese como sus sentidas palabras nos permitirán comprender preciosamente todo lo que hasta ahora llevamos dicho:

Joy Greesam y C. S. Lewis
Toda la realidad es iconoclasta. La Amada terrenal, incluso en vida, triunfa incensatemente sobre la mera idea que se tiene de ella. Y quiere uno que así sea. Se la quiere con todas sus barreras, todos sus defectos y toda su imprevisibilidad. Es decir, en su directa e independiente realidad. Y esto, no una imagen o un recuerdo, es lo que debemos seguir amando, después de que ha muerto.

Pero esto resulta ahora inimaginable. En este sentido H (Joy) y todos los muertos son como Dios. En este sentido, amarla a ella se ha convertido, dentro de ciertos límites, como amarle a Él. En los dos casos tengo que hacer que el amor abra sus brazos y sus manos a la realidad (sus ojos aquí no cuentan), a través y por encima de toda esta fantasmagoría de mis pensamientos, pasiones e imaginaciones. No debo conformarme con la fantasmagoría misma y adorarla en lugar de Él o amarla en lugar de ella.

No mi noción de Dios, sino Dios. No mi noción de H sino H. Es más, tampoco la noción que tengo de mi vecino, sino mi vecino. Porque ¿no es cierto que muchas veces cometemos este mismo error con respecto a personas todavía vivas, que están con nosotros en la misma habitación? Me refiero al error de hablar  y tratar no con el hombre mismo sino con el retrato - casi el "précis" - que nos hemos hecho de él in mente. [11]

Aldo Carotenuto nos dice a este respecto:

En una relación amorosa, lo que fascina es presicamente la promesa que el otro representa. Aunque la seducción es una especie de actuación, no hay fraude ni mala fe, porque por intermedio del otro, definitivamente doy vida a mis fantasías interiores. Ellas son auténticas, deben serlo, pues soy el primero en creer en ellas e involucrarme en el juego. Y sin embargo, cuanto más íntima y habitual se hace una relación, más nos percatamos que la imagen que nos sedujo es en realidad una imagen interior de nosotros mismos. [12]

Julien no logra realizar esta elaboración, antes todo lo contrario... En un momento de la película Julien intenta encargar un maniquí con la imagen de Julie. Ante el resultado, es decir, ante la imposibilidad de que represente su imagen interna, un Julien airado pide que se destruya tal aberración.

Julie: la imagen imposible.
Ahora bien, que cabe pensar de ese pasaje que Julien hace al poner su vida al servicio de los muertos - y renunciar así al amor a los vivos - y congelar su amor a sus recuerdos y darles su lugar en  un altar...

III. LACAN Y EL AMOR CORTÉS: LA DAMA INALCANZABLE.

Mientras avanzaba la película de Truffaut no podía dejar de pensar en el capítulo que Lacan le dedicó al amor cortes en su seminario VII, la ética del psicoanálisis. La elevación de Julie al altar se entronca, o por lo menos lo podemos leer en paralelo, con ciertas características del amor cortés, y así Lacan nos dice:

El objeto, señaladamente aquí el objeto femenino, se introduce por la puerta de la privación, de la inaccesibilidad [...] No hay posibilidad de cantar a la dama, en su posición poética, sin el presupuesto de una barrera que la rodea y la aísla. [12]

Evidentemente la barrera que rodea y aísla a Julie se nos hace aquí obvia: la muerte. Es una barrera que, efectivamente la torna inalcanzable. De la misma manera observamos en Julien otra característica parecida a la que caracterizaba al amor cortés: a la dama se la llamaba Mi Dom, es decir, Mi Señor - en su término masculino -, lo cual nos indica el sentido de pertenencia que el poeta adquiría para su dama, la misma pertenencia que Julien admite hacia Julie y los muertos. Recordemos:  Dedíquele todos sus pensamientos, todos sus actos, todo su amor y verá que los muertos nos pertenecen si nosotros aceptamos pertenecerles.

Julien ante la tumba (símbolo de la barrera que rodea y aísla) de Julie.

Otra observación que nos atañe se refiere a la "crueldad" de la dama:

Nunca la dama es calificada por sur virtudes reales y concretas, por su sabiduría, por su prudencia o ni siquiera su prudencia [...] La dama es esencialmente lo que se llamó más tarde, en el momento de los ecos infantiles de esta ideología, cruel. [13]

En la literatura medieval sobre el amor cortés (poesía trovadoresca, Duque de Aquitania, Chrétien de Troyes, Godofredo de Estraburgo, etc.) son frecuentes las pruebas y humillaciones que la dama le impone al enamorado en sus intentos por acceder a ella, así como las trabas que éste se encuentra por el camino. En el caso de Julien la peor prueba que le impone su dama es precisamente su absoluto silencio, su ser nadie, como dice Kierkegaard. Recordemos que la característica del amor desinteresado adquiere su máxima expresión, según Kierkegaard, en ese amor a los muertos:  hay que eliminar toda posibilidad de recompensa. Ahora bien, precisamente esta está eliminada en relación con los difuntos.


En el capítulo del Seminario VII dedicado al amor cortés Lacan nos indica finalmente algo interesante:

Vemos funcionar aquí en estado puro el mecanismo del lugar que ocupa la mira de la tendencia en la sublimación, a saber, lo que demanda el hombre, lo que sólo puede demandar, es ser privado de algo real.[ 14]

Por lo tanto, lo que nos indica en ese punto Lacan es que el amor cortés requiere precisamente la imposibilidad, y la imposibilidad lleva a que la dama sea elevado al rango de lo que Lacan llamó Das Ding (La Cosa). Para ilustrar el tema de Das Ding vuelvo a citar las palabras de C. S. Lewis cuano dice:  En este sentido H (Joy) y todos los muertos son como Dios. En este sentido, amarla a ella se ha convertido, dentro de ciertos límites, como amarle a Él. Es decir, lo particular se diluye en lo general e inabarcable... Julien hace algo parecido cuando decide consagrar a sus muertos la capilla que se ofrece a restaurar, una capilla donde figurará el recuerdo de todos aquellos amigos, conocidos y otras personas a las que ha querido a pesar de la brevedad de sus encuentros, como un director de orquesta cuya música le estremeció... Una capilla cuyo altar está presidido por las fotos de Julie...


Escena del altar de los muertos en la capilla.

Para seguir precisando el tema de Das Ding veremos el siguiente comentario de Carotenuto:

cuando el lazo erótico se hace predominante y uno tiene la sensación de haber creado una dimensión sagrada, experimentamos la imposibilidad de recrear ese espacio en otra parte. Al unirnos podríamos presentarnos para un renacimiento en el mundo, pero cuando hay una crisis en la relación, se deteriora toda nuestra existencia. Temiendo el fin de todo, aun así notamos, lejana pero firme, la promesa distante de un posible renacimiento.

La compulsión nos lleva al borde de una condición extrema, una que podría ser descrita como el deseo de incorporar y ser incorporado. Y aquí aparece el arquetipo de la madre. [16]

Y este comentario nos introduce perfectamente a la noción de Das Ding como el lugar que expresa nuestro deseo de incorporarse y ser incorporado, es decir de fusionarse, por eso Carotenuto habla del arquetipo de la madre (es analista junguiano) o Lacan relaciona Das Ding con la madre pre-edípica (es psicoanalista), imago del deseo de fusión del niño con ella, deseo (anhelo) que como adulto aun sigue en pleno funcionamiento siendo habitualmente proyectado sobre distintos objetos. ¿Por qué la doncella es alejada permanentemente del amado en el mundo del amor cortés? ¿Por qué Julien ama una muerta a costa de no amar a los vivos? Porque de ser alcanzado este lugar el precio es la pérdida de la subjetividad:

Aquí nos encontramos enredados en una dicotomía fundamental que en realidad expresa nuestra brutalidad: la violencia de la muerte y la dureza misma de la vida que son responsables por nuestra capacidad para la respuesta erótica. En presencia de las reflexiones sobre la vida y la muerte que pueden surgir de una relación amorosa, lo primero que se daña es nuestra subjetividad, pero es precisamente perdiéndola que podemos vivenciar el sentido de unión. Esta es una ilusión porque jamás podemos poseer completamente la subjetividad del otro. [17]

Lacan, en su seminario, establece la vinculación de Das Ding con la madre de la siguiente manera:

Lo que encontramos en la ley del incesto se sitúa como tal a nivel de la relación inconsciente con Das Ding, la Cosa. El deseo por la madre no podría ser satisfecho pues es el fin, el término, la abolición de todo el mundo de la demanda, que es el que estructura profundamente el mundo del hombre. En la medida en que la función del principio del placer reside en hacer que el  hombre busque siempre lo que debe volver a encontrar, pero que no podría alcanzar, allí yace lo esencial, ese resorte, esa relación que se llama la ley de interdicción del incesto. [18]

Y, efectivamente, Julien al final de la película muere en los brazos de Cecilia pronunciando las palabras: "¡Falta una! solo... solo una... ¡Una sola, otra vela! Entonces el conjunto estará acabado. Cecilia, lo que ha pasado entre nosotros... yo sé lo que ha pasado. Nada... nada ha pasado... Nada". Y así expira su último aliento... La vela que falta es la suya propia, por fin Julien se incorpora al mundo al que ha deseado reincorporarse, el mundo en el que ahora está Julie, se reincorpora a los muertos y reincorpora en él a los muertos por fin (fusión, unión). Sólo su propia muerte (fin de la subjetividad) vence a la muerte como aquel obstáculo que le separa de Julie y de sus muertos...

Cecilia colocando la última vela: la vela de Julien.

En el cuento de Henry James el final es un poco distinto, pero más esclarecedor... En él se refleja con claridad ese camino hacia la fusión y ese abandono de la subjetividad de la que hablan Carotenuto o Lacan. Saliendo de una enfermedad que le aqueja Stransom (el Julien de Henry James) se dirige aun muy debilitado a la Capilla y allí sufre la siguiente experiencia:

Cayó de rodillas delante de su altar, en tanto su cabeza caía entre sus manos. Lo embargó su debilidad, su agotamiento vital. Le pareció que había acudido allí para la máxima entrega [...] Había venido, como venía siempre, para dejarse perder; allí estaban todavía los campos de luz para que vagase por ellos; sólo que aquella vez no regresaría de aquellas extensiones. Se había entregado por completo a sus Muertos, y esta vez sus Muertos se quedarían con ellos. Le fue imposible levantarse de su posición genuflexa; estaba convencido de que ya jamás lograría levantarse; lo único que podía hacer era levantar los ojos y fijarlos en las luces. Se le antojaron inhabitual y extraordinariamente esplendentes, pero aquella que siempre le atrajo más tenía ahora un fulgor inaudito [...] Todo el altar brillaba, deslumbrante y enceguecedor; pero la fuente de luminosidad suprema ardía con claridad superior a la del resto, concretándose en una forma, y esa forma era de belleza humana y de cariño humana, era el lejano rostro de Mary Antrim. Ella le sonreía desde la gloria celeste, descendió a tierra desde aquella gloria para recogerlo a él. [19]

Lo que sigue es lo que hemos narrado anteriormente: la muerte de Julien.

IV. UNA MIRADA AL CASO DE CECILIA: LA SIZIGIA.


La sorpresa de Cecilia nos la da su evolución en la película que pasa de la mujer que ama en silencio a Julien a la que, poco a poco se va viendo absorbida por su mundo a pesar de sus desacuerdos. Así, al final de la película nos sorprende con una declaración, justo cuando acababa de mandarle una carta para declararle su amor en la que le manifiesta:

Esta tarde por suerte, la mayor de las suertes, el sentimiento que nos separaba me ha abandonado, algo se ha modificado en mi. Al volver aquí, volver al instante es sólo lo importante. Desde ahora vendremos por la misma razón. Somos iguales [...] Sabe, no estoy aquí para pedir nada en  absoluto. Estoy aquí por ellos.

Este "somos iguales" nos pone en contacto con la idea de las almas gemelas (la sizigia junguiana) que, en este caso, comparten el recuerdo a los muertos como nexo de sentido y unión. Es curioso que tan punto ella le declara su amor sufra esta transformación... Y, de cierta manera,  la declaración de amor de Cecilia coincide con la muerte de Julien puesto que la única forma en la que Cecilia puede amar a Julien es amarle como lo que ya es en vida, amarle como un muerto.

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  [1] Kierkegaard, Sören. Las obras del amor. Sígueme ediciones. Pág. 417
  [2] Ídem anterior, págs. 418 y 419
  [3] Ídem anterior, pág. 423
  [4] Ídem anterior, pág. 427
  [5] Zizek, Slavoj,  Arriesgar lo imposible. Editorial Trotta, pág. 113
  [6] James, Henry, El altar de los muertos. Valdemar Ediciones.
  [7] Freud, Sigmund. Duelo y melancolía (1917). Biblioteca Nueva, OC. Vol. II pág. 2092
  [8] Ídem nota 6.
  [9] Nasio, Juan D. El libro del dolor y del amor. Gedisa editorial, págs. 48 y 49
[10] Ídem anterior, pág. 199
[11] Lewis, C. S. Una pena en observación. Anagrama, panorama de narrativas. 302, págs. 91 y 92
[12] Carotenuto, Aldo. Eros y Pathos. Matices del sufrimiento en el amor. Editorial Cuatro Vientos, pág. 44
[13] Lacan, Jacques. Seminario VII. La ética del psicoanálisis. Ediciones Paidós. pág. 183
[14] Ídem anterior, pág. 185
[15] Ídem anterior, pág. 184
[16] Ver nota 12, pág. 79
[17] Ver nota 12, pág. 80
[18] Ver nota 13, pág. 85
[19] Ver nota 6


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ALGUNAS PELÍCULAS DE INTERÉS.


TIERRA DE PENUMBRAS (Shadowland, 1993)

Director: Richard Attenborough
Intérpretes: Anthony Hopkins, Debra Winger, Joseph Mazello, John Wood


 C.S. Lewis (Anthony Hopkins), profesor de literatura en Oxford, es un escritor de gran reputación. Es soltero y vive con su hermano de forma casi monacal, totalmente desconectado de la realidad, encerrado en el mundo de la enseñanza y los libros. Un día irrumpe en su vida Joy Gresham (Debra Winger), una poetisa estadounidense divorciada y gran admiradora suya, que está de viaje por Inglaterra con su hijo (Joseph Mazzello) y desea fervientemente conocerlo en persona.


TODAS LAS MAÑANAS DEL MUNDO (1991).

Director: Alain Corneau
Intérpretes: Gérard Depardieu, Jean-Pierre Marielle y Anne Brochet


Cuenta la historia de la relación entre el anciano Monsieur de Sainte-Colombe, sumido en una profunda melancolía por la muerte de su mujer, y el todavía joven Marin Marais, decidido a ser su discípulo para perfeccionar el uso de la viola, y que a su vez mantiene una relación con su hija.



ABISMOS DE PASIÓN (1954)

Director: Luis Buñuel
Intérpretes: Jorge Mistral, Irasema Dilian, Lilia Prado, Ernesto Alonso


Inspirada en Cumbres borrascosas (Emily Bronte). Alejandro regresa a la finca El Robledal tras estar ausente diez años. Su deseo es casarse con Catalina, su amor de juventud. Pero ésta ya se ha casado con Eduardo. Por despecho se casará con la cuñada de Catalina, Isabel, pero al no amarla la tratará con distancia y desprecio. Alejandro y Eduardo tienen un duro enfrentamiento y Catalina muere. Alejandro trata de bajar al panteón donde reposan los restos de Catalina para besarla, pero Ricardo, hermano de la muerta, lo mata de un tiro.



ROMEO Y JULIETA (1968)

Director: Franco Zefirelli
Intérpretes: Leonard Withing, Olivia Hussey, Michael York

Basada en la obra teatral de William Shakespeare, nos cuenta la historia de dos adolescentes, cuya incontenible y desbordada pasión coloca el amor por encima de la muerte. Su relación se ve dramáticamente marcada por el absurdo y ancestral odio que se profesan sus familias: los Montesco y los Capuleto. La lucha por llevar adelante su amor desencadenará en una tragedia que los unirá finalmente en la muerte.



AMOR DE PERDICIÓN (Amor de Perdiçao, 1979)

Director: Manoel de Oliveira
Intérpretes: Antonio Siqueira, Cristina Hauser, Elsa Wallemkamp

Historia de amor fatal y desesperado ambientada a comienzos del siglo XIX, basada en una de las novelas más importantes del romanticismo portugués.

domingo, 24 de marzo de 2013

LA GATA SOBRE EL TEJADO DE ZINC Y LAS RELACIONES FAMILIARES.



La gata sobre el tejado de zinc (1958), - Cat on a thin hot roof, de la que en España se omitió la palabra ardiente (hot) - es una de las mejores adaptaciones realizada sobre una obra de Tenesse Williams. Fue dirigida por Richard Brooks e interpretada magistralmente por Paul Newmann (en el papel de Brick) y Elizabeth Taylor (en el papel de Maggie), acompañada también por una gran interpretación de Burl Ives en el papel del padre de Brick, el abuelo Pollitt.

Obra característica de Tenesse Williams, de quien el cine ha realizado numerosas y, casi todas ellas, grandes adaptaciones - Un tranvía llamado deseo (1951), dirigida por Elia kazan, o Dulce pájaro de juventud (1961), dirigida también por Richard Brooks, o la considerada también como una de sus más grandes adaptaciones al cine, De repente el último verano (1959), dirigida por el gran Joseph L. Mankiewic. Recordemos también La noche de la iguana (1964), dirigida por John Houston -. Se encuadra dentro de sus grandes temáticas, inspiradas mayormente por experiencias ligadas a su propia vida: la constante oposición entre la hipocresía y falsedad de los convencionalismos sociales, así como de sus personajes dominantes y agresivos y la figura del marginado quien se opone a ella debatiéndose entre la rebeldía y su debilidad, en ocasiones, hasta propia destrucción y las de aquellos que reaccionan hipócritamente en beneficio de sus intereses.

Tenesse Williams

1. UNA APROXIMACIÓN A LOS PERSONAJES.

Brick (Paul Newmann) es el segundo hijo de los Pollitt, quien se  nos muestra como un individuo alcohólico y torturado. Desengañado y con un fuerte sentimiento de culpa por sus fracasos en el pasado y por una relación afectiva con Maggie (Liz Taylor) extremadamente deteriorada y a la que se le une una sórdida historia del pasado con el que fuera su mejor amigo. Brick aparece como el más claro síntoma de la familia, el elemento que desvela la falsedad sobre la que se construye la familia y el imperio Pollitt. Su refugio en el alcohol nos muestra otra de las señas de identidad del elemento clave por el que transcurre toda la película y sobre el que se construye todo el entramado de relaciones familiares: la mendacidad o el hábito de mentir. Justamente su rebeldía autodestructiva devendrá el aspecto fundamental sobre el que desvelar esa mendacidad.

Maggie es la mujer de Brick, personaje magistralmente interpretado por Elizabeth Taylor, se nos muestra como un personaje ambiguo que se mueve entre la ambición y el amor. Su exhibición sensual y erótica ante un Brick que la rechaza constantemente nos vuelve a poner en una situación ambigua que oscila entre la humillación masoquista y una vez más la ambición manifiesta para heredar la parte de la fortuna paterna del Imperio del gran Pollitt. La evolución de Maggie en la película va pareja a la evolución del propio Brick y que podría resumirse que a mayor desvelamiento de la falsedad, de la mentira, poco a poco va surgiendo lo mejor de cada personaje. Como veremos más adelante, la culpa es otro factor determinante en su relación mediante la historia con Skiper, el gran amigo de Brick que se suicidó en misteriosas circunstancias. Define bien la postura de Maggie la reflexión que sobre su pasado hace en un momento dado con Brick: "Yo... yo por desgracia he sido tremendamente pobre toda mi vida. Esa es la verdad Brick [...] Tu no sabes lo que es tener que adular a personas insoportables sólo por dinero. Tu no sabes lo triste que es apenas tener vestidos. Hasta el propio vestido de novia era de segunda mano. Había sido de una prima rica a la que odio. Se puede ser joven sin tener dinero, pero no se  pueder ser viejo sin él."

El abuelo Pollitt es el padre de Brick, otra excelente interpretación a cargo de Burl Ives en el papel del hombre dominante y agresivo que ha labrado un imperio partiendo de la nada. Luchador incansable en la construcción de su imperio fracasa en su función paterna y con su familia. Es el típico hombre que manifiesta un tipo de grosería despreciativa que puede atraer facilmente las simpatías del expectador y que, sin embargo, no esconde su falta de sensibilidad y su egocentrismo. Una parte fundamental de la película se centra precisamente en el encuentro entre Brick y su padre para decirse las verdades sobre su relación que durante tanto tiempo han estado ocultadas y que, a su vez, son las verdades ocultas de la familia Pollitt.

La abuela Pollitt, la madre de Brick, es interpretada por Judith Anderson (la inolvidable ama de llaves de la película Rebeca de Hitchcock). Otro personaje ambiguo que oscila entre una figura invasiva y la mujer infeliz que niega la realidad que se manifiesta ante sus ojos. Personaje no tan potente como el del abuelo hay que imaginarlo más en el pasado como la posible madre que, ante el más que probable descuido afectivo de su esposo, se refugia en sus hijos donde seguramente toma más dimensión su aspecto invasivo. En un momento de la película en la que Brick cierra la puerta de la habitación, ella llama molesta para que abran la puerta, diciendo posteriormente: "Aborrezco las puertas cerradas en mi casa". Maggie le responde que todos necesitamos momentos de intimidad a lo que ella sigue diciendo: "No señora, en mi casa no"Una paradoja de abertura que no sirve para nada cuando, como en su caso, nada se quiere ver.

Gooper (Jack Carson) es el hermano mayor de Brick. Personaje interesado por la herencia del padre, si bien su perfil se va aclarando hacia el final de la película, cuando se revela que es el hermano que se siente despreciado por su padre en beneficio de Brick, el hermano claramente preferido del padre y también lo parece de la madre. Es la antítesis de Brick, abogado que lleva los asuntos del padre, casado con cinco hijos y a la espera del sexto. Siempre cumpliendo. En un momento de la película aparece su tema cuando le dice a su madre: "Siempre has dicho que no quiero al abuelo. ¿Cómo puedes saberlo? ¿Y cómo puedo saberlo él? Es que dejaba que le quisiéramos. Para él no existe nadie más que Brick. Desde que nació ha sentido debilidad por él. ¿Por qué?El abuelo quiso que fuera abogado y fui abogado. Dijo que me casase y me casé, que tuviera hijos y los he tenido. Dijo vive en Memphis y viví en Memphis. Todo lo que dijo lo hice... de acuerdo. Ahora bien, lo que te digo es que me importa un comino que el abuelo me quiera o no me quiera. Que me haya querido ayer o pueda quererme mañana. Siempre me ha tenido a la honestidad y el juego limpio. ¡Pues bien... escucha lo que te digo! Yo trato de proteger mis intereses y no en vano tengo el título de abogado."


Mae (Madeleine Sherwood), la mujer de Gooper, es quizá el personaje más esperpéntico de la película. Sería el extremo caricaturizado de Maggie en su dimensión ambiciosa y, especialmente en la dimensión más hipócrita. A diferencia de Maggie donde la ambición y el amor si conviven, en Mae sólo existe el interés personal sin ninguna otra consideración. Todas sus acciones están determinadas para agradecer y satisfacer al abuelo y la abuela Pollitt con el único objetivo de que Gooper sea el heredero de las tierras. Falsedad y manipulación decididamente orientada a la consecución del objetivo. En una de las escenas finales puede observarse la virulencia y la crueldad característica de este tipo de personajes cuando aprecian la posibilidad de no salirse con sus objetivos.


II. SECRETOS, MENTIRAS Y DESCONFIANZAS.

La obra se concentra en su inicio en la tensa relación entre Brick y Maggie acompañada de la profunda sensualidad con la que la Taylor interpreta su papel y la sequedad amargada de un Brick refugiado en el alcohol. Se intuye que un suceso ha sido la causa de tal perturbación. También se define la tensión entre los dos hermanos siempre manifestadas por sus parejas respectivas, Maggie y Mae, quienes constantemente están manifestando su preocupación por la herencia del Imperio Pollitt. Y, finalmente, no tarda en manifestarse una mentira con la que el médico de la familia - quien se la desvela a Brick - oculta la realidad de la enfermedad del abuelo Pollitt y su desahucio. Esta mentira no hace más que seguir desvelando otras falsedades y frustraciones que acompañan a nuestros personajes. Entre medio nos enteramos de que la tensión entre Brick y Maggie se debe a algo relacionado con un íntimo amigo de Brick, Skiper. El primer desvelamiento le sucede a la abuela Pollitt, quien convencida de que el abuelo está fuera de peligro persiste en una alegría desbordada y sofocante para el abuelo Pollitt, quien en un momento de su 65 aniversario le dice exaltado:

Tú no sabes ni nunca has sabido nada [...] He soportado un montón de estupideces a mi alrededor porque creía que iba a morirme y entonces tu empezaste a crecerte. En todas partes encontraba tu entrometida persona dando gritos de mando. Todo lo mangoneabas y en todo metías la nariz como si fueras el ama, pero no hay más amo que yo en esta casa. Esta propiedad la levanté yo sin tu ayuda ni la de nadie y  yo la gobernaré hasta el mismo día en que me muera. ¿Has comprendido bien Ida? ¿Queda perfectamente entendido? No voy a morirme... El único mal que tengo es un espasmo de colón, y ese espamo me la han produdido las grandes mentiras y los grandes mentirosos que siempre me han rodeado y la hipocresía que he aguantado durante los cuarenta años que he convivido contigo.



Una afectada abuela se retira con el pastel de cumpeaños diciendo: ¡Ay abuelo! Durante todos esos años nunca creíste que te quería. Te he querido... Te he querido mucho. Te he querido siempre, incluso quería tu odio.y tu dureza.

Con esta escena se empieza a desmontar la fantasía general de la familia Pollitt a la que sigue el desvelamiento de los intereses de Mae, a quien el abuelo Pollitt descubre espiando la conversación que mantiene con Brick:

¡Estabas escuchando, espiando! ¿Necesitaré cerrar las puertas con llave para poder mantener una conversación privada [...] Voy a sacaros a Gooper y a ti de la habitación de al lado. A vosotros no os importa nada de lo que ocurra aquí entre Brick y Maggie. Odio a los rastreros y a los  espías, me producen náuseas.

 Sin embargo, el tema más profundo surge entre Maggie y Brick.

- El tema de Brick y Maggie.

Después de estas escenas en las que el abuelo Pollitt descarga su ira contra su mujer y su nuera Mae, surge el tema que parece afectar a Brick y a Maggie y que se trata de un tema que afecta a Spiker, el mejor amigo de Brick quien parece que se suicidó después de una turbia situación en la que se vió envuelta Maggie. En una discusión con su padre, Brick hace participar a Maggie para que relate su historia... Pronto se hace manifiesto el desencuentro que existía entre Maggie y Spiker, en tanto en cuanto éste llevaba a Brick a una vida entregada el Football americano. Dice Maggie: "Yo  no quería pasar mi vida matrimonial en los vestuarios de los campos de deportes". Veamos el siguiente diálogo entre Maggie y Brick en presencia del padre:

Brick: ¿Desde cuando la presencia del hombre ha herido tu delicada sensibilidad?
Maggie: ¡Del hombre no, del rugby! La sola idea del rugby me molestaba. Sobre todo al saber que ibas a formar un equipo profesional. Para que necesitaba un equipo de su propiedad cuando podría haber fichado por cualquier equipo profesional del país... Organizaste tu propio equipo profesional tan sólo en atención a tu Skiper...
Brick: ¡Embustera!
Maggie: teniendo en cuenta que él no era lo bastante bueno para formar el suyo...
Brick: ¡El rugby profesional Maggie es un negocio!
Maggie: ¡Ah...! ¿Te refiere a un negocio para ganar dinero?
Brick: ¡Si, dinero, el hilo con el que se tejen tus sueños!
Maggie: Pero el caso es que el Ticky Star no ha ganado ni un sólo centavo desde el primer día hasta el último. No era por el dinero sino por los aplausos, era eso lo que le entusiasmaba.
Brick: ¡Los aplausos no significaban nada para mi...!
Maggie: ¡Ah no...!
Brick: Pero para tí si que significaban algo,  porque los aplausos te excluían a ti y tu no soportas verte excluida en nada.
Maggie: Excluida por la gente no me importa, pero por tí si, por el hombre a quien quería, y por eso sentía odio por el rugby y por Skiper.


Brick y Maggie

Se nos clarifica aquí la tensión que Skiper representaba entre Brick y Maggie, pero la cosa no acaba aquí, lo que existe entre Maggie y Brick como fantasma lo formula éste tras este diálogo al decirle a Maggie: "Odiabas a Skiper de una  manera tan rara que lo emborrachaste para conquistarle..." Este es el verdadero fantasma que existe entre ellos. Maggie entonces cuenta la historia y se va clarificando que Skiper se suicidó porque debido a una lesión de Brick se demostró que Spiker era un fracaso como jugador al cosechar una derrota escandalosa... Skiper se desmoronó y se emborracho y entonces Maggie cuenta lo que ocurrió:

La historia de Maggie
Se hallaba fuera de sí, enloquecido por la bebida y se obstinaba en no salir... Como destrozaba los muebles el gerente del hotel me dijo que fuera a calmarle o que llamaría a la policía... Por eso fui a su habitación [...] en todo momento asustado, temeroso de tí  - en referencia a Brick -. Le dije que quizá era la ocasión más propicia para abandonar el rugby, que se buscara un empleo y que nos dejara en paz a nosotros. Creí que iba a pegarme acercándose lentamente a mi sonriendo de un modo que me causaba pánico... E hizo lo que menos me esperaba... Darme un beso. Aquella fue la primera y última vez que me tocó...

Maggie le cuenta que entonces pensó en decirle quien era de verdad Skiper, pero también le cuenta los miedos que le asaltaron y que, a pesar de todo... "Yo queía recuperar a mi marido, quitárselo al deporte y a sus gentes, haría cualquier cosa para conseguirlo pero, en el último instante, tuve miedo al pensar que podría perderte en vez de recuperarte... Temí que me odiaras a mi en vez de a Skiper y entonces huí. ¡No sucedió nada!  [...] Yo quería librarme de Skiper pero no a costa de perderte a tí... Brick me culpó de la muerte de Skiper... pero al final quien ha ganado ha sido Skiper."

Pero aun hay más, surge entonces un elemento inesperado cuando Maggie, justo antes de salir de la habitación para dejar a Brick con su padre, revela que un Skiper moribundo le dijo que antes de saltar por el balcón Brick le había colgado el teléfono... Surge así el auténtico sentimiento de culpa de Brick desplazado sobre Maggie... Ante su padre, y ante sus preguntas acerca de por qué Skiper se mató,  Brick habla de una persona que le falló a Skiper...

La desesperación de Brick
...y esa persona fui yo. Cuando me telefoneó... hablaba incoherentemente, pero había una cosa que no admitía duda. Estaba muy asustado, ¡asustado! Temía que le reprochase lo sucedido aquella tarde en el partido. Asustado de que no volviera ayudarle. Skiper miedoso, casi no podía creerlo, sin embargo estaba realmente, profundamente asustado.Y de pronto se deshizo como una caña podrida... Empezó a gritar "te necesito" y balbuceó "¡sálvame, sálvame!" ¿Cómo salvarle? ¿Cómo puede salvar el que esta ahogándose a otro que se ahogra también? "Y colgaste el teléfono" - concluye su padre -. El teléfono volvió a sonar entonces. Sonaba sin cesar con una insistencia obstinada. Y yo tendido en una cama de la clínica no podía escapar de aquel timbre que seguía repiqueteando cada vez con mayor intensidad. Sonaba como si fuese el grito de Skiper pidiendo auxilio... y yo no se lo presté. Y fue cuando se mató - le pregunta el padre - Si... se sintió fracasado y no quise ayudarle. ¡Dime si no es para sentir desprecio de mi mismo!

Luego la discusión continua y mientras Brick pretende irse de la casa su padre se lo impide, y en un momento dado de esa discusión Brick la revela a su padre la verdad sobre su salud. No es verdad que va a vivir, la verdad es que se muere... Otra de las mentiras habituales...

¡huyo de las mentiras tales como esa de que sea por muchos años
cuando saben que ya no habrá uno más y [...] La mentira y la farsa
son normas corrientes en nuestra vida.
Así podemos observar en esta primera parte de la película una familia que se construye sobre la base de los secretos, la mentira y la desconfianza. Y, sin embargo, es curioso que el desvelamiento de toda esta red de falsedad corre a cargo del padre, quien parece de repente coger las riendas de la farsa familiar... Y, sin embargo, la pregunta que ahora debe ocuparnos es otra que se deriva de su actitud... ¿Hasta ese momento dónde estuvo ese padre? La segunda parte del film nos aclara el por qué de todo este desbarajuste familiar.

III. EL ENCUENTRO ENTRE PADRE E HIJO. 

Tras ese desvelamiento de falsedades la película toma un doble rumbo. Por un lado todo lo que ocurre en una habitación de la planta de la casa en la que abuela Pollitt se entera por Gooper de que su marido va a morir, a la vez que también se desvela la verdad del hermano mayor, el hermano que se siente desplazado por Brick en las preferencia del abuelo Pollitt... El hermano para el que ahora sólo cuenta, con la activa participación de Mae, su mujer, asegurarse la herencia paterna. Por otro lado Mae y Maggie escenifican también su lucha particular... Mae con todo el descaro ya de sus verdaderos intereses, Maggie con esa ambiguedad entre esos intereses y el amor que siente por Brick.

Pero lo verdaderamente interesante ocurre en un sótano cargado de inútiles recuerdos y trastos de viajes realizados por el matrimonio Pollitt en el que Brick vuelve a reunirse con su padre... Es en esa escena donde se resuelve el por qué del descalabro familiar. En ese sótano repleto de cachibaches acumulados que compró su mujer en un viaje a Europa. Brick le pregunta porque dejó que mamá comprará todas estas cosas, a lo que su padre le da una interesante respuesta:

El animal humano es una bestia que un día u otro tiene que morir y si tiene dinero todo se le vuelve comprar, comprar y comprar... La razón de que compra todo lo que pueda solo obedece a la absurda esperanza de que algo de lo que compra durará eternamente... y eso es imposible.

Este es un momento importante porque en ese sotano lo tenemos todo: padre, hijo y madre como el mismo sotano con sus cachibaches... El sótano, de hecho nos pone en contacto con el objeto a de Lacan como ahora veremos.

- El sótano de los cachibaches como "el objeto a".

Una definición que nos atañe aquí acerca del famoso objeto a de Lacan es el que define este objeto como un agujero, como un vacío, pero no simplemente como un vacío estático, sino que se trata de un vacío dinámico en el sentido en el que se trata de un vacío que, como un agujero negro cósmico es un vacío aspirante [1], es decir, un vacío cuya fuerza (en lacaniano el plus de goce) anima a otros objetos externos a ocuparlo a a vez que tomando un significado que va más allá del propio objeto en sí... El sótano con sus cachibaches nos habla de lo que ha sido la relación del padre y la madre de Brick... Un vacío que carente del deseo y del amor del esposo se llena de objetos substitutorios que investidos por ese plus de goce de ese vacío (el objeto a) se transforman momentáneamente en el objeto perdido que lo satisface: el deseo y el amor del otro. Objetos cuya esperanza es que duren "eternamente" y que, sin embargo, cuando ya se "tienen" retornan a lo que realmente son.

Sobre esta base se desarrolla entonces un diálogo clave entre padre e hijo en presencia del abismo profundo de ese vacío materno:

Padre: ¿Si necesitabas un padre porque recurriste a Skiper como guía y no a mi. ¡Yo soy tu padre, comprendes! ¿¡Por qué no acudiste a los tuyos, a los que te quieren!?
Brick: ¡Tú no sabes lo que es cariño, para tí no tiene sentido esta palabra!
Padre: Por lo visto eres muy flaco de memoria. ¿Has deseado alguna cosa que yo no te haya comprado...?
Brick: ¡El cariño no se compra... Compraste esa chatarra por un millón de dólares y qué... te quiere acaso!
Padre: ¡Crees que lo compré para mí, es tuyo, la plantación, todo lo que tengo es tuyo!
Brick: ¡¡Yo no quiero COSAS!!

Y aquí ya tenemos formulado el problema que se inscribe en la figura paterna y en el problema de Skiper como substituto de esta figura: no hay guía ni cariño, simplemente hay COSAS. Cosas para su mujer, cosas para su hijos, simplemente cosas, cosas como la riqueza y el poder con las que el abuelo Pollitt haya posiblemente llenado su vacío... Brick, entonces empieza a golpear y romper objetos del sótano hasta que tropieza con una foto suya de jugador de rugby y la golpea también con rabia a la vez que dice: ¡¡Inútil... Despreciable!! Despreciable... y arranca a llorar amargamente. Skiper se nos aparece así como una figura substituta paterna a la que Brick no puede ver desfallecer, y a la que ante su impotencia para ayudarlo (puesto que Skiper está investido de la figura paterna) prefiere desviar su culpa amparándose en la suposición de que Maggie puede haberle sido infiel... Aparece también el reproche por lo que parece el intento de Maggie de manejar su vida, aunque ese punto lo observaremos más en detalle en el punto IV.

¡¡Inútil, despreciable...!! Despreciable (golpea sobre una foto suya)
Veamos que, y sobretodo en relación a lo que sigue, que Brick, desde un punto de vista clínico, se corresponde con la estructura obsesiva y le caen que ni pintadas las palabras que Juan David Nasio dice al respecto:

La obsesión resulta del desplazamiento de la angustia de castración que pasa de la inconsciencia a la consciencia y se cristaliza en el sentimiento de culpabilidad. La angustia inconsciente de ser vencido por el padre rival se transforma en angustia consciente de ser castigado por el propio superyó. Esta angustia de sentirse en falta y de creer que puedo recibir un castigo se llama sentimiento de culpabilidad. Es frecuente que el obsesivo se complazca en su papel de culpable, tenga necesidad de ser castigado y que se agote en un goce estéril, que podríamos llamar masoquismo moral. [2]

- Sobre El Nombre del Padre y el Edipo: la restauración del vínculo padre-hijo.


Como ya vimos en el análisis de la película Solaris, tenemos en esta escena lo que bien podríamos llamar una escena restauradora de la función paterna y que Lacan llamó El Nombre del Padre, concepto fundamental en la resolución edípica y con el que se define la función simbólica de la figura paterna como portadora de la Ley que prohíbe el incesto - entendido este concepto como no quedarse sujeto al mundo materno -, y que como tal ejerce la castración simbólica, una prohibición que funciona en dos sentidos: privando al niño del objeto de su deseo (la madre) y a la madre del objeto fálico, lo que dicho en un estilo mandatario sería como a la madre decirle: no te reapropiarás de tu hijo; y al hijo: no yacerás con tu madre... La imagen de Brick y su padre  en el sótano como, ya hemos visto, metáfora del vacío de la madre y su deseo nos ponen en cierta perspectiva de que esa función paterna fue probablemente realizada con serios déficits y que, debido a ello, Brick, como hijo, quedó presa del caótico mundo del deseo materno.  El Nombre del Padre deviene así, ya más allá de la prohibición del incesto, como una función fundamental en el acceso a la identidad del niño – acceso a la subjetividad - por identificación (toma de modelo) con el padre y en su inscripción en la constelación familiar y, por ende, en la cultura y sociedad.

Y dicho esto, en la continuación de la escena del sótano, vamos ahora a asistir a la reivindicación de Brick de la figura del padre y que, como veremos, acaba con una imagen sumamente simbólica en la que padre e hijo salen del sótano de los cachibaches. Así, y después de la catarsis de Brick, su padre ahora afectado le pide que no llore. Y sigue entonces el diálogo:

Padre: Es curioso, jamás te había visto llorar. No llorabas cuando eras niño...
Brick: Es que no hay manera de que comprendas que nunca he ambicionado tu plantación ni tu dinero... No quiero ser dueño de nada. LO ÚNICO QUE YO QUERÍA ERA UN PADRE NO UN AMO, lo único que necesitaba es que tu me quisieras,
Padre: siempre te he querido...
Brick: No... Ni a mi, ni a Gooper ni siquiera a mamá.
Padre: ¡Eso no es cierto, yo la quise, le di todas las cosas...
Brick: COSAS... cosas papá, le diste cosas, una casa, un viaje a Europa, todos estos trastos, joyas, cosas al fin papá, pero no cariño...
Padre: Le he dado, le he dado un Imperio...

¡Que escena más impactante! - con unas actuaciones emocionantes -. El padre vale lo que compra, vale lo que tiene... El Imperío es aquello que llena su vacío... Él es su Imperio y el Imperio es él... Nada más. Brick marca muy bien entonces aquello en lo que para él se transforma el padre: como un Amo más que como un Padre. Un Amo que además ejerció una más que probable función paterna deficitaria resultado de "tener" a sus seres más que de "quererlos", resultado de organizarlos según sus intereses, como se va a precisar más adelante. Pero ante su inevitable muerte, Brick le recuerda que todo cae, vidas e imperios:

Brick: Los hombres que crean imperios perecen, y los imperios también.
Padre: ¡No, no perecerá! Para evitarlo os tengo a ti y a Gooper.

Ahora vemos el Imperio como lo eterno del abuelo Pollitt - aquello que definía imposible para los cachibaches de la madre -, tan eterno que ya cuenta con el futuro de sus hijos en función de su perpetuación, los ve en función de su Imperio, no en función de quién son ellos, como inmediatamente se lo hace notar Brick:

Brick: Mira a Gooper, a lo que ha llegado. ¿Era eso lo que querías que fuese...? Y fíjate en mi, tú mismo lo has dicho, soy un chiquillo de treinta y años y pronto seré un chiquillo de cincuenta... Y no se ya en que creer, y de que sirve vivir llegado a este extremo. La vida debe tener algo para uno, un objetivo, un significado... ¡Fíjate en mi...! Te lo ruego. Fíjate en mi antes de que sea demasiado tarde. POR UNA VEZ EN TU VIDA CONTÉMPLAME COMO SOY. ¡¡Mírame bien!! Soy un fracasado, un borracho. Por mi mismo no valgo ni lo que vale un entierro medio decente...
Padre: Ah!, y tu y Gooper me culpáis de todas esas cosas verdad.
Brick: No te culpa nadie, nadie, sólo que... conociéndonos de toda la vida somos extraños... Tú eres propietario de 28000 acres de tierras muy fértiles, tienes un capital de diez millones y tienes mujer y dos hijos, NOS TIENES PERO NO NOS QUIERES.
Padre: A mi manera si os quiero...
Brick: ¡No señor! Desprecias a todo el mundo. Quisiste que Gooper tuviera hijos y quieres que yo también los tenga... ¿¡Por qué!?
Padre: Porque quiero que una parte de mi mismo me sobreviva, que no termine todo en la tumba...

Una vez más se ve esa mirada narcisista del padre en donde todo está en función de su deseo... de su deseo de trascender. Surge entonces la consecuencia del Padre-Amo: el desprecio. Ese desprecio que ahora ya está interiorizado en Brick, el asco - como indica en un momento de la película - que siente por sí mismo, el hijo minúsculo, despreciado, ante el padre titánico ante el cual sólo puede fracasar.

¡¡Fijate en mi!! Te lo ruego. ¡Fijate en mi!

Sin embargo, y después de esto, sigue la historia del abuelo Pollitt con su padre, un vagabundo con el que como niño llevó una vida de vagabundo, un padre del que en ocasiones se avergonzaba y de quién se queja de haberle dejado tan sólo un maleta de mimbre. Murió cuando era niño y le enterró el mismo: "No era más que un vagabundo, sin un centavo en el bolsillo, sin futuro mi pasado." Sin embargo Brick le hace hablar hasta que reconoce aquello que si tuvo con su padre: "Si, yo le quería... Creo que no he querido a nadie tanto como a mi viejo vagabundo".Brick le muestra que aún siendo un vagabundo siempre tuvo a su hijo a su lado y le increpa si le parece que le dejo tan poco, a lo que su padre responde que también le dejo recuerdos... Y CARIÑO - le añade Brick -.

En ese momento Padre e hijo se redescubren y finaliza la escena con una imagen bien simbólica: padre e hijo, de la mano, salen juntos del sótano, salen del mundo materno perdido de las COSAS que nunca pueden colmar el vacío, la carencia, porque como adultos eso ya es responsabilidad nuestra. Antes de salir del sótano el padre le dice a Brick, presa de un fuerte dolor físico de su enfermedad: "Cuando el dolor ataca puede uno jugar mejor una serie de cosas. No quiero idiotizarme con una droga. ¡Quiero pensar con claridad, quiero verlo todo, sentirlo todo! No me importará irme... ¡tengo arrestos para morir! Lo que quisiera saber es si tú los tienes para vivir". A lo que Brick responde que no lo sabe... Es entonces cuando se de esa imagen tan bonita donde ambos salen del mundo perdido dispuestos a intentar ya cada uno lo suyo...

Podemos probarlo... Empezaremos a ayudarnos mutuamente a subir la escalera.
A partir de este momento todo torna a su lugar, desveladas las mentiras y los secretos, limadas las desconfianzas, todos ocupan su lugar: Abuelo y abuela Pollitt se reencuentran como marido y mujer; Brick, decidido a intentar vivir besa por fin a Maggie y Gooper se alegra por el contento de su hermano y Maggie y se impone por fin a una desconcertada Mae. Y... sin embargo, únicamente una cosa... A pesar de todo, y a pesar de ser dicho con la mejor voluntad de hacer feliz al abuelo, al final la mentira persiste en la noticia que Maggie da acerca de que va a tener un hijo - lo cuál es falso -. La ambigüedad final... Después de todo este purgatorio de mentiras el nuevo ciclo, a pesar de todo, se inicia con una mentira más.

______________________

[1] Nasio, Juan D. Cinco lecciones sobre la teoría de Jacques Lacan. Gedisa editorial, págs.118 y ss.
[2] Nasio, Juan D. El Edipo. El concepto crucial del psicoanálisis. Paidós psicología profunda. Págs. 127 y 128