AVISO. POR LA NATURALEZA DE LOS TRABAJOS DE ESTE BLOG, EL ARGUMENTO E INCLUSO EL FINAL DE LAS PELICULAS SON REVELADOS.

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domingo, 17 de julio de 2016

PI, FE EN EL CAOS (Darren Aronofsky, 1998): EL SUEÑO DEL ABSOLUTO , EL SUEÑO DEL GOCE.

Opera prima de Darren Aronofsky, la película Pi, fe en el caos (1998) es un ejercicio que nos permite reflexionar sobre distintas dimensiones de la relación del ser humano con el absoluto. La reflexión nos permite hacerlo tanto desde un punto de vista psicológico (es obvio el aspecto obsesivo y paranoico de su protagonista), como desde un punto de vista más existencial en lo que podemos definir como la necesidad de entender el absoluto desde la razón y el intelecto frente a la posibilidad que nos ofrece su aproximación a través de la intuición, la contemplación y la belleza. Rodada en un blanco y negro extremo, y con la música electrónica  de Clint Mansell, e incluyendo obras del mismo de grupos como Massive Attack, Spacetime Continuum, Autechre y otros, la película tiene un marcado acento surrealista y onírico. El protagonista de la película es Max Cohen (Sean Gullete), un matemático que cree que toda la naturaleza está representada por los números (tal y como ya propuso en la antigua Grecia Pitágoras y sus discípulos de la Escuela Pitagórica), y que pretende, con la ayuda de su ordenador Euclides, deducir un modelo de comportamiento de la bolsa. Así en los inicios de la película Max dice lo siguiente:

Reitero mis sospechas:

1. Las matémáticas son el lenguaje de la naturaleza.
2. Todo lo que nos rodea se puede representar y entender mediante números.
3. Si se hace un gráfico con los números de un sistema se forman modelos. Estos modelos están por todas partes en la Naturaleza, Pruebas: el ciclo de las epidemias, el aumento y la disminución del número de caribús. El ciclo de las manchas solares, las crecidas del Nilo... ¿Y la bolsa? Una infinidad de números que representa la economía global. Millones de manos trabajando, millones de mentes, una inmensa red llena de vida. Un organismo, un organismo natural.

Mi hipótesis, la bolsa forma también un modelo. Lo tengo delante, escondido entre los números, siempre lo ha estado.

Esta declaración de intenciones de Max ya nos pone sobre la pista que entronca sobre lo que en filosofía, y más concretamente en Metafísica, es llamado "lo Absoluto", es decir, aquello que sólo es ante sí mismo y que no depende de nada y que, no obstante, es el fundamento o la causa primera de todo. Cuando Max dice "Todo lo que nos rodea se puede representar y entender mediante números" hace de estos últimos "lo absoluto", tal y como Pitágoras ya había hecho en la antiguedad al formular que "todo es número". Este va a ser un tema implícito en la película.

No obstante, y dadas sus características, voy a dar un enfoque a la reflexión sobre esta película como si de un sueño se tratara y que, desde distintos puntos de vista, nos llevará a ver los elementos de la película como proyecciones psíquicas de Max.

I. EL ABSOLUTO: Demasiada luz nos ciega.

Max Cohen (Sean Gullete)
Tan sólo iniciarse la película Max nos cuenta un episodio de la infancia en la que desafiando la prohibición de su madre miró al sol fijamente cuando tenía seis años. La lesión fue grave - dice que los médicos no sabían si quedaría ciego -, pero finalmente se recuperó, si bien nos precisa entonces que: "¡Estaba aterrorizado! Sólo en la oscuridad. Poco a poco la luz se filtró entre las vendas y pude ver, pero algo había cambiado en mí". Esta es una bonita metáfora que nos presagia lo que le suele ocurrir a aquel ser humano que quiere demostrar "el absoluto" y se obstina en ello, o cuya fascinación por encontrarlo le llevan a una búsqueda sin fín al querer descubrirlo y desentrañarlo de la realidad. Algún ejemplo hemos tenido en este blog de este tipo de personajes, como por ejemplo el Dr. Eddie Jessup de "Viaje al fondo de la mente" - Atered Sates". Tampoco deja de ser significativa la vinculación entre el hecho descrito y la cita de su madre en ella. Lo digo por algo que sucederá hacia el final de la película.


II. DE LA REPRESIÓN Y EL MUNDO INTERNO DE MAX.

¿Cómo se nos presenta a Max? Solitario, enfermo - le vemos tomando unas pastillas - y encerrado, sufriendo de fuertes migrañas que le atormentan profundamente. Cerraduras y pestillos defienden su casa. Le vemos vigilante mirando a través de la mirilla que no haya nadie en la escalera. Al salir le aborda una niña asiática quien juega con él dada su gran capacidad mental para el cálculo numérico. Luego, mientras pasea, narra su visión de la Naturaleza como números, y tras reflexionar en ese sentido sobre la bolsa le vemos ya sentado frente a su ordenador, de nombre Euclides.

- El yo obsesivo de Max.

En los sueños tendemos a ver la casa como una proyección del propio soñante. Tomado desde esta perspectiva, ¿qué nos dice la casa de Max y la actitud que muestra en ella? Nos hallamos esencialmente en La casa como refugio hacia un mundo externo cuyo paso lo barra no sólo la puerta sino varias cerraduras y pestillos y que, por lo tanto, ya nos hablan de una actitud desconfiada y paranoica correspondiente a una percepción amenazante del mundo, que no es más que una proyección de una percepción amenazante de su propio mundo interno y, en ese sentido, la casa también es una proyección del propio mundo interno de Max. Esta es, esencialmente, el ordenador Euclides y, en consecuencia, nos hablan de un ser humano centrado esencialmente en el mundo del intelecto y la razón, un gran cerebro entendido como un gran procesador y almacenador de datos, si bien carente de las dimensiones emocionales e instintivas propias del ser humano.

Max y el ordenador Euclides

Observamos en el aislamiento de Max en su casa uno de los preceptos fundamentales del obsesivo: el tabú del contacto. Sólo en ese aislamiento logra el obsesivo no contagiarse de los afectos y de los impulsos reprimidos. Es lo que se constata en la película en las escenas en que Max coincide con Devi, una guapa vecina de origen hindú.

- La represión del deseo.

En una escena siguiente, que se corresponde con una alucinación, podemos observar la más que probable relación de sus migrañas con la represión que, en gestalt, recibe el también acertado nombre de desensibilización. Efectivamente, y tras medicarse por su fuerte migraña, Max empieza a ver como la puerta empieza a temblar, y como las cerraduras y pestillos varios también lo hacen, como si una fuerte presión exterior quisiera hacer ceder a la puerta. Finalmente esta revienta y penetra un fuerte resplandor. De la misma manera que teme ser invadido por el mundo externo, Max teme también ser invadido por su propio mundo interno reprimido, en especial el mundo del deseo y del instinto. Es algo que observaremos en distintos momentos de la película cuando Max, sumido en sus reflexiones o ante Euclides oye de fondo la voz jadeante de una mujer haciendo el amor. De la misma manera que le vemos rechazar continuamente a  Devi (Samia Shoaib), su bella vecina quien da muestras de que le gusta y que se preocupa habitualmente por él. La dicotomía entre la razón y la vida se da en varias ocasiones. Una vez más, en una escena, vemos a Max sumido en sus reflexiones sobre la razón aúrea y la serie de Fibonacci (que está presente en muchas formas de la Naturaleza) mientras una bella Devi le llama para ofrecerle algo de comida. La observa tras la mirilla y finalmente no le abre la puerta.

Devi obervada tras la mirilla
Una bonita imagen de como un obsesivo observa el deseo y como se posiciona ante él negándolo. En ese sentido Devi puede ser también vista como una proyección de su propio deseo reprimido: el deseo llamando a la puerta. Como dice el psicoanalista Philippe Julien en su decálogo acerca del obsesivo. por un lado tenemos:

Tu deseo es, en verdad, desvalorizar, anular, destruir el deseo del Otro. En efecto, es el tuyo o el suyo. [1]

y por otro:

Tu propio deseo lo pondrás en juego mañana, pasado mañana, más adelante. Tienes tiempo, hazte el muerto. Así sabrás hacer esperar al Otro mucho tiempo, puesto que sólo hay deseo en lo imposible. [2]

Esto último explica, como veremos, la focalización de Max en la búqueda del absoluto, puesto que, como dice Julien: "solo hay deseo en lo imposible".

- La función del self y su función proyectiva.

Tampoco deja de ser significativo que sea un insecto el causante del fallo de Euclides (bug=bicho) que genera un misterioso número de 216 dígitos que pronto se van a convertir en el misterio que parece dar cuenta del orden del mundo, un número que parece encerrar el secreto del orden el caos. El "bug" es un buena  metáfora de que la vida no se deja encajar en un modelo, y algo que un ex-profesor y amigo de Max, el profesor Sol Robeson (Mark Margolis), le dice: "En la vida hay algo más que matemáticas. Me pasé cuarenta años buscando el modelo de pi y no encontré nada" - "Encontraste algo" - les responde Max - Sol ríe y le dice: "Si... algo, pero no el modelo". Sol es un reflejo de lo que le aguarda a Max de continuar con su obsesión y, en cierta medida, podríamos verlo como una proyección de su propio self en lo que sería una función prospectiva del sueño, es decir, un pronóstico de lo que le puede ocurrir al mismo tiempo que le sugiere la actitud a desarrollar: "En la vida hay algo más que matemáticas". En una de sus encuentros Sol le recuerda que su obsesión fue lo que le llevo a sufrir un infarto. En otro de ellos, y ante la creciente obsesión de Max, éste sigue advirtiéndole que la vida es más que números y que la puerta que cree haber abierto lo único que le acerca es al abismo, a la muerte. Él mismo, y tras su última conversación con Max, encontrará la muerte por un nuevo infarto tras intentar retornar a resolver el problema.

Sol Robeson: esa puerta a lo único que te acerca es al abismo.

- La Sombra de la codicia.

Dos personajes más aparecen interesados por el trabajo de Max: Marcy Dawson (Pamela Hart), una ejecutiva de una empresa de inversiones que, a cambio de proporcionarle un chip de última generación para su ordenador, está interesada en que Max pueda darles datos sobre la bolsa, y luego está Lenny Meyer (Ben Shenkman), un fundamentalista judío de la secta hasídica que ve en Max la posibilidad de que les proporcione el verdadero nombre de dios a través de estos 216 dígitos y llegar así al paraíso perdido. Ambos, Marcy y Lenny, aun representando mundos tan alejados como el materialismo del mundo de las finanzas y el espiritualismo cabalístico se ven unidos, no obstante, en una misma pasión: la codicia. En los diccionarios vemos habitualmente las dos descripciones:

1. Deseo vehemente de poseer muchas cosas, especialmente riquezas o bienes.



1. Deseo vehemente de poseer o lograr una cosa inmaterial, en especial algo bueno.




Veo en Marcy y Lenny la manifestación de la sombra de Max como la codicia entendida como codicia de absoluto o, como manifestará más tarde codicia de Dios y que le lleva a esa paradoja espiritual (a la que me gusta llamar espiritualidad narcisista) que también observamos en Lenny y en sus compañeros de la secta hasídica y que Lacan indica acerca del obsesivo cuando dice:

"Si me resulta difícil sostenerme y progresar en lo que pienso, no es tanto porque lo que pienso sea culpable, sino porque me resulta absolutamente necesario que piense en mí y nunca en el vecino, en otro" [3]

- El superyó obsesivo y la obstinación.

Esa codicia del absoluto, que como veremos será finalmente codicia de Dios, confiere una característica a Max propia del obsesivo: la terquedad, la obstinación. Y esta la podemos entender en función del superyó del obsesivo. Como bien sabemos el superyó del obsesivo es un superyó de características sádicas y esencialmente crueles, cuando no obscenas. Esta terquedad u obstinación es una de las respuestas que el obsesivo opone a su superyó. La obstinación se define como el mantenimiento de la propia posición (sean ideas, actos, intenciones...) con una firmeza excesiva en detrimento de otro u otros. Otto Fenichel (1945) la define como un tipo pasivo de agresividad cuando no hay la posibilidad de desarrollar otro tipo de actitudes, y así nos dice:

Esto ocurre por primera vez en la vida de un niño cuando este está en condiciones de desafiar el empeño de los mayores mediante la constricción de sus esfínteres. Más tarde todavía, "el poder del impotente" puede no ser de carácter real, sino mágico, y luego la superioridad mágica puede ser reemplazada por una especie de superioridad "moral". La aparición del factor moral en esta situación nos muestra que el superyó desempeña un papel decisivo en el desarrollo ulterior de la terquedad. Los mismos recursos utilizados por el niño para resistir las fuerzas de sus educadores puede utilizarlos más tarde en la lucha contra su propio superyó. Lo que habitualmente se llama terquedad en la conducta de las personas adultas, es un intento de usar otras personas como instrumentos en la lucha contra el superyó. Provocando la injusticia de los demás, el terco se esfuerza por lograr un sentimiento de superioridad moral, que necesita para acrecentar su autoestima, a objeto de contrarrestar la presión del superyó. [4]

Vamos a tener una justa representación de este conflicto yo-superyó cuando Max es llevado por Leny al rabí Cohen (Stephen Pearlman) (no es quizá casualidad que lleven el mismo apellido) quien le pide que les entregue la llave del secreto de los 216 dígitos que representan el nombre de Dios y que les dará acceso a entrar en el Sancta Santorum, la residencia terrestre de Dios y así volver al paraíso perdido, a la que solo accederán aquellos que sean puros. Tras explicarle la historia Max llega a la conclusión de que ha visto a Dios y el diálogo sigue así:

Max: Eso es lo que pasó. Vi a Dios.
Rabí: ¡No, tu no eres puro, y no puedes ver a Dios si no eres puro!
Max: Yo lo vi todo...
Rabí: ¡Tu no viste nada, sólo una luz, y muy poco más! ¡Con esa llave podemos abrir la puerta, podemos mostrarle que somos puros!
Max: ¡Tú no eres puro! ¿Por qué tú? ¡La encontré yo!
Rabí: ¿Quien te crees que eres? ¡Tú eres insignificante para nuestro Dios! Solamente nos traes algo que nos pertenece.
Max: Esto está dentro de mí, está en mi interior y me está cambiando.
Rabí: ¡Esto te está matando porque no estas preparado para recibirlo!
[...]
Max: ¡Yo lo tengo! ¡Yo lo tengo y lo entiendo! ¡Veré a Dios! ¡Rabí, soy el elegido!

El rabí Cohen (Stephen Pearlman)

Aquí tenemos los juicios de insignificancia, impureza (tan típicos del obsesivo), inadecuación contra los que tercamente Max se rebela poniéndose en una posición de superioridad moral a partir de la revelación que se la hace a él de los 216 dígitos: "¡Yo lo tengo! ¡Yo lo tengo y lo entiendo! ¡Veré a Dios! ¡Veré a Dios rabí, soy el elegido".

De la misma manera la superioridad moral la demuestra ante Marcy Dawson cuando afirma que sus investigaciones sobre el modelo de la bolsa nada tienen que ver con interés por el dinero. A él lo que le interesa es el desvelamiento del modelo, siempre hallar el absoluto.

III. SOBRE EL GOCE Y LA PULSIÓN DE MUERTE.

                                                                                       El sentido del sentido es el goce (J. A. Miller)

Max se siente un elegido. Este momento de la película es importante puesto que nos relaciona la posición de Max, convencido de estar en posesión de una puerta que le lleva a Dios, con la posición de Sol, quien le indica que la puerta que ha abierto es una puerta al abismo, una puerta a la muerte. Dos conceptos psicoanalíticos vinculan ambas posiciones: el goce y la pulsión de muerte.

De manera muy parecida a lo que vimos en nuestro comentario a la película "Hacia rutas salvajes (Sean Penn, 2007) - pulsa aquí para acceder entrada -, Max desvía sus impulsos reprimidos hacia Dios porque recordemos que el obsesivo niega su deseo porque debido a una falla en la metáfora de la función paterna, éste queda preso de lo materno, le pertenece. Si cediera a él se abandonaría al exceso de goce que lo habita, y solo el mecanismo de desplazamiento de ese impulso incestuoso a la relación con Dios logra evitar el conflicto que le supone la relación de dicho goce con el superyó y sus interdicciones. El sentirse elegido es lo que le permite sobreponerse al peso del superyó a través del mecanismo de la desviación. El precio de esta desviación es, como ya hemos visto, el aislamiento y la soledad entendidos como negación del otro y su búsqueda del absoluto suple el deseo.

El final de la película es ejemplar en ese sentido. Ante uno de sus nuevos ataques de migraña, Max, en esta ocasión, renuncia a tomar las pastillas habituales. En dos ocasiones anteriores había tenido alucinaciones en las que Max observaba su propio cerebro dañado. En una de ellas veíamos algunas hormigas moviéndose sobre su superficie, como los bugs (bichos) que causan que los ordenadores se averien. Max destruye entonces su ordenador Euclides mientras grita los números de la serie de los 216 dígitos para finalmente abrir una ventana y dejar que la luz entre (recordar la escena de cuando miró al sol transgrediendo la prohibición materna)... La escena nos muestra entonces a Max en un espacio de una blancura resplandeciente (una vez más el parecido con una escena de "De la vida de las marionestas" - Ingmar Bergman, 1980 -  es sorprendente - pulsa aquí para acceder a la entrada -).



Allí el sigue recitando números pero lo que aparece es una voz femenina que le dice: "No Max no, no me dejes Max... Oh Dios mío Max" - mientras, una mano femenina se extiende sobre otra hasta cogerla fuertemente -. Luego tras un grito de Max diciendo "no" aparece abrazado fuertemente a una mujer... Finalmente vemos a Max nuevamente en su habitación con un Euclides destruido.


Parece que finalmente la experiencia cambia a Max... Parece comprender una de las características del goce. Que éste no es satisfacción, que se trata de una pulsión, un empuje hacia una ausencia que de perseverar en ella solo lleva a la muerte, a la locura, a la disgregación del ser. En fin, es la relación del goce con la pulsión de muerte de la que su profesor Sol le advierte.

Vemos luego a Max quemando la serie de 12 dígitos y, posteriormente, en una dura imagen disponiéndose a taladrar su cerebro en un lugar en el que tiene una cicatriz. En la escena final vemos a un Max relajado contemplando sencillamente las hojas de los árboles, ya sin necesidad de buscar modelos, de reducir el mundo a los números ni a las matemáticas. La pequeña niña asiática que vive en su escalera le pregunta cuanto da una compleja multiplicación... Max sonrie y mueve la cabeza y dice no se... Max ya no necesita del orden que de fe del mundo, ni de los números ni de las matemáticas para explicarlo, Max ya no tiene porque seguir como un muerto postergando su deseo en pos de un goce absoluto... Max ya no necesita saber, ahora puede sencillamente vivir.


__________________

[1] Julien, Philippe. Psicosis, perversión, neurosis. La lectura de Jacques Lacan. Amorrortu Editores, pág. 143
[2] Ídem anterior, pág. 143
[3] Ídem anterior, pág. 143
[4] Fenichel, Otto. Teoría psicoanalítica de la neurosis. Paidós psicología profunda, pág. 319

domingo, 8 de julio de 2012

LA OLA (DIE WELLE), ANÁLISIS PSICOLÓGICO: EL YO Y LA PSICOLOGÍA DE MASAS


Una clase especial de masa se configura mediante una prohibición: muchos ya no quieren hacer lo que hasta este momento han estado haciendo como individuos. La prohibición es repentina; se la imponen ellos mismos. Puede ser una prohibición antigua que hubiera caído en el olvido; o una que se exhuma cada cierto tiempo. Pero también puede ser una completamente nueva. En todo caso golpea con la mayor fuerza. Tiene lo absoluto de una orden, pero en ella lo decisivo es su carácter negativo. Nunca viene realmente desde fuera, aunque tenga la apariencia contraria. Siempre surge de una necesidad de los propios afectados. En cuanto se pronuncia la prohibición comienza a formarse la masa. Todos se niegan a hacer lo que un mundo exterior espera de ellos. Lo que, hasta ahora, han hecho sin mucho alarde, como si les fuera connatural y nada difícil, de pronto no lo hacen por ningún motivo. En la determinación de su negativa se puede reconocer su solidaridad. La negativa que impone la prohibición se contagia a la masa desde el instante de su nacimiento, y sigue siendo, mientras subsiste, su rasgo esencial. Así, también podría hablarse de una masa negativa. La resistencia es el elemento que la configura: la prohibición es una frontera y un dique; nada debe cruzar aquella, nada desbordar éste. Uno vigila al otro para ver si sigue siendo parte del dique. Quien cede o infringe la prohibición es repudiado por los otros. [1]

Este texto de Elias Canetti, proveniente de su magna obra Masa y poder, le viene a medida a la excelente película alemana La Ola - Die Welle, 2008 -, en especial por la fuerza de su guión, y bien dirigida por Dennis Gansel. La Ola reflexiona, partiendo de un hecho verídico, sobre la posibilidad, y la facilidad, con la que se puede reinstaurar en la mente de las masas, en este caso de jóvenes estudiantes alemanes, un régimen de tintes fascistas como lo fue en su momento el nacionalsocialismo alemán.  Constituye esta película, y su reflexión subyacente, un buen ejemplo en un momento en el que asistimos al surgimiento de movimientos radicales por toda Europa, con distintos pesos, así como la llegada al poder, a través de ejercicios democráticos, de personajes como Donald Trump en estados Unidos, la primera potencia mundial, o Jair Bolsonaro en una economía emergente como Brasil. O, sin ir más lejos, con la llegada de VOX en el estado español con el añadido de que la derecha española se ha avenido a negociar con ellos (PP) o a tolerarla y consentirla (Ciudadanos).

La presente entrada pretende reflexionar sobre esta película y sus interesantes aportes a partir del enfoque de Freud en Psicología de las masas y análisis del yo (1921) y de la obra ya citada de Elias Canetti, Masa y poder (1960).
La clase, el grupo, el uniforme, el saludo, el canciller

1. MASA Y UNIFORMIDAD:  AMOR, PERTENENCIA Y SENTIDO.

Al profesor de  instituto Rainer Wenger (Jürgen Vogel) se le encarga que de el tema de la autocracia durante la semana de proyectos en la que se analizan los distintos sistemas políticos. Rainer es presentado como un individuo de naturaleza rebelde, fuerte - es el entrenador de waterpolo del equipo de la escuela - y entusiasta, así como, curiosamente, con una cierta imagen neonazi. Rainer decide proponer a sus alumnos algo interesante, una propuesta en la que más que explicar la autocracia se la viva como experiencia. Los alumnos votan que sea él el dictador. Así empieza el proceso de uniformidad, es decir, a potenciar los elementos que destacan más las semejanzas del grupo que las diferencias de la individualidad. Efectivamente, Rainer,como dictador decide ciertas actuaciones con las que se potenciará la uniformidad del grupo: le pedirán permiso para hablar y le hablarán de usted; cuando hablen se levantarán; practica con ellos distintas dimensiones en las que se demuestra la fuerza del grupo como fuerza uniforme; luego propone que vistan de uniforme (no de una forma militar, pero lo que la película demuestra es que cuando se uniformiza toda vestimenta adquiere la fuerza de un uniforme militar;, propone que tengan un nombre (La Ola); se potencia su presencia en las redes sociales. Elias Canetti destaca cuatro propiedades de la masa. La segunda de ellas es “en el interior de la masa reina la igualdad” y nos dice al respecto:

Se trata de una igualdad absoluta e indiscutible y jamás es puesta en duda por la masa misma. Posee una importancia tan fundamental que se podría definir el estado de la masa directamente como un estado de absoluta igualdad. Una cabeza es una cabeza, un brazo es un brazo, las diferencias entre ellos carecen de importancia. Uno se convierte en masa buscando esta igualdad. Se pasa por alto todo lo que pueda alejarnos de este fin. Todas las exigencias de justicia, todas las teorías de  igualdad extraen su energía, en última instancia, de esta vivencia de igualdad que cada uno conoce a su manera a partir de la experiencia de la masa. [2]

Poco a poco lo que empieza a tomarse a broma, y con cierta ironía, va tomando fuerza y va unificando a la mayoría de la clase en torno a La Ola. Evidentemente, la película se construye partiendo sobre los escasos valores y la falta de sentido sobre la que viven los jovenes en nuestra sociedad. A un entorno material evidente, incluso excesivo, se le añaden fallas evidentes en el entorno afectivo, ético y espiritual (entendido éste en un sentido no necesariamente religioso), tanto en el entorno familiar, como escolar y social. ¿Qué les ofrece así Rainer - sin proponérselo - a los jovenes de su clase? Dos elementos en la formación de un grupo o de una masa parecen evidentes: la sugestión recíproca de los individuos y el prestigio del caudillo. Sin embargo, Freud se pregunta que si  bien esto es cierto, esto es en sí descriptivo... la cuestión que él se hace es por qué esto se da. Y es así como recurre al concepto psicoanalítico de “líbido”:

Líbido es un término perteneciente a la teoría de la afectividad. Designamos con él la energía […] de los instintos relacionados con todo aquello susceptible de ser comprendido bajo el concepto de amor. El nódulo de lo que nosotros denominamos amor se halla constituido […] por el amor sexual, cuyo último fin es la cópula sexual. Pero, en cambio, no separamos de tal concepto aquello que participa del nombre de amor, o sea, de una parte, el amor del individuo a sí mismo, y de otra, el amor paterno y el filial, la amistad y el amor a la Humanidad en general, a objetos concretos e ideas abstractas. [3]

La hipótesis de Freud al respecto de la psicología de masas es que “en la esencia del alma colectiva existen también relaciones amorosas (o para emplear una expresión neutra, lazos afectivos)" [4]

Efectivamente, eso es algo que observamos en la película en las relaciones que se establecen entre los individuos de La Ola a medida que avanza el grupo: camaradería, objetivos compartidos, guía – canciller -, etc. Se observa, como bien indica Freud, que en la masa desaparecen las consecuencias de la intolerancia narcisista que caracteriza más al individuo:

Toda esta intolerancia desaparece, fugitiva o duraderamente, en la masa. Mientras que la formación colectiva se mantiene, los individuos se comportan como cortados por el mismo patrón: toleran todas las particularidades de los otros, se consideran iguales a ellos y no experimentan el menor sentimiento de aversión. [5]

Freud ofrece su respuesta a este fenómeno: tal restricción del narcisismo no puede ser provocada sino por un solo factor; por el enlace libidonoso a otras personas. [6]

- Masa, líbido, pertenencia y confluencia.

Creo que lo que ahora voy a matizar es algo que está implícito en las palabras de Freud, pero que considero interesante reflexionarlo en los términos con los que aquí lo voy a plantear. Como veremos más adelante, y a través de un guía-canciller, la masa procede a una transmutación del narcisismo. Si bien, y efectivamente, asistimos a una reducción o desaparición del narcisismo individual éste, en realidad, se transmuta en narcisismo grupal. La intolerancia y la hostilidad, que tan a menudo aparecen en las relaciones afectivas, caracterizando lo que Freud denomina ambivalencia afectiva, no se manifiesta en el grupo pero si que, en muchas ocasiones, lo hace hacia fuera del grupo, hacia los que no son como ellos. Reacciones agresivas, intolerantes, secretismo y elitismo, superioridad, racismo, intervencionismo etcétera definen posiciones hacia lo que no es, o los que no son, como ella. Esta es una dimensión que, en menor o mayor grado, se observan a menudo en las masas o agrupaciones con carácter estable.

Una lectura de este narcisismo de masa o grupal se puede leer también en dos claves: el resultado de la necesidad de pertenencia y el efecto del mecanismo de defensa de la confluencia.

La líbido entendida como la energía relacionada con las distintas manifestaciones del amor nos permite también reflexionar sobre la necesidad de pertenencia, de arraigo. Formar parte es algo que está en el ser humano como una necesidad esencial, puesto que esto lo une a otros seres humanos en un ámbito de aceptación, participación y complicidad. Sin embargo, el arraigo o la necesidad de pertenencia pueden entenderse en términos positivos cuando esta se fundamenta en el compartir aspectos de nuestra vida, ideas, creencias, tradiciones etcétera a la vez que mantenemos nuestra identidad como individuos. Pertenecer pudiendo mantener nuestras diferencias, aquellas que nos caracterizan como ser humano individual.

En ciertos tipos de masa o de agrupaciones observamos, sin embargo, que su sentido se basa en la eliminación de lo individual – quizá el uniforme es uno de los símbolos que más representa este aspecto – y en la exaltación de los valores sobre los que se constituye esta masa o agrupación. Es decir, el individuo se define en virtud de su pertenencia. Este es un punto fundamental, porque es el punto sobre el que se construye el narcisismo de la masa o el grupo. El individuo que se define en virtud de su pertenencia a un grupo o masa entra en lo que podríamos llamar una líbido confluente, es decir un amor en el que las fronteras entre el yo y el nosotros no existe. Recordemos que la confluencia es un mecanismo de defensa definido en la Gestalt, y que se define como aquel en el que el individuo no siente los límites o las fronteras entre su yo y el entorno, donde las partes y el todo se hacen indistinguibles.

- El sentido.

Esto es lo que se observa en La Ola, teniendo como a uno de sus máximos exponentes a Tim (Frederik Lau), quien al final, cuando Rainer quiere disolverla ante lo que se está convirtiendo, es incapaz de sostenerlo y se suicida después de haber herido a un compañero. Un punto de vista de la película de Dennis Gansel que coincide con la hipótesis de Freud es que, en este caso, La Ola se crea  no por problemas sociales del tipo pobreza, paro o injusticia… La Ola se crea entre jóvenes con una baja autoestima y una profunda falta de sentido provenientes de familias de clase media con un pobre soporte afectivo e interés real por sus hijos y que deviene en una profunda desorientación existencial, en un sentimiento de vacío y de falta de sentido de su propia existencia. Sin proponérselo esto es lo que Rainer, en su experimento, les ofrece: un lugar al que pertenecer, un lugar en el que tienen sentido, en el que se sienten aceptados porque finalmente “todos son uno y uno son todos”... un lugar de líbido afectiva confluente donde no hay lugar para la diferencia, la identidad o la individualidad, pero en el que la líbido afectiva circula, y no tengo la menor duda de que  el amor es uno de los elementos fundamentales del sentido. Un lugar en el que existimos como todos porque sentimos que no podemos hacerlo como uno.

Tim (Frederik Lau)

Hay varias escenas en las que se observa este aspecto de la autoestima tocada de algunos de sus protagonistas, incluso del mismo Rainer, quien en un momento de discusión con su pareja, a raíz de unos actos violentos en un partido de waterpolo, se establece el siguiente diálogo:

Anke: Te gusta que te adoren, que esten en clase pendiente de lo que hablas...
Rainer: ¿¡Qué quieres decirme!?  ¡A ti no tegustaría que estuvieran pendientes de lo que dices...! ¡Eres profesora... que me estás contando!
Anke: ¡No es eso en absoluto...! ¡Los alumnos ven un modelo en tí y tú los manipulas para tus fines. Es sólo una cuestión de tu ego...! ¡Es que nos puedes verlo!
Rainer: Sabes lo que pienso, que estas celosa... Si, porque no ven un modelo a seguir en alguien que fue número uno de su promoción. Si... el pedagogo de segunda te muestra el camino.
Anke: ¿El pedagogo de segunda? ¿Ese es el problema?
Rainer: Si, eso es lo que pensáis de mi. Un bachillerato sacado a la segunda y licenciado en deportes y política... ¿Qué es eso?
Anke: Nunca hubiera creído que te afectara tanto.
Rainer: ¿¡No crees que me hubiera afectado tanto!? ¡¡Al menos yo no tengo que tomarme una pastilla cada lunes por la mañana por tener un miedo tremenso a la escuela!!

Excelente diálogo que, a la vez que ilustra los problemas de la autoestima en Rainer, nos sirve también para ilustrar el tema de la ligazón del líder como modelo (ideal del yo) de los individuos que constituyen la masa o el grupo.

El logo de "La ola"

2. EL LÍDER Y EL PROCESO DE IDENTIFICACIÓN.

Freud, en su análisis, destaca el papel del líder como un elemento fundamental de las masas dinámicas, es decir, de aquellas que persisten y son activas, y así, hablando de dos masas artificiales como la iglesia y el ejército, destaca lo siguiente:

Su condición previa consiste en que todos sus miembros sean igualmente amados por un jefe. Ahora bien: no habremos de olvidar que la reivindicación de igualdad formulada por la masa se refiere tan sólo a los individuos que la constituyen, no al jefe. Todos los individuos quieren ser iguales, pero bajo el dominio de un caudillo. Muchos iguales capaces de identificarse entre sí y un único superior: tal es la situación que hallamos realizada en la masa dotada de vitalidad. [7]

Conocemos como algo característico de la mayoría de los regímenes autocráticos el culto a la personalidad: Hitler, Stalin, Franco, Mao, Musolini, Kim Il Sung o el Gran Hermano de George Orwell. ¿Qué función tiene este culto? Evidentemente el cultivo del modelo. El guía o el caudillo que indica el camino. Y a este respecto nos dice Freud:

Establecer la fórmula de la constitución libidinosa de una masa, por lo menos de aquella que hasta ahora venimos examinando, o sea la masa que posee un caudillo y no ha adquirido aún, por una “organización” demasiado perfecta, las cualidades de un individuo. Tal masa primaria es una reunión de individuos que han reemplazado su ideal del “yo” por un mismo objeto, a consecuencia del cual se ha establecido entre ellos una general y recíproca identificación del “yo”. [8]

Efectivamente, observamos en los miembros de la masa o del grupo una sustitución de su ideal del yo por el modelo que representa el líder o el caudillo – el que les dota de sentido y les ofrece valores -, mientras que la identificación - la ligazón afectiva - se produce entre los propios individuos de la masa. Y es esa identificación con individuos que comparten el mismo ideal del yo lo que produce la sensación de comunión. Dice Freud al respecto del ejército:

Es evidente que un soldado convierte a su superior, o sea en último análisis, al jefe del ejército en su ideal; mientras que, por otro lado, se identifica con sus iguales y deduce de esta comunidad del yo las obligaciones de la camaradería, o sea el auxilio recíproco y la comunidad de bienes. [9]

La película Patton (Franklin J. Schaffner, 1970, guión de Francis Ford Coppoda) es un buen ejemplo en ese sentido del caudillo como general militar. Esa es la misma función que en un momento dado Rainer empieza a ejercer sobre su clase al adoptar el papel de caudillo y dinamizador de La Ola.

Jürgen Vollen en el papel del profesor Rainer Wenger 
 
El caudillo se relaciona con la cuarta propiedad que Canetti destaca de la masa: "la masa necesita una dirección":

Está en movimiento y se mueve hacia algo. La dirección, que es común a sus componentes, intensifica el sentimiento de igualdad. Una meta, que está fuera de uno y coincide en todos, sumerge las metas privadas, desiguales, que serían la muerte de la masa. Para su subsistencia la dirección es indispensable. El temor a desintegrarse, que siempre está vivo en ella, hace posible orientarla hacia objetivos cualesquiera. La masa existe mientas tenga una meta inalcanzada. Pero todavía hay en ella otra tendencia al movimiento que conduce a formaciones nuevas y superiores. A menudo  no es posible predecir la naturaleza de estas formaciones. [10]

El mito que nos ejemplifica de mejor manera la relación entre la masa y el caudillo, y en este caso de carácter religioso, es la relación de Yahvé con su pueblo. Se establece entre ambos una relación de dependencia en la que uno no se puede definir sin el otro. Yahvé, como muchos caudillos o dictadores deriva en un dios celoso, irascible, vengador, caprichoso, obsesivo y paranoico que ante los deslices de su amado pueblo de Israel no duda en establecer prohibiciones, castigos, extinciones y alianzas con su pueblo.

3. MASA E INDIVIDUO.

El individuo se manifiesta como el peligro interno de la masa: es la manifestación de la diferencia, de la desigualdad, el representante de la inestabilidad. Las reacciones al individuo que se diferencia de la masa provocan su reacción narcisista, su manifestación de intolerancia y hostilidad. La reacción de la masa con el individuo se corresponde con la tercera propiedad que Canetti destaca como propia de ella: “la masa ama la densidad”, y nos dice al respecto:

No hay densidad que la alcance. Nada ha de interponerse, nada ha de quedar vacilando, en lo posible todo ha de ser ella misma. [11]

Y así las actitudes más individualistas son vistas como fracturas narcisistas en la densidad de la masa. Esto es algo que se observa en distintos momentos de la película, por ejemplo en el diálogo entre Karo (la individualista que no se adapta al grupo) y Lisa:

Karo: ¿Os habéis puesto todos en contra de mí con vuestras camisas blancas?
Lisa: ¡Que tontería!
Karo: Las cosas ahora funcionan…
Lisa: Karo, estás enfadada porque no hemos votado tu propuesta…
Karo: ¿Perdona?
Lisa: No ves que sacas de quicio a todos con tu forma de mandar…

Karo: Estás loca o qué…
[Sigue el enfado por las revelaciones de Marco, el novio de Karo, a Lisa)
Lisa: Yo no tengo un novio, por si no te has enterado. ¡Siempre hablamos de ti! […] Estás cabreada porque La Ola no funciona según tu voluntad. ¿Es una sensación incómoda verdad? ¡Pues vete acostumbrando!

Veamos la escena que había precedido a este momento en la que ya todos vestidos de uniforme, excepto Karo, esta es segregada de manera sutíl por Rainer y los compañeros de clase:

De la misma manera tiene por protagonista a Karo y a Marco en una escena parecida a la de Rainer y Anke después de un partido de waterpolo y que finaliza con una pelea en la piscina:

Karo: … ¡Que ha pasado con vosotros! ¡Qué ha pasado hoy en la piscina!
Marco: ¡Por primera vez la piscina estaba llena!
Karo: ¿Y la pelea?
Marco: ¡Esto ha sido por esta mierda1 – en referencia a un escrito que ha hecho Karo para parar La Ola-
Karo: No entiendes absolutamente nada.
Marco: ¡Habríamos ganado si no lo hubieras echado todo por tierra! ¿Eso te molestaba no? Por primera vez habría estado yo en el centro…
Karo: Idiota…

Marco la sigue, la coge y forcejean, ella le abofetea y el la golpea…

Veamos como en todo momento se hace presente el fenómeno de la baja autoestima, la poca importancia y la insatisfacción propia, tanto en Mona como en Marco. Poco a poco se va observando como conforme el grupo se densifica más, se hace más compacto, las reacciones de violencia a su cuestionamiento aumentan. Como diría Canetti - la escena de la piscina es clave en este sentido - la "masa de prohibición" se transforma momentaneamente en "masa de acoso" [12] contra aquel que pretende ser más allá de la masa.

La uniformidad de la masa

4. LA MASA Y EL ENEMIGO: LA DOBLE MASA.

Finalmente recurriremos al concepto de doble masa, desarrollado por Canetti, para explicar la importancia que en éste tiene el enemigo. Dice Canetti:

La más segura y, a menudo, la unica posibillidad para conservarse es la existencia de una segunda masa con la que compararse. Sea que se enfrenten en el juego y midan fuerzas o que se amenazen seriamente una a la otra, la visión o la representación intensa de una segunda masa no permite que la primera se desintegre [...]

El contra-otros influye sobre el nos-otros. La confrontación que en ambos provoca especial alerta, modifica la naturaleza de la concentración dentro de cada grupo. En tanto los otros no se hayan dispersado, uno mismo debe seguir agrupado. La tensión entre ambas turbas se traduce en presión sobre la propia gente [...] Pero si los adversarios amenazan y realmente está en juego la vida, la presión se transforma en la coraza de una decidida y unida defensa (o ataque) [13]

Efectivamente, el contra solidifica el nos al dotar de una meta y un objetivo: la eliminación del otro. En cuantas ocasiones no es utilizado esto como estrategia por gobiernos de todo tipo,  no necesariamente autárquicos. La  creación de un enemigo es sumamente útil para distraer la atención de cuestiones esenciales para la comunidad, o de dudosos intereses políticos, económicos o de clase. Asistimos en La Ola a distintos momentos en los que se va configurando el enemigo, pero hay un momento sumamente interesante a mi entender cuando Rainer les hace levantar y, tras una serie de movimientos de desentumecimiento, les hace marchar pisando fuerte el suelo como símbolo de unidad... Y, entonces, en un momento dado dice: "Este ejercicio persigue otro fin. Debajo de  nosotros esta la clase de anarquía de Willard y ¡¡quiero que el peso del techo caiga sobre nuestros enemigos!!  Así se empiezan construyendo los enemigos: por la diferencia."ferencia.

El enfrentamiento entre bandas

La suma de elementos y elementos va dotando a la clase de Rainer de las características de una masa que se estructura como masa de prohibición y que acaba siendo una peligrosa, agresiva e intolerante masa de acoso. Finalmente, cuando Rainer es consciente de lo que ha creado, intenta disolver La Ola pero los efectos ya son inevitabes puesto que el experimento ha llegado demasiado lejos. Tras el discurso con el que intenta hacer darse cuenta a los alumnos de aquello en lo que se están convirtiendo, asiste consternado al suicidio de Tim, el pánico de los alumnos, uno de ellos herido cuando Tim le dispara, y acabando la película detenido por la policía en estado practicamente de shock.

5. EL MIEDO, LA CODICIA Y  LA CONSTRUCCIÓN DEL ENEMIGO.

El miedo y la codicia son dos de los elementos políticos más utilizados para intentar crear, con distintos grados de "densidad" y "temporalidad", climas encaminados a crear masas que confirmen o apoyen distintas propuestas - en principio impopulares - de los partidos en el gobierno (recordemos el clima de miedo con el supuesto armamento masivo en propiedad del régimen de Sadam Hussein para justificar la guerra de Irak), o en los partidos que desean llegar a gobernar. Este factor miedo es un elemento indiscutible sobre el que se apoyan los regímenes y los partidos de corte fascista o totalitario y la extrema derecha - o izquierda -, y también, de una forma más disimulada la ultraderecha, mediante su constante invocación de la necesidad de agruparse en una masa uniforme de valores, y una simbología que podemos definir como nacional-extremista que, además, incluyen la segregación de lo diferente, la creación de muros, la justificación del uso de distintos tipos de violencia (recordemos en como es visto el tema de la diferencia y la violencia de género, o los movimientos LGTBI+ para esos partidos, o su posicion negacioanista ante el cambio climático, etcétera), la desvalorización de lo que se proclama como diferente, cuando no su satanización. Y todo ello creado por una una sarta de mentiras, falsedades (las modernas fakes news o post-verdades) cuyo objetivo es la inflación, cuando no simple construcción, de miedos y enemigos.

Esa síntesis de miedo y codicia son la base de un elemento fundamental de estos movimientos: la construccion del enemigo. Podemos decir, siguiendo a Lacan, que se necesita el enemigo para canalizar este miedo y esta codicia porque se cree que "el otro" nos roba nuestro goce, y su respuesta es, quizá con diferentes niveles de intensidad, la misma: la manifestación del odio a través de la violencia en sus distintas formas. Destruir lo diferente. Hablan de defender la libertad, pero es SU LIBERTAD la que defienden, a costa de tiranizar y destruir a todo el que es diferente.


Fue Sam Keene quien, en unos versos estremecedores, definió ese campo en el que esos partidos o grupos políticos son verdaderos especialistas: en la construcción de enemigos.

Comienza con un lienzo en blanco
Esboza en él siluetas de hombres, mujeres y niños.

Hunde la brocha en el pozo de tu propia oscuridad
Dibuja en la cara de tu enemigo la codicia, el odio y la crueldad
que no te atreves a reconocer como propias.

Ensombrece todo asomo de simpatía en sus rostros.
Borra cualquier resto de la miríada de amores, esperanzas y miedos
que residen en el calidoscopio de su corazón infinito.

Deforma su sonrisa en una mueca cruel. Arranca la carne de sus huesos
hasta que sólo quede el abstracto esqueleto de la muerte.
Exagera cada rasgo humano hasta metamorfosearlo
en bestia, alimaña, insecto.

Rellena el fondo de tu lienzo con los demonios y figuras malignas
que alimentan nuestras pesadillas ancestrales

Cuando tu cuadro esté completo podrás matarlos sin culpa y despedazarlos sin sentir vergüenza.
Lo que has destruido, simplemente, es un enemigo de tu Dios.


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1. Canetti, Elias. Masa y Poder. Filosofía, Alianza/Muchnik, págs. 59 y 60
2. Ídem anterior, pág. 26
3. Freud, Sigmund. Psicología de masas y análisis del yo. OC Biblioteca Nueva, Tomo 3, págs. 2576-7
4. Ídem anterior, pág. 2571
5. Ídem anterior, pág. 2583
6. Ídem anterior, pág. 2583
7. Ídem anterior, pág. 2579
8. Ídem anterior, pág. 2592
9. Ídem anterior, pág. 2603
10. Ver nota 1, pág. 26
11. Ver nota 1, pág. 26
12. Ver nota 1, pág. 51
13. Ver nota 1, pág. 69 y 70
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