Es evidente la relación que siempre se ha establecido entre la criatura y su creador... En esta entrada queremos reflexionar sobre ello desde algunas perspectivas que creo interesantes tanto desde la perspectiva de la criatura como del creador y, concretamente, cuando el que pretende ser creador es el ser humano y las correspondientes desventuras en las que suelen sumirse las creaturas. A parte de los relatos clásicos como El Golem de Gustav Meyrink o Frankenstein o el nuevo Prometeo de Mary Shelley, son interesantes las aportaciones de E. T. A. Hoffmann sobre los autómatas (recordemos sus relatos clásicos El hombre de arena, que inspiró a Freud su obra acerca de Lo siniestro, o Los autómatas), y que han tenido su continuidad en la ciencia ficción moderna en el robot y el superordenador y todas las connotaciones que los relacionan con la AI (Artificial Intelligence) de la que Isaac Asimov (Yo robot) fue uno de sus más notables contribuyentes.
17 Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. 18 Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.»
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| Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado. (Génesis 3, 23) |
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| La ira de Dios - Yahvé - |
El punto de partida de la reflexión que proponemos en esta entrada del blog parte de los versos del poeta mexicano Jaime Sabines que ya cité al hablar de La sombra correspondientes al poema del mismo nombre y en la que el poeta dice “Hombre, no se, sombra de Dios perdida”. Una reflexión que toma la creatura como sombra del creador...
Este es un tema recurrente en la ciencia ficción y de una de las creaciones más humanas: la tecnología del robot, del androide y los supercomputadores, como ya indicamos en el comentario a 2001 odisea en el espacio, en donde la creación humana, en este caso del ordenador HAL9000, se rebela contra las disposiciones del ser humano... Parecidas consecuencias, como también indicamos en la citada entrada, hallamos en la saga Terminator, en la de Resident Evil, o en Yo robot, donde los supercomputadores se rebelan contra el ser humano, su creador, y “amenazan con aplastarlo”. De la misma manera, y a menor escala, observamos este fenómeno en obras menores como Saturno 3, El engendro mecánico o Asesinos cibernéticos. Y aún más recientemente lo observamos en el comportamiento del androide David (Michael Fassbender) de Prometheus, de igual manera que ya lo observamos en el androide Ash (el siempre excelente Ian Holm) de Alien el octavo pasajero (1979, siempre de Ridley Scott, quienes priorizan los mandatos de las empresa de lograr un espécimen del alienígena por encima de las vidas humanas que este pueda costar..
Unicamente me quedan unos días de vida. No quería desperdiciarlos hasta ver cumplida su promesa... Conocer a mi creador [...] Usted me convenció que si esos seres nos crearon... También podían salvarnos. Salvarme a mi por lo menos... de la muerte.
La implacabilidad de la sombra y la naturaleza perversa del poder aparece en algunos sueños y ensoñaciones de pacientes como uno de los hombres máquina más famosos de la historia: Darth Vader, el implacable, cruel y frío servidor del Emperador en la lucha contra los rebeldes de la exitosa saga de La guerra de las galaxias...
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| Darth Vader, el hombre-máquina por excelencia |
El autómata, el androide, el hombre máquina representan también en muchas ocasiones la venganza que implacable y fría realizamos inconscientemente sobre algunos de los seres que nos rodean... Una venganza que no por inconsciente es menos venganza... y no por ello menos dolorosa.
Cuando al principio comentábamos que el golem es la imagen de su creador, de una de sus pasiones que crece y que finalmente amenaza con aplastarle, podemos observar como aquí el androide David o el androide Ash, o Darth Vader son los ejecutores de las ambiciones del poder en las sombras: Peter Weyland (Prometheus) y el deseo de inmortalidad, las empresas Weyland (Alien, el octavo pasajero) y el beneficio económico o El emperador (La guerra de las galaxias) y el poder político tiránico, constituyen en cada caso un claro ejemplo. Hay otras pasiones que podemos hallar representadas en la gran pantalla a través de esos visitantes de la sombra.
- El golem: el autómata místico. La creatura como espejo del creador.
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| Paul Wegener como el Golem |
El golem deriva así en la atroz sombra de los autómatas humanos que nuestra sociedad moderna parece exigir, y que como un mago malévolo ya se encarga de programar desde su núcleo más esencial: la familia. Para luego seguir implacablemente con la programación en la escuela, la universidad y el trabajo. Lo mismo que el Golem, el hombre moderno realiza la parte a él asignada casi sin reflexionar y, en ocasiones, casi asumiendo como si careciera de opción. Se trata de otro hombre sin alma, la sombra del hombre sometido al poder, aplastado por el miedo que este ejerce sobre él, dispuesto a creer sus mentiras y a creer en la libertad simplemente por ejercer el mero ritual del voto para así seguir mañana con sus contrariedades que dicen hoy una cosa y pasado la otra... y así hasta el próximo ritual... Parecen ajustadas a ese personaje los versos de Sabines de su poema y que dicen: Sobre el tiempo, sin Dios,/ Sombra, su sombra todavía./ Ciega, sin ojos, ciega,/ no busca a nadie,/ espera – camina.
No obstante, finalmente, el golem parece querer seguir su propio camino cuando hacia el final del film, y después de haber sido utilizado por el amante celoso, derriba las puertas del getho y sale fuera de sus muros... Es la primera vez en todo su metraje que el golem esboza una sonrisa. En una escena sumamente tierna el golem se acerca a una niña (en una escena que posteriormente se repetirá en el Frankenstein de 1931, si bien con distinta resolución), demostrando finalmente su inconsciencia cuando se deja arrancar del pecho el amuleto que le confiere vida derrumbándose como un muñeco de barro..
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| Escena del Golem con la niña |
Una variación interesante de la leyenda del Golem es la historia que fundamenta la película Saturno 3 de Stanley Donen (uno de lo grandes directores de musicales de Hollywood como, por ejemplo, Cantando bajo la lluvia, en una más bien extraña y no muy afortunada incursión en el mundo de la ciencia ficción), en la que un robot-golem equipado de un cerebro orgánico que va asimilando rápidamente los conocimientos que le inculca el capitán James Beson (un joven Harvey Keitel) pero entre los que se cuela la malsana pasión que siente por Alex (la sex-symbol de la época Farrah Fawcett), la pareja de Adam (un ya entrado en años Kirk Douglas), el responsable de la estación de investigación. Muy pronto Héctor adquiere conciencia propia, mata a James y se hace con el control de Saturno 3, convirtiendo a la pareja de humanos literalmente en sus esclavos. En todo caso, y una vez mas, el comportamiento del robot lo determina su creador.
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| El robot Hector y los protagonistas de Saturno 3 |
III. EL MONSTRUO DE FRANKENSTEIN: la sombra vengativa sobre el creador.
La obra de Mary Shelley, Frankenstein o el moderno prometeo ofrece una de las más interesantes perspectivas entre la relación y motivaciones que Creador y creatura mantienen entre ellas. Aunque el clásico Frankenstein de James Whale de 1931, con la interpretación del monstruo por parte de Boris Karloff, es una de las versiones más conocidas y reconocidas como una de las obras maestras del género de terror, es para nuestros intereses una versión relativamente más fiel al libro de Mary Shelley el Frankenstein de Kenneth Branagh (1994), cuyo monstruo fue interpretado en esta ocasión por un excelente Robert de Niro (lo mejor de la película). Aunque la película de Brannagh no fue bien recibida por la crítica (es cierto que Brannagh tiende a Shakespearizarlo todo y que sobreactúa en demasía), la relativa fidelidad al texto de la autora corre de parte de esta última película, y de la cual la versión de Whale de 1931 se aparta notoriamente.
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| El monstruo de Boris Karloff y el de Robert de Niro |
Tras lograr su objetivo, la creación del nuevo ser deviene un fracaso y Frankenstein abomina de su creación definiéndola en su diario como "defectos de nacimiento masivos, crecida y notoria fuerza física, pero el ser reanimado resulta defectuoso y lastimoso" tras lo que parece su aparente muerte tan sólo revivir. Sin embargo esto no es así, y en una escena posterior Víctor se da cuenta que el monstruo vive, y tras un intento para matarle definitivamente se da cuenta de que éste ha huido. Mientras la escena sucede se oye la voz y la imagen de uno de los profesores de la Universidad que había ridiculizado las ideas de Frankenstein diciéndole:
Que necio Victor Frankenstein de Ginebra, cómo podía saber lo que había desencadenado. ¿Cómo está remendado, con pedazos de ladrones, con pedazos de asesinos, el mal cosido al mal, cosido al mal. ¿De veras cree que ese ser le va a dar las gracias por su monstruoso nacimiento? Se cobrará su venganza... Que Dios ayude a sus seres bienamados.
Asistimos a la negación de la creatura por su creador - su padre -. Al rechazo de su ser... Así empieza la historia del monstruo como esa "sombra de Dios perdida" de Sabines que coinciden con los versos que siguen:
Sobre el tiempo sin Dios,
Sombra, su sombra todavía
ciega sin ojos, ciega,
no busca a nadie,
espera -
camina.
Efectivamente, tras huir de la casa de Víctor, el monstruo, tras ser perseguido y agredido por una masa que le confunde con un infectado de cólera, se refugia en el bosque acechando durante un tiempo a una familia que vive en su interior, acechando la felicidad y el amor en el que esta familia parece vivir. La pareja y sus hijos y un abuelo ciego a la que irá ayudando en la recolecta de productos del bosque sin que ellos se den cuenta... Y así empieza a pronunciar sus primeras palabras: "Amigo... amiga... padre". Un punto inteligente de Brannagh es oponer la escena del monstruo y la niña del Frankenstein de 1931 con una escena parecida, pero protagonizada por un hombre rastrero y miserable que quiere cobrar el alquiler de la casa y que zarandea la niña de la familia y que luego maltrata al ciego anciano. Es aquí cuando el monstruo aparece para atacar y matar al hombre... El anciano le invita a entrar en casa y establece una conversación amigable y de gran ternura con él... hasta que tras llegar la pareja le confunden con el atacante y le hechan a golpes de casa y deciden huir del bosque...
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| Escena con la niña de 1931 y la de 1994 |
El monstruo, desesperado, vuelve corriendo a la casa con una flor en la mano para demostrarles que no es peligroso, pero para cuando llega la familia ya ha marchado... Es entonces, cuando presa de la desesperación (Estatua de luz hecha pedazos/ desmoronada en mi;/ en mi la mía/ la soledad que invade paso a paso - Sabines -) lee en el diario de Victor, que quedó en uno de los bolsillos del abrigo que tomó para escaparse de su casa, las palabras que le definen como una abominación y que se transforman en dolor y rabia de la creatura hacia su creador acabando en la formulación de su venganza: "¡¡Tendré venganza!! ¡¡¡Frankenstein!!!"
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Y así se inicia la parte de la película en la que el monstruo inicia su venganza sobre Victor, su creador, su padre. Mata a su hermano pequeño y hace parecer culpable a Justine (Trevyn McDowell), una querida sirvienta de la casa de los Frankenstein... Sólo entonces se muestra a Victor y le pide hablar a solas en la montaña... Es el encuentro entre creador y creatura en la que ésta interroga a la primera...
Monstruo: Tú me diste estas emociones pero no me dijiste como usarlas, ahora dos personas han muerto por culpa nuestra... ¿Por qué?
Victor: Hay algo rondando mi alma que no consigo comprender...
Monstruo: Y qué hay de mi alma... ¿Tengo alma? Toda esta última parte la olvidaste... ¿Quiénen son estas personas de las que estoy compuesto? ¿Buenas personas... Malas personas? [...] ¿Alguna vez consideraste las consecuencias de tus actos? Me diste la vida y luego me dejaste morir... ¿Quién soy yo?
Víctor: ¿Tú? No lo se...
Monstruo: ¿Y tú crees que yo soy malvado?
Víctor: ¿Qué puedo hacer?
Monstruo: Hay algo que me apetece tener... un amigo, un compañero... una hembra. Que se parezca a mi, así ella no me odiará.
Víctor: ¿Cómo tú? Dios, no tienes idea de lo que dices...
Monstruo: Sólo se que por la simpatía de un sólo ser vivo haría las paces con todo. Hay un amor tan denso dentro de mí que tú ni siquiera lo imaginas... y una rabia tan intensa que tú no la podrías creer. Si no puedo satisfacer el uno daré rienda suelta a la otra.
Víctor: Y si consiento... ¿Cómo viviréis?
Monstruo: Viajaríamos al norte mi novia y yo, en el confín más lejano donde el hombre jamás ha puesto su pie. Allí viviríamos nuestras vidas juntos, ningún ojo humano nos volvería a ver, jamás... lo juro. Tú debes ayudarme, por favor...
Víctor: Si es posible deshacer este agravio entonces lo haré...
La creatura aquí se nos muestra vengativa contra el propio creador por el abandono y rechazo al que éste la somete. ¿No es acaso así como nuestra sombra personal reacciona cuando no la tomamos en cuenta o la rechazamos abiertamente? Como dice Sabines la Sombra es aquí la...
herida que me habita,
el eco
(soy el eco del grito que sería)
[...]
Este que soy a veces,
sangre distinta,
misterio ajeno dentro de mi vida.
Al final Victor no cumple con su intento y el monstruo acaba con Elizhabet, su novia (Elena Bonham Carter). Y aquí se repite la historia. Al ser asesinada él, en su locura, intenta de nuevo revivirla... de nuevo como una nueva abominación que, ante su propio horror se prende fuego a sí misma a la vez que arde la mansión de los Frankenstein.
Es aquí donde podemos observar ese comentario de Frankenstein cuando le dice al monstruo: hay algo rondando mi alma que no consigo comprender. Ese algo no es más que la angustia de castración entendida como la angustia de muerte ligada a la pérdida de objetos de amor. La desesperación que conlleva y la reacción de desafío a Dios - como un superyó todopoderoso - al que se desafía intentando burlar su castración definitiva: la muerte.
Al final de la pelicula de Brannagh, en el polo norte, Frankenstein fallece contándole su historia al explorador Walton (Aydan Quinn). Finalmente aparece el monstruo quien, cambiando el final de la historia de Mary Shelley, se inmola junto a su creador - a quien llora profundamente - a la hora de quemar su cadáver... Buena metáfora de que en la lucha entre el yo y la sombra la muerte de una lo es de la otra: muere finalmente el ser.
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[1] La biblia de Jerusalén. Libro del génesis.
[2] Chevalier & Cheerbrant. Diccionario de símbolos, Ver Golem. Editorial Herder.
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PELICULAS
EL GOLEM (Paul Wegener, 1920)
Actores: Paul Wegener, Albert Steinrück, Lyda Salmonova, Ernst Deutsch, Hans Stürm, Greta Schröder
FRANKENSTEIN (James Whale, 1931)
Actores: Colin Clive, Mae Clarke, John Boles, Boris Karloff
FRANKENSTEIN DE MARY SHELLEY (Kenneth Branagh, 1994)
Actores: Robert de Niro, Kenneth Branagh, Tom Hulce, Helena Bonham Carter, Aidan Quinn, Ian Holm, John Cleese










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