AVISO. Por la naturaleza de los trabajos de este blog, el argumento e incluso el final de las peliculas son generalmente revelados.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

EL FILO DE LA NAVAJA (Edmund Goulding, 1946): En busca de Sentido.

El filo de la Navaja (The Razor's Edge, 1946), es una excelente película dirigida por Edmund Goulding, protagonizada por Tyrone Power, Gene Tierney, John Payne y Anne Baxter. Hay un remake posterior de 1984, del mismo título, dirigida por John Birum y protagonizada por Bill Murray, Theresa Russell, Denholm Elliott y Catherine Hicks. Basada en la novela del escritor Somerset Maugham, para este comentario he elegido la versión de 1946, una fiel adaptación a la obra y, desde mi punto de vista, mejor realizada y dirigida.  El Filo de la Navaja es una interesante película - y mejor novela - que nos plantea la historia de Larry Darrell (Tyrone Power), un joven aviador que, tras volver de la primera guerra mundial, entra en una fuerte crisis existencial, sintiéndose dirigido a iniciar una búsqueda de orden espiritual que le lleva a abandonar el mundo de sus amigos ricos americanos, y a Isabel (Gene Tierney), su novia. 

Para empezar indicaremos que el concepto de "filo de la navaja" es una imagen que se relaciona con la dificultad de pasar a un estado superior, la ruptura de niveles para penetrar en otros de naturaleza distinta, en los del mundo suprasensible, en la búsqueda de sentido y de la realidad última. ”¡Levántate y despierta! Ahora que has obtenido tus deseos. ¡Compréndelos! Tan difícil como pasar por el afilado filo de una navaja, así de duro —dice el sabio— es este camino (hacia el Ser) [1], se  nos dice en el Kati Upanisahd.

Larry, tras haber vivido como aviador los horrores de la primera guerra mundial, vuelve como un hombre cambiado, esencialmente confundido y desorientado. La guerra ha constituido para él una experiencia que le lleva a hacerse preguntas acerca de la existencia y el sentido para las cuales no halla respuesta en el que, hasta entonces, había sido su entorno de amistades norteamericanas de clase alta y el tipo de vida que esta le depara. Decidido pide a su comprometida, Isabel, que le de un tiempo para intentar encontrar esas respuestas:

Los muertos impresionan cuando están muertos [...] Creo que no hallaré la paz hasta que me encuentre a mi mismo [...] ¿Quién soy yo para pretender cambiar esto o aquellos? ¿No es mejor seguir tu camino y aceptar las cosas como vengan? A veces pienso en un amigo que tuve, alegre y lleno de vida, y un instante después estaba muerto. He visto morir a muchos hombres, pero este fue distinto. El último día de la guerra, casi en el último momento, pudo salvarse y no lo hizo, me salvó a mi. Y murió y yo sigo aquí. ¿¡Por qué!? ¡Todo es tan absurdo! ¿No puedes evitar preguntarte qué significa tiene la vida? ¿Si tiene algún sentido o es una tremenda equivocación?


¿No puedes evitar preguntarte qué significado tiene la vida?

Nos encontramos ante esos hechos que en la vida hacen que, en ocasiones, algunos individuos, tomen un camino distinto del habitual. Unos hechos que, de repente, nos conflictúan con la vida y la existencia, nos interrogan sobre su sentido, como bien indica Larry. En esas palabras que Larry dice a Isabel, está también la naturaleza de su búsqueda. Efectivamente, cuando dice "creo que no hallaré la paz hasta que me encuentre a mí mismo", define bien esa búsqueda. Ahora bien, es importante preguntarnos sobre qué es eso de encontrarse a sí mismo. Quizá ha sido C. G. Jung el psicólogo que, sometido a las mismas dudas y cuestiones, más investigó y reflexionó sobre qué es "Si-mismo". Desde su punto de vista, podríamos decir que encontrarse a sí mismo implica primero encontrar el camino que lleva al Sí-mismo.

I. DEL YO Y EL SÍ MISMO.

Versión de 1984.
Larry decide partir a París, donde llevará una sencilla vida de estudio gracias a una pensión anual que le permite vivir con moderación y sencillez. Inicia su camino a través de lo que podemos llamar la "vía del conocimiento". Busca sus respuestas en las experiencias del camino que otros ya han recorrido, o sobre aquellos que ya han reflexionado sobre su mismo tipo de inquietudes. Es justamente en París donde se producirá la ruptura definitiva entre él e Isabel. El tipo de vida que Larry le propone está muy lejos de lo que Isabel desea (una vida de lujo y socialmente acomodada). 

En este momento asistimos a las dificultades que implica "el camino del Ser", o como diría Jung "el camino hacia el Sí-mismo"cuando, en la novela, Larry le dice a Isabel:

Te quiero; pero, desgraciadamente, hay veces en que no puede uno hacer lo que considera su deber sin causar dolor a otra persona. [2]

Efectivamente, la búsqueda que se plantea Larry es una búsqueda que para el que la siente adquiere un carácter prioritario en su vida, y que implica una toma de decisiones compleja (a la manera de encrucijadas), difícil y, en ocasiones, difícilmente comprendida por su entorno familiar y social.

Tras su separación Larry prosigue con su búsqueda, una búsqueda que le lleva a trabajar de minero. Allí conoce a un personaje atormentado, un sacerdote renegado polaco llamado Kosti (Fritz Kortner), quien le dice "Hablas como un hombre religioso que no cree en Dios [...] ¿Pensaste alguna vez en ir a Oriente? [...] A la India por ejemplo. Allí conocí a un extraño personaje. Un hombre como no creí que existía. Un santo [...] Lo más notable de él no son sus enseñanzas, es el hombre en sí.  Comentario que actúa como un detonante para que Larry parta a la India a conocer este personaje.

Cuando Larry llega a la India es un hombre que ha entrado en crisis con los valores que su sociedad le ha transmitido (básicamente trabajo acompañado de éxito, fotuna y status social) y parte a la búsqueda de una respuesta que le ofrezca nuevos valores:

Una iniciación de este tipo puede producirse en varios  momentos de nuestra vida [...] y exige una transición a nuevos caminos. Es un momento horrible, pues hemos de abandonar las costumbres probadas y experimentadas para confiarnos a modos de vida desconocidos y nunca vistos. Esto exige sacrificio y coraje.[3]

Su encuentro constituye un momento crítico. Hasta este momento podemos considerar a Larry como un individuo a quien la experiencia de la guerra ha alienado, ha perdido la referencia de sí mismo aunque, no obstante, se trata de una alienación que le lanza a la búsqueda de "algo" que no puede expresar con palabras. De hecho una cierta alienación, como ya había mostrado Sören Kierkegaard, es un estadio necesario para iniciar la búsqueda de ese "algo". Las dudas sobre el camino que ha decido seguir, y la aparente declinación de responsabilidades que ven sus amigos en su actitud, son sabiamente reestructuradas por el Santo Hindú (en la película, todo hay que decirlo, bastante cristianizado): "El simple hecho de que vengas de tan lejos en búsqueda de saber muestra que no te asustan las responsabilidades. El admitir ignorancia ya demuestra valor." Tras explicarle todos los viajes y estudios que ha realizado y, no obstante, la insatisfacción que le embarga, así como la pérdida de confianza respecto a los valores tradicionales, el Santo le responde:

Tu inquietud y confusión no son los únicos, hijo mío. El mundo entero está inquieto y confuso. Siempre será así mientras los hombres basen sus ideales sobre conceptos falsos. No habrá verdadera felicidad hasta que los hombres no aprendan a buscarla en ellos mismos [...] Está escrito que el hombre sabio se alimenta de su luz interior. Proviene de dios y está en su corazón. Así se consigue la calma, la paciencia, la compasión, la abnegación y la paz eterna.

Larry dice en este momento "pero eso no es fácil", a lo que el santo le contesta: "No, el camino de la salvación es difícil de recorrer, difícil como andar sobre el filo de la navaja." 


Difícil de andar como el fila de la navaja.

Vemos aquí, en términos del hombre Santo una formulación que en su día concibió Jung al diferenciar el yo del Sí-mismo. Mientras el primero es la instancia psíquica sede de la consciencia, de la capacidad de percartarse o darse cuenta, el segundo representa la totalidad psíquica (lo consciente y lo inconsciente). De manera parecida a como el Santo indica, Jung dio al Sí-mismo una dimensión trascendente:


… para Jung el sí mismo no es uno mismo. Es más que la propia subjetividad y su esencia se encuentra más allá de lo subjetivo. El sí mismo establece el terreno que mancomuna al sujeto con el mundo, con las estructuras del Ser. El sí mismo, el sujeto y el objeto, el yo y el otro, están unidos en un campo de estructura y energía común. [4]

A esto se refiere el Santo cuando vincula la luz interior del hombre con Dios. La estancia de Larry en la India le permitirá reconectar su yo con el Sí-mismo, con esa parte de uno (la luz interior) que sabe más que el yo y que, a parte de expandir la consciencia haciendo más completa la propia personalidad, también expande la consciencia en relación con el misterio de la existencia (Dios, Tao, Misterio, Sentido, etcétera). En otras palabras, el Sí Mismo es la totalidad,  o también la unidad, pero, y como nos muestran las palabras de Murray Stein, no sólo se trata de la totalidad y unidad psíquica, sino también de la totalidad y la unidad cósmica. 

Ahora bien, la reconexión del yo con el Sí-mismo marca el inicio de un camino, un proceso de aproximación siempre difícil de recorrer. En la India, y de la mano de ese hombre Santo, Larry se retirará momentáneamente del mundo para reconectarse con el Sí-mismo e iniciará el largo camino que esa reconexión implica. Al modo de la imagen del arquetipo del anciano sabio, el Santo hindú lo guiará hacia su interior - hacia su inconsciente - para su profundización.

Larry experimentará esa reconexión en contacto con ese hombre santo, y la experimentará vívidamente cuando el santo le manda a un retiro en las alturas de las montañas, donde el yo en soledad consigo mismo y en contacto con la grandeza de la naturaleza se empequeñece lo suficiente como para abrirse al Sí-mismo. En la novela de Somerset Maugham este momento está descrito tal y como sigue:

... no puedo decirte de manera que la veas la grandiosidad del cuadro que surgió ante mi cuando estalló el esplendor del día. Aquellos riscos, con sus espesísimos bosques, aun prendida la neblina en las copas de los árboles, y el insondable lago a mis pies... El Sol cayó sobre el lago a través de una nube rota y lo hizo brillar como acero bruñido. La belleza del mundo me causó un intenso arrobamiento. Jamás había sentido tal exaltación, tal trascendente alegría [...] Me pareció que una sabiduría sobrehumana me dominaba, hasta que todo lo que antes estaba confuso se me presentaba claro, y cuanto hasta entonces me causó perplejidad resultaba comprensible... [5]

Éste es un buen ejemplo de esa dimensión trascendente del Sí-mismo, de esa luz interior de la que habla el Santo que, a la vez, se extiende más allá de la propia subjetividad. Precisamente ante la duda de Maugham (protagonista también de la novela) sobre si todo esto no fue más que una sensación subjetiva, Larry le responde:

Solamente el aplastante sentido de la realidad. Después de todo, fue una sensación de la misma naturaleza [...] Es imposible negar el hecho en sí; lo único difícil es explicarlo. Si durante un instante yo me fundí con lo Absoluto, o si fue un súbito emerger desde mi subsconciencia de cierta afinidad con el espíritu universal, en todos nosotros latente, yo no lo sabría decir. [6]

Esta última frase destacada en negrita habla de la "emergencia" desde el inconsciente de esta luz interior que hay que encontrar y que, a su vez, nos conecta con una luz universal y que, como dice, Murray Stein "El sí mismo, el sujeto y el objeto, el yo y el otro, están unidos en un campo de estructura y energía común."

A partir de este momento, Larry ya no se presenta como un hombre alienado, sino como un hombre que ha encontrado un camino. Y eso es importante, ya que aquello que llamamos búsqueda no es más que un camino que andar, un camino en el que progresivamente vamos encontrando nuestro sentido.


Somerset Maugham.

Larry, además, y para decirlo en palabras de Kierkegaard se abre al infinito, o lo que es lo mismo, se abre a la totalidad que incluye adentrarse en el mundo del inconsciente, y de lo que Jung dijo:

El inconsciente siempre trata de producir una situación imposible para forzar al individuo a que exteriorice lo mejor de sí mismo. Si uno no lo intenta nunca, no se completa, no se realiza. Se requiere una situación imposible, donde uno tenga que renunciar a su propia voluntad y a su propio conocimiento, y no hacer nada más que confiar en el poder impersonal del crecimiento y del desarrollo. [7]

Hacia el final de la novela, en el bellísimo capítulo sexto, Larry le dice a Maugham, hablando sobre los obstáculos que la vida le ha presentado: "Me han sido utilísimos. Sin ellos no hubiera podido hacer todo lo que he hecho". Una frase parecida que dijo Jung hacia el final de su vida y que se halla en su biografía.

II. SOBRE LA NATURALEZA DEL SÍ MISMO.

Como decía, el contacto con el Sí-mismo marca el inicio del camino. Una dimensión importante del Sí-mismo junguiano es que une la totalidad de la psique, de la personalidad, a la totalidad del cosmos desde una perspectiva no antropocéntrica. La conexión con el Sí-mismo, desde la consciencia y de su progresiva ampliación, nos revincula con la fuerza del instante y el carácter de la impermanencia, con la fuerza de la creación al lado de la fuerza de la destrucción, con la eternidad del presente y la finitud en el tiempo. Por eso Larry continua su camino volviendo a su mundo y su complejidad como una manera de seguir dejándose guiar por esa naturaleza paradójica del Sí-mismo, guía hacia una comprensión que no nos hace especiales pero si partícipes de la existencia y de una fuerza creadora que está más allá de conceptos humanos como el bien, el mal, el amor o la bondad. Nos hace un llamado a "sincronizarnos" con esa fuerza y a no pretender ir más allá de ella, como si en esa humilde aceptación del lugar que ocupamos en el cosmos y del flujo quele guía residiera la paz y la calma, lejos de las clásicas visiones antropocéntricas (ahí reside la naturaleza del concepto oriental de maya, el velo de las ilusiones). No hay respuestas en el Sí-mismo que vayan a satisfacer nuestro narcisismo. Una vez más hago referencia directa a la novela de Maugham cuando en ella Larry nos dice, hablando de su maestro:

Enseñaba que Dios no puede abstraerse de crear y que el mundo es la manifestación de su naturaleza [...] las satisfacciones de este mundo son transitorias y que únicamente el Infinito da dicha perdurable. Pero una duración sempiterna no hace mejor lo bueno ni lo blanco más blanco. Aunque la rosa haya perdido al mediodía la belleza del alba, la belleza que entonces tenía no deja de ser verdadera. No hay nada permanente en el mundo, y somos necios cuando pedimos que algo perdure, pero no cabe duda que aún seríamos más necios de no solazarnos con lo que tenemos mientras dure. Si el cambio es consustancial a la existencia, parece sensato hacer de él una premisa de nuestras existencia. [8]

El desarrollo posterior de la película confirma un interesante aspecto que el Santo le comenta a Larry:

Nosotros los hindúes creemos que a Dios se llega por tres caminos: uno es el camino de la fe y la oración, otro el de las buenas obras inspiradas por el amor a Dios y un tercero que a través del conocimiento conduce a la sabiduría. Tú has elegido el camino de la sabiduría, pero al final descubrirás que los tres no son sino uno. 

Que Larry está en el camino en las que estas tres cosas son una se ve en sus actos, en su amor por Sophie, la amiga de juventud que pierde su esposo e hijo en un accidente, lanzándose a una vida promiscua a la droga y el alcohol. En su compasión por Isabel, quien celosa de su amor por Sophie, es incitadora de la recaída en el alcohol de esta y de su muerte, en su compromiso con el camino que inició cuando se conectó con la presencia del Sí-mismo. A una pregunta de una Isabel que no comprende qué intenta Larry hacer con su vida, sobre qué espera encontrar, Maugham le responde: "Larry ha encontrado lo que muchos buscamos y muy pocos conseguimos. Creo que quien le haya conocido no puede substraerse a su bondad y nobleza  [...] La bondad, al fin y al cabo, es la fuerza más poderosa del mundo".


[1] Kata Upanishad. Biblioteca digital de la UCE, 1-3, 24
[2] Maugham, Somerset. El filo de la navaja. Debolsillo contemporánea, pág. 340.
[3] Sallie Nichols. Jung y el Tarot. Un viaje arquetípico. Ed. Kairós, pág. 305
[4] Stein, Murray. El Mapa del alma según Jung. Ediciones Luciérnaga, pág. 202.
[5] Ver nota 2, pág. 340.
[6] Ídem anterior, pág. 341
[7] Ver nota 3, págs. 311 y 312
[8] Ver nota 2, pág. 343





1 comentario:

  1. Excelente análisis. Lo felicito. Leí la novela a los 18 años y me encantó. La película con Bill Murray me pareció bastante sosa, pero hace un par de días pude ver la versión con Tyrone Power, y me pareció fascinante. Encantada de leer su artículo. Éxitos!

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